Arigato!

Oct 19, 2008 22:50




Faltaban treinta minutos exactos. Lo vio en su reloj, precisamente antes de desmayarse, en aquellos números redondos y brillantes que fueron lo último que se desvaneció cuando todo se volvió oscuro. Y ahora habían pasado dos días. Lo veía en las páginas de aquel calendario que había colgado sobre la pared, justo frente a la cama.

Así que sabía qué hacía exactamente dos días, dos horas y veinte minutos que no veía a Niou. Un cálculo digno del mismísimo Renji.

No era de su estilo dar esa clase de sustos, tampoco reclamar la atención de nadie de esa manera, pero que su novio le ignorase estando donde estaba le parecía algo reprochable. En su lugar, ahí estaba Yukimura, que había abandonado algunos compromisos a última hora para pasar la tarde con él, leyendo un par de libros en silencio. Yukimura, que era, irónicamente, el que menos ganas tendría de visitar un hospital, cuando hacía sólo un par de meses que él mismo acababa de salir de allí.

Yagyuu se aburrió de leer una y otra vez la misma frase sin encontrarle sentido alguno. Quizás le daba vueltas de más al asunto, y debía tomarse aquello de descansar en serio. Puso el marcapáginas en la página que estaba leyendo y cerró el libro, dejándolo sobre la mesilla con un ruido sordo. Yukimura alzó la cabeza.

- Yagyuu… ¿pasa algo?

Yagyuu se quitó las gafas y se masajeó el puente de la nariz con el índice y el pulgar. Miró hacia la ventana; ya había anochecido.

- Por curiosidad, ¿no venía Sanada a buscarte?

- Sí, vamos a cenar juntos. - afirmó Yukimura, cerrando también su libro, Renoir y el impresionismo: imágenes y comentarios. - ¿Quieres que lo llame para aplazarlo? Puedo quedarme más tiempo si lo necesitas.

- Al contrario. Llámalo para que venga ahora, si no te importa. - dijo Yagyuu, incorporándose para sentarse sobre la cama. Yukimura se apresuró a levantarse para colocarle bien las almohadas. - Puedo hacerlo yo solo, de verdad. No hace falta que pases tanto tiempo aquí.

Yukimura asintió levemente, volviendo a sentarse en el pequeño sofá que había a los pies de la cama. Alcanzó su bolsa y buscó el teléfono móvil en uno de los bolsillos. Yagyuu permaneció atento mientras Yukimura esperaba, después de marcar el número de Sanada. La voz grave llegó hasta los oídos de Yagyuu, más allá del auricular. No obstante, no se oía bien lo que decía.

- Sanada, Yagyuu quiere estar solo. - le explicó Yukimura, comprensivo. - ¿Te viene bien pasar ahora a buscarme? - una pausa y un sonido afirmativo, o eso parecía. - Podemos dar una vuelta hasta que abran el restaurante. - una frase bastante larga para venir de Sanada. - De acuerdo. Diez minutos. - Hasta luego. - Hasta luego.

- Cenaré y me acostaré pronto. - comentó Yagyuu, una vez Yukimura hubo colgado. - Creo que he leído demasiado. Me duele la cabeza.

Yukimura volvió a levantarse, a pesar de la expresión cercana al enfado que cruzó el rostro de Yagyuu, cuando llamaron a la puerta y una enfermera cargada con una bandeja que parecía ser la cena del Caballero asomó la cabeza. El capitán del Rikkai la cogió y le dio las gracias, sonriendo a la vez que la enfermera cerraba la puerta.

- Creo que Sanada está abajo. - dijo Yagyuu, señalando a la ventana con la cabeza. Yukimura dejó la bandeja sobre la mesilla de al lado de la cama, despacio. - Deberías irte ya.

Yukimura sonrió, con la vista fija en él unos segundos, como si viese una doble intención en sus palabras. Sin embargo, pareció reconsiderarlo y se dirigió a recoger sus cosas, mientras Yagyuu volvía a colocarse las almohadas, apoyando la espalda para probarlas. ¿Por qué iba a mentir el Caballero? A nadie le gustaban los hospitales, y ese día estaba de mal humor, eso era todo. Todo, o tal vez solo una parte.

Antes de salir por la puerta, el capitán quiso comprobar si estaba en lo cierto.

- ¿Quieres que le diga a Niou que venga en mi lugar?

Yagyuu sintió un nudo en la garganta, e intentó bajarlo con una cucharada de sopa. Era insípida, pero ayudó a suavizar la rabia que intentaba reflejarse en su voz.

- No, déjalo. Tiene cosas mejores que hacer. - lo dudó unos instantes, pero después añadió - Más importantes, ya sabes.

- Claro.

Yukimura se encogió de hombros y atravesó la puerta, cerrándola despacio a su paso. Yagyuu suspiró en el silencio.

Mejor no pensar en nada. Yukimura lo sabía bien. Bueno, Yukimura… y todos. Seguramente, hasta Kirihara se lo olía, a pesar de ese “¿Dónde está Niou?” que resonó en la mente de Yagyuu durante toda la noche anterior. Por lo menos, Jackal logró que Kirihara dejase de hacer preguntas después de aquello, y los demás tuvieron la delicadeza de no nombrarlo, aunque el Caballero tampoco habría tardado en degollar al impertinente de su kouhai.

Habían entrado de tres en tres: primero, Yukimura, Sanada y Yanagi, y después Kirihara, Marui y Jackