Obviamente yo no puedo decir semi-hiatus o posteo más. Pero bueno, terminé este reto (yey!) y quería postearlo. !!
Fandom: Merlin
Título: Nimueh
Palabras: 970
Advertencias: PG. - Spoilers 1x13.
Personajes: Nimueh. (más meras alusiones sin importancia).
Resumen: Cuando era pequeña, Nimueh tenía el cabello rubio y enrulado, los ojos verdes y la mirada sincera. {exploración de personaje muy ligera}
Notas: Escrito para el 3er reto del
rewatch de
lamarcadenimueh sobre la apariencia de nimueh. !!
Cuando era pequeña, Nimueh era inocente.
(Cuando los pies no llegaban al suelo desde la silla, o los postres de su madre aún quedaban muy altos.)
Cuando era pequeña, Nimueh tenía el cabello rubio y enrulado, los ojos verdes y la mirada sincera. Cuando era pequeña, Nimueh tenía la piel nívea y los pómulos sonrosados.
(Pequeña, adulta y eterna, esto nunca ha cambiado.)
Cuando era pequeña, Nimueh no conocía la magia. Ni sus usos, ni el negro ni el blanco. Conocía del sol y el calor sobre su rostro, los besos de su madre y las visitas a la corte.
Pero cierto es que de cuando Nimueh era pequeña hace ya cinco reinados.
(Aunque haya dejado de contarlos.)
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Cuando Nimueh cumplió los dieciséis, su madre le llevo a hablar con el Gran Dragón. Criatura espectacular, de tamaño enorme a su pequeño cuerpo, poderoso a sus manos inexpertas. El dragón hablo de magia y destinos. De futuro, pecados y muertes.
Cuando el encuentro terminó, Nimueh tenía los ojos un poco más negros.
(Más fríos, más ajenos, pero aún suyos).
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Cuando Nimueh era joven, la curiosidad movía sus pasos. Inocente y dulce, a tierras lejanas y ajenas.
(Lejos, a tierras desconocidas y únicas. Lejos de todo lo que una vez fue ella. Lejos, cerca, a un destino que le espera.)
La Isla de los Bendecidos se le antojó exótica y exquisita. Un paraíso lejano que le llamaba, como la magia a sus venas. La voz del dragón haciendo de guía en sus oídos, de esperanza turbia y a la vez sincera.
(Eres única, pequeña. Única y brillante.)
Pero la Isla no era luces y colores. Tinieblas y magia enrollada, poder y corrupción a cada paso, y algo de pureza entrelazado por los bordes. La Isla no era la luz que esperaba. Pero para Nimueh, la búsqueda no estaba acabada.
(Y siguió, siguió adelante, hasta que se encontró con su propia muerte).
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La próxima vez que Nimueh respiró, tenía el cabello negro como el carbón. Largo y bello sobre sus hombros. El reflejo del estanque le devolvió su mirada y en sus labios, la imagen de una sonrisa torcida reflejaba.
Entonces, aún conservaba los ojos verdes y la piel blanca.
(Verde esperanza, frío en su piel, contradicción sin palabras que aún la acompaña.)
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Cuando Nimueh era mujer. La primera vez, la adulta joven, la maga ya experimentada. La que fue y volvió. Visitó los campos que una vez fueron suyos. Visitó a su madre, una anciana sin fuerzas que ya ni es dama.
(Vieja, moribunda, casi ciega y sin alma.)
Cuando Nimueh posó su mano en su rostro, su madre rió. Río ante las miradas curiosas de quienes les rodeaban. Cuando Nimueh la soltó, la pobre mujer yació muerta.
(Única y joven en su memoria. Libre de penas y condenas.)
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Cuando Nimueh era aún joven, un poco más adulta, con tres vidas y dos muertes a su cargo, en su cuerpo (y en sus manos), llegó a un Castillo blanco.
(La esperanza de sus sueños, la búsqueda de su vida.)
Un castillo blanco y fuerte, hermoso y poderoso. Un castillo donde su Rey le recibió con condecoraciones y besos. Un Rey que le admitió a su corte, a su amistad, un Rey y una Reina que le abrieron las puertas hasta sus propias camas.
Cuando Nimueh era aún joven, pero bruja de poderes inesperados, de inocencia quedaba muy poco y nada.
(Cuatro eras para borrar su alma humana.)
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Cuando Nimueh huyó de Camelot, sus ojos ya no era verdes, pero el mundo entero ignoraba su mirada. Cuando Nimueh escapó a las garras de la pena y la venganza, murió por dentro y fuera. Pues los lazos que le unían al mundo, rotos (pedazos, fragmentos de realidades que alguna vez supieron a gloria) cargaban sobre su falda, bajo sus manos con arrepentimiento y gloria.
La Isla le recibiría entonces como una hija, dueña del destino de los muertos, de los vivos. El propósito por el cual había nacido.
(El dominio sobre la vida y la muerte bajo las manos de una niña rota que aún lloraba).
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Cuando regresó, lo hizo por venganza. Cuando lo hizo, quiso controlar al mundo que poco a poco se le escapaba.
(Aquel que fue suyo, su única vida, su única ilusión).
Cuando regresó, fue con el pecho henchido de orgullo, los ojos azules como el agua y fríos como su corazón muerto. Cuando regresó, no supo que aquel sería su último reencuentro.
(Con ese mundo, con la tierra de los vivos, del control sobre su propio cuerpo.)
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Cuando Nimueh ya era anciana, cuando estaba pronta y aún no lo sabía, cuando aún lucía como joven aunque no lo fuera, Merlín se enfrentó a ella.
(A su alma corrupta, a su alma perdida, a la que ya no es niña pero la anhela.)
Cuando Nimueh buscó en aquellos ojos (celestes como un día claro de verano), no encontró nada que le trajera de vuelta. Pero vio en el reflejo, en el momento que dejó de ser humana, en la mirada de Merlín que es realmente suya, la imagen de una niña.
(De cabellos rubios y ojos verdes. De sonrisa inocente y dulce. La niña capaz de salvarla.)
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Cuando Nimueh regrese, sus cabellos no serán negros, no serán rubios, siquiera serán cabellos. Cuando Nimueh regrese, podrá finalmente cumplir el destino que le fue asignado.
Será la puerta entre el mundo que siempre conoció como suyo y aquel que siempre le negó su abrazo.
Cuando Nimueh regrese, lucirá como lo hace la vida y la muerte, la contradicción en cada palabra. Cuando Nimueh regresé lucirá como ella, pues no será realmente humana.
(Llevará la mano de la pura y no tan inocente magia que le dio la vida y no dejó de quitársela.)