Fandom: The Avengers/Movieverse
Pairing | Género: Steve Rogers/Tony Stark | Semi-humor, angst, otpismo.
Palabras: ~2.100 esta parte / ~10.500 en total
Rating | Advertencias: T esta parte | No hay spoilers específicos, creo.
Notas: Gracias
rhea_carlysse y
driate por aguantarme y betear y las ideas.
Sobre el título: Me hace tanta gracia que al final se quedó así. Gracias por convencerme también a
maya_takameru Resumen: Cuatro veces en las que alguien ve juntos a Steve y a Tony, pero no les pilla, y una en la que sí.
Las tribulaciones del Capitán Obvio
Parte 1. Ojo de Halcón
A Clint le gustan los lugares altos, de siempre. Le gusta ver desde arriba, ampliar su campo de visión hasta que todo lo que puede resultar una amenaza queda bajo su control. Eso y que es un poco cotilla, para qué se va a engañar.
El día no ha conseguido tener claridad ni a mediodía y a estas horas el cielo está lleno de nubes pesadas que impiden pasar la luz del sol. Clint sabe que no tiene su habitual rango de acierto pero aún así disfruta saliendo al tejado de la casa de Tony, hay algo irreal en esa especie de noche durante el día. Siente la electricidad en la punta de los dedos, cosquilleándole en la nuca, y sonríe.
A pesar de las experiencias con los rayos de Thor, en su mayoría negativas, no ha perdido su gusto por las tormentas, el momento previo en el que siente el viento arremolinarse a su alrededor, imprevisible.
Son las flechas más difíciles de calcular y por eso siempre aprovecha para entrenarse.
Afianza los pies contra las tejas y apunta con cuidado, cerrando los ojos al principio para sentir mejor las corrientes de aire, mirando después las hojas que sobrevuelan el campo delante de sí, las ramas de los árboles más allá y busca un punto que después pueda identificar sin problemas.
La primera gota le cae en la nariz y maldice por lo bajo. No esperaba que la lluvia aguantase tan poco, al menos media hora le hubiera servido. Aún así, vuelve a concentrarse, cuenta hasta tres y tensa el arco de nuevo. Expulsa el aire al momento de disparar y en el momento en que la flecha abandona sus dedos ve algo rojo aparecer exactamente tras el roble torcido que ha elegido como objetivo. Entrecierra los ojos y está seguro de que lo que ha visto ha sido un brillo dorado y dios mio, como le joda el traje va a tener que estar escuchando a Tony quejarse por semanas. Mucho tiene que cambiar el viento para que no le dé, sabe que no le va a dar tiempo y que desde esa distancia no le va a oír y-
Y el escudo de Steve sale de la nada y para la flecha. No le ha visto acercarse, no entiende cómo ha llegado allí pero se siente aliviado al ver que la ha parado sin problemas, lo cual no le sorprende demasiado porque Steve es capaz de parar un martillazo de Thor y no es como si fuera comparable. No llega a ver la expresión del Capitán pero se la imagina, ceño fruncido y esto no es un juego, Clint.
La lluvia arrecia de un momento a otro y se lo piensa un par de segundos antes de abandonar el entrenamiento por hoy y decide bajar, intranquilo y sin querer pensar que está huyendo. Aunque totalmente lo está. Solo piensa en que por favor, por favor, no vuelva Tony a tomarse la justicia por su mano, y la ejecute en forma de Jarvis haciéndole la vida imposible aleatoriamente.
Porque ya ha tenido a Tony en contra un par de veces y la última vez la pagó de más (y seguirá negando que él empezara la guerra de comida, fue Thor). Duchas que se helaban en el momento inesperado, calefacción que se encendía casualmente en su habitación siendo pleno verano, sonidos que le sobresaltaban a las tres de la mañana y que le hacían coger el arco y apuntar con las legañas pegadas a los ojos, solo para encontrarse con la autolimpieza de los circuitos de ventilación. La tortura duró un mes y solo paró cuando Steve intervino.
No, no le apetece nada volver a tener a Tony enfadado ahora mismo.
Se escabulle hacia su habitación lo más rápido que puede.
Lo que Clint no ve.
Lo cierto es que están discutiendo. De hecho, han parado en la zona de entrenamiento expresamente para discutir, ambos aún con el traje después de haber hecho una ruta de reconocimiento por el perímetro que protege los alrededores de la casa. El vuelo ha sido lento, horriblemente denso y silencioso y dos palabras de Tony han bastado para que todo explote.
Ni siquiera recuerda lo que ha dicho.
Tony está harto, de verdad. Harto de Steve, de sus miradas de reproche con cualquier maldito comentario. Porque Tony piensa que a esas alturas ya se debería haber acostumbrado a él, igual que lo ha hecho él con el maldito metomentodo de Clint, con las trampas de Natasha, con los destrozos de Hulk o con la desnudez con la que en el momento más inoportuno Thor tiende a regalarles la vista.
No es que Thor sea algo feo de mirar (quizá es demasiado bonito, piensa Tony, todas esas abdominales y esa sonrisa brillante, que convierte enfadarse con él en algo imposible) pero a veces es simplemente incómodo y nadie parece darse cuenta de que antes el adjetivo incómodo no entraba dentro de cómo se podía sentir Tony Stark en su propia casa.
En cambio Steve es exactamente igual de inflexible que el vibranium en su escudo. Tony bebe, vale, y es su problema, y puede y sólo puede, que anoche se pasara un poco; pero no es suficiente para montarle esto. Ha estado peor, mucho, mucho peor, de no-tienes-ni-puta-idea-Steve peor, y ni siquiera llevaba el traje. Ha intentado por todos los medios que no viera a la chica (rubia, ojos azules, alta como una secuoya, Natalia, lo recuerda porque no fue capaz de llamarla Nat) irse por la mañana, sonrisa lánguida y satisfecha, precisamente porque sabía que reaccionaría así, como si hubiera salido al balcón a insultar a todo el género femenino.
Ella quería, y Tony, por el amor de dios, Tony llevaba... desde Pepper y qué si necesitaba un desahogo, qué le importa a Steve y a su moralidad de tres al cuarto.
Y qué si está atrasado en el tiempo. No es problema de Tony que las cosas ahora no sean como antes ni es culpa de Tony que todo lo que conociera ya no exista ni-
Ni-
Tony se odia por sentirse mal pero no cede porque, maldita sea, está harto de aguantarse y de ser siempre el malo.
-...deja de decirme como tengo que vivir mi vida. Sé que te gusta mandar, pero tienes que ponerte un límite, Capi.
-Nadie te dice como tengas que vivir tu vida, solo digo que exponernos a todos por tu maldita-
-Ahora dirás que ha sido ese el problema, la seguridad del grupo, sabes que tengo protocolos que cubren todas las posibles fugas.
-...puede ser una espía, o una mutante o-
Señor, las probabilidades de que la tormenta-
-Ahora no, Jarvis. Y, no me digas, no tengas el valor de decirme a quien o a quién no puedo meter en mi cama porque-
-No todo gira en torno a ti ni a tu cama, Stark,-siempre le llama Stark cuando se enfada y Tony lo odia con todas sus fuerzas así que tuerce la boca en un rictus y se le arremolinan las ganas de hacer daño en el centro del estómago. Tony sabe que está en el punto en el que la discusión deja de ir por el camino que debe y debería parar pero no sabe cómo porque la rabia le sube como bilis por la garganta.
-Bueno, y qué-el dedo de la armadura le señala, acusador, con un ñiiiic metálico-señor soldado perfecto que nunca comete un maldito error. No todos podemos ser como tú.
-¡Nadie dice que yo no cometa errores, Tony!-¿ahora vuelve a ser Tony?-No hablamos de mí, hablamos de ti y tu incapacidad para trabajar en equipo y pensar en la seguridad de tus compañeros.
- Estoy harto de ti y de tener que- todo era más fácil cuando no había que pensar también en-
-¿En quién, Tony?-ahora tiene el valor de parecer dolido, histéricamente y a gritos, pero dolido-en quién piensas que no seas tú y tu manera de -
-EN TI, MALDITA SEA- grita, acercándose a él y empujándole con las manos sobre el pecho contra el árbol a su espalda-quieres saberlo, no, pues lo vas a saber, y necesito, sí, necesito también meter algo en mi cama que no sea- que no sean recuerdos o- o- fantasías y tú siempre con tu perfección y rectitud y tu manera de pensar que sabes exactamente las razones por las que los demás lo hacemos todo y es simplemente que no puedo- dios, por esto era que no quería que vinierais- y luego Pepper ya no estaba y- luego estabas y- joder-
Su voz y el enfado y todo ha ido perdiendo fuerza según habla. Steve le mira de hito en hito, la boca abierta, los ojos fijos en él, como si no pudiera procesar lo que le ha dicho y a la vez poner una expresión decente. Que es precisamente por lo que Tony no quería decir nada, y aparta la mirada para evitar ver el rechazo.
Había sido un desastre de noche. Posiblemente ella se había ido feliz por el hecho de haberse acostado con el jodido Tony Stark y no por su actuación en la cama.
Todo había sido un desastre desde que Pepper se fue, en realidad. Porque Iron Man y el Capitán América tenían la coordinación perfecta durante el día y a veces Tony sentía que también ellos dos, Tony y Steve; y de repente pasaba algo que torcía las cosas y volvían al principio, a no ser para él más que alguien con una armadura.
volátil, egocéntrico, y no trabaja bien con otros, resuena en su cabeza.
Pero ella tenía los ojos azules y Tony esperaba que el alcohol hiciera lo demás. Necesitaba algo, algo diferente a masturbarse furiosamente después de una misión, recordando el fantasma de la mano de Steve aún en su hombro, entre sus omóplatos.
Se agacha a recoger el casco del traje y le da la espalda porque no soporta más la estúpida expresión de su cara, los ojos (ese color, no sabe ni cómo borracho le parecieron siquiera similares) y necesita irse. Y ponerse una copa, o quince, y ahogarse en alcohol.
-Tony-y su voz es suave de nuevo, con ese tono que reserva para hablar con todos los que no son él-Tony, escucha.
La lluvia empieza a caer en pequeñas gotas que se le cuelan por la nuca y le hacen estremecer. O quizá sea Steve porque esa voz, esa voz es la que le llevará a él a la tumba. Tony se queda quieto y escucha.
-Tony, yo... yo pensé que me estaba volviendo loco. Sé que parece que debería haberme acostumbrado a que las cosas ahora son distintas y lo he hecho, pero una cosa es cualquier persona pueda estar con quien quiera y eso es genial, pero otra cosa es que yo- oh, mírame, Tony.
No sabe si puede así que se da tiempo, diez segundos, treinta y la lluvia se intensifica y jarrea para cuando se da la vuelta y le mira. Tiene el pelo mojado, pegado a la cara, los ojos brillantes con algo, algo precioso y vivo. Se pasa la lengua por los labios, y se quita el protector de la cabeza.
Tony da uno, dos, tres pasos y Steve roza su traje, no lo siente (porque no siente nada, con el traje) pero lo sabe, y alza una mano, poniéndola en su nuca, repasa la línea de su mandíbula con el pulgar y al momento se están besando, la lluvia fría haciendo contraste con la saliva de Steve, que le arde dentro de la boca.
-Steve-
Y de repente no entiende nada porque se encuentra en el suelo, y mira hacia arriba y ve a Steve protegiéndole con el escudo y se oye algo rebotar en él.
-¿Nos atacan? ¡¡Jarvis!!
-No, no, Tony, espera, Jarvis, no. Es, conozco esa flecha, mira allí, es solo Hawkeye.
Le ven desaparecer del tejado y de verdad, de verdad que Tony se promete hacerle la vida imposible. Lo de la última vez le va a parecer un juego de niños.
Steve ríe, nervioso, un poco de alivio y algo de- Tony no sabe diferenciarlo. ¿Miedo?
La tormenta está sobre ellos, con todas sus fuerzas ahora y Steve le acaricia con los dedos el nacimiento del pelo mientras advierte de que deberían ir dentro antes de que Thor salga a divertirse con los rayos.
Tony asiente... por supuesto.
Una semana después, Tony sigue estornudando.