Fandom: Marvel MCU
Pairing | Género: Steve Rogers/Tony Stark | Angst / AU.
Palabras: ~6,400 este capi/ ~36,000 total.
Rating | Advertencias: MA | AU universitario.
Notas: Las mismas que en el primer cap.
Cap 3: Entrelazamiento cuánticol
Fenómeno en el cual los estados de dos objetos se deben describir haciendo referencia a los estados de todos los objetos del sistema, incluso si los objetos están separados espacialmente.
Son muy pocas las personas que han venido al funeral. No porque no quisieran, porque Dios sabe toda la gente que conocía y quería a Howard y María Stark, pero Tony pidió que para el entierro se hiciera algo privado, aunque se fuera a hacer después el homenaje pertinente al que podrán acudir todos. No podría soportar tener cerca a gente que vendría por compromiso, por curiosidad, por ver la cara al nuevo CEO de industrias Stark.
Tony quiere que termine ya. Que termine y que pasen diez años y que pueda olvidar todo lo que ha visto en los últimos dos días. Quiere olvidar los hospitales, los testamentos, las responsabilidades, los abogados, a la junta de industrias Stark. Sobre todo a ésos, malditos trepas chupasangres.
Aprieta los dedos en los bolsillos y Pepper le pone una mano en el hombro, y se tranquiliza automáticamente.
-Ya queda poco.
Asiente, cerrando los ojos tras las gafas de sol y ahogando un suspiro. ¿Por qué no podía ser como en los funerales de las películas, en los que siempre llueve y todo el mundo por la calle está triste?
Los dos ataúdes descansan juntos al lado de sendos agujeros, coronados por las lápidas. Tony no quiere mirarlos, pero lo hace.
Recuerda la voz de su madre, tres días antes, feliz por oírle decir que se iba, finalmente, a acercar a casa en Navidades.
Tony se devana los sesos intentando recordar cuál fue la última conversación que tuvo con su padre sin mucho éxito.
Ha recibido muchas llamadas pero ha cogido pocas, hasta optar al final por apagar el teléfono, y Pepper hace de escudo humano, secretaria y mejor amiga a partes iguales, con su característica voluntad de hierro.
Está ocurriendo todo demasiado rápido, piensa Tony. Hace dos días su mayor preocupación era si debería poner un ejercicio de mayor nivel en un examen, o si Steve se pondría esa camiseta roja y azul que le queda tan bien, y ahora de repente todo ha caído en sus espaldas. Ha firmado tantos papeles en dos días que le duelen los dedos, y sabe que si no fuera por Pepper y por Jarvis, la mano derecha de su padre, no hubiera podido con todo.
Les tiene ahora a uno a cada lado, estoicos, y Tony traga saliva, respira hondo y mira como entierran a sus padres, hundiendo las lágrimas que no salen en el fondo de su estómago.
**
Las reuniones con la junta sacan lo peor de su personalidad, sobre todo porque creen, por alguna estúpida razón, que Tony es más manejable que su padre o que la muerte de éste ha podido hacer que sea más influenciable. Posiblemente haya conseguido lo contrario, de hecho.
-No.
-Seamos razona-
-No, Mark, me da igual -interrumpe. Los ocupantes de la mesa le miran con disgusto-, me da igual lo que vaya a hacer Stane, no vamos a volver a las armas. Es normal que las acciones hayan caído, y no por ello vamos a volver a aquello con el rabo entre las piernas.
-Pero-
-Oh, fijaos en la hora. ¡Reunión terminada!
Se va y deja a Pepper allí, que terminará de razonar con ellos, como lleva haciendo las últimas dos semanas. Jarvis está en realidad de presidente, ocupando de momento el lugar que Tony le ha cedido, pero aún tiene obligaciones dentro de la empresa y aunque las acata, no consigue interesarse en las burocracias y protocolos a los que se supone que está obligado. Sabe la suerte que tiene por tenerle a él y a Pepper, que se ofreció en el primer momento a ocupar el puesto y a ayudarle con todo lo que fuera necesario.
Él se pasa el día entre el laboratorio y el bar aunque siente que puede ver la sombra de su padre andando por los pasillos, y hunde la cabeza en los circuitos y trabaja, trabaja, trabaja.
A veces quiere levantar la cabeza y ver a Bruce, incluso a los estudiantes en las mesas más alejadas. A veces Steve pasaba para ir a las salas de dibujo técnico y Tony le miraba por las cristaleras y Steve siempre, siempre miraba de vuelta y sonreía un segundo antes de volverse a sus cuadernos, y Tony se quedaba un minuto idiota hasta que conseguía volver a concentrarse.
Tony lanza los instrumentos al suelo con un gruñido y huye y bebe hasta que no recuerda el nombre de Steve, ni su cara ni su olor.
Bebe hasta que se olvida de sí mismo.
Muchas horas más tarde, Tony está en un pasillo largo, blanco y enorme. Hay muchas puertas pero sabe que la suya es la última porque lo pone bien grande en letras brillantes, STARK; pero precisamente porque es para él no quiere ir y abrirla, porque tiene miedo. No quiere saber lo que hay detrás, lo que le espera.
Oye pasos. Vienen de detrás, de delante, vienen de arriba y abajo pero no aparece nadie.
Avanza arrastrando los pies por el aséptico suelo. Huele a hospital, a medicinas, a muerte. Abre una puerta y lo que tiene detrás es una pared de hierro macizo, negra como la noche, que le hace sujetarse el pecho de la ansiedad y cerrarla con fuerza, dando pasos asustados hacia atrás. Abre otra y es lo mismo, esa nada negra que parece extenderse en cuanto abre la puerta. Avanza intentando alejarse de los pasos, pero vienen de todas partes; se acerca, lenta pero inexorablemente a la que lleva su apellido, y no quiere abrirla, no quiere porque tiene miedo que sea de donde vienen los pasos, que le persiguen a él, seguro.
Parpadea y se encuentra delante de ella, pero no es para él, en verdad, porque ahora que se acerca aún más ve que pone Howard, y Tony reconoce la puerta; es la de un ataúd, y cuando se abre está su padre, pálido y con una sonrisa macabra en los labios y Tony quiere salir corriendo pero tiene los pies hundidos hasta las rodillas en el cemento, y vuelve a mirar y su padre adelanta los brazos, los dientes podridos en la boca, las uñas negras, y le va a coger y le va a llevar con él y Tony no se puede mover, se hunde-
Despierta gritando, sudando, histérico.
Nadie le escucha.
**
Bruce aparece en la Torre Stark cuando ha pasado un mes y medio del funeral. Tiene suerte, en realidad, porque no es que Tony ahora mismo sea fácilmente alcanzable. Ha cambiado de número y no revisa su cuenta de correo normal, y hay que añadirle la seguridad que impide que cualquiera pueda tener una cita con el CEO de su empresa.
Pepper está al teléfono con Tony en dirección a la salida cuando, de repente, escucha en su móvil el sonido inequívoco de Pepper tapando el altavoz con una mano.
-Perdón, ¿ha dicho Banner? ¿Bruce Banner? -la voz de Pepper suena amortiguada, pero no lo suficiente.
A Tony le da un vuelco el estómago y teclea cómo si le fuera la vida en ello. Para cuando Bruce se da la vuelta y asiente, Tony tiene la cámara del mostrador de seguridad enfocándoles a ellos dos.
Se dan la mano y Tony desearía que los hombros de Bruce no fueran tan anchos. No sabe qué dicen y le está poniendo histérico, y las demás cámaras están situadas demasiado lejos.
Tiene que poner más. Muchas más, cientos, miles. Todas las cámaras del mundo en la entrada de la Torre Stark.
Le cuelga a Pepper, y llama. Ve al chico de la entrada levantar el teléfono.
-Ponme a Pepper.
Cinco minutos después, Bruce entra por la puerta de cristal ligeramente encogido, con las manos en los bolsillos. Pepper le da una palmada en el brazo, deseándole suerte, y se despide sin mirar atrás.
Tony deja de hacer que trabaja, apoya el soplete y va hacia él.
-Vaya, Banner, cómo tú por aquí. Te daría un abrazo, pero estoy de grasa hasta arriba.
-Te veo ocupado, sí. Venía a verte porque -no me preguntes qué tal estoy, Bruce, no lo hagas-, bueno, necesito tu ayuda, si... si no te va mal, claro.
-Oh, para nada, esto que estoy haciendo es una tontería, es un prototipo de reactor que- ya te contaré. A ver, dime, ¿qué necesitas?
Bruce saca unos papeles del maletín que lleva colgado y que ni siquiera había visto.
-Supongo que te acordarás del proyecto en el que estaba trabajando -Tony asiente-. Bueno, al final he conseguido resultado. Ttienen la distancia de onda correcta, pero da exactamente igual lo que haga, no consigo que la solución se estabilice.
Le pasa un par de folios llenos de la fórmula y Tony se habla a sí mismo y a Bruce a la vez.
-Ya veo lo que has hecho, buena idea, ¿por qué no se me ocurrió a mí?, mira ésto, esta parte no me gusta, demasiadas variables que no puedes controlar, ven, vamos a simularlo, espera, has dicho desestabilizado, ¿cómo de desestabilizado?
-Nivel explosión en la zona de pruebas -sonríe, casi tímido-. No causó problemas, pero hubo un ligerísimo temblor dos kilómetros a la redonda. En teoría no era detectable por humanos pero, bueno. Disparó un par de alarmas. De momento está inutilizable, claro.
