Sep 06, 2010 11:22
Un día como otro cualquiera. Una realidad un poco anestesiada y perezosa que trata de ponerse a funcionar, luchando contra el sueño, los atascos y casi contra si misma.
Como cualquier otro lunes, escribo estas letras desde mi puesto de trabajo. Mientras completo la monótona serie de chequeos y procesos matutinos, empleo los tiempos muertos en tratar de revitalizar mi maltrecha iniciativa, para intentar salir del actual atolladero en el que me encuentro.
Atolladero mental, más elegido que necesitado, que tiene que ver con mi inveterada costumbre de no saber cuando decir basta, y con mi extraña necesidad actual de creer que a veces las cosas no son lo que parecen , sino lo que nosotros pensamos que parecen.
Extrañas elipsis y circunloquios invaden mi cabeza mientras mis dedos continuan escupiendo letras. Es complicado hablar de lo que no se debe, o mejor dicho, lo que no se debería. A medida que he ido eliminando cosas, me he ido dando cuenta de que una habitación vacía, aunque está llena de espacio no deja de ser un sitio frío y poco acogedor. Por muy zen que se sea, y yo, no lo soy, vaciar y eliminar según que cosas, aunque es bueno y sobre todo tremendamente terapéutico, no deja de dar un poco de vértigo en la boca del estómago.
Mientras espero los grandes acontecimientos que se avecinan para el mes siguiente, me he buscado algunas cosillas interesantes y amenas para que el mes de septiembre sea un poco menos plano que el verano que me ha tocado vivir. Las noticias se suceden sin prisa pero sin pausa, algunas increíblemente buenas, otras no tanto, pero que a la postre conforman la foto actual de una manera razonablemente decente, si bien es necesario todavía ajustar y sobre todo, simplificar su composición.
Sin embargo, hay cosas que siguen igual, y no cambian. Apenas un año desde que me compré mi actual móvil, he hecho los trámites para comprar uno. Más grande, con más cosas, e igualmente innecesario. Pero me da igual. Esta tarde, cuando me lo traigan a casa, lo instalaré , lo pondré a funcionar y estos falsos remordimientos desaparecerán de la misma manera que han aparecido.
lunes