Fandom: Hetalia
Autor: Usagi-Asakura
Fandom: World Series: Hetalia.
Disclaimer: Personajes a Hidekaz Himaruya.
Claim: Iván /Gilbert [Rusia/Prusia]
Tabla: 30 días
Tema: #21 - No lo parece.
Resumen: Un día amanece en la cama con Iván y descubre que probablemente ÉL no le odia.
Advertencias: Algo raro, probablemente muy OOC. Gracias a mi beta por revisar. Probablemente un mundo alterno, a estas alturas ya ni sé…
# 21- No lo parece
Despertó sintiendo que había dormido largo tiempo, pero una ojeada al reloj que se encontraba en su habitación le dijo que aún era temprano. Mediodía. Siguió adormilado un rato hasta que palpó con incomodidad el cuerpo que le acompañaba. Sus ojos, que aún se mantenían cerrados, se abrieron de golpe. ¿Quién carajo compartía su cama?
-Tengo hambre -le dijo el sujeto-. Si no te importa, iré a preparar algo de café, Gilbert.
Gilbert se quedó quieto, sin comprender muy bien lo que pasaba o en qué jodido mundo alternativo había caído. Gilbert entonces le dio la razón a su conciencia, por primera vez supo que tomar le estaba haciendo mucho más mal de lo que pensaba. Con fuerza se revolvió los cabellos, desesperado al no comprender cómo es que había terminado con un chico… Bueno, no era como si nunca hubiese terminado con uno.
En ciertas ocasiones lo había hecho con algún que otro, por ejemplo: “El señorito” -quien se había sentido tan humillado que la repulsión que Gilbert había sentido al principio se disipó junto con su resaca-. Francis también había terminado en su cama, pero Gilbert lo había tomado por un desliz por parte de ambos. En cambio, Antonio…
Calló sus pensamientos unos segundos al sentir sus mejillas arder al recordar lo que había hecho la última vez. Ese era otro asunto que no tenía por qué analizar en ese momento, no cuando había terminado con su peor enemigo en SU cama.
El prusiano siguió mirando con cierta cautela el lugar, donde podía escucharse una tonadita; seguramente el idiota del ruso se encontraba tarareando algo que no comprendía. Aún con la duda de cómo es que había terminado en aquella situación, optó por tomar un relajante baño… Y fue cuando se percató de una inevitable verdad. Una sustancia pegajosa salía de su adolorida entrada. Si alguien pudiese verlo en esos momentos, podría admitir que la cara de horror que se perfilaba en sus facciones era demasiado exagerada. Gilbert se dejó caer de rodillas, desesperado ante el hecho de que a quien hubiesen jodido fuese a ÉL y no al revés.
-¡TE ODIO, MALDITO RUSO DE MIERDA!
-No lo parece -respondió el otro desde la puerta de la recámara con la insufrible sonrisa de no haber hecho nada malo. Gilbert sintió sus mejillas arder al encontrarlo desaliñadamente sensual. Una mueca de haber descubierto una verdad horrenda se posó en su rostro ante el vil pensamiento de que le había parecido atractivo. Se golpeó la frente contra la cama, ¿qué demonios le pasaba? ¿No había bastado con ser él quien había ido abajo? Ahora encima aquel sujeto se le hacía atractivo y sensual. Algo estaba mal, muy mal.
-¿No te lo parece? ¿No lo parece? -exasperado como solamente él sabía estar, Gilbert le miró con reprobación, furia y un sinfín de emociones que no comprendía del todo-. ¿Cómo demonios terminamos de esta forma? -calló al sentir cómo el ruso le tomaba de la mano con fuerza, tiraba de él y le abrazaba con ternura (esto hizo que se tensara). ¿Qué demonios pasaba?, se repitió.
-Tú no me odias… -dijo Iván-. No como esperabas odiarme… No del todo -murmuró al final.
El albino sabía que podía apartar al sujeto que le apresaba con una súper técnica de defensa que West se había encargado de enseñarle; sin embargo, pese a lo que él mismo pensaba de no invadir su espacio personal y menos si era “aquel” sujeto, se quedó quieto con el corazón palpitando como si hubiese corrido un kilómetro.
El olor de Iván inundó su nariz, la calidez que desprendía le parecía abrumadora, incluso sus grandes y toscas manos acariciándole su espalda desnuda le parecieron tiernas. El ruso tenía puntos buenos. Aunque no lo pareciese del todo, a Gilbert le agradaba Iván. Sólo un poco. Tal vez por eso, aquella mañana había despertado en sus brazos. Tal vez por eso, en ese momento estaba a punto de besarlo. Tal vez, y sólo tal vez, podría tener el valor de admitir que siempre estuvo interesado en él, aunque no lo pareciese.