Dec 27, 2011 15:49
" Al entrar encontré a mi maestro en una actitud que me sorprendió: Pircluit no leía pacientemente gruesos grimorios ni molía huesos de aves, ni miraba el fuego ni estaba en absoluto tranquilo. Al contrario, parecía muy atareado en llenar un saco con raros objetos. Vestía unos pantalones de piel curtida llenos de remiendos y altas botas negras, llevaba una bufanda y una librea de botones dorados y su revuelta y gris cabellera parecía más encrespada que el Mar del Norte.
-¡Kudry Rewolfian! En buena hora has llegado…
El vigoroso anciano se volvió y me saludó cogiendome por los hombros. Pircluit tenía el aspecto cordial de un excéntrico noble de mediana edad. Aunque su rostro estaba arrugado, por alguna razón que nadie entendía, parecía extraordinariamente joven.
-Me alegro de que lleves ese manto y el jubón rojo que te hizo tu madre… ¡Porque nos vamos de viaje! ¿No es una buena noticia?
-Pero, Maese Pircluit, sabes que…
-No hay tiempo para “peros” y antes de que digas “pero” ya nos habremos marchado- replicó el maestro con un gesto fulminante de su mano derecha- a Londres, por supuesto. Un extraordinario acontecimiento reclama nuestra presencia allí y deberías estar más contento que un cuervo en el mercado: ¡Serás admitido en una de las reuniones más importantes de Inglaterra desde que Eduardo el Confesor fuera vencido!-
Hizo una pequeña pausa y luego continuó:
-- El destino ha querido que esto suceda justamente el día de tu ceremonia de iniciación, lo que he considerado parte indispensable y nada casual de la formula alquímica. Ya he avisado a los demás alquimistas de la hermandad de que debo ausentarme por causas ajenas a mi voluntad, y entienden que tu ceremonia se ha pospuesto, pero en verdad y aunque nadie lo sepa, este viaje será tu ritual de iniciación.-
Algo en el rostro de Pircluit me hizo suponer que me ocultaba muchos secretos, como siempre, y más de una preocupación.
-No deberías intentar leerme el pensamiento… a fin de cuentas se supone que no has estudiado nada de eso, ¡por las barbas de Flamel! Sabes que eso esta prohibido.
El anciano se movía con agilidad, se cubrió con un manto escarlata y se echó la capucha sobre la revuelta cabellera.
-Vámonos, un misterio nos espera- se volvió y de pronto su rostro mostró una expresión severa y enigmática, y dijo-¿Crees que bromeo? La muerte de varios miembros de la hermandad reclama mi presencia en la Abadía de Westminster.
Entramos en un extraño carro y dos altos hombres encapuchados subieron a la parte delantera.
-¡A Londres!
Las ruedas chirriaron, y supuse que la más completa oscuridad envolvía el mundo cuando el extraño carruaje abandonaba los caminos de Wilton para atravesar bajo la luz de la luna las solitarias praderas de Salisbury.
((SEGUNDA PARTE))
En medio de un zumbido parecido al que hace el viento cuando azota las ventanas, la vos de Pircluit comenzó a seducir mis oídos.
-Has de estar muy contento, joven Rewolfian, de que esta extraña casualidad haya interrumpido tu gran noche, porque ahora será verdaderamente importante. Iba a ser el día en el que serias iniciado en el conocimiento de la alquimia, pero no hay conocimiento sin experiencia. Por eso considero que es incluso mejor lo que vas a presenciar. El niño se hace hombre cuando conoce el peligro, y hoy vas a mirar a los ojos al gran peligro que amenaza nuestro mundo.
-Hoy habría comenzado a forjar una piedra filosofal en el laboratorio…-Protestó el joven.
Pircluit rió placidamente.
-¡Alquimista ambicioso! Hemos hablado mucho sobre ese tema, demasiado, diría yo, y la piedra de los filósofos no está al alcance de un iniciado, sin embargo…
-…no es imposible.
-Nada te impide intentarlo… De todos modos, hoy encontraremos la gran ocasión. Viajamos para investigar un terrible acontecimiento, joven Rewolfian.
Miré los ojos entornados y misteriosos de Pircluit, que había enlazado sus manos en el regazo.
-Terribles asesinatos han ensombrecido las fuerzas de la Hermandad- continuó.
Abrí los ojos, sorprendido.
-he oído muchos cuentos acerca de esa orden, pero no se nada con certeza; podríais desvelarme algunos secretos de tantos que desconozco.
-Nuestra hermandad es la más antigua de los alquimistas merovingios, curioso Kudry Rewolfian, y ha buscado, capturado y escondido el objeto más poderoso jamás conocido en las leyendas.
-¡La corona de hierro!
-¡Sabes más de lo que dices y menos de lo que quisieras! Así es, la reliquia que se ocultó en un cofre de piedra durante cientos de años, hasta que los herreros lograron retorcer el sagrado clavo con que Cristo fue crucificado, convirtiéndolo en un círculo. Con ello se creó un inmenso poder, que provocó la discordia entre las dos reinas, Brunilda de Worms y Fredegunda de Asutrasia, y más tarde entre los longobardos y Carlomagno. El circulo alteró la magia de la reliquia, que dejó de ser un clavo, símbolo de sufrimiento, para convertirse en una corona, símbolo de poderes ilimitados.
-el circulo es el mundo, el símbolo de la unidad y el infinito.-¡Bravo! El círculo no tiene principio ni fin, es la magia sin retorno, o el retorno de la misma. Lo bueno y lo malo se unen en él.
-Es el Sol.
-¿Y quien es el Sol?- preguntó rápidamente el maestro.
-El Ojo del Monarca, el Centro del Cielo Alquímico y el cuerpo celeste del signo de Leo.
-Es fácil de decir y difícil de comprender, pero has de saber que las familias de alquimistas surgidas bajo los auspicios del sol son en su mayoría alquimistas…
-… del signo Leo.-dije al apartarme un rizo de la frente.
-Parece una caprichosa tontería, pero reviste más importancia, y vuelve a ser simbólica. Algunas familias tienen su marca. Y últimamente han sido los más perseguidos por los primeros inquisidores del continente. La Hermandad de Dex-Harter estaba formada por varias familias que velaban por la Corona de Hierro, y se sabía que estaba vinculada a varias casas de poderosos alquimistas merovingios, o de diverso origen franco entre los reinos de Austrasia, Neustria y Burgundia. Varios linajes de Leoninos custodiaron el secreto de increíble poder desde los tiempos de la forja de la Corona, en los años de Brunilda de Worms. Pero todas las leyendas hablaban de la desaparición de la Corona de Hierro, y muchos sospechaban que había sido trasladada al reino de Inglaterra tras la muerte de Carlomagno.
-¿Explica eso la invasión de los normandos hace casi treinta años? ¿Tenía por objeto la invasión de William el Conquistador apoderarse de la Corona de Hierro?
-Mis sospechas me dicen que nos encontraremos con respuestas más terribles-dijo el anciano, pensativo-. Creo que la Corona era codiciada por poderes mucho más oscuros, que fueron los que motivaron la conquista de Inglaterra desde el continente.
-El verdadero mal del que tanto se habla a escondidas…
-La renovación de Renif ha sido terrible en los dos últimos siglos: su desaparición sólo pone de manifiesto el poder de la sombra del diablo, en la que se ha transformado.
Me estremecí al oír aquello.
-Renif ha asistido a una enorme metamorfosis, los cultos del terror crecen por doquier, junto a la amenaza de la muerte y las torturas de los inquisidores. Atrás han quedado los tiempos en los que era el misterioso lord Renif, venido al continente desde inciertas noblezas del reino de escocia para intrigar en las cortes merovingias. Nuevos males se aproximan hacia Inglaterra en forma de grandes llamaradas. Los nacidos alquimistas escaparon al fuego, pero los inquisidores blanden una nueva llama, un ardor del que los alquimistas y brujas ya no pueden escapar y que los reduce a ceniza. El mundo cambia demasiado rápido. Hoy comenzaremos a buscar ciertas respuestas. He recibido un mensaje y no he dudado un instante de que ése seria nuestro lugar hasta que todo quede aclarado…
-¿Y mi madre?- Pregunté instintivamente. Por un momento sintí que debía protegerla, y fue un extraño sentimiento el que se apodero de mi, encogiéndome el corazón.
-No sufras por tus premoniciones, a veces no se pueden diferenciar del mismo miedo y son despertadas por él- dijo Pircluit.
-Pero he sentido algo extraño al mencionar todas esas cosas- Contesté, acariciándome las sienes. Los ojos del maestro se elevaron hacia mi rostro.
-Tranquilo, hoy has de aprender y crecerás con el viaje. No son pocos los ojos que se posan en ti desde hace años. Avisé a Groduelen, no se preocupará si estas conmigo, ¡Pero no debe saber que hemos ido a Londres! Es un secreto que debes ser capaz de guardar hasta que llegue la hora de revelarlo. Trata de descansar.
Continúe pensando, evitando la mirada serena y penetrante de mi maestro, y antes de que me diera cuenta, me quedé dormido."
Oblidemon se despertó, con un fuerte dolor de cabeza. Los recuerdos de su pasado, sus anteriores nombres y sus maestros eran cosas que intentaba olvidar constantemente, pero siempre volvían de alguna manera a él. La luz que entraba por la ventana le daba directamente en la cara. Decidió levantarse y unas repentinas ganas de vomitar lo hicieron sentarse.