Finjamos que es 17 de septiembre (parte 2)

Sep 29, 2013 13:57

Y aquí la parte 2.


Parte 2

-Nunca me acostumbraré al hecho de que tengas este ascensor tan antiguo -comentó Brennan mientras el viejo cacharro traqueteaba hacia el piso de Booth.

El agente se limitó a sonreír. Se sentía tranquilo y relajado. El alcohol había logrado desinhibirlo respecto a su compañera pero por lo demás se sentía completamente lúcido.

-Me gusta vivir cerca del centro y es el único alquiler que podía pagar con mi sueldo, miss Rolex.

-Aún me sigue pareciendo increíble que se me parara -musitó para sí.

Booth sólo negó con la cabeza mientras se abrían las puertas del ascensor y dejaba pasar primero a su compañera.

Cuando iba a meter la llave en la cerradura, sintió el aliento de su compañera en el cuello y sus manos comenzaron a temblar ligeramente.

-Deja, ya abro yo la puerta -Brennan le arrancó las llaves con irritación, enfadada por haber cedido al impulso irrefrenable que le había hecho acercarse a su compañero e inhalar su aroma. Booth olía tan bien…

-¿Quieres una última copa? -ofreció el agente nada más entraron en la casa.

-No, será mejor que… te ayude a irte a la cama.

-¿Qué? -preguntó Booth sorprendido, acercándose mucho a ella, haciendo que su aroma le hiciera casi imposible pensar.

-Que… -tragó saliva, ¿por qué Booth tenía que acercársele tanto?- que si necesitas ayuda… Estás borracho.

-Tanto como lo puedas estar tú -replicó con calma el agente, acortando la distancia entre ellos hasta que sus cuerpos estuvieron pegados-. Si hubiera estado más borracho, ¿me habrías desnudado? -preguntó con una sonrisa irónica.

Brennan sintió los ojos del agente oscurecidos por el deseo clavarse en los de ella, se fijó en su sonrisa de superioridad y deseó borrársela de una bofetada. O de un beso. No lo tenía muy claro.

No iba a dejar que la intimidara.

Alzó las manos hacia sus hombros y deslizó su chaqueta por los brazos hasta que cayó al suelo. Después, las colocó en su cuello, soltó su corbata y comenzó a abrir su camisa, fijando la mirada en cada trozo de piel que descubría.

Booth no podía creerse que su compañera lo estuviera desnudando. Su corazón latía desbocado y sentía que le faltaba el aire cada vez más con cada botón que soltaba.

-Huesos…

Brennan levantó la mirada y Booth no pudo contenerse más, hundió los dedos en su cabello y la besó.

En cuanto se dio cuenta de lo que había hecho, se separó, asustado ante sus propias acciones. Miró a su compañera y se la encontró con los ojos cerrados y una ligera sonrisa en el rostro.

-Lo siento.

Brennan abrió los ojos y le miró con el dolor marcado en ellos.

-¿No querías besarme?

-No… sí… yo… he llevado esto demasiado lejos.

No quería excusas, quería la verdad.

-¿Querías besarme o no?

El agente la miró a los ojos y, tras inhalar una bocanada de aire, asintió con la cabeza.

-Sí que quería besarte.

-¿No ha sido el alcohol? -preguntó insegura.

Booth suspiró, tratando de reunir paciencia.

-No sé cuántas veces te he dicho ya en lo que va de noche que no estoy borracho.

-Pero te mareaste al ponerte en pie en el bar, no acertabas con la llave en la cerradura y…

Booth la interrumpió con un beso y ella rodeó su cuello con los brazos. El beso se prolongó e intensificó y, cuando se separaron, los dos estaban sin aliento y Brennan tenía las mejillas sonrojadas.

-Me pones nervioso. Te acercas a mí y me tiemblan las manos.

La antropóloga lo agarró de los bordes de la camisa abierta y se acercó a él, sonriéndole con picardía.

-¿Sí?

-Sí -lo dijo con absoluta seriedad y el corazón se le aceleró aún más al sentir las manos de su compañera acariciando su cintura bajo la camisa.

Volvieron a besarse, lentamente, sin prisa, y Booth comenzó a subir sus manos para acariciar su espalda. Se separaron pero el agente comenzó a besar su cuello, haciendo que Brennan se derritiera lentamente.

-Booth… -susurró con un hilo de voz.

-¿Sí?

-Espero que tu concentración de alcohol en sangre no sea demasiada como para avanzar -bromeó.

Booth sonrió ante algo tan poco frecuente como una broma acertada de su compañera aun cuando no fuera el mejor momento. La giró de repente, haciendo que su erección presionara contra el trasero de ella. No pudo evitar sentirse satisfecho ante la súbita inhalación de aire de Brennan.

-¿No es esto suficiente prueba de que estoy al 110% preparado para todo lo que quiero hacerte?

-No existe el 110 por… ¡oh! -jadeó cuando el agente acarició el costado de un pecho sin dejar de regar su cuello de besos.

Brennan se giró y sonrió y Booth sintió la felicidad inundarlo. Volvió a besarla y, antes de que la antropóloga pudiera darse cuenta, la elevó del suelo, haciendo que ella cerrara automáticamente las piernas en su cintura.

-¡Booth! ¿Qué haces? -rió.

-Llevarte a la cama -contestó, dirigiéndose a su dormitorio mientras su compañera estaba ocupada plantándole besos en el cuello.

La llevó hasta el cuarto y la lanzó a la cama. Brennan rebotó ligeramente y se echó a reír. Booth sonrió a su vez y sus miradas se cruzaron. Se quedaron ahí, mirándose y sonriendo.

Finalmente, el agente reaccionó y se acercó a ella pero Brennan lo detuvo con una mano en alto.

-¿Qué? -preguntó Booth sorprendido.

-Desnúdate.

-¿Qué? -repitió el agente completamente desconcertado.

-Que te desnudes para mí… Quiero verte.

Booth miró a su compañera a los ojos y asintió lentamente. Nunca antes una mujer había tomado las riendas así la primera vez que se acostaban. Pero la miró e intuyó que tal vez fuera aquello lo que Brennan necesitaba para superar su miedo.

-¿Y tú? -preguntó mientras se deshacía de la camisa que su compañera había desabrochado.

Brennan temió haber ido demasiado lejos pero vio el bulto que se marcaba en los pantalones de su compañero. No parecía estar pasándolo mal.

-Yo… tardaré un poco más -contestó sensual mientras su mano descendía lentamente por su cuello, rozaba su pechos y bajaba a su cintura-. Dame la camisa.

-De acuerdo -contestó el agente desconcertado y se la lanzó a Brennan.

Ella lo miró, alto, magnífico, de pie en la cama mientras ella estaba tumbada. Se sentó, llevó las manos a la cintura de la camiseta y se la sacó por la cabeza.

-¡Dios mío! -susurró quedamente Booth al ver los pechos de su compañera cubiertos tan sólo con un sujetador negro. El sujetador más pecaminoso jamás creado. Aquello tenía que ser un sueño.

-¿Te gusta? -preguntó Brennan con una sonrisa.

-Lo odio.

-¿Por qué? -No era la reacción que esperaba.

-Porque te tapa.

-Eso se puede arreglar -llevó la mano a la espalda y soltó el cierre del sujetador con maestría, dejando que los tirantes cayeran sobre sus hombros. Las copas seguían tapándole los pechos y los ojos de Booth eran casi negros, fijos en aquel punto. Se lo quitó y lo lanzó al otro lado de la habitación.

-¡Dios mío, eres preciosa! -exclamó Booth. Brennan sonrió, cogió la camisa que su compañero le había pasado y se la colocó sin abrochársela. El agente soltó un gruñido de frustración y la antropóloga se rió.

-Los pantalones -El agente se lanzó a por la hebilla y Brennan lo paró-. Espera… -Booth la miró alarmado-. Quiero quitártela yo.

