Jun 08, 2005 00:28
Todos queremos mejorar, todos queremos que las cosas vayan a mejor, todos deseamos cometer cada vez menos errores... todos, en definitiva, queremos ser cada vez más perfectos.
A primera vista uno diría que es un objetivo loable, perfeccionarse uno mismo, ansiar la excelencia. Sin embargo pronto debemos admitir que no somos perfectos, que cada día tropezamos en la misma piedra que ayer, que cometemos los mismos estúpidos fallos, que en muchos frentes no solo no avanzamos sino que retrocedemos.
Ante esta verdad tomamos distintas respuestas: Unos se olvidan del deseo de mejorar, otros se deprimen por ello y se muerden los nudillos de rabia por no ser mejores cada día, Algunos se castigan por ello y se desprecian día a día por no ser capaces de hacer lo imposible, hay quien se centra en hacer perfecta una parte de su vida aunque el resto se caiga a pedazos, hay quien no emprende ninguna obra porque sabe que esa obra no será jamás tan brillante como desearía, y los hay que aceptan que no son perfectos e intentan mejorar en la medida de lo posible pero sin preocuparse demasiado si al final el resultado no es el esperado.
No resulta fácil aceptar la mediocridad, en mis sueños soy el puto amo, pero luego despierto y me doy cuenta de que no soy perfecto sin embargo hay cosas que debo hacer en esta vida, proyectos que no pueden demorarse y que tengo que poner en marcha tanto si salen bien como si salen mal.
Sé que mis fuerzas son limitadas sé que no puedo llegar a todos los sitios a los que me gustaría llegar, el día solo tiene 24 horas ¿Qué haré? ¿Emplearé esas 24 horas en un solo proyecto?
La tentación es grande, la verdad, pero sería igual que si gastase todo el presupuesto en comprar el motor de un formula uno. De que me sirve tener el motor más potente del mundo si luego no me llega para comprarme el volante, las ruedas o los asientos. Sería mucho más sensato por mi parte no comprarme un motor tan bueno pero tener luego un coche menos maravilloso que me lleve y me traiga.
Porque de esto trata el tema ¿Cuánto me cuestan las cosas? Todavía recuerdo aquellos años de estudio en los que consumía horas y horas de tiempo en que mis apuntes fuesen perfectos el resultado final eran 6 páginas perfectas, sin un solo tachón y 30 páginas que nunca me daba tiempo de pasarme a limpio y que tenía que acabar estudiando a la buena de dios.
Cada cosa que hago conlleva un precio en esfuerzo, y una gratificación, lo importante es que no me salga muy caro, me explico, que el esfuerzo que le dedico a cualquier cosa esté en relación con lo que vale para mí. No tiene ningún sentido por ejemplo el dedicarme a ordenar todas las cosas que hay en la bolsa de la basura, coño si la voy a tirar ¿no? ¿Qué mas da como este? No me vale la pena el tiempo y el esfuerzo que costaría eso.
Además debo recordar que en muchas cosas el coste al principio es proporcional a lo que obtienes pero que pasado cierto punto empieza a no serlo. Por ejemplo mantener un coche a 100 Km hora me cuesta pongamos 10 litros de gasolina pero mantener ese mismo coche a 200 Km hora puede costarme tranquilamente 25 litros de gasolina y mantenerlo a 300 Km hora bien podría costarme 50 litros. Es decir debo de ser consciente de cuando me renta correr más y gastar más recursos y cuando es simplemente una forma de malgastar mi tiempo y mi esfuerzo.
Creo que la clave para ser feliz es disfrutar las pequeñas victorias de la vida porque si me paso toda mi vida esperando la FELICIDAD con mayúsculas estoy casi seguro que me moriré sin haber disfrutado la vida.
Así pues empezaré a caminar, no importa que no siga el ritmo, o que mis pasos sean inseguros, lo importante es seguir, aunque sea a trancas y barrancas, dando un paso más.