¿Os pasa que con algunos libros volvéis a la carga periódicamente?
A mí sí.
Hay películas que he visto 200 veces, hay bastantes libros que he leído dos veces, pero hay algunos que tengo que leer cada dos o tres años: Cien años de soledad de García Márquez (gracias, selectividad, por tener la posibilidad de que cayera), Leyendas de Becquer, 20 poemas de amor y una canción desesperada de Neruda, La princesa prometida de William Goldman (gracias, ¡¡gracias!!
agentescully),... vamos ni mejores (yo creo que sí), ni peores que muchos, pero mis favoritos.
Desde este enero, seguro que también Las uvas de la ira de John Steinbeck, que estará con toda seguridad entre los 3 o 4 mejores libros que he leído en mi vida, y desde una feria del libro de hace muchísimos años, Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell.
Lo leí por primera vez algunos años después de ver la película de pequeña. Ya entonces la había vuelto a ver unas cuantas veces y me encantaba. Casualmente tenía 16 años, como Escarlata O’Hara cuando empieza el libro. Siempre que lo leo, lo devoro en pocos días, y cada vez descubro más matices y más detalles.
Me parece una novela sensacional, entretenida, no me llegan a pesar las páginas, divertida, apasionada, con unos personajes estupendamente bien caracterizados, con una trama muy bien ejecutada y en un contexto histórico muy bien narrado, muy racista eso sí, pero como fiel retrato de la sociedad sureña de la época. Por encima de todo eso, me parece una extraordinaria novela sobre las personas. Sobre personas ante las que su mundo se derrumba una y otra vez y cómo unos sobreviven y otros no. Es una novela sobre la supervivencia.
Me gusta lo inamovible del amor de Rhett por Escarlata a lo largo de toda la novela aun sabiendo desde que la conoce que ella quiere a otro, y cómo se le cae a ella la venda de los ojos en la última parte del libro, hasta el punto de que con todos sus defectos, es imposible que no empatices con ella. Me gusta el cinismo de Rhett y su nobleza, ese monumento de contrastes antagónicos que es. Me gusta que tanto él como Escarlata sean espíritus adelantados a su tiempo. Me gusta el misterio que envuelve a Rhett y su socarronería, me gusta que detrás de cada acción ruin y abyecta de Escarlata, que hay muchas, se muestre una razón justa. Me gusta que casi todos los personajes estén equivocados. Me gusta la dicotomía de la fortaleza y la debilidad de Melania, y los antagonismos entre personajes tan diferentes pero que a la vez tienen tanto en común unos con otros.
Normalmente cuando hago una de estas relecturas de cada dos o tres años, después veo la película, los comentarios de mi dvd, los reportajes de cómo se hizo, la dramática historia de Clark Gable y la no menos trágica de la maniacodepresiva Vivien Leigh, la pedantería de Olivia de Havilland con 90 años, a lo mejor me repaso Este rodaje es la guerra y me regodeo en mi amor eterno por esta fantástica historia.
Eso, normalmente, no suele empujarme al suicidio emocional que supone lanzarme a la ávida lectura de la supuesta segunda parte, Scarlett. Ejem.
Sobre todo como esta vez, después de haber precedido el libro que realmente es el canon de esta historia (bueno, también la película), de un engendro que se llama Rhett Butler. Y no, el engendro no es el personaje, sino el libro que ha salido publicado estas semanas y que por casualidad me encontré en una librería.
Me permitiréis que llame Escarlata a la protagonista, porque siempre la he llamado así, porque Scarlett me recuerda demasiado a ese monstruo de horror de Alexandra Ripley y porque me parece un acierto en la traducción identificar Scarlett con lo que significa scarlet y todo lo que sugiere ese nombre (¿Os habéis fijado cómo en la película cada vez que Escarlata viste de rojo, por cierto, el pecado la ronda? Es como si quisieran haber insinuado que hasta su nombre significaba pecadora).
Por supuesto tuve que comprar Rhett Butler, aún sabiendo a lo que me exponía después de aquella atrocidad que fue Scarlett y sin tener ni idea de que el libro era "oficial", o quién era el tal autor, Donald MaCaig. Os lo digo, una es fan obsesiva, así que, bueno o malo, tiene que empaparse de conocimiento, por mucho que al final el canon al fin y al cabo sea solo Lo que el viento se llevó.
Así que, resulta que los beneficios de los derechos de Lo que el viento se llevó están a punto de caducarles a los herederos de Margaret Mitchell, y, no contentos con aquella salvajada de Scarlett que fue la novela y la enorme bestialidad que fue la serie basada en ella (esta vez con bastantes licencias, para horror de los fans), se han vuelto a embarcar en su propio casting y han contratado al tal señor para que le diera otra vuelta de tuerca a la historia de Rhett y Escarlata.
El libro promete a priori mejores resultados que Scarlett. De hecho, eso es bastante fácil, teniendo en cuenta la novela tan espantosa que era aquella, pero bastante peores que Lo que el viento se llevó, que está a años luz en todos los aspectos, y cuyo círculo, ya lo decía hasta la saciedad Margaret Mitchell, estaba cerrado con el "Francamente querida..." y el "mañana será otro día".
Lo que el viento se llevó es una tragedia, y no puedes continuar una tragedia escribiendo más tragedia, porque le acabarás de romper el corazón a la gente, ni continuarla escribiendo que todos sean felices, porque le quitarás toda la gracia, aún menos cuando esa tragedia estaba tan bien ejecutada. Las comparaciones son odiosas.
Pero como para Escarlata, para los herederos de Margaret Mitchell, el dinero vale más que nada. Será que, como ella, no se han dado cuenta de que están enamorados.
Así que, como decía el capitán Butler, mientras sus luchas mentales cuando una cuestión de principio esté en pugna con una cuestión práctica como es el dinero, me den espectáculo, continuaré viendo lo que surge. De modo que así lo hice, y me he leído el libro. Supongo que como él, soy una romántica incondicional.
A favor hay que decir que no se hace nada pesado, a pesar de que no es ni de lejos un buen libro. Creo que tampoco lo pretende, la verdad.
Supuestamente este hombre, parece que ha hecho carrera escribiendo novela histórica, y desde luego, aunque me parece un poco dudoso, sí que no te marea escribiendo una mala novela rosa. Yo me lo leí en dos tardes trasnochadoras, aunque tiene casi 600 páginas, de letra grande, eso sí.
Imbuirte en un personaje tan fascinante como Rhett Butler que en Lo que el viento se llevó tiene tanto encanto derivado de su misterio, no deja de tener su gracia, aunque al tal McCaig le haya dado por redimir al capitán Butler, que dicho sea de paso, no lo necesitaba para nada, grasiasdehantebraso. Y si no, pensad en la caradebienfollá de Escarlata en la famosa escena del día después y acordáos como ella misma le dice que no necesita disculparse. (Eso es CA.NON, querido).
Pero aún así mister McCaig piensa que sí, así que se inventa toda clase de excusas y motivos para justificar los actos supuestamente censurables de Rhett que van diseminados por todo Lo que el viento se llevó, desde el paseo nocturno con cierta señorita que le destierra de joven de su tierra, hasta las conclusiones que sacaran las mentes con la mirada sucia de que Rhett tuviera "un niño" del que era responsable.
No es que Donald McCain no vea el enorme idealismo de Rhett que él enmascara con sarcasmo y cinismo, es que lo desaprovecha.
Rhett Butler es desinteresado, precisamente porque detrás de su cinismo se esconden verdaderos sentimientos de nobleza: no puede consentir que la Causa que tanto ha despreciado se pierda y por eso cuando está a punto de perderse se va a la guerra, (aunque quién sabe también se va para recibir un tiro y olvidarse por fin de Escarlata), como no puede consentir que Ashley pueda estar prisionero sin hacer nada por Melania, ni puede consentir que Frank Kennedy arriesgue su vida impunemente y por eso no deja de advertir a Escarlata ni de intentar salvarle a pesar de que desearía apretar él mismo el gatillo. Sus emociones son totalmente contrarias a sus impulsos nobles, pero ese desinterés está en su naturaleza y hace que ni sea un antihéroe como parece, ni por tanto, necesite redimirse.