Tony levanta la mirada para comprobar si está bromeando y, cuando ve que no, sus carcajadas inundan la sala.
-Dios mío, hubiera pagado por ver la cara de Nick.
-Hizo honor a su apellido.
Antes de que se den cuenta la tarde se convierte en noche y Bruce se da cuenta a las seis de la mañana de que tiene clase en dos horas y que tiene que irse ya. Cuando está a punto de salir, Tony le para un segundo. Odia hacerlo porque le sale inconsciente, porque está sin dormir y Bruce le ha hecho recordar la universidad y a veces la echa tanto de menos que duele.
-¿Sí?
Pasan dos, tres segundos y a Tony no le salen las palabras porque tampoco sabe qué quiere decir. Quiere decir que gracias por pasarse, que gracias por no preguntar, que cómo están todos, que cómo está Steve.
Pero se le atragantan en la garganta y no dice nada, solo abre la boca y la cierra un par de veces.
Y Bruce parece que le entiende, porque eso es lo que adora de él, y le da dos golpecitos en el hombro.
-Descansa, Tony. Y gracias.
Tony no descansa y hace tres llamadas esa mañana. La primera con el departamento de seguridad para emitir una tarjeta de entrada a nombre de Bruce Banner. La segunda a Pepper, para decirle que si le hace el favor de llevarla a la universidad le da el día libre, aunque sepa que no se lo va a coger. Pepper le contesta que mejor carga el spa del domingo a su cuenta y él acepta.
La tercera es al banco. Y el laboratorio de pruebas de la universidad tiene financiación inmediata para su reconstrucción.
**
Gracias a que el mundo es mundo y aún se rige por las leyes de la física, los días se convierten en semanas y Tony va despertando de su letargo mental, paso a paso, día a día. Pepper comienza a decirle reuniones a las que tendría que ir y él le ignora excepto cuando se pone especialmente insistente. Jarvis siempre cumple y va a todas y a la vez le consulta cuando cree que es necesario; no deja que la empresa vuelva a ser lo que Tony no quiere que sea.
Un día van al laboratorio después de una junta especialmente agotadora y se ve en la necesidad de agradecérselo. Puede que esté un poco borracho.
-Ya sé, le pondré a mi primogénito el nombre de alguno de los dos. Si es chico, Jarvis, y si es chica, Pepper.
Ambos le miran en similar nivel de horror y bufa una risa que es posiblemente la primera auténtica desde el funeral.
Un par de días después, cuando Tony empieza a implementar al proceso beta de la IA en todos los sistemas y está terminando de repasar los últimos procesos añadidos se le ocurre que quizá sea esa la mejor idea.
-Como veo difícil lo de tener primogénitos así en general, se me ocurrió que mucho mejor sería esto. Sé que a ambos os haría una ilusión tremenda pero al final ha ganado Jarvis: solo me gustó la voz masculina -ambos le miran en confusión y preocupación, una mezcla de “¿se habrá vuelto loco?” y “dios mío qué habrá pensado ahora”-. JARVIS, saluda.
-Buenos días, señorita Virginia Potts, señor Edwin Jarvis. Bonito nombre, por cierto.
Pepper tiene una mirada más horrorizada que otra cosa.
-¿Le has puesto el nombre de Jarvis a... a un robot?
-Bueno, JARVIS no tiene-
-De hecho, señorita Potts, no tengo un cuerpo robótico por lo que eso sería algo erróneo, por otra parte...
-Shh -mira a Jarvis (al real, que le mira con una sonrisa en los labios).
-Me halaga muchísimo, señor Stark. Temo que vaya a ser confuso pero... gracias.
Pepper gira la cabeza hacia Jarvis y éste se encoge de hombros y hace un gesto con la mano, quitándole importancia. Demasiados años trabajando con la familia Stark como para sorprenderse ahora por eso.
-De verdad.
-¿Tienes envidia, Pepper? Puedo hacerte uno para ti, si quieres.
-¿Eso es todo, señor Stark?
Él ríe.
-Eso es todo, señorita Potts.
**
Bruce comienza a ser un asiduo de la Torre Stark y el ambiente, como contagiado por su calma, se relaja alrededor de Tony. Sus malas costumbres siguen, por desgracia, pero Bruce llama su atención con un experimento hoy, con unos resultados mañana y Tony empieza a estar sobrio más días a la semana que borracho, y parece que el peso en los hombros de Pepper se relaja un poco y el morado bajo sus ojos comienza a aclararse.
