"Me pregunto... qué hubiera pasado si hubiese obedecido el ruido de advertencia en aquel momento. Lo diferente que hubiera sido mi vida si hubiese cerrado la ventana y decidido quedarme en la sala más o menos seca. No. No lamento para nada mis actos de aquel entonces, sólo es curiosidad. Es curioso que lo que cambió mi, hasta aquel entonces, mundo estrictamente controlado, fue la apertura de una ventana durante el tifón del siete de septiembre de 2013, únicamente por capricho. Yo no creo en Dios, pero de vez en cuando la frase -la mano de Dios- parece bastante apropiada."
El día de su cumpleaños, Shion conoce a una persona que le da un giro de 180° a su vida; un chico que se hace llamar Nezumi.
Respiró lentamente, envuelto en la oscuridad. Podía oler el suave aroma a tierra húmeda. Avanzó, lentamente y alerta. El pasadizo era estrecho. Apenas lo suficientemente grande como para que una rata pudiera pasar a través de el. Y era de noche. No había suficiente luz como para poder ver. Pero se sentía a gusto. Le gustaban los lugares oscuros y estrechos. Los que intentaban atraparle no podrían pasar por un sitio así. Sintió un fugaz momento de paz y tranquilidad. La herida del hombro le dolía, pero no lo suficiente como para que pudiera ser una molestia. El verdadero problema no era el dolor, si no la cantidad de sangre que estaba perdiendo. La herida no era especialmente grave. Era apenas un pequeño agujero en el hombro. Debería haber empezado a coagularse hacía tiempo. Pero… la herida... se sentía viscosa y caliente. Todavía estaba sangrando.
-Deben de haber puesto un anticoagulante en la bala.
La rata se mordió el labio.
Desearía tener algún agente hemostático. No pido nada del otro mundo. Trombina o sulfato de aluminio, cualquiera de los dos me vendría bien. O por lo menos desearía tener un poco de agua limpia para lavar la herida.
Sus piernas cedieron. Se sentía aturdido y mareado.
-Esto es malo.
Probablemente estoy empezando a colapsar. Si es así, estoy en serios problemas. No voy a ser capaz de seguir.
-Está bien.
Empecé a escuchar una voz en mi cabeza.
Tal vez no sea tan malo que no puedas seguir moviéndote por esta húmeda oscuridad. Simplemente te quedarías dormido y morirías en paz. Probablemente apenas sufras. Apuesto a que solo sentirás un poco de frío. No, eso sería demasiado fácil. Tu presión arterial está bajando, tu respiración se hace más lenta, tu cuerpo se adormece... por supuesto que va a sufrir.
-Tengo sueño.
Tienes sueño. Tienes frío. Sientes dolor. No te puede mover. Solo tienes que sufrir un poco más. Vamos, deja de oponerte inútilmente y déjate llevar. Incluso si los que te persiguen consigue llegar hasta aquí, nadie vendrá a rescatarte. Nadie va a salvarte. Así que renunciar ya a vivir. Simplemente ríndete y quédate dormido. Date por vencido.
Se obligó a ponerse en pie nuevamente, apoyándose contra la pared. La rata sonrió con ironía.
Su cuerpo desafió a la voz que le tentaba a renunciar. ¡Qué se joda!
-Una hora. No, ¿treinta minutos?
Sólo podré seguir avanzando en este estado durante unos treinta minutos más. En ese tiempo tengo que detener la hemorragia y encontrar un lugar donde descansar. Es todo lo que necesito para salir de esta.
Una ligera corriente de aire llego hasta él. La oscuridad que lo rodeaba empezó a aclararse con cada paso que daba. Siguió avanzando con paso firme. Finalmente llegó al final del estrecho y oscuro túnel y se encontró con una amplia explanada rodeada por muros de hormigón blanco. La rata sabía que antiguamente ese lugar había sido parte del sistema de alcantarillado.
En comparación con las secciones de superficie de la Nº 6, las instalaciones subterráneas abandonadas eran muy comunes. Instalaciones prácticamente intactas desde el siglo pasado fueron totalmente olvidadas. Sin duda alguna era el ambiente más apropiado para una rata. Cerró los ojos y recordó el mapa de No. 6 que había hackeado de los ordenadores.