Es muy revelador por eso, que los personajes que saben apreciarle, sean las almas más puras: Melania, los niños, la pueril Pittipat, las putas de buen corazón, incluso Mammy, y que Escarlata no sea capaz de verlo hasta que su propio corazón ennegrecido se despeja de las brumas que lo rodean.
Repito, Donnie, NO HACÍA FALTA, en Lo que el viento se llevó Rhett Butler estaba profundamente diseccionado, y con sus defectos, se lleva de calle a la gente. Pero ya os digo, se empeña y, cubriendo dos décadas más que Lo que el viento se llevó, aparecemos en la adolescencia de Rhett y vemos lo cabrón que era su padre, lo liberal y seductor que era ya él de joven y lo delicado, noble y enamorado de Escarlata que sigue estando en esta novela.
Además, nos sobran personajes.
A ver, si vas a escribir un libro sobre Rhett Butler, está muy bien que repases la vida y milagros de su familia y de sus amigos, más si tienen importancia en su vida, pero no con ese detalle. Quiero decir en términos relativos.
A partir de Lo que el viento se llevó casi se podría hacer una película de muchos personajes secundarios como los Tarlenton, los padres de Escarlata, etc. Pero era una novela con letra comprimida de más de mil páginas. Por eso no es que en Rhett Butler me sobren personajes. Quiero decir que me falta Rhett. Y me falta Escarlata. Que son la mayor atracción de Lo que el viento se llevó. Y a cambio no hay ningún personaje lo suficientemente fascinante para compensar su ausencia.
Aunque reconozco que hay momentos que te sacan la sonrisa.
No hubiera querido que las escenas que se repiten de Lo que el viento se llevó se narraran al detalle y se agradece que se las salte casi todas porque nos las sabemos de memoria, pero, dado que en Lo que el viento se llevó el narrador omnisciente casi siempre se sitúa en el punto de vista de Escarlata, algunas pocas veces en el de otros personajes, y en pequeñísimos momentos en el de Rhett (fomentando ese misterio que era tan fundamental dentro de Lo que el viento se llevó para su personaje), en este libro, en el que se supone que se iba a hablar de Rhett, debería haber cavado más a fondo en él, y para eso no puedes tener a Escarlata como un personaje tan secundario. En Lo que el viento se llevó es Escarlata quien lleva el peso de la historia, pero eso no evita que se examinen profundamente los otros personajes importantes, especialmente Rhett. Si no quieres repetir escenas, porque realmente no tiene sentido y te estás inventando una historia, invéntate otras que te ayuden a contar lo que quieres.
Rhett Butler es de por sí un personaje sensacional, así que, escribir un libro sobre él y no aprovechar a fondo su esencia, su imagen de antihéroe desencantado, me parece un desperdicio.
La última parte del libro comprende más o menos un año después del final de Lo que el viento se llevó, y, a pesar de todo, es la que te lees más felizmente, esperando que Rhett y Escarlata vuelvan a estar juntos. De hecho, reconozcámoslo, es la parte por la que nos compramos el libro.
Una pena que no se soltara la melena. Ésta parte tenía que haber sido fanfic. Totalmente. Era el único propósito deseable de este libro.
Lo más gracioso es que el autor, que en algunas partes parece no haberse leído con mucha atención Lo que el viento se llevó, como ya pasaba con la autora de Scarlett, no es que cometa fallos de continuidad con Scarlett, sino que, empieza por cambiar los personajes comunes a las dos historias que no se detallaban tanto en Lo que el viento se llevó, como la madre y los hermanos de Rhett, y acaba por cambiar completamente todo lo que Scarlett establece como "continuación" de Lo que el viento se llevó, cosa en la que acierta completamente, porque su final es bastante más digno, más congruente, más entretenido y más creíble que el de Scarlett (salvo por unos cuantos detalles muy inverosímiles, como que Escarlata y Belle Watling se hagan amigas hasta el punto de que ésta duerma en Tara (¡¡qué habría pensado la madre de Escarlata!!)).
