[harry potter] helga/rowena | libro de hojas cálidas y sucias {E.A.I.F}

Jul 21, 2009 19:54

The last!! ♥

Fandom: Harry Potter
Título: libro de hojas cálidas y sucias
Palabras: 1135
Advertencias: PG13 | femslash |
Personajes: helga/rowena
Resumen: A Rowena le gusta observar a Helga, bajo los rayos del sol, como si fuera un libro, leerle, aprenderle, porque Rowena siempre necesita saciar su curiosidad.
Notas: Para kmiya, aquí. Tuve muchos problemas con este fic, como el hecho de que se me borró y tuve que empezar de nuevo, yr ealmente no sé que siento por él, pero son ellas y se lo merece ♥



Helga es como un libro abierto. Sus tapas son doradas, como el oro de su cabello, sus ojos, suaves, delicadas como su piel apenas están oscurecidas por el paso del tiempo bajo el sol, sus palabras son tiernas, aterciopelas con ese tinte seco y áspero que sale de sus propias manos. Helga es un libro abierto y Rowena disfruta leyéndolo.

A veces, tardes como aquellas, donde están solas y el sol del verano calienta sus corazones, Rowena se sienta a observarla. No muy cerca, no muy lejos, bajo la sombra de uno de los árboles que la propia Helga ha ayudado a crecer vigorosamente y con fuerza. Las suaves hojas verdes hacen sombra al cuerpo de Rowena y le protegen del calor invencible que el amplio sol de la mañana dirige sobre ella. Sin sorpresa, un libro se apoya sobre sus rodillas, pero su vista no se centra en las palabras de historia y hechizos dibujadas en los pergaminos que le acompañan. Su concentración existe solo para la muchacha de cabellera rubia enredada, con algunos mechones rebeldes escapando al moño que les sostienen, deseosos por llenarse de tierra como el resto de ella. Y es que Helga, parece nacida de los propios terrenos.

Es una vista que siempre le deleita, le divierte y le causa curiosidad. Helga, de rodillas contra el suelo, con el barro colándose entre sus ropas y sus manos casi parece haber echado raíces en el lugar donde trabaja. Sus manos trabajan con delicadeza, aunque sucias por el contacto con la tierra y ásperas inevitablemente, moldea la planta bajo su toque, con suaves encantamientos que apenas parece atreverse a pronunciar. Es un ritual que Rowena tiene el honor de contemplar desde las afueras. Algo intimo, único, pero que ella no puede considerar ajeno.

Helga no hace ademán de reconocer su presencia ni cuando llega, ni luego de que está allí, sentada, observándole sin discreción. No dice palabra alguna, no la saluda con la mirada, pero Rowena puede notar la leve sonrisa que se dibuja por sus labios en silencio. Silencio que ella no se atrevería nunca a romper y que por tanto, le incita a observar, interpretando cada movimiento, cada sudor de la frente de su compañera. Es que Helga es un alma brillante, una joven generosa que solo da, y en esos momentos, da todo su ser a la pequeña planta enferma que tiene entre sus manos. Es como ver magia nacer de la nada, difuminarse en el aire y entrar en lo más profundo de ella.

Solo cuando Helga da por terminado su trabajo es que se gira y le devuelve la mirada. Es tan fácil interpretar sus sentimientos a través de sus ojos que Rowena nunca está segura de si sentirse avergonzada de entrar en los confines que definen a Helga o simplemente agradecida de que ella desee compartirlos con la propia Rowena. Helga sonríe, porque su sonrisa ilumina casi tanto como el sol. Una de sus manos pasa por su frente dejando una mancha de barro a su paso y acomodando un par de rulos chatos tras su oreja. Brilla como siempre que ha logrado su cometido, y en cierta forma, a Rowena le gusta pensar que brilla para ella.

A veces, en momentos como aquellos, Rowena se sorprende de si misma. Helga no es conocimiento, no son hechos ni datos, no es todo aquello que ella valora, es simple, sin misterios, una luz dentro de un castillo oscuro y enredado. Es todo eso y más, y aún así, Rowena no puede sentirse más que cautivada por la joven mujer, tan libre, tan facil de conocer, leer e interpretar que no existe nada por investigar, nada por descubrir. Aún así, repite esa rutina, repite y la observa solo para poder obtener esa mirada de sus ojos cuando termina, esa satisfacción, esas palabras no dichas que gritan al mundo que lo ha conseguido y que, en definitiva, sigue siendo solo ella.

Es cuando Helga se acerca, que Rowena siempre logra ponerse nerviosa. No es algo común, siempre en control de sus emociones, siempre racionalizado cada actitud, cada palabra, cada hecho. Pero hay algo sobre Helga, algo que se refleja en sus cabellos bajo el sol, o en lo terso de sus hombros, que la debilita por dentro y no existen razones coherentes que puedan justificar su estadía allí, su obsesión de observadora silenciosa, su interés en la muchacha que le acompaña.

- Buenos días, mi querida Rowena. -Helga la saluda, mientras arrebata el broche que sostiene sus cabellos atados, y sacude su rostro acomodándolos.
- Buenas tardes, en realidad, mi amiga. -Helga ríe, y la cascada de oro que se desliza sobre sus hombros desnudos parece moverse como campanas al viento cuando lo hace. - Godric ha preguntado por ti.

Rowena la observa con diversión y soltura, Helga no parece consternada de ninguna forma por la preocupación que el joven Gryffindor, su amigo, su tutor de cierta forma, muestra por ella. Helga simplemente sonríe.

- Nada le impide a Godric buscarme si esos son sus deseos.
- Por supuesto, mí querida Helga.

Les invade el silencio y Rowena pasa las hojas de su libro, incómoda. Libro que no ha leído desde que ha salido del castillo, libro que no ha tenido intenciones de leer desde que le buscó por los terrenos. Helga se sienta a su lado, hombro contra hombro, fresca sombra contra calor del trabajo.

- Es una hermosa tarde, una verdadera perdida para los alumnos de Hogwarts. -Helga sonríe y Rowena le observa, aún en silencio. Observa la comisura de sus labios que se levanta, y el brillo de sus ojos, aún presente bajo la sombra del viejo sauce. Helga está sucia, llena de barro, tierra y elementos vegetales, pero su encanto reside en la naturalidad con la que se sienta aún en aquel estado, la naturalidad con la que viste aquellos ingratos elementos como si se trataran de las más preciosas joyas de todo el mundo mágico. Rowena, torpe, sin carne, demasiado delicada y blanca contra el brillo dorado de su amiga, la envidia un poco, y, aunque lo niegue, la desea otro poco más.

Es inevitable que se sonroje, aunque nunca realmente haya aprendido a hacerlo, cuando la mano áspera de tierra y barro de Helga se entrelace con la suya sobre el libro, manchando sus hojas de un tono marrón. Helga no dice nada y ella tampoco, pero Rowena, con los ojos clavados sobre aquella mano, esa que rompe la rutina, que derrumba todas sus pretensiones e ilusiones falsas, solo puede pensar, que con Helga, cada palabra no dicha, cada gesto no contado es un libro nuevo lleno de fantasías, enigmas e ingenio.

Porque Helga es un libro abierto y con el corazón en la boca, Rowena solo puede pensar que no existe mayor deseo que aquel de poder leerlo.

character: rowena ravenclaw, !español, !presents, book: harry potter, length: oneshot, warn: femslash, character: helga hufflepuff

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