Esta zona de drenaje correspondía a la ruta K0210. Dicho lugar terminaba cerca de la zona residencial de clase alta, Kronos. Por supuesto, tendría que pasar bastantes zonas muertas antes de llegar hasta allí.
Si quieres sobrevivir, tienes que seguir adelante. En este momento, la rata no podía permitirse dudas o estar con exigencias.
Ahora el aire circulaba libremente. Ya no era el viciado y pegajoso de antes, pero seguía siendo fresco y húmedo. Sin lugar a duda estaba lloviendo a cántaros en la superficie. Con total seguridad, ese lugar conectaba con el mundo exterior.
La rata respiró el olor de la lluvia.
El 7 de septiembre de 2013 fue el día de mi doceavo cumpleaños.
Ese día hubo un ciclón tropical, en otras palabras, un tifón, que se había desarrollado en la parte suroeste del Pacífico Norte y reforzado cuando se dirigía hacia el norte hasta llegar a tierra, justo en la ciudad donde yo vivía, Nº 6.
Fue el mejor regalo que jamás había recibido. Estaba muy emocionado. Eran poco más de las cuatro de la tarde, pero seguía siendo débil. Los árboles del patio eran golpeados por el viento haciendo que las hojas se desprendieran. El sonido resultante era muy agradable. Un contraste total frente al habitual silencio de esta zona residencial.
Mi madre prefería los árboles con flores, por lo que terminó plantando camelias y arces japoneses por todo el patio. En lugar de un jardín teníamos un pequeño bosquecillo, de ahí lo ruidoso de la situación actual. Cada árbol tenía su propio gemido. Las hojas y ramas golpeaban el cristal, aferrándose a el antes de ser arrastrado de nuevo. Incluso el viento golpeaba con fuerza.
Tuve la terrible tentación de abrir la ventana. No había ninguna posibilidad de que de forma natural, una ráfaga de aire rompiera el cristal. En esta sala de ambiente controlado, la temperatura y la humedad eran constantes, sin ningún cambio. Por eso mismo quise abrir la ventana. Quise abrir la ventana e invitar al viento y la lluvia a que camparan a sus anchas dentro de este ambiente controlado.
-Shion
Mi madre me llamó por el intercomunicador.
-No trates de abrir la ventana ni nada por el estilo
-Vale
-Perfecto… ¿Pero te enteraste? Las tierras bajas en el Bloque Oeste están bajo el agua. Es terrible
La voz de mi madre no parecía ni remotamente preocupada.
Nº 6 se divide en cuatro secciones, Norte, Sur, Este y Oeste, la mayoría de las tierras occidentales y del sur son zonas de cultivo y pastos. Constituyen el 60% de la producción y el 50% del ganado que consumen los habitantes de Nº 6. La zona Norte se compone de montañas y bosques de árboles de hoja caduca. La región está totalmente protegida por la Comisión de Control Central.
No se puede entrar en esa zona sin el permiso del Comité. Tampoco es que alguien quiera poner un pie en un lugar así, a fin de cuento solo hay árboles y fauna salvaje.
En el centro de la ciudad, más de una sexta parte de la zona está cubierta por un enorme parque arbolado. Puedes disfrutar de la naturaleza de cualquier temporada, y hay alrededor de un centenar de variedades diferentes de pequeños animales e insectos con los que se puede mantener contacto. La naturaleza del parque es más que suficiente para la mayoría de los ciudadanos de aquí. Pero no para mí. Siempre he odiado que la Torre Principal se eleve sobre el centro del parque. Es un edificio con forma de cúpula de cinco pisos abajo suelo y diez de altura. Es bastante alto para un lugar como el Nº 6 que en realidad no tiene ningún rascacielos, así que igual no debería llamarse -torre-. Pero, por alguna razón, es bastante intimidante. Hay gente que lo llama la -Gota Lunar-, debido a que es redondo, y con el exterior blanco, pero a mí sólo me recuerda a una ampolla. Una ampolla en el centro de la ciudad como si hubiera sido consecuencia de una paliza o quemadura. El hospital y la oficina de asuntos públicos se alinean a su alrededor. Están conectados por pasajes que parecen tubos de vidrio. Y todo ello está rodeado por un bosque verde. El bosque colindante a un parque arbolado tranquilo y relajante a disposición de los ciudadanos.