En Scarlett se rompe con todo lo que significa algo en Lo que el viento se llevó. Escarlata se vuelve vengativa, a pesar de que los personajes se pasan el libro diciendo: "oh, Scarlett se ha hecho mayor", hasta el punto de que le niega una hija a Rhett, cuando en Lo que el viento se llevó se lamenta amargamente por la pérdida de Bonnie especialmente por él. Por favor, la mayor pena de Rhett es no tener a Escarlata y perder de esa manera brutal a la hija que encarnaba todo lo que ella le hubiera podido querer. Su vida queda destrozada por la muerte de la hija de Escarlata y de él, su carácter, su espíritu... ¿y Escarlata para restaurar su matrimonio le oculta a esa hija que tanto quiso haber tenido antes de que él la dejara de nuevo? La Escarlata de Scarlett no es ni de lejos la de Lo que el viento se llevó, ni de lejos, pero la del final de Rhett Butler al menos tiene trazos de su espíritu.
En Scarlett lo mismo pasa con Rhett. Lo poco que aparece (y cómo pudo pensar alguien que nos iba a interesar que Rhett solo fuera una comparsa), Rhett es un pelele y un idiota que se vuelve a casar con una fotocopia de Melania (¿cuándo se había enamorado de ella y cuándo Rhett Butler ha sido idiota y un pelele?). Y eso a pesar de haberse pasado todo el libro de Lo que el viento se llevó renegando del matrimonio y que apenas ronda a Escarlata cuando supuestamente la sigue queriendo tanto. En Lo que el viento se llevó todo lo que hace lo hace para estar cerca de ella y salvarla, desde sacarla del ostracismo del luto a quedarse a vivir en Atlanta para seguir viéndola, no irse durante el sitio y hacerle proposiciones indecentes para que le recuerde si le necesita, a prestarle dinero, aconsejarla sobre las actividades de su marido o permanecer con ella cuando Escarlata le echa de su cama.
El Rhett del final de Rhett Butler sigue esta línea, lo que es de agradecer y hace que por lo menos disfrutes el libro aunque no te lo puedas tomar en serio. Continúa con el mismo sufrimiento que le ha hecho lanzarse al abismo al final de Lo que el viento se llevó, hasta que un día ese dolor deja paso a los otros sentimientos que no ha dejado sobrevivir durante ese tiempo y vuelve con Escarlata. Porque ya puede quererla otra vez. Y vuelve para salvarla, una vez más.
Escarlata no ha necesitado en toda su vida que la salven, pero sí saber que tiene a su lado unos hombros más fuertes sobre los que llorar y en los que apoyarse. Por eso cuando Rhett vuelve le deja llevar el peso de su carga, como ya hizo muchas veces en el pasado, y vuelven a iniciar el círculo de su matrimonio y de su relación con esa vieja danza ritual que conocen tan bien. Porque en el fondo ella sí le necesita, y eso, si eres listo Melania lo ves pronto, y si eres pragmático como Escarlata y estás preocupado por otras cosas, no lo percibes hasta el final.
El autosacrificio que comete Escarlata casándose con Frank para salvar Tara y autodesterrándose de la tierra que tanto ama como penitencia para la eternidad, se subsana sacrificando por la causa (aquella no) al eficiente y querido por todos cuñado y amo virtual de Tara, Will. Claro, como Susele siempre ha odiado a Escarlata, es la excusa perfecta para que haga un laaaaaaargo viaje de ida a Charleston y Escarlata por fin se quede con Tara para ella sola. Bieeeeeen!!! Aquella historia de Scarlett no nos gustaba nada, que ya os lo digo. ¿Escarlata pasando de Tara? ¿pero cómo?