Él se agachó y sus labios volvieron a encontrarse en un beso lento que hizo que la cabeza de ambos diera vueltas. Las manos de Brennan temblaban, luchando con la hebilla.

-No consigo quitártela.

-Ya me la quito yo.

-¡No! -exclamó ella, frustrada.

-¿Por qué es tan importante para ti quitármela? -preguntó Booth.

Brennan miró sus muñecas, apresadas entre las manos de su compañero.

-Porque siempre he querido hacerlo. Esa hebilla es tan…

-Centra la atención en la entrepierna.

-Exacto -Inconscientemente su mirada vagó otra vez a la entrepierna de su compañero, apretada en el pantalón. Se mordió el labio inferior y Booth no pudo evitar imaginarse aquellos labios alrededor de su miembro. Necesitaba deshacerse urgentemente de esos pantalones.

Se agachó para besarla e hizo que ella se tumbara en la cama, tumbándose con ella mientras se comían lentamente a besos. Brennan no se podía creer que pudiera estar tan relajada y excitada al mismo tiempo. Las manos de Booth recorrían su cuerpo por encima de la camisa y no pudo evitar mover las caderas, chocando contra la erección de su compañero.

-No hagas eso -rogó Booth con voz estrangulada.

-¿Por qué?

-Porque no sabes lo que me está costando no embestirte y no quitarte esa maldita camisa -Brennan se rió, llena de autoconfianza y bajó la mano hasta la hebilla del cinturón, que esta vez no se resistió. Se dirigió al botón y lo desabrochó con maestría, bajándole la cremallera y los pantalones. Él se deshizo de ellos rápidamente-. Déjame tocarte -susurró mientras sus manos rozaban los botones de la camisa, insinuando el placer que crearían bajo ella-. Por favor… -mordisqueó el lóbulo de la oreja y bajó hasta su cuello. La miró a los ojos y le sonrió. Brennan le sonrió de vuelta y él pensó que había ganado.

La mano de Brennan en la entrepierna le hizo ver que no era así.

-Oh, joder, Huesos, avisa… Oooooh, síííííi… -cerró los ojos de puro placer al sentir que su compañera se libraba de sus bóxers y lo acariciaba directamente. El placer era tan intenso que supo que como siguiera así aquello iba a terminar muy rápido-. Huesos, no es justo, quiero verte…

-Me estás viendo.

-Quítate la camisa.

-No -Booth iba a replicar pero Brennan lo silenció con un beso-. Pero me quitaré los pantalones.

La antropóloga se desabrochó los pantalones y Booth le ayudó a bajarlos lentamente por sus largas piernas, acariciándolas a su paso.

-Me encantan tus piernas.

-Es porque evocan…

-Todo lo que voy a hacerte -replicó Booth con los ojos más oscuros que Brennan había visto jamás.

Ella sonrió, lo agarró de un costado y les dio la vuelta a los dos en la cama, colocándose sobre el agente.

-O lo que voy a hacerte yo -se colocó a sus pies y lo miró de arriba abajo. Alto, musculoso, fuerte, cariñoso, comprensivo. Lo amaba. Algún día se lo diría pero esta noche se lo demostraría. Su mano descendió lentamente por su torso hasta que llegó a su pene, agarrándolo con firmeza. Besó la punta y sonrió al recibir un gemido estrangulado por parte del agente. Sacó la lengua y lo lamió entero, de la base a la punta, logrando que éste jadeara de excitación.

-Huesos… Por favor… Quiero estar dentro de ti…

-Estás dentro de mí -replicó, introduciéndose completamente el pene en la boca.

-Oh, Dios mío. Dentro de ti, no de tu boca. Por favor, Huesos…

Brennan se separó a regañadientes.

-¿Pero en otra ocasión me dejarás?

Si Booth no hubiera estado tan excitado se habría reído con la pregunta.