Tony empieza a salir del laboratorio de la Torre para trabajar en el laboratorio de su casa. No le parece un gran cambio pero lo es a juzgar por la cara de Pepper y la cara de Jarvis y la cara de Bruce, cuando éste le habla de sus planes. Bruce le ayuda a organizarlo todo cuando llega nuevo y es como un crío en un parque de atracciones. Tony no puede evitar dejarse contagiar por su emoción porque se siente igual, como si al salir de donde ha estado desde el accidente hubiera conseguido dar un paso hacia fuera de la opresión salvaje que sentía.
Y después del primer paso los demás son cada vez más sencillos.
Las nevadas cubren continuamente la parte exterior de la casa, puro febrero de Nueva York, y una de tantas veces que la puerta se les queda atascada Tony le señala lo evidente.
-Mira, tengo veinticinco habitaciones en esta casa y solo me dan más ecos extraños que otra cosa. Quédate a dormir, mañana puedes ir perfectamente de aquí a la universidad. Y para entonces ya habrán pasado las quitanieves.
-No sé, Tony.
-Estás a dos “no sé, Tony” de que me sienta ofendido.
Bruce baja la mirada y sonríe.
-Está bien.
-Así me gusta.
-Quizá deberíamos cenar algo -sugiere, y Tony está a punto de decirle que pida lo que quiera, que él va a terminar lo que tiene entre manos pero se lo piensa.
-Venga. ¿Pizzas?
**
Un día, Bruce viene con Thor. Hay un momento de acusación en los ojos de Tony porque no esperaba esto, era una ley no escrita entre ellos que nadie de la universidad debía venir a verle, pero es Thor. Y aguanta dos segundos en la puerta, la alegría dibujada por toda su cara, explota con un “Tony, amigo” y está encima de él, todo un cuerpo enorme abrazándole. No puede hacer otra cosa que devolverlo porque es un hecho científicamente probado que es imposible resistirse a un abrazo de Thor Odinson.
Y cierra los ojos un segundo y cuando los abre Bruce le sonríe inocentemente.
-No soy tan bueno ocultando cuando vengo aquí como creía, Tony.
-Perdona, qué, ¿qué es lo que estoy oyendo? No puede ser que te escuche porque tengo un filtro que no deja que los traidores hablen en alto en esta casa. De hecho debería echarte porque, sabes, eres un traidor -pero sonríe porque no puede enfadarse con ellos.
Thor se sobresalta cuando una cuarta voz irrumpe en la habitación, viniendo de todas partes y de ninguna a la vez.
-Señor Stark, siento interrumpir, pero he tenido que parar varios procesos a riesgo de incendio y no estoy capacitado para conocer la prioridad de los demás.
-Tony, ¿se puede saber quien habla? -pregunta Thor, confuso y mirando hacia el techo.
-JARVIS, ahora bajo. Bruce, te dejo de encargado de las presentaciones, ya conoces a ambos lo suficiente.
-JARVIS es...
Se pierde lo que sigue según empieza a bajar las escaleras. Cuando llega al laboratorio se da dos, tres segundos y respira hondo.
-JARVIS, pon los procesos básicos en esta pantalla y sigue a Bruce y Thor en este otro monitor.
-Sí, señor.
Están entrando a la cocina y Bruce le ofrece algo de comer a Thor, que mira hacia el techo, sospechoso. Tony respira. Otra de las razones por las que adora a Bruce es la tranquilidad con la que se terminó por adaptar a las costumbres de Tony y a su manera de hacer las cosas: no necesita que le pida permiso para coger cualquier cosa de la nevera o para usar lo que necesite. Cualquier cosa que no deba tocar, simplemente no podrá porque tiene todo en la casa absolutamente controlado.
Ver a Thor es genial (le echaba de menos, tanto) pero a la vez necesita un momento de tranquilidad. Le ha hecho sentir una mezcla de culpabilidad y alivio, porque Tony no ha hablado con nadie de la universidad aparte de Bruce pero sabe que han preguntado por él, y sabe que hay llamadas porque encendió el móvil antiguo, una vez, y abrió su email, una vez, y había algún “Steve Rogers” en la lista de mensajes sin leer.
A veces piensa en, quizá, pasarse por allí. Le gustaría volver aunque sepa que eso no es ya posible, en parte por la libertad que sentía, cuando no tenía la presión de toda una multinacional apoyada en sus hombros. Pero no es todo. Les echa de menos, y no es lo mismo tenerles a todos que solo a Bruce, aunque le cuenta anécdotas día sí, día también; como Thor intentando convencer a Nick para que hagan una fiesta temática de mitología nórdica, o Natasha improvisando sesiones adicionales y masivas de yoga para ayudar a la relajación de los alumnos en exámenes (muchos iban por verle a ella, la mayoría se quedaron al notar los resultados), o Clint ganando un nuevo campeonato.