Esto también supone que ese abandono de Escarlata a sus otros hijos de Scarlett también se vaya por el garete, porque en Rhett Butler en ningún momento abandona a sus hijos, que una cosa es que Rhett dijera con razón que era mala madre y otra que se le olvidara que tenía otros hijos. Escarlata tiene muchos defectos, entre los que destaca su falta de escrúpulos, pero no es una persona sin sentimientos y todo lo que va madurando en la última parte de Lo que el viento se llevó no se puede dejar en el olvido. Al contrario, la relación de Escarlata con sus hijos mejora sin llegar al empalagoseo, y tanto los niños como Rhett, que siempre la tuvieron buena, vuelven a estar contentos y felices lalala.
Claro, que, ya os digo que hay muchas cagadas en Rhett Butler, y a McCaig no se le ocurre otra cosa que quemar Tara. Muy bien, después de librarnos de dos incendios de Tara en Lo que el viento se llevó, uno de ellos gracias a los alfombrazos de Melania en la propia Escarlata, va y quema Tara, el muy cjkafdjaajafdsklagdh. Menos mal que como también quema la casa de Atlanta que Rhett siempre pensó que era una aberración (qué manía le tenía también Alexandra Ripley a esa casa), no tienen casa y se van a tener que quedar en Tara sí o sí, reconstruyendo la casa y haciendo una mejor, más grande, más bonita y más de todo.
De risa es el final de Ashley. Veréis. Resulta que vende los aserraderos y no se le ocurre otra cosa que irse a Doce Robles a las cabañas de los negros, que son lo único que queda en pie, a plantar rosales. Alma cándida, si te tuvieron que quitar la plantación cuando los especuladores le querían quitar Tara a Escarlata. Bueno, será que los nuevos dueños yankis malos malísimos le dejan. El caso es que él encuentra la felicidad así, y como ahora tiene dinero, Escarlata ya no tiene que preocuparse de cumplir la promesa hecha a Melita en su lecho de muerte, así que con cargar con el crío, que se queda en Tara, ya ha cumplido, y como Rhett ha vuelto y a Rhett le encantan los niños y se lleva estupendísimamente con ellos, a ella no le molesta.
Pues, no contento con eso, va y se insinúa que Ashley se acabará casando con la hermana de Rhett, indómita (mucho menos que él), de fuerte carácter, y adoradora de su hermano. Claro, en el fondo esto no deja de tener sentido, porque en Lo que el viento se llevó se recalca que Rhett y Ashley en realidad se parecen mucho en la esencia de sus pensamientos. Claro que las diferencias entre ellos son insalvables, Ashley es muchísimo más dependiente, más sínsolo, más apático, pero los dos fueron educados para lo mismo y aunque uno desdeñó aquel mundo y el otro lo añora, los dos son cultos, realistas, nobles, mucho más parecidos en parte de lo que Rhett cree que lo son él y Escarlata.
De hecho, Rhett se avergüenza de sí mismo cuando se comporta como un héroe como cuando se va a la guerra, se avergüenza de querer tanto a alguien que quiere a otro como para desear la muerte y siempre se fustiga y castiga a todo el mundo con su cinismo, mientras ella solo siente vergüenza de puertas para afuera, "es usted una hipocritilla". Y en efecto lo es, mientras él no deja de proclamar que la única causa que conoce es Rhett Butler y que no hace nada sin recibir nada a cambio (ni burlar el bloqueo ni tentar a Escarlata con regalos para recibir sus favores). La sinceridad es la bandera de Rhett Butler y no soporta la hipocresía en los demás.
No, Rhett y Escarlata no se parecen tanto. Aunque sí en muchas cosas. Los dos hacen lo que quieren sin preocuparse de qué dirán, son perseverantes, fuertes, resolutivos, complejos y trágicos, pero en el fondo ella es más fuerte. Mientras que Escarlata se levanta una y otra vez al grito de su "ya lo pensaré mañana", Rhett tiene un tope y se hunde al final cuando su tragedia es tan horrible que no puede soportarla. Y, paradójicamente Rhett es un héroe mucho más romántico que Ashley aunque éste viva en el pasado, en el sentido de que a pesar de todo lo que Escarlata le hace y de su constante demostración de su insensibilidad, él mantiene su amor por ella constante hasta la última escena de la novela. Como le dice Belle en la película, le tiene envenenado. Es gracioso que Ashley solo recibe flores de Escarlata (hasta el punto de que se vende a otro hombre para que él no haga nada deshonroso, como le llega a decir), y Rhett solo desprecios, y que la nobleza que se recalque sea la de Ashley, cuando el sentimiento del lector es de corazón para Rhett, cuya reacción ante los desprecios de Escarlata es constante y visceral. Esto hace más trágico el papel de Rhett, que casi nadie sepa apreciarle. Me gusta mucho que Margaret Mitchell consiga eso en su novela.
