Sep 21, 2010 15:38
Pasa el tiempo, y casi sin darme cuenta, entramos en el otoño casi de puntillas. Ni el tiempo, ni los días han dad muestra hasta ahora del cambio de estación, y aunque estos días el tiempo ha estado mucho más fresco y hasta ha lloviznado timidamente, la sensación es de que estamos más en mayo que a mediados de septiembre.
Los días cada vez más cortos y las noches cada vez más largas, se cruzan hoy en su camino que finalizará en el solsticio de invierno, que se aproxima a pasos agigantados.
Días, noches, fiestas, charlas, encuentros y desencuentros. Una cierta tranquilidad y una sensación de autosatisfacción respecto a ciertas cosas, hacen que mis cosas y mis pensamientos discurran por lugaros poco visitados por mi en estos últimos tiempos.
Atisbar a veces la felicidad, aunque sea a hurtadillas y de forma fugaz, me hace ser consciente como nunca de lo efímero que puede resultar a veces llegar a ciertos sitios. Siempre había pensado que llegados a un punto, ciertas tendencias y ciertas realidades serían mucho más tangibles de lo que creo que son, pero incluso así, disfruto de esos pequeños y efímeros momentos con la fruición y deleite, ya que lo que es hoy, no tiene por que ser mañana.
El otoño, junto con el invierno, es mi estación favorita del año. Muchos la ven como una estación triste, de muerte, pero para mi es la renovación.
[casi una hora después]
Ni si quiera he sido capaz de terminar esta entrada de forma medianamente sensata. Ciertos pensamientos permanecen posados en mi cabeza de forma bastante pasajera , y el no aprovechar esos momentos para recogerlos y guardarlos, hace que intentar disertar sobre ellos se convierta en un ejercicio vacío y carente de sentido.
Siendo martes, miro la semana, y no tengo ni un maldito día de solaz. Mi mente y mi cuerpo, como dos viejas máquinas oxidadas por la falta de uso, se resienten, rechinan, mientras trato de ponerlas a funcionar de nuevo.
P.
none