Finjamos que es 17 de septiembre (parte 1)

Sep 29, 2013 13:55


El 17 de septiembre fue el cumpleaños de alderaan_ y yo llevaba este fic empezado desde finales de agosto. Pero entre las prácticas y la vida real, no había forma de que lo terminara. Hoy POR FIN lo he conseguido (técnicamente ayer, hoy le he tenido que dar unos retoques).

La canción a la que hago referencia la podéis encontrar aquí

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El fic es demasiado largo, así que va en 2 posts.

Así que, ¡feliz cumpleaños alderaan_ ! Espero que te guste. Hace mucho que no escribo M.

Disclaimer: Bones pertenece a Fox, no es mío. Qué lástima.

Closing Time

Mientras Brennan observaba las radiografías del último cadáver antiguo que le habían enviado, no pudo evitar pensar que sentía un poco aburrida. Era un viernes por la noche y Ángela había intentado por todos los medios que saliera del laboratorio hacía una hora pero no tenía realmente ganas de emborracharse. Pensó, con una sonrisa, en la semana anterior, cuando Booth la había llevado a probar el nuevo italiano que habían abierto cerca del Jeffersonian.

Pero Booth no iría a rescatarla hoy porque había salido a tomar unas copas con sus compañeros del FBI.

Suspiró y miró el reloj. Eran más de las 10 de la noche y no lograba concentrarse. Sería mejor que se fuera a casa y cenara algo. Tal vez podría escribir un par de capítulos de su última novela...

Mientras se ponía la chaqueta se preguntó, como le solía pasar últimamente, por qué parecía ser incapaz de relajarse y simplemente no hacer nada cuando estaba sola y le era tan fácil hacerlo cuando estaba con Booth.

Estaba en aquellas cavilaciones cuando sonó su móvil y no pudo evitar la sonrisa que se le extendió al ver quién era.

-Brennan.

-Hola, Huesos -la voz del agente era extrañamente melosa y a Brennan le pareció que su compañero estaba algo achispado-, soy Booth. Verás, estoy solo en el Founding Fathers y tengo muchas ganas de verte. Vente a tomar un trago conmigo -Brennan habría jurado que estaba viendo la sonrisa cameladora que ponía siempre que quería algo de ella.

-¿Dónde están tus compañeros del FBI? -inquirió, ignorando lo mejor que pudo el estremecimiento de placer ante la idea de salir a divertirse con él.

-Se han ido ya a casa.

-¿Tan pronto? -preguntó la antropóloga extrañada-. No son ni las diez y media.

-Lo sé, pero tenían que volver a sus casas. Ya sabes, con su mujer, sus hijos...

No como yo, fueron las palabras no dichas que Brennan percibió.

-Estoy en el Jeffersonian, ahora voy.

-¿En el Jeffersonian? Oh, no, Huesos, no me digas que otra vez estás trabajando hasta tarde... Te tengo dicho...

-En 10 minutos estoy ahí -lo cortó Brennan sin poder evitar una sonrisa.

B&B

Tal vez fuera por el alcohol pero, mientras esperaba a Brennan, Booth se sentía ligeramente eufórico. Desde que había despertado del coma y había descubierto que estaba enamorado de su compañera, había estado un poco abatido, melancólico, convencido como estaba de que su Huesos no le quería. Pero hacía dos semanas, durante la fiesta que dio Egipto en su honor, habían estado a punto de besarse. Había percibido en ella el mismo anhelo y prácticamente combustionó cuando sintió su mano recolocarle la pajarita. Nunca había odiado tanto a sus compañeros como en aquel momento. Si el embajador de Egipto hubiera empezado a hablar cinco minutos más tarde no les habrían interrumpido y…

La puerta de la calle se abrió cortando el flujo de sus pensamientos y cuando vio a Brennan cruzar el umbral sintió que se quedaba sin respiración. La veía todos los días y, aunque siempre le había parecido una mujer muy bella, el simple hecho de que se había delineado los ojos hacía que se la viera espectacular. Sus iris azules se clavaron en los ojos de él y, cuando la mujer sonrió, Booth sintió unas extrañas mariposas en el estómago mientras le devolvía la sonrisa.

-Hola, Huesos -la saludó y se levantó-. ¿Quieres que nos quedemos en la barra o prefieres que vayamos a una mesa?

A nuestra mesa.

-No, mejor nos quedamos en la barra -Brennan se sentó y él la imitó. Miró al camarero y le pidió una ración de patatas fritas. Se giró y se encontró con la mirada reprobadora de Booth-. ¿Qué?

-No has cenado -la acusó el agente.

-Sí que lo he hecho es sólo que… me ha entrado hambre -mintió descaradamente.

Booth sonrió, se acercó mucho a ella e inhaló su aroma, intoxicándose con la esencia que era completamente ella. Trató de aclararse las ideas  y susurró contra su oído, haciendo que su compañera se estremeciera al sentir el aliento en su cuello.

-Mentirosa.

Se giró bruscamente y de repente volvían a estar en aquella sala, volvían a estar solos, los labios cerca, a punto de rozarse…

-¡Las patatas! -anunció el camarero interrumpiendo el momento. Los dos se separaron azorados y a Booth le pareció que el camarero le miraba como pidiéndole disculpas. El agente suspiró, no era culpa del camarero que a él le faltaran los redaños necesarios para cruzar la línea con su compañera.

-También le he pedido un gintonic -le recordó Brennan al camarero mientras intentaba librarse de la extraña sensación de aturdimiento que se había apoderado de ella.

Brennan comenzó a comerse las patatas en silencio y a beber de su copa y Booth la imitió dando un buen trago a la suya. Al final el agente optó por romper el silencio.

-Huesos…

-Necesito ir al baño -lo interrumpió su compañera levantándose rápidamente.

En cuanto entró al baño se miró en el espejo. Estaba completamente sonrojada y se habría mojado la cara si no fuera porque temía estropearse el maquillaje. ¿Por qué Booth la ponía tan nerviosa? Ya era la segunda vez en menos de un mes que casi se besaban y más que alarmada se sentía… frustrada. Algo parecía interrumpirlos siempre.

-Si no quieres que os interrumpan podéis ir a casa de cualquiera de los dos -dijo una vocecita dentro de ella.

-Sí, pero si él me besa, yo le devolveré el beso y entonces él me acariciará y yo lo acariciaré y nos quitaremos la ropa… -dijo su voz de la razón ligeramente angustiada.

-Y haréis el amor hasta que los dos os quedéis roncos de tanto gritar -dijo la voz que se parecía a la de Angela.

La antropóloga negó con la cabeza tratando de borrar esos pensamientos mientras notaba que su sonrojo se había pronunciado e incluso se notaba en su escote. No sabía qué le ocurría pero el viernes pasado cuando salió a cenar con Booth se puso una camiseta escotada y hoy también.

-Pero no sabía que hoy iba a salir con Booth -trató de justificarse su voz sensata.

-Pero tal vez tenías la esperanza de hacerlo.

-Odio la psicología -pronunció en voz alta, haciendo que la chica que estaba en el lavabo de al lado diera un respingo. Respiró hondo y salió del cuarto de baño.

El bar parecía haberse llenado de gente en el rato que había estado en el baño y no lograba localizar a Booth. De repente, una chica rubia sumamente atractiva que estaba en la barra se giró y Brennan se dio cuenta de que estaba intentando ligar con su compañero. Sintió un sabor agrio subirle por el estómago y no pudo evitar alegrarse cuando vio cómo la chica se iba, decepcionada, ante algo que había dicho Booth. En ese momento la chica la miró directamente con una mueca mezcla de desprecio y resignación que dejó a cuadros a Brennan. Se acercó al agente y se sentó a su lado.

-¿Quién era? -preguntó con una sonrisa tensa.

-Nadie, sólo una chica -contestó Booth deseando cambiar de tema. Conocía a Huesos, como se empecinara en hablar de su vida sexual le iba a resultar imposible contenerse más.

-Quería ligar contigo -afirmó distraídamente. Booth intentó robarle una patata pero ella le dio un manotazo y se lo impidió-. ¡Son mías!

-Tú me las robas a mí -replicó el agente.

Brennan sonrió pero no dejó que su compañero cambiara de tema.

-¿Qué le has dicho?

-Que no estaba interesado.

-¿Por qué? -preguntó con genuina curiosidad. Booth volvió a intentar distraerla robándole una patata pero ella volvió a pegarle un manotazo y siguió taladrándolo con la mirada.

-Porque esta noche estoy contigo -respondió Booth tratando de ser lo más sincero que podía.

-Pero podías haberle pedido el teléfono para quedar con ella otro día.

-Simplemente no estaba interesado, ¿vale? -gritó, desesperado. Trató de tranquilizarse y, al ver que varias personas se habían girado para mirarlos, susurró-. Sencillamente no es mi tipo.

