Fandom: Inception
Pareja: Arthur/Eames
Notas: Parte del primer bloque fue escrito en una servilleta. El resto fue escrito en un intento desesperado de ESCRIBIR ALGO mientras tengo un computador en el regazo. FLUFF SIN MOTIVO. Vamos, ¿cuándo he escrito yo otra cosa? ¿Y un poco de humor? No sé si le hará gracia a alguien además de a mi lol.
Advertencias: Uh, spoilers al concepto de la película, aunque no realmente a la película en sí? SIN BETEO Y ESCRITO ENTRE 2 Y 4AM.
Rating: PG. Porque no estamos oyendo al cerebro de Eames. En serio.
Palabras: 1076.
Eames sangra sobre el pavimento y sólo su expresión sorprendida, curiosa, le sobresalta lo suficiente para apretar el gatillo.
*
El trabajo de la originación les cambió, pero Arthur sólo se da cuenta de cuánto la siguiente vez que debe disparar a Eames en la cabeza. Duda, apenas un segundo, ¿pero por qué mierda duda? Es casi una extracción de rutina; por practica y vicio, más que necesidad y un simple inconveniente de Demasiadas Malditas Proyecciones. Pero duda. Eames sangra sobre el pavimento y sólo su expresión sorprendida, curiosa, le sobresalta lo suficiente para apretar el gatillo.
Las proyecciones rotan a su alrededor, ojos fijos en el cadáver (no es realmente un cadáver, mierda -- mierda), aún desconfiados, pero ya no violentos. Arthur cierra los ojos, respira profundo y espera.
- No sabía que te importaba -. Es lo primero que oye, grave, divertido y demasiado lento, como a través de una pared de agua.
Sacude la cabeza lentamente y baja una mano a su bolsillo, apretando su dado. ¿Qué fue eso? ¿Qué mierda fue eso, Arthur, joder?
- Honestamente, es un halago - una mano en su muñeca lo vuelve a sobresaltar y se gira para encontrarse con Eames de frente, ceño fruncido, pero sonriente, entre curioso y serio, quitándole la aguja con suavidad -. ¿Todo bien, cielo?
- ¿Tenemos lo que necesitamos? - desvía la mirada, tragándose el impulso de darle un puñetazo.
Ariadne los está mirando con los ojos arrugados, mordiéndose la risa. Dom tiene la vista pegada al paisaje en movimiento, demasiado neutral. El Sujeto (Adrien Ronson, 34, abogado, esposo infiel, futuro padre) ronca sobre el ruido del tren.
- Sí - murmura ella - ¿Todo bien?
- Perfecto.
Ariadne intercambia una mirada divertida con Dom y salen primero, con la mayor parte del equipo. Sólo entonces Arthur se da cuenta de que Eames aún tiene una mano alrededor de su muñeca.
- ¿Algo que quieras decirme? - Eames tiene la cabeza un poco inclinada, buscando sin sutileza algo en su rostro.
Arthur se encoge de hombros, demasiado consciente de que Eames es el mejor en lo que hace (es su propio trabajo ser consciente de eso) y se levanta, sin hablar hasta haberle dado la espalda:
- Necesito un trago - dice, porque es verdad, y piensa: Necesito vacaciones.
Es la primera vez en su vida que piensa eso. Maldita sea, tiene algo atravesado entre las ideas.
Agita la cabeza mientras sale del compartimiento, no un gesto tanto como una reacción. Eames se ríe entre dientes tras él, respirando justo entre sus hombros.
No quiere pensar en porqué Eames se ofreció a llevarle a casa o en las mal disimuladas risas del resto del grupo, malditos sean todos y maldito sea él por pensar en ellos como el grupo. De ahí a pensar en qué estará pensando Eames no hay mucha distancia y de ahí a pensar en lo que realmente está pensando él mismo, prácticamente nada: Está recordando cuando Mal le disparó, aunque no era, no era Mal realmente. Cristo, era Dom.
Dios.
Apoya la cabeza sobre el cristal frío y se golpea un par de veces, cada vez que el auto salta. Sólo un par de veces; Eames es un conductor perturbadoramente precavido, considerando su... personalidad entera, honestamente.
Arthur gira el dado entre sus dedos hasta que se le duermen los nudillos. Se concentra en lo que va tocando: uno, tres, cinco, seis, cuatro, tres...
Unocincotresseistresdosunocincocuatro...
- Cariño - Eames le desordena el cabello - ¿Te estás durmiendo? ¿En serio?
Arthur le da una mirada irritada y se arregla de inmediato con dedos vergonzosamente torpes.
- No significa que me agrades - murmura entre dientes, siseando un poco.
Eames hace un ruido interesado. Los faroles de la calle marcan su silueta a parpadeos. Arthur vuelve a fijarse en el camino al otro lado.
- No significa que me agrades - repite, tratando de explicarse, porque Eames a veces es un poco imbécil -. El que me importe.
Eames se gira hacia él bruscamente, pero Arthur no se digna a levantar la cabeza. Ni siquiera cuando unos dedos se enredan con los suyos, sobre su rodilla, y Eames comienza a silbar La Vie En Rose. Arthur estrecha su mano hasta estar seguro de estarle haciendo daño, pero Eames sólo silba más agudo y desafinado, como entre risa.
Cuando despierta, está bajo frazadas y Eames sobre ellas, roncando despacio, con la cabeza hundida en la almohada. No recuerda cómo ha llegado allí y la habitación es una reproducción casi exacta de tres o cuatro habitaciones en las que ya ha estado.
Se toma un estúpido, irritante, absolutamente inexplicable momento sólo para observar cómo Eames respira. Está perdiendo la cabeza, es definitivo. Luego se sienta, ordena su cabello un poco, frunce el ceño hacia su traje y deja caer su dado sobre la mesilla de noche, una y otra vez, distraídamente.
- ¿Es tan difícil de creer que te hayas despertado a mi lado? - la voz de Eames le sorprende una vez más, apretada contra la almohada y áspera, adormilada. La risa está ahí también -. Y eso que he sido un caballero.
- Esa es la parte difícil de creer - contesta fácilmente, girándose.
Eames se está riendo, pero por una vez, no parece reírse de él. Arthur vuelve a meterse bajo las mantas. Está lloviendo afuera y por las ventanas se cuela un frío húmedo, desagradable.
- Me alegra que mi esfuerzo sea apreciado - continua Eames, tono no más despierto, pero sí más divertido - ¿Desayuno?
- No, gracias.
- Vale - Eames se sienta cuando él se cubre - ¿Panqueques?
Arthur aprieta la cara contra la almohada y gruñe algo irreproducible. Eames se ríe y lo besa. En el hombro, por sobre la camisa, pero... maldita sea, Eames.
- La próxima vez te dispararé en las piernas - amenaza, sin moverse.
- Tengo fe en tu creatividad, amor - contesta Eames, arrastrando las vocales con sorna y dejando la cama de un salto -. ¿Té o café?
La "próxima vez," lo besa en la boca, le da un puñetazo y lo empuja desde el balcón de un quinto piso.
Cuando despiertan, Yusuf entrega a Ariadne un puñado de billetes y Saito no para de toser en su puño. Cobb parece haberse tragado un limón agrio entero. Eames, desde el otro lado de la bodega, gesticula dispararle a Arthur con su mano y le guiña.
Arthur cierra los ojos y trata de convencer a su subconsciente de que no los conoce.
*