Tony lleva todo más o menos bien, excepto cuando Steve entra en la ecuación. No puede evitarlo, se tensa porque pensar en Steve le hace sentirse vulnerable, enano, y no sabe cómo reaccionaría si le viera. La última vez que tuvo una conversación real con él le dejó en un punto desconocido, y no termina de saber hacia donde se supone que tiene que ir..
-Señor, me dice el señor Banner que le avise de que si necesita venir para obligarle a subir lo hará.
-Voy, dile que voy, que subo ahora mismo, y ahora, pon esto aquí, bajemos las revoluciones, eso es, y tú, tú y tú en espera. Así debería bastar, ¿no?
-Esperemos que sí, señor.
-Vigila a Dummy, también.
Éste levanta el brazo al oír su nombre y, joder, Tony tiene que admitir que a veces es adorable.
-Seguro, señor.
Mueve nerviosamente los dedos durante unos segundos, murmurando, y da una última mirada a la pantalla antes de subir.
Una hora más tarde todo es como si no hubiera ocurrido nada, como si Tony no hubiera desaparecido dos meses por completo de sus vidas. Es reconfortante ver como hay cosas que siguen siendo iguales a pesar del vuelco que dio su vida en dos días; que algunas constantes permanecen aunque uno se empeñe en no tenerlas en cuenta para la fórmula final.
Tony sonríe contra su taza de café mientras Thor le habla de su proyecto de fiesta temática.
De repente, se siente un poco más en casa.
**
Bruce acaba por preguntárselo un martes a finales de marzo, finalmente. No es que Tony no lo esperase, pero estaba manteniendo su estrategia de “si no hablas sobre algo, llegará un momento en el que desaparecerá”.
Al parecer a Bruce no le parece la mejor.
-Deberías pasarte por el nuevo laboratorio de pruebas, Tony. Es lo menos que podías hacer ya que pagaste por él.
Tony resopla.
-Te he dicho ya mil veces que-
-Por favor, Stark, no insultes mi inteligencia -replica, cansado-. Independientemente de eso, deberías venir.
-Pero es que no sé por qué quieres que vaya -termina por decir, sin apartar la mirada del estaño fundido.
-Te echan de menos allí, ¿sabes? No solo Thor. Muchos otros. Más de un alumno (y alumna) me ha preguntado por ti.
-Y todas las curiosidades que puedan tener lo sabrán por los ciento cincuenta especiales que han hecho en la TV. No, Bruce, no voy a ir.
-También… -duda y es eso lo que llama la atención de Tony, que levanta los ojos por primera vez desde que comenzó la conversación-, también hay un baile. La semana que viene.
-No voy a ir.
Bruce recula.
-Está bien. Pero te voy a dejar una invitación. Solo por si te lo quieres pensar. Iremos todos. Te lo voy a dejar aquí y tú decides. ¿Vale?
A regañadientes, Tony hace un gesto afirmativo. Para que se calle, al menos.
Fiel a su palabra, no vuelve a recibir ninguna información sobre el tema por su parte, pero eso no significa que no vuelva a oir hablar sobre la famosa fiesta.
Thor se lo comenta un par de veces, porque es Thor y lo de coger las indirectas de Bruce o las miradas de Tony no entra dentro del abanico de acciones de las que es capaz, y “deberías venir, Tony, será genial, aunque por desgracia mi idea no triunfase”.
-Thor, tu idea implicaba que cuatrocientos alumnos universitarios se paseasen por una sala con alcohol vestidos en túnicas. Podrías llamarlo orgía mitológica y tampoco quedaría demasiado mal.
-Qué poca confianza en los alumnos, Tony.
-Bueno, he de reconocer que, si fuera tu fiesta, hasta me pensaría ir.
-Ves, es una idea genial.
-Thor.
-¿Sí, Bruce?
-¿Cuando vas a aprender que cualquier idea a la que Tony dé su beneplácito la clasifica automáticamente como mala idea?
Tony le tira un trozo de pan.
Otro día, Pepper aparece en su casa y le suelta su retahíla eterna de números sobre las acciones de Stark que Tony controla perfectamente porque, al contrario de lo que todos piensan, no pretende dejar caer la empresa de su padre. La suya, se recuerda. Pero de todas maneras le apetece estar un poco con Pepper y picarla porque es lo divertido.
-Oye Pepper.
-…y las acciones -levanta la mirada-, ¿qué?
-Me aburro.
-Por Dios, Tony, intento que tu empresa no se vaya a pique y lo único que te importa es-
-Ya sé todo eso, Pepper, me aburro, cuéntame algo que no sepa.
Ella suspira un segundo y se sienta a su lado, dando un trago a su café.
-Me han dicho algo de una fiesta.
-¿Tú también, Pepper? -suspira, en un tono que posiblemente recuerde al de César segundos antes de morir-. ¿Te has pasado toda la vida desaprobando mi estilo de vida y ahora me animas a ir a una fiesta?