-¿Por qué no? Es rubia, siempre te han gustado las rubias.

-Realmente no me importa el color del pelo- replicó Booth mientras pensaba que le encantaría hundir los dedos en el cabello color caoba de su compañera mientras besaba su boca sin descanso.

-Tenía las piernas largas. Eso os gusta a todos los hombres porque evoca…

-¡Ya sé lo que evoca! -susurró Booth en su oído tratando precisamente de no evocar la imagen mental de las piernas de Brennan enredadas en su cintura mientras él se hundía una y otra vez en su cálido cuerpo. Lo último que necesitaba era una erección.

-También tenía los pechos grandes -terminó Brennan.

La mirada de Booth inconscientemente vagó hacia los pechos de su compañera, visibles a través de su escote y tragó saliva mientras notaba cómo le apretaban los pantalones.

Sí que le gustaban los pechos grandes. Sobre todo los de su compañera. Seguro que cabían perfectamente en sus manos. Se sonrojó ante sus propios pensamientos.

Brennan se fijó en que su comentario había hecho que Booth le mirara los pechos y no pudo evitar erguirse para facilitarle el trabajo mientras notaba cómo se le endurecían los pezones. De repente su compañero se acercó mucho a ella y entonces estuvo segura de que la besaría, la sangre inundaba sus mejillas, el deseo le secaba la boca y entonces…

Booth se giró y logró robarle al fin una patata frita.

-¡Hey! -volvió a darle un manotazo sin mucho entusiasmo mientras su corazón latía desenfrenado.

Booth sonrió con chulería y le indicó al camarero que llenara su copa y la de Brennan.

-¿Lo mismo?

-Sí  -dijo ella, tratando de calmarse.

Siguieron bebiendo en silencio un rato hasta que Booth le preguntó por los restos antiguos que le habían llegado y ella pudo explayarse a gusto. El agente apoyó la cabeza en la mano y la miraba con una sonrisa tan ancha y adorable que a Brennan no le cupo la menor duda de que estaba muy borracho. Y aunque aquella sonrisa la hacía derretirse, su compañero no volvió a acercarse a ella de ninguna manera que no fuera sencillamente amistosa.

La antropóloga se dijo que se sentía aliviada pero una parte de ella apenas soportaba la decepción. Y la curiosidad… ¿Haría el amor tan bien como la había besado aquellas dos únicas veces?

El bar fue vaciándose poco a poco hasta que se quedaron solos pero ninguno de los dos se dio cuenta de ello hasta que el camarero se acercó y les dijo.

-Hora de cerrar, pareja. No tenéis que iros a casa pero no podéis quedaros aquí.

-¿”Closing Time” de Semisonic? -preguntó Booth.

-¿Qué? -Brennan no entendía nada.

-Es una canción, Huesos, sobre la hora de cerrar.

-¡Es mundialmente conocida! -exclamó el camarero.

-De acuerdo -dijo Brennan con escepticismo mientras se levantaba con toda la elegancia que sus cuatro gintonics le permitieron. Booth se levantó de golpe y se apoyó en su compañera, mareado.

-Booth, ¿cuánto has bebido?

-No estoy borracho, Huesos. Ha sido el levantarme de golpe.

Ella lo miró escéptica pero no dijo nada. Se despidieron del camarero y se dirigieron a la parada de taxis.

-Vamos a tu casa -dijo Brennan.

-No, prefiero dejarte a ti primero en la tuya y luego dirigirme a la mía, me quedo más tranquilo si sé que estás bien.

-Booth… -lo miró a los ojos-. Estás borracho y quiero acompañarte a casa, quiero asegurarme de que estés bien. Luego ya veremos lo que hacemos.

El agente quería decirle la verdad, que no estaba tan borracho como ella creía, que habían bebido prácticamente lo mismo, que antes de que ella llegara no se había tomado más que un whisky con sus compañeros pero sabía que era imposible razonar con Brennan cuando se empecinaba en algo y el hecho de que utilizara el plural le había llegado al alma y lo había descolocado.

Se subieron al taxi y antes de que Booth pudiera decir esta boca es mía, la antropóloga ya le había dado la dirección al taxista.

¿Qué importaba a dónde fuera si iba con ella? A fin de cuentas, ¿no decía la canción "I know who I want to take me home"?  Él tenía muy claro con quien quería irse a casa todos los días de su vida.

Mientras se adentraban en las desiertas calles, Booth no pudo evitar el presentimiento que le decía que esa noche era especial y completamente distinta a cuantas había vivido.

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