[kings] eli, david {de señales... o algo así} pg.

Jun 19, 2009 11:13

I might be going on semi-hiatus, meaning, I'll post things if I have time, but can't promise anything. Thanks for the support everybody :DDD

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Puede ser que vaya en semihiatus, tengo un par de fic empezados pero no tengo tiempo de sentarme a escribirlos. Ni que hablar de sentarme a hacer gráficos. Así que bueno, postearé según el tiempo que saque de bajo la manga. Ah, primer fic de Kings y seguramente un poco caca. Pero nasirid me ha insistido en que lo postee, so, ala, aquí está.

Fandom: Kings
Título: De señales... o algo así.
Palabras: 1330
Advertencias: PG. || Spoilers directos del 1x02.
Personajes: David & Eli Shepherd. (ligera alusión al michelle/david)
Resumen: David a veces sueña, y a veces, simplemente, enloquece, o así parece.
Notas: Primer fic del fandom! Posiblemente un martirio para sus ojos. Gen. Un poco de exploración de los hnos porque soy una obsesionaa de personajes que aparecen un solo capítulo. ♥ Odio el final, me costó muchisimo avanzar con este fic y lo escribí de a pedazos durante mucho tiempo en los ratos libres entre clases. No me hago responsable por posibles daños a sus retinas XD.


Eli está sentado en su cama. Eli. Eli Shepherd. Su hermano. En su cama. Casual, con las manos en la nuca, los ojos alegres en el techo y la sonrisa de oreja a oreja iluminando su rostro, como si no estuviera muerto. Muerto, el contrario de vivo. En su cama. Eli.

Le lleva varios minutos salir del estupor. Minutos, horas, días. Quizás le lleva semanas. Por que se trata de Eli. Con su cabello oscuro, su sonrisa bonachona, que siempre le recordará a su padre, y el pequeño guiño que le dirigía siempre que le visitaba en casa. Y es Eli, y está muerto, y tiene que pellizcarse, sacudir la cabeza y realizar otros cuantos métodos físicos que le prueben que está despierto para asegurarse que no está durmiendo. Porque la locura definitivamente estaría entonces confirmada.

- Si lo que quieres es deshacerte de mi, hermanito, no te será tan sencillo.

La voz es la de Eli. No es otra persona, ni siquiera la propia, es el tono, la broma, esa caricia que conoce desde pequeños, inigualable e única. Ya no mira el techo. Eli. Aparentemente vivo en su cama, le mira a él. Una mano gesticula el espacio vacío a su lado y David obedece, porque aunque siempre ha sido seguidor de sus propios pasos, nunca pudo negarse a la autoridad de su hermano. Que más que órdenes hacía pedidos. No se atreve a tocarlo, y en su mente se repite que es imposible que aquello esté pasando. Las señales han ido demasiado lejos, supone.

- No estás loco, David. -Eli vuelve a observar el techo, bajo la mirada inquisidora de David. Despreocupado, como siempre, más allá de lo bueno y lo malo.
- ¿Entonces? -Es lo único que ataja a decir, porque realmente, con toda su inteligencia, no existen palabras, criterios, ni creencias que puedan explicar el suceso ante sus ojos.
- Eso lo sabes tu más que yo, sino no estaría aquí. - David le observa cerrar los ojos y le imita. Suspira, y cuando abre los ojos, espera encontrarse solo, pero allí sigue. Eli. Aparentemente vivo y corpóreo.
- Estoy alucinando. - Se atreve a decir finalmente, y Eli le mira con curiosidad.
- Finalmente el gran David hace uso de su inteligencia. - Exagera a cada palabra y ríe. Ríe con soltura, como si fuera libre y estuvieran en el patio de su hogar una tarde de verano. Es contagiosa, porque Eli siempre tuvo esa habilidad de transportarle, y David no puede evitar reír también.

Su hermano no se detiene hasta que la respiración les falta a ambos. David no puede evitar la sonrisa tonta en su rostro, esa que sobrepasa la sorpresa, la angustia y la preocupación por la locura innegable. Es Eli. Su hermano. Y cuando está Eli, todo es calma, todo es claro.

- Eres una alucinación. - Su voz ya no está marcada del miedo y la negación, es la simple afirmación de un hecho, y podría besar al mismo. De verdad o de mentira, Eli está allí y apenas puede empezar a comprender cuanto lo ha necesitado.
- Es bueno volver a verte, hermanito. - El techo ya no le parece entretenido y los ojos de su hermano se clavan en los suyos.
- Es bueno volver a verte, Eli. -Sus palabras son casi un abrazo, ese que no hace porque teme que se disipe entre sus manos, que su mente le falle, incapaz de falsearle el tacto como lo hace con la vista.

