Para:
waddi_wassi Fandom: Heroes
Título: Muñequita mimada.
Palabras: 854.
Advertencias: PG15 (por insinuaciones basicamnt xD!) | Temporada 2 | femslash
Personajes: Elle + Peter, Mohinder & Claire.
Resumen: Elle es como una niña pequeña a la cual se le ha ofrecido una gran paleta de dulce para saborear con sus labios rojos. Acompaña los sucesos de la temporada dos. Sorta.
Notas: (pa waddi mostly, aunque sirven de advertencias? xD!) Primera vez EVAR que escribo de Heroes, ni que hablar de Elle. Estás permitida a tirarme tomates, matarme, reclamar un segundo regalo compensatorio. Y que estás avisada de que repito muchas veces las mismas frases. also, no será el segundo, pero no soy tan mala como pa ocultarlo tanto tiempo *wink*. HAPPY NAVIDAD NENOTA.
Elle es como una niña pequeña a la cual se le ha ofrecido una gran paleta de dulce para saborear con sus labios rojos. No resultaría difícil imaginarla con dos colitas, la sonrisa pícara y los ojos de inocencia fallida. La travesura revoloteando en su mirada y deslizándose por su lengua a cada paso por la paleta. Elle es una pequeña gran princesa, y como tal, lo que quiere, lo obtiene. Nunca, en toda su vida, desde que tiene memoria, se le ha prohibido nada. La paleta es suya, suya, suya y únicamente suya. Suya para disfrutarla, suya para saborearla, suya para jugar.
Su rostro de porcelana no refleja su necesidad de juego, su brutalidad de trato, sus intenciones no tan delicadas. Elle espera de sus juguetes, de sus paletas, de sus dulces, de lo que es suyo, espera más que cualquier niño. Quizás uno pueda entonces acordarse que no tiene dos coletas, que no juega a las muñecas (no en el sentido literal al menos) y que de igual manera, sigue siendo la niñita malcriada. Todo lo tiene, todo lo gana.
Elle tiene expectativas que espera sean saciadas. Algunos juguetes le aburren, los utiliza y los desecha. A otros, como a todo niño, se apega. Elle quiere que sean suyos, como la paleta, solo para ella, para cuando quiera, como quiera y para lo que quiera. Suyos. Porque ella es Elle y nada se le niega.
Peter. El príncipe encantado.
Peter Petrelli. El nombre sabe a manzana prohibida, a fruto inalcanzable, a chiche nuevo, a maravilla que debe ser suya. Suena a juego de medianoche a escondidas de su padre. Sabe a caramelo en sus labios y a jugarreta en sus manos. Es una pequeña marioneta. Invalido, ajeno, dulce. Un pedazo de helado al que Elle no puede resistirse. Casi puede oírse reclamando a su padre un ‘¿puedo quedármelo?’ ahogado. Es el perrito que ha esperado desde que juega con fuego, y como es Elle, nadie se lo ha negado. Un poquito aquí, un poquito allá y es como jugar a las muñecas. Un poquito dentro, un poquito fuera, en secreto y a escondidas. Sin recuerdos, sin promesas, solo un pequeño roce de eléctrica. Peter Petrelli, el muñecote que Elle arrastra por la celda, al que viste y desviste como si se tratara de un paciente en pena. Peter en sus labios, con el sabor amargo de su lengua en la de ella.
Peter. Que responde como si fuera anhelo.
Peter. Que sigue el juego.
Elle, la muñequita de labios del diablo. Elle que sonríe. Elle, la eterna traviesa. Elle insaciable. Elle que lo que quiere, obtiene. Elle que aunque tenga uno, no niega un segundo. Juguete que va, juguete que viene. Paleta a sus labios de inocencia forzada, sonrisas y miradas de hada del infierno en llamas.
Mohinder. Pobre alma en pena.
Mohinder Suresh. Elle ríe ante su mención. Elle sonríe a cada silaba de su boca. Se cuela por la mirada y la decisión de sus ojos, se entremezcla entre las ciencias y las pruebas. Mohinder, con su frío andar, su despegue ecléctico, sus manos frías de laboratorio y su rostro sin sonrisa. Es ese no que sabe a si, el por qué sin responder, la búsqueda de las verdades que no se saben. Un portón abierto, un libro sin leer, es la pequeña computadora que hay que activar. Un poquito cada día, un trazo de eléctrica a cada paso, un rastro de uñas y sonrisas dulces. Afloja, suelta, ahora, un poco. La rectitud rota a choque.
Mohinder. Que se niega.
Mohinder. Que acepta.
Elle, el pecado en carne. Elle, ojos claros, labios rojos. El divino error de manos de seda, la eléctrica tentación de la debilidad humana. Elle, niña pequeña de ojos desesperados. La princesa, Elle. Elle para día, Elle para noche. A escondidas, a ciegas y tientas. La inocencia perdida, la búsqueda ajena, el juguete prohibido. Dueña de marionetas.
Claire. La inocencia de lo ignorado.
Claire Bennet. Es la muñeca que nunca tuvo, la ansiedad que le carcome, el juego inalcanzable que no puede ser suyo. Solo rozarle con uno de sus dedos y se estremece. Solo pensar en lo que puede hacerle y ya no está allí. Es el fracaso contenido, lo prohibido, la imposibilidad absoluta. Claire. Claire. Claire. Lo que no debería ser y es. El sueño que se cuela en sus noches, la mano que se mueve sola. Si ella solo supiera, si comprendiera, si llegara a captar el anhelo de su obsesión… ah, pero si lo hiciera, no sería ella. Intocable, ajena, única, preciada.
Claire. La que no es.
Claire. La que será.
Y en el fondo, siempre está Elle, moviendo fichas de ajedrez, chispas de curiosidad a cada paso de sus manos, intensidad cargada en fuego a cada palabra de sus labios. Elle que lo que quiere obtiene, y lo que no obtiene lo desecha. Lo hace cenizas, lo despecha con el corazón abierto y el alma fuera. Elle, la pasión contenida de una inocencia que no es suya.
Elle, la niña de papá.
El arma de fuego que nadie se negó a entregar.