-Desapruebo los excesos y la falta de profesionalidad, no las fiestas.
-Si vienes conmigo, me lo pienso -porque va a decir que no, porque Pepper ya tuvo su ración de llamar a taxis y arrastrar a Tony a la cama en su momento.
-Vale -y Tony se hace daño en el cuello por mirarla-. Puedo estrenar el vestido que me has regalado.
-Hey, ¿esta vez por qué ha sido?
-Hemos quitado un proyecto a Stane y gracias a eso hemos subido tres puntos en los últimos dos días.
-Eres la mejor, lo sabes, ¿no?
Pepper le mira, sonríe, su mano es como un aleteo en su hombro.
-Vendré a buscarte el viernes, estate preparado.
Tony se lamenta en alto durante horas porque es una reina del drama.
**
Tony mira las pantallas sin ver nada. Ojalá el tiempo pasara más rápido por una vez y pudiera usar la excusa, casi siempre real, de que no se ha dado cuenta de la hora mientras trabajaba. Pero aún tiene tiempo de sobra y no ha podido evitar pensar todo el día en la fiesta a la que se niega a ir.
Se aprieta el puente de la nariz y recuerda el traje que tiene en su armario, recién hecho a medida (maldita sea Pepper y maldita sea su amistad), y los zapatos, y la invitación sobre su mesita, y la idea de que el azar se empeña en decir que no, que no debe ir a la fiesta.
Y son dos cosas que le gustan mucho, demasiado, las fiestas y llevar la contraria y la tentación es cada vez más grande. Piensa que, en realidad, si lo piensa bien, lo de Steve está superado. Es más su propio miedo y la distancia que le da el tiempo sin verle, claramente le ha puesto en un pedestal. Seguro que le recuerda más guapo, más rubio, con los ojos más azules de lo que es en la realidad.
Lo piensa mientras se pone el traje con un nudo en la garganta, solo para ver qué tal le está.
Piensa, seguro que no.
Seguro.
-Avisa a Pepper, Jarvis.
-Está entrando por la puerta, señor.
**
Happy Hogan es su nuevo chófer personal, contratado por Pepper después de una ardua semana de entrevistas porque aparentemente es complicado ser chófer de Tony.
Y lo cierto es que ha acertado de pleno, porque sus cualidades incluyen paciencia infinita, y sabe exactamente cuándo seguirle la conversación a Tony, cuándo llevarle a casa, y cuándo quedarse en el sitio hasta que Tony le dice que quiere salir del coche.
No sabe dónde le ha encontrado pero podría besar a Pepper.
Les lleva a la universidad y espera a que Tony se decida a salir
-Bien, Happy, tú quédate cerca..
Pepper pone los ojos en blanco a su lado, pero Tony no se mueve. De hecho está pensando que, mejor se van. Total, no pinta nada aquí, ¿no?
Toc, toc.
Unos nudillos aparecen en la ventana y Tony la baja, curioso.
La cara de Clint Barton se asoma.
-Ja, sabía que eras tú.
-Y lo has averiguado porque...
-Tu matrícula dice Stark, Stark. No hace falta ser un genio.
Pepper ríe a su lado. Clint tamborilea con los dedos en el borde de la puerta.
-Si estás esperando que te abra la puerta, lo llevas claro. ¿Vamos o qué? Me tienes que presentar oficialmente a tu acompañante -levanta la cabeza-. Oh, Nat, Nat, estoy aquí. ¡Mira a quién me he encontrado!
Supone que no tiene elección y sale del coche mientras Happy abre la puerta a Pepper. Natasha está tan guapa como la recordaba, lleva un simple vestido negro que hace que su pelo y labios rojos llamen más la atención.
No es que haya sido nunca muy dada al contacto físico con Tony, sobre todo cuando no le está pegando, así que se sorprende un poco por su sonrisa, un poco afectada, y el beso que le da en la mejilla, un mero revoloteo que dura milisegundos, le deja tan planchado que piensa que se lo ha imaginado.
-Te ves bien.
Pero reacciona rápido.
-No tanto como tú en ese vestido. ¿Estás segura de que es legal--oh, el brazo retorcido-veo que no has cambiado nada en tus métodos disuasorios, vale, vale, ya me callo.
-¿Lo prometes?
-Lo juro, de verdad, de verdad, mucho mejor, así, ay, bienvenido de vuelta a la vida, brazo. Pepper, ella es Natasha.
-Tendrás que disculparle, si no hace un comentario así al llegar a cada fiesta no se queda tranquilo.
-Encantada, he oído hablar mucho de ti -comienza Natasha-, y estoy acostumbrada, por desgracia.
-Me tienes que enseñar a hacer eso del brazo, me puede venir bien.
Clint y Tony se miran un segundo.