Así que, en el fondo no deja de tener sentido que la hermana platónicamente enamorada de Rhett, acabe enamorada de una especie de alter ego mal acabado de su hermano, ni decidido, rebelde, ni feminista, ni iconoclasta, que precisamente fue el objeto de deseo de la mujer a la que éste quiso siempre y el hombre que encarna todo lo que él odia, la vida que despreció y el ladrón del amor de su mujer.
Lo que el viento se llevó contiene una catástrofe entera y totalmente. Los personajes se pasan la novela buscando lo que no pueden tener. Perdiendo lo que aman trágicamente y no apreciando lo que tienen hasta que lo han perdido. Las complejas relaciones de dependencia entrelazadas entre los personajes de la novela son tan densas como las de las familias del Sur descritas en la novela, así que cuando por fin las comprenden es como despertar de una pesadilla, en el caso de Escarlata, literalmente.
Porque Escarlata, que trata por todos los medios de ser independiente, no puede evitar una y otra vez depender de otras personas.
Depende mucho de su madre, a la que siempre quiso parecerse y nunca emuló porque se parecía demasiado a su padre en su carácter, y hasta en su amor por la tierra. Paradójicamente, aunque para ella está presente a lo largo de toda la novela, no llega a depender tanto de ella como de Melania, sin ser consciente de ello.
Escarlata solo se acerca a Melania para estar cerca de Ashley. Cree depender de Ashley, como cree depender de su madre, pero en el fondo esa dependencia irreal solo es el motivo para que se equivoque en la vida una y otra vez, como también lo es que no se dé cuenta de las personas de quien sí depende. Cree que es Melania quien le debe todo a ella, el nacimiento de su hijo, su propia vida, pero desde el principio ésta se convierte en su credencial humano ante la sociedad de Atlanta que la censura una y otra vez hasta el punto de que llega a convertirse en su cómplice de asesinato, en su compañera inseparable y en la persona que mejor la conoce, en sus virtudes y defectos, y que aún así la idolatra y le confía a su hijo y a su marido en su lecho de muerte. Todos, no solo Escarlata, se apoyan en la frágil y endeble Melania a lo largo de la novela. Por supuesto el pasivo Ashley. Incluso Rhett, que al contrario que Escarlata, siempre ve en el corazón de las personas, vuelve una y otra vez al regazo de Melania.
Pero Rhett está atado a Escarlata a pesar de que su relación comienza siendo de superioridad al presenciar su secreta confesión de amor. Esta relación acaba igualándose porque el juicio de Rhett está nublado por el amor con un paroxismo que es desesperante. Una y otra vez desaparece, y una y otra vez regresa, siempre con su máscara de cinismo pero siempre con un propósito relacionado con Escarlata.
Lo más trágico, es que cada uno de los dos piensa que está en condiciones de inferioridad frente al otro y sus caracteres turbulentos les hacen incapaces de mostrar cuándo les asusta eso: Rhett le dice a Escarlata en una ocasión que no está más enamorado de ella que ella de él, y que si lo estuviera, ella sería la última persona a quien se lo diría. Y es cierto. "Coges el amor de la gente que te quiere y lo sostienes sobre sus cabezas", le dice al final. Rhett está aterrado y avergonzado de mostrarle a Escarlata cuánto la quiere y se vuelca por entero en la hija de ambos, que tanto se parece a ella. "La mañana después", que podría haber sido un punto de inflexión para mejorar su relación, desaparece de vergüenza por haber perdido la contención y no aparece hasta que pasan unos días. Y Escarlata tiene miedo de mostrar debilidad ante Rhett, y más que nunca cuando empieza a darse cuanta de cuánto le quiere, porque cree sinceramente que él tampoco la quiere de verdad y que se reirá de ella y la compadecerá. Y Escarlata nunca ha sentido compasión por nadie sin sentir un inmenso desprecio a la vez. Al menos hasta que muere Bonnie y esa compasión es para Rhett.