La flora y la fauna que viven aquí son minuciosamente controladas. Todo lleva un seguimiento, desde cuándo y dónde una flor florece y da fruto hasta donde viven los animales.
Los ciudadanos pueden incluso buscar los mejores lugares y momentos para observar y admirar la zona a través del sistema de servicios de la ciudad. Todo muy tranquilo y seguro. Pero, al menos hoy es un día diferente. Se acerca un tifón, después de todo.
Abrí la ventana. El viento soplaba cargado de lluvia. Fue la primera vez en mucho tiempo que pude oír el sonido de las quejas del viento. Era casi como el sonido de los temblores de tierra. Llevé mis manos a la cara y traté de gritar. Mi voz fue borrada por el viento, ni un alma podría oírme. Grité con todas mis fuerzas. Gotas de lluvia cayeron en mi garganta. Incluso yo sabía que estaba actuando de forma infantil, pero no podía evitarlo. La lluvia comenzó a caer aún más fuerte. Me pregunté cómo de agradable sería quitarme toda la ropa y saltar bajo la lluvia. Me imaginé desnudo, corriendo por la tormenta. Probablemente me vería como un demente pero era una tentación irresistible. Abrí la boca y bebió de la lluvia. Traté de reprimir ese extraño deseo. Tenía miedo de lo que estaba pasando dentro de mí. Emociones fuertes y violentas me asaltaban cada vez más.
Rómpelo.
Destrúyelo.
¿Destruir el que?
Todo.
¿Todo?
Escuché un ruido electrónico. Era el sonido de alerta que indicaba que el ambiente interno había sido modificado. Si el lugar se quedaba vacío, las ventanas se cerraban y aseguraban automáticamente. El control de humedad y temperatura se activarían y la zona húmeda por la lluvia, incluyéndome a mí se secaría. Me sequé la cara empapada en las cortinas y me acerqué a la puerta para desactivar los controles del ambiente.
Me pregunto... qué hubiera pasado si hubiese obedecido el ruido de advertencia en aquel momento. Lo diferente que hubiera sido mi vida si hubiese cerrado la ventana y decidido quedarme en la sala más o menos seca. No. No lamento para nada mis actos de aquel entonces, sólo es curiosidad. Es curioso que lo que cambió mi, hasta aquel entonces, mundo estrictamente controlado, fue la apertura de una ventana durante el tifón del siete de septiembre de 2013, únicamente por capricho.
Yo no creo en Dios, pero de vez en cuando la frase -la mano de Dios- parece bastante apropiada.
Apagué el interruptor. El ruido electrónico se detuvo. La sala quedó en silencio de inmediato.
Pude oír una risa débil a mis espaldas. Instintivamente me di la vuelta y dejé escapar un gemido.
Un chico empapado estaba de pie allí. Aunque no me di cuenta que era un chico de inmediato. Tenía el cabello hasta los hombros y la cara pequeña escondida bajo un largo fleco. Los brazos y el cuello que sobresalían de su camisa de manga corta se veían delgados y finos. No podía decir con certeza si se trataba de un hombre o una mujer, joven o mayor. Más que nada, mis ojos y mi mente se fijaron en la mancha roja de la parte izquierda de su hombro, fue lo único en lo que pude pensar.
Rojo sangre. Era la primera vez que veía a alguien manchado con tal cantidad de sangre. Extendí la mano hacia él casi de manera inconsciente. Antes de que mi mano llegase a tocarlo, el intruso desapareció. Al mismo tiempo, hubo un golpe seco. Una fuerza violenta me estampó contra la pared. La sensación de frío y terror golpeó mi garganta junto con cinco dedos helados cerrados al rededor.
-No te muevas -, dijo.
Era más bajo que yo. Me miró a los ojos mientras agarraba mi garganta. Sus ojos eran de color gris oscuro. Nunca antes había visto unos ojos de ese color.
Sus dedos se clavaron aún más en mi cuello. Nunca hubiera imaginado que sería tan fuerte, todo mi cuerpo estaba congelado. Se veía como si supiera lo que estaba haciendo.
-De acuerdo
Dije con un tono asustado.
-No voy a hacer nada
Sus ojos color ceniza no parpadean ni una sola vez. Si los mirabas lo suficiente te dabas cuenta de que eran dos pozos de inquebrantable mar en calma así que poco a poco dejé de sentirme amenazado, y el miedo a ser asesinado. Eran realmente unos ojos tranquilos. Me sorprendí ligeramente fascinado.