-Qué he hecho.
Clint le empuja y ríe tras ellas y la puerta de la universidad parece más fácil de atravesar.
**
El comedor es tan enorme y la comida tan rica como lo recordaba.
-¿Y Steve, Clint? Al final veo que no se decidió a venir.
Tony se tensa y da un trago a la copa, mirando hacia otro lado. Pepper le mira con los ojos entrecerrados.
-Nah, es un aburrido. Insiste en que ‘los exámenes están a la vuelta de la esquina’ -. De todas maneras le voy a dar la noticia del día. El hijo pródigo ha vuelto, tiene cojones la cosa.
Quiere protestar porque, total, no se van a quedar mucho; busca alguna excusa que no sea que no quiere ver a Steve pero no se le ocurre, y maldito sea el Barton del demonio.
Pero Clint nunca hace caso a las órdenes que da con la mente así que teclea rápido, antes de que Tony pueda quitarle el móvil y lanzarlo por la ventana.
-¡Tony!
Se ve envuelto en un abrazo de oso de un momento a otro, y la sonrisa de Bruce aparece en su campo de visión y decide que igualmente tampoco cree que Steve se presente. Para qué lo iba a hacer.
-Thor, de verdad, con lo que vale esta camisa y ahora ya no es una camisa, es una pasa. Mira, hasta la corbata, solo tú puedes arrugarme y ahora parezco un-
La risa de Thor es atronadora y terriblemente contagiosa y lo hace todo más fácil. Les presenta a Pepper, que se sonroja un poco ante los halagos de Thor.
**
Tres horas más tarde, Tony se siente en medio de un océano, y no solo por el maldito alcohol (aunque también). Porque Steve no ha aparecido y no se ha dado cuenta real de cuanto quería, de cuanto necesitaba verle hasta que no ha tenido que bajar el amargo sabor de la decepción con otro trago.
Pero sabe que es lo mejor, así que intenta seguir adelante con la noche que, pese a todo, no está yendo mal, sobre todo con Pepper, que se mueve como pez en el agua, enfrascada con Natasha en la posibilidad de que tenga un trabajo extra con ella los fines de semana, y debaten sobre si sería mejor que ella fuera a la Torre Stark o que Pepper se acercase a la universidad. Bruce les mira desde la esquina, siempre intentando pasar desapercibido, siempre con esa sonrisa tímida.
Thor se interpone entre ellas, porque “en las fiestas hay que bailar” y ofrece su mano. Natasha y Pepper se miran y es la pelirroja la que la acepta con un gesto delicado. Siempre le sorprende esa cualidad de Natasha, de hacerle pensar en ella como si fuera un cuchillo afilado y a la vez conseguir parecer inofensiva. Pepper ríe y hace un gesto permisivo, y Bruce se acerca desde la esquina y ofrece su propia mano a la rubia.
Tony les mira semitumbado desde su silla y de repente Clint se deja caer a su lado.
-Barton, estás borracho.
-Me impresionan tus dotes detes-tetectiv- de detective -termina, recogiendo la dignidad que le queda-. Además tú también lo estás.
-Pero yo puedo beber, y tú no.
-Que te calles.
Se ríen, como dos idiotas.
-¿Ya no puedes más o que?
-Quizá tenía que haber pensado en dormir algo hoy. O ayer. Tampoco sabía que iba a venir -Tony chasquea la lengua, como si aún se arrepintiera de haberlo hecho.
Clint ríe, bajando los ojos, y no responde.
-Por cierto, ya oí de tus múltiples números uno y trofeos y tal. Ahora me daría un poco más de miedo suspenderte.
-No mientas, te encanta suspenderme.
-La verdad que sí. Y a ti te gustaba ir a recurrir la nota, eh -Clint se muerde el labio y se rasca la nuca-. ¿Todo bien por -hace un gesto vago con la mano-, ya sabes, ahí?
Hay un momento que Tony conoce, porque Tony se sabe de memoria todas las fases del alcohol, y esto que está sintiendo es la exaltación de la amistad porque desde luego no quiere tanto a Clint como para abrazarle, y en cambio es lo que le apetece.
Bajo el zumbido que le recuerda continuamente la ausencia de Steve, está hasta contento.
-Todo lo bien que puede estar -contesta, claramente de lleno en la fase de la sinceridad, que es la que más miedo le da siempre a Tony.
No se cree que Clint lo haya superado, pero se le ve mejor.
-¿No vas a preguntarme por Steve? -espeta, de la nada, sin mirarle.
Se encoge de hombros, tenso de repente.
-¿Qué hay que preguntar? Te he oído antes que se había quedado en la habitación estudiando.
Escupe una risa seca.
-Ya sabes a lo que me refiero. O quizá no. A saber -pega un trago, se limpia los labios con el dorso de la mano-. Sé que no tengo derecho a contarte esto así que lo voy a hacer solo porque ningún otro lo va a hacer.
Tony quiere callarle. Quiere ponerle las manos en la boca y hacer que se calle y darle un puñetazo y decirle que a quién le importa lo que le tenga que decir de Steve.
Porque a él no.
-Se quedó roto. Tenías tus razones y siento mucho lo que te pasó, pero Steve se quedó roto. Los demás no le conocen como yo y no veían lo que yo vi. Porque Steve no faltó un puto día a clase, pero duermo ligero y no le he oído dormir más de tres horas seguidas desde enero, Stark. Y ahora que estaba mejor, has vuelto y -hace un gesto con la mano que abarca un poco todo y nada.
-No me hagas responsable ahora de-
-Mierda, cállate y escucha -acerca su cara a la suya agarrándole del hombro, fijando en sus ojos una mirada extrañamente fija. Enfadada-. No te digo lo que tienes que hacer, ni lo que debes. Te digo lo que hay.
Termina el vaso supuestamente relleno de cocacola de un trago y lo deja en la mesa con tal fuerza que se descascarilla en una esquina. Tony se queda ahí, consigo mismo, dándole vueltas a sus palabras. Puede sentir cómo Pepper le mira disimuladamente, sin dejar de dar vueltas por la pista.
Se da cuenta de dos cosas básicas. La primera es que Clint Barton le acaba de joder la noche y que nunca más se va a poder vengar suspendiéndole los trabajos. La segunda es que quiere ir a casa y meterse en el laboratorio hasta que solo tenga números dando vueltas en su cabeza; quiere pensar en algoritmos, en fórmulas, en resultados.
Pepper le da unos minutos y después se acerca. Le ofrece la mano, pequeña, blanca, como siempre ha hecho.
-¿Me has traído a un baile para no bailar?
Se levanta y van al centro de la pista, y la sujeta por la cintura y se miran. Pepper, porque es Pepper, le lee la mente.
-Terminamos el baile y vamos a casa, ¿qué dice a eso, señor Stark?
-Me parece la mejor idea que he escuchado en toda la noche, señorita Potts.
**
Pepper está dentro del coche y Tony tiene un pie dentro cuando escucha una voz que le hace congelarse en el sitio.
-¡Tony!
No quiere darse la vuelta pero lo hace, con una sonrisa falsa de principio a fin, que le tira en los músculos de la cara. Steve lleva algo en la mano. Es rectangular, grande y está cubierto con papel marrón.
“Roto.”
-Hey -consigue arrancar de su garganta. No hace ademán de acercarse más, se ha plantado como a un metro y medio de él y le mira, callado, como si se hubiera quedado sin palabras de repente. Tony no soporta el silencio-. No te he visto en la fiesta... y por cómo vas vestido obviamente no has ido.
Steve pone los ojos en blanco y Tony se fija irremediablemente en las ojeras, en que parece más cansado, en que sus hombros parecen cerrados sobre sí mismos.
-Había mucho que estudiar y... pero Clint me ha dicho que estabas.
-Estoy, pero me tengo que ir ya -la mentira sale en tono seco, aunque no llega a ser maleducado, y hay algo que varía en los ojos de Steve.
Tony se tiene que aguantar las ganas de dar un paso hacia atrás porque Steve hace eso, eso de cambiar de repente de expresión, como si hubiera tomado una decisión a vida o muerte, y su propio estómago se le encoge dentro del cuerpo.
-Hice esto. Para ti. No... no pude dártelo en el momento pero quiero que lo tengas de todas maneras. No es gran cosa -termina, alcanzándole el paquete. Tony lo coge, boquiabierto-. Feliz cumpleaños, Tony. Aunque sea un mes tarde.
“Se quedó roto.”
-¿Cómo sabes cuándo es mi cumpleaños?
Se encoge de hombros, inocente. Tony odia esa expresión. O le encanta. Ya no se acuerda.
-No hace falta que lo mires ahora. Solo... quédatelo -hay un amago, ahí, de levantar la mano hacia él pero parece pensárselo-. Y que vaya todo bien, Tony.
Termina con una sonrisa y se da la vuelta, sin volver a mirarle, y él se queda clavado en el sitio, las manos apretando el papel marrón hasta que se rompe un poco. Es la voz suave de Pepper desde el coche el que hace que despierte del letargo y se meta en el coche, y es vagamente consciente de que le dice a Happy que vayan a casa.
Pepper le mira de reojo pero no hace ningún comentario sobre el tema, y hablan de todo y de nada en el viaje, que a Tony se le hace eterno mientras intenta contestar a Pepper algo que tenga sentido cuando todo en lo que puede pensar es en el rugoso tacto del papel bajo sus dedos.