-Todas las veces que quieras, Huesos. No sabes cuánto he fantaseado con ello -Brennan sonrió y se colocó sobre él. Booth no pudo evitar que otra fantasía le viniera a la mente-. ¿Y tú me dejarás que yo…?

-¿Que me practiques un cunnilingus?

-¡No lo digas así!

-¿Así cómo?

-Como si fuera algo técnico que…

La antropóloga se acercó a su oído y le susurró.

-Me encantará que me comas el coño.

Booth creyó que iba a explotar. Su compañera, su Huesos, la doctora Brennan, por el amor de Dios, la que siempre encontraba el término técnico para todo, acababa de hablarle sucio.

-Móntame, Huesos, o te juro que te colocaré debajo de mí y te arrancaré la maldita camisa.

Brennan sonrió y se deslizó por su torso hacia arriba hasta que sus pechos asomaron por la camisa entreabierta a la altura de la boca de Booth. El agente no lo dudó y atrapó un pezón con los labios, lamiéndolo a conciencia, deleitándose en el placer de su compañera. Pasó al otro y le dedicó la misma atención, mordisqueándolo ligeramente.

Brennan volvió a deslizarse hacia abajo, permitiendo que sus entrepiernas se restregaran. Sentía la humedad en las bragas y pensando que ya habían esperado lo suficiente, se las quitó.

-Huesos, no puedo más.

La antropóloga alzó las caderas y, ayudándose con la mano, logró que su pene entrara en ella con un movimiento fluido. Ambos jadearon y las manos de Booth se dirigieron a su trasero, ayudándola a moverse sobre él.

-Me encanta la camisa -dijo el agente sin aliento, observando fascinado como los pechos de su compañera subían y bajaban medio ocultos tras la prenda.

-Antes la odiabas -jadeó Brennan mientras se movía cada vez más descontroladamente. Estaba a punto de correrse.

-Quítatela -pero esta vez Booth no se limitó a pedírselo, se la pasó por los hombros y la lanzó lejos, para después acariciar un pecho con una mano mientras acariciaba su clítoris con la otra.

-Ohhhh… ¡Oh, Booth! -gritó Brennan cuando el orgasmo la arrasó. Su compañero la miró y pensó que jamás había visto nada tan hermoso como el color de sus ojos justo después de correrse.

La antropóloga sentía el pene duro de Booth aún dentro de ella, aún insatisfecho, de modo que se tumbó sobre él, dándole permiso sin palabras para que tomara el control.

El agente les dio la vuelta y la besó, bajó por su cuello y sus pechos sin dejar de moverse, al principio lentamente, luego con más intensidad.

-Booth, creo que voy a…

-¿Otra vez?

-Sí…

Descendió otra vez la mano al punto donde sus cuerpos se unían y volvió a acariciarla con frenesí, dejándose llevar a la vez que ella.

Se separó y ambos se quedaron mirando al techo, sonriendo.

-Ha sido increíble -constató Brennan.

-Sí que lo ha sido -replicó Booth, girándose y apoyando la cabeza en su mano para mirarla.

-Nunca había hecho el amor -El agente fue a preguntarle, pero Brennan no le dejó-. Había practicado sexo muchas veces pero jamás había hecho el amor.

-Hay muchas cosas que no hemos hecho -dijo Booth con cierto pesar-. No he podido jugar con tus pechos todo lo que habría querido, no he podido…

-¿Comerme el coño?

Booth sintió una punzada en su miembro. Dudaba que alguna vez pudiera acostumbrarse a su tan clínica compañera hablando de forma vulgar.

-Eso se puede arreglar.

Volvió a colocarse sobre ella y a besarla. Tenía tantas fantasías que realizar con ella… Sonrió. Dios, cómo amaba a esa mujer.

FIN

Editado: Mil gracias a annbones por su beteo. De ella es la idea de la rubia en el bar y el 110% Este fic no habría sido posible sin ella.

Posdata: No debo colgar fics con prisas, está claro...

¿Te/os ha gustado?

cumpleaños, fanfic, bones

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