Flora se dirigía hacia la enfermería aún dudando si había hecho lo correcto al no comunicar la condición de aquella alumna. Sabía que era una irresponsabilidad de su parte no reportar de inmediato la desaparición de una persona malherida, pero en su corta vida, gracias a su profesión, también había aprendido que la discresión podía salvar vidas. O
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"Esta mujer no puede verme" -Heh...- alzó la cabeza riendo suavemente. Le había causado gracia como el destino le puso su comida, tan vulnerable, justo frente a ella. Su estómago era una cueva vacía donde bestias desfiguradas gruñían enfurecidas y le gritaban que siguiera con lo que tenía en mente, algo como que solo tenía hambre, y estaba tan cerca... era tan tentador sólo agarrarla y comerla o arrastrarla hasta la costa mientras su cuerpo sería absorbido por el de ella, cuando intentara desesperadamente clamar socorro y no pudiera hacerlo. Todo eso le enloquecía.
Pero ella era más inteligente que eso.
A decir verdad, se había dado cuenta que la mujer la había escuchado reír y no sabía ni cómo continuar. Obviamente, tenía tantas cosas en mente que no podía concentrarse mucho en una sola. Pensamientos como la imagen posterior.
-No te acerques...- dijo con un tono de voz bajo y menos angelical que el que acostumbraba, sabía que en algún momento esta mujer podía volver a cruzarse en su camino y de ninguna manera le gustaba la idea de ser reconocida por un ciego.
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-No, lo lamento, pero no soy ella.-
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-No se oye nada bien, ¿necesita ayuda? Es peligroso estar a la intemperie cuando aún no ha salido el sol...
A decir verdad, ignoraba si seguía oscuro o si ya había amanecido.
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-Yo necesito... algo de ropa- "Sería demasiado sospechoso andar sin ella" -¿Puedes darme la tuya?-
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Flora retrocedió nuevamente, y su desconcierto por poco la hizo tropezar.
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Llevó su hocico alargado y lleno de dientes cuadrados y horrendos hasta casi rozar los labios de la mujer -Preguntaste si necesitaba ayuda... y la necesito ¿Quién si no tú puede brindármela?-
Con esto respiró contra el rostro de la mujer que había empalidecido mientras ella continuaba hablando.
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No tenía ningún motivo concreto para sentir tanto miedo, pero algo dentro de ella le decía que corría grave peligro. Que aquel aliento que sintió en el rostro no pertenecía a una muchacha normal.
Temblando considerablemente, una de sus manos soltó el crucifijo y se estiró hacia el frente. No tardó en toparse con algo húmedo, duro, cubierto de una sustancia viscosa: una dentadura enorme y afilada. Cuando terminó de comprenderlo, se dio cuenta de que ya había comenzado a correr en dirección contraria.
(( Alice tiene que lavarse los dientes más seguido (?) ))
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Allí volviendo a su forma habitatual comenzó a desvestir a la mujer. Aunque la ropa ahora estaba algo deshecha cualquier cosa era mejor que no llevarla.
((A Alice le pudre la boca, sí xD))
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