-Voy a curarte
Dije, mordiéndome el labio.
-Estás herido, voy a tratar la herida
Me veía reflejado en los ojos del intruso. Podía sentir su desconfianza con fuerza. Bajé la mirada y lentamente repetí las mismas palabras.
-Voy a tratar la herida. Es necesario para detener el sangrado. Voy a tratar la herida, ¿de acuerdo?
La fuerza del agarre de cuello cedió un poco.
-Shion
La voz de mi madre se escuchó a través del intercomunicador.
-Abriste la ventana, ¿verdad?
Traté de respirar profundamente. Todo irá bien, pensé. Está bien, puedo actuar como si nada malo hubiera pasado.
-¿La ventana? ... Sí, la abrí
-No deberías haberlo hecho. Vas a coger un resfriado
-Vale
Mi madre se echó a reír de repente.
-A pesar de que hoy cumples 12 años, sigues siendo como un niño
-Ya te dije que la voy a cerrar… ah, mamá
-¿Qué pasa?-
-Voy a trabajar en un informe, así que no me moleste por un tiempo
-¿Un informe? Pero si acabas de matricularte en el curso especial
-Ya… pero eso no quita que tenga muchas cosas que hacer
-Bueno... No te esfuerce demasiado. Y por favor, baja luego a cenar
Retiró sus dedos helados de mi garganta. Volvía a ser libre. Extendí mi mano y dejé que el sistema de control ambiental se reactivara. Pero desactivé el sistema de detección de extranjeros. Sin el, el intruso no sería reconocido como un cuerpo extraño y la desagradable alarma no volvería a sonar. Los residentes legales de Nº 6 no pondrían en marcha el sistema de detección si estuvieran en la habitación. No se considerarían cuerpos extraños pero no estaba muy seguro de que este intruso empapado pudiera ser un residente legal de la ciudad.
Cerré la ventana y el aire caliente comenzó a inundar la habitación. El intruso de ojos grises se sentó, aferrándose a la cama como si fuera a derrumbarse. Tomó respiraciones profundas y prolongadas. Parecía muy desgastado.
Saqué el botiquín de primeros auxilios, y traté de tomarle el pulso. Corté la camisa y le limpié la herida.
-Esto es...
No podía dejar de mirar. Nunca había visto algo así. Ligeras ramificaciones rojas se extendían por todo el hombro.
-¿Una herida de bala?
-Sí
Me dio la única respuesta posible.
-Me rozó una bala. ¿Cuál es el término técnico que usan los humanos para referirse a eso?
-No soy un especialista. Solo soy un estudiante
-¿En el curso especial?
-A partir del próximo mes
-Eso está bien. Debes de tener un alto coeficiente intelectual
Había un deje de burla en su voz. Dejé de mirar la herida y alcé la vista hacia sus ojos.
-¿Te estás burlando de mí?-
-¿Burlarme de ti? ¿Cómo podría burlarme de la persona que está atendiendo mi herida?, ¡De ninguna manera! Entonces, ¿Cuál es tu especialidad?
Le dije que era ecología. Recién había decidido inscribirme en el curso especial de Ecología. No estaba preparado para tratar una herida de bala. Era la primera vez que lo hacía. Era un poco emocionante. Mmm ¿qué debería hacer primero? Desinfectar, detener la hemorragia… bien, lo correcto era centrarse en detener la hemorragia.
-¿Qué crees que vas a hacer con eso?
Se me quedó mirando fijamente cuando me vio sostener una jeringuilla del estuche estéril y repentinamente tragó saliva.
-Es un anestésico local. Te vendrá bien
-Espera un segundo, ¿Para qué necesitas anestesia?
-Para coser
-¡Puntos! ¿Vas a usar un sistema tan primitivo?
-No estamos en un hospital, además una herida de bala ya es bastante primitiva de por sí
La tasa de criminalidad en la ciudad era prácticamente nula. El orden público era impecable por eso no había necesidad de que ningún ciudadano portara un arma de fuego. La única excepción era para la cacería. La prohibición de caza se levantaba dos veces al año, momento en el cual la gente salía a las montañas con sus armas antiguas. A mi madre no le gustaba esa gente. Aunque tampoco era a la única que no le gustaban. Las encuestas de opinión mostraban que un 70% de la población estaba en desacuerdo con esas prácticas.