**

Cuando Eli, su hermano, más vivo de lo que ha estado por meses, y aún muerto en la realidad que le escapa, se levanta de un salto de la cama, y el vacío le procede, David no necesita observarle para reconocer sus intenciones. Pero aunque no necesite, lo hace. Lo observa porque puede verlo tan claro como el agua, independientemente de la naturaleza de su imaginación, Eli siempre ha sido su vida en su rostro, en sus manos, en su risa. Eli huele a melodía, y cuando sus manos se deslizan por la tapa del piano, ese que jamás podrían haber soñado, las notas suenan en sus oídos. Cuando finalmente se sienta y toca, la canción ya ha avanzado. Eli. Su hermano. Toca para él como cuando eran pequeños.

Es el mundo que se cae a pedazos a cada tonada. Cada tecla una palabra de un diccionario más grande que ellos, de un poema que se perdió en la sangre derramada. David le escucha. Porque escuchar implica sentir. Sentir significa tenerle allí. Eli no cierra los ojos un solo segundo como David suele hacer cuando toca, se compenetra de una forma que a David siempre le fue ajena. Comparte su música por su mirada y David simplemente observa.

- No has perdido tu toque. -se anima a decir cuando se detiene. Eli se asemeja a cuando tenía diez años y le sentó a él por primera vez a su lado. La sonrisa de orgullo y alegría que no se borra de sus ojos.

Allí donde está Eli, la vida está completa.

**

- Cuéntame de ella, -desorientado David le observa durante minutos. -Cuéntame de la chica, de la princesa.

Eli. Eli en toda su majestuosidad está sentado en la banqueta del piano, mirándole con toda la curiosidad y picardía que le caracteriza. David quisiera que le tragara la tierra.

- No hay nada que contar. -asegura y se tira de espaldas en la cama. Es él, y no Eli, quien ahora encuentra el techo de su apartamento el objeto más entretenido sobre las tierras de Siloh. - Deberías seguir tocando, Eli.

La risa de su hermano no se le contagia esta vez, lo irrita, levemente (porque jamás podría enojarse con Eli). No es suave, ni dulce, ni divertida, es casi socarrona, algo juguetona. Es una risa que lo dice todo. Hay mucho que contar.

David lo mira, y en sus ojos lo dice todo.

- Pelea. -Eli no tiene nada más que decir. Eli lo dice en cada gesto de su cuerpo, en como se inclina hacia adelante, acercándose (pero no lo suficientemente cerca) a su hermano. Como se apoya ligeramente contra el lado derecho y los labios se tuercen en una sonrisa asimétrica. - Pelea.
- ¿Es esto una señal? -David ya no sabe que pensar, y se endereza sobre la cama, las manos hacia atrás sosteniendo el peso de su cuerpo. - ¿Qué es esto, Eli?
- Esto es lo que quieras que sea, hermanito.

David lo observa con cautela, mientras Eli le devuelve la mirada. Le parece casi imposible que esté hablando con su hermano. Indiferente de si su mente produce imágenes que allí no se encuentran. No importa. No tendría caso. Esto es Eli. Eli Shepherd. Soldado, hermano, sobreviviente en su corazón. Eli. Único y para él.

David siente la tentación de tomar su mano, arrastrarlo contra él y darle el abrazo de su vida, ese que sabe a despedida y a palabras no dichas. Pero sabe que no es necesario. Basta con mirarlo y absorber cada pedacito que se presenta a sus ojos. Su rostro, su piel, su aroma. Su hermano.

Cuando cierra los ojos, es consciente que no volverá a verlo cuando los abra, pero no existe otro camino, otro remedio. Cierra los ojos y se deja acostar, como si el murmullo de las canciones de su madre llegara a sus oídos, acompañados por el suave tocar del piano de su hermano. Es una atmosfera única, una que pertenece a épocas felices, a niños libres. Una donde aún estaban juntos.

Siente el roce de Eli contra su rostro, sus palabras suaves contra su oído y el aire que se mueve entre ellos cuando lo hace.

- Pelea. -repite Eli y es lo último que le dice.

**

Cuando despierta, está solo. Vacío. Abandonado. Cuando despierta. Eli se ha ido, otra vez. Pero David sabe ahora (sabe, comprende, entiende, acepta) que en el fondo, Eli nunca le ha abandonado.

Habrán otras veces, otras palabras, estará allí. Eli. Incorpóreo. En su mente. Pero Eli al fin. Cuando David lo necesite, porque siempre ha sido así.

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