Todo este entramado complicado pero básico apenas se detecta en Rhett Butler y desde luego se desecha en el primer capítulo de Scarlett. No puedo culpar a Donald McCaig por tanto de excluir tan descaradamente Scarlett. No creo que para nadie Scarlett sea canon. Aunque tampoco Rhett Butler.
Así que, después de leer Rhett Butler, y después de leer Lo que el viento se llevó, creo que me había dado un chute de algo, porque cogí Scarlett y lo he leído también.
En otra feria del libro, me había comprado el libro hace muchos años y después de leerlo por primera vez había jurado no volver a leerlo casi con la intención de precintarlo, como hice con cierto libro de la carrera de cuyo nombre no quiero acordarme y que deseo de todo corazón que no haga más daño a nadie.
Esto fue antes, por cierto, de querer sacarme los ojos viendo cómo destrozaron la historia, los personajes, y la memoria de todas las personas excepcionales que hicieron inmensa Lo que el viento se llevó novela y película, en la serie,
El libro era ATROZ, pero la serie era muchísimo peor, era ESPELUZNANTE, TREMEBUNDA Y PAVOROSA, con actores espantosos que no conseguían ni imitar mínimamente a los originales, a pesar de que evidentemente era su intención, sin ningún interés ni ningún encanto, y con tramas enrevesadas inspiradas en la novela solo que más horrorosas. Supongo que, recordando esto, pensé que releer Scarlett no sería tan malo como volver a ver la serie que hicieron a partir de ella y volví a caer.
Y menudo abismo. Porque no, no era tan malo, pero era espantoso. Más aún leyéndolo después de terminar Lo que el viento se llevó.
Lo que el viento se llevó tiene una heroína carismática, con un encanto arrollador que te hace adorar todos y cada uno de sus innumerables defectos y desear que se sucedan acciones provocados por ellos: "Si hay algo en el mundo que me divierta de veras -observó él- es el espectáculo de sus luchas mentales cuando una cuestión de principio está en pugna con una cuestión práctica como es el dinero. Naturalmente, en usted el lado práctico siempre vence, pero yo continúo a su alrededor para ver si el lado mejor de su naturaleza logra triunfar algún día. Y, cuando llegue ese día, haré la maleta y me marcharé de Atlanta para siempre. Hay demasiadas mujeres en las que triunfan siempre los buenos instintos". Qué conversación más premonitoria, ¿verdad? Lo que el viento se llevó está lleno de premoniciones. Los tres maridos de Escarlata en la fiesta de los Doce Robles, cual corderos degollados esperando su turno, el flash de Escarlata sobre su padre cuando Bonnie está a punto de matarse, la mención de que a Escarlata le habían leído la mano y pronosticado que se casaría con un hombre moreno y de bigotazos negros...
Todo Lo que el viento se llevó está perfectamente hilado, a pesar de que es muy laberíntico. Cada detalle. No en vano Margaret Mitchell empezó por el final y le llevó diez años acabar su novela.
Scarlett pierde el rumbo totalmente desde el momento en que la autora es incapaz de recuperar a esa magnífica heroína que creó Margaret Mitchell y que tan magistralmente recuperó y dio vida Vivien Leigh, hasta el momento en que empieza a perderse en historias que no interesan a nadie, pero, hey, a mí siempre me quedará Lo que el viento se llevó y ahora tengo algunas páginas de intento de fanfic malo en Rhett Butler cada vez que vuelva a releerlo y me quede con esa sensación de desasosiego y conmoción con la que siempre me deja la novela de Mitchell.
Si alguien ha llegado hasta aquí, francamente querida, me parece un milagro.