Matar a pobres animales indefensos que no han hecho nada es simplemente terrible. Es pura crueldad. Horrible…
Sin embargo, la hemorragia que tenia frente a mi no pertenecía a ningún zorro o ciervo, si no a una persona.
-Yo no creo en eso
Susurré.
-¿No crees en qué?
-En la gente que usa las armas contra otras personas… ¿puede ser que un cazador te disparase por casualidad?
Entrecerró los labios. Estaba sonriendo.
-No era un cazador. Bueno, no como los cazadores ordinarios que conoces. Y sobre todo, tampoco fue un error
-Si ellos sabían que eras una persona, ¿no es eso ilegal?
-No lo sé. En vez de zorros cazan seres humanos. La caza del hombre. Probablemente no sea un crimen real
-¿Qué quieres decir?
-Que hay quien caza personas, y personas que son objetos de casa
-No tengo ni idea de lo que estás hablando
-Lo sé, probablemente sea bueno que no sepas nada. De todos modos, ¿de verdad es necesario que me pongas una inyección? ¿No tienes ningún analgésico ordinario?
-Siempre he querido ponerle a alguien una inyección
Después de desinfectarle la herida, le inyecté tres veces el analgésico alrededor de la herida. Me encontraba bastante nervioso, haciendo que mis manos temblaran un poco, pero de alguna manera todo salió bien.
-Bien, ya solo queda aplicar un apoyo en la herida…
-Y a coser
-Correcto
-Habías hecho esto antes?
-No. No me interesa mucho la medicina, así que obviamente no. Pero al menos sé algo al respecto. Hace tiempo vi un vídeo sobre el tema.
-Así que estás actuando sin criterio ninguno
Respiré profundamente. Me estaba mirando directamente a los ojos. Sus labios eran delgados y sin color y tenía las mejillas hundidas. Su piel estaba pálida y seca. No importa de qué forma lo mirase, esa cara no parecía la de una persona viva. Realmente parecía que había sido perseguido, agotado y obligado a abandonar su escondite. Sin embargo sus ojos mostraban otra cosa muy diferente. Aunque no revelase nada de lo que le estaba pasando, yo podía sentir que estaba vivo. Hasta ese día nunca había visto a una persona con unos ojos tan impresionantes. Esos ojos que me miraban sin pestañear.
-Eres un tío raro
-¿Por qué dices eso?
-Ni si quiera me has preguntado mi nombre
-Ya, pero tu tampoco lo has hecho, así que ambos somos raros entonces
- Te llamas Shion, ¿verdad? Como el nombre de la flor.
-Sí. Mi madre ama los árboles y las flores silvestres. ¿Y tú?
-Rata
-¿Cómo?
-Así me llamo
-Rata… no puede ser
-¿Por qué no?
Sus ojos no estaban avergonzados para nada. Al contrario, se veían orgullosos. De un color como el cielo justo antes de amanecer…
Me sonrojé. De repente me dio vergüenza las palabras poéticas que acababan de aparecer en mi mente. Volví a oír su clara voz.
-Allá vamos
Bien, recuerdo el proceso básico para suturar vasos sanguíneos.
Se tienen que asegurar de dos en dos y no de tres puntos para que se apoyen mutuamente y ejerzan presión… tengo que hacerlo con precisión… para que la sutura salga perfecta…
Me temblaban las manos. Ratón [1] miraba en silencio la punta de mis dedos.
Me encontraba bastante nervioso, pero también estaba algo excitado. Estaba llevando a la práctica algo que solo había sido retazos de información guardados en mi mente. Ciertamente era una agradable sensación de excitación.
Finalmente terminé la sutura y lo envolví en gasa estéril. Para ese entonces el sudor perlaba mi frente.
-Perfecto
Ratón también había transpirado un poco.
-Está claro que tengo unos dedos talentosos
-No solo los dedos, todo tú es bastante brillante. ¿De verdad solo tienes doce años?, eres de la súper élite por entrar a un curso especial solo con esa edad
Esta vez no sonaba como si se estuviera burlando de mí otra vez, más bien parecía que me estaba alabando. En silencio, limpié las gasas y los utensilios utilizados.
Hace diez años, durante mi segundo chequeo anual en la ciudad fui certificado como -rango superior de inteligencia-. A las personas que eran certificadas de esa manera o bien de alta capacidad física se les garantizaba una educación de primera calidad en la ciudad. Tomé clases de educación general y varios profesores de renombre me educaron hasta alcanzar la edad de diez años. A partir de entonces se esperaba que eligiera una especialización en el campo que más se ajustara a mí. Me asignaron tutores personales. Mi futuro fue planificado desde el preciso momento en que me certificaron con un rango superior a los dos años. No habría forma de poder evitarlo a menos que sucediera una locura. Locura que no debería suceder.
-Tu cama se siente bastante cómoda
Susurró el ratón, todavía apoyado en ella.
-Puedes usarla si quieres, pero primero cámbiate de ropa
Le lancé una toalla limpia, una camisa y la pequeña caja de antibióticos al regazo de Ratón. Luego se me ocurrió hacer chocolate. Sin apenas conocimientos previos de cocina hasta yo podría hacer algo tan simple como eso.
-¿Te sirve?
El ratón cogió la camisa de cuadros y resopló.
-Bueno, siempre es preferible a una camisa rota y ensangrentada
Le di la taza llena de cacao. Esa fue la primera vez que vi un rastro de emoción en sus ojos grises. Alegría. Tomó un pequeño sorbo y murmuró que estaba bueno.
-Se siente bien, mejor que la operación de sutura de antes
-No hagas comparaciones, fue mi primera vez. De todas formas creo que hice un buen trabajo teniendo en cuenta mi experiencia
-¿Siempre eres así?
-¿Perdona?
-En cuanto a bajar la guardia frente a un desconocido. ¿O es que todos los de la élite son unos inconscientes?
Ratón me miró mientras sostenía su taza de chocolate entre las manos.
-Todos vosotros vivís sin temor o recelo de los intrusos
-Soy cauteloso, y tengo miedo. Claro que tengo miedo de las situaciones de peligro. No soy tan ingenuo como para creer que alguien que se arrastra a través de una ventana de un segundo piso, puede ser un honrado ciudadano
-¿Entonces?
Sí, ¿Cuál era la respuesta?. ¿Por qué estaba atendiendo a un intruso y ofreciéndole chocolate? Nunca me he considerado una persona alegre y despreocupada, al contrario siempre he sido bastante frío, pero no creo que sea porque resulte que soy un santo que se dedica a hacer caridad. Odio las situaciones molestas y los posibles problemas que éstas puedan causar. Pero aún así, me involucré con este intruso. Si las autoridades llegasen a averiguarlo estaría en serios problemas. Quizás solo esté falto de sentido común. Pero entonces…
Me encontré con su mirada, con esos ojos grises. Parecían sonreír levemente. Casi como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Me lanzó una profunda mirada.
-Si hubieras sido un hombre adulto habría hecho sonar la alarma de inmediato, pero es que te ves como si fueras una niña pequeña que además parecer a punto de colapsar en cualquier momento. Eso es… esa es la razón por la que te he socorrido. Y-
Y, porque sus ojos son de un color fascinante que nunca había visto antes. Eso definitivamente despertó mi interés.
-¿Y?
-Y… quería probar a hacer la sutura
Ratón se encogió de hombros y acabó su cacao. Se limpió la boca con el dorso de la mano y acarició suavemente las sábanas de la cama.
-¿Puedo dormir aquí?
-Sí, claro
-Gracias
Esa fue la primera vez que me dio las gracias desde que irrumpió en mi habitación.
Me senté en el sofá de la sala de estar. Mi madre estaba mirando el panel de LCD de la pared. Señaló la pantalla cuando vio que la estaba observando. Una locutora de cabello largo y liso estaba leyendo una advertencia a los residentes de Kronos.
Uno de los prisioneros de las instalaciones correccionales del Bloque Oeste había logrado escapar y estaba en paradero desconocido por Kronos. A medida que el tifón se acercaba, toda la región fue puesta en toque de queda. Esta noche, todas las salidas estarían prohibidas salvo bajo excepciones especiales.
La cara de Rata apareció en la pantalla. El texto CV103221 fue estampado en rojo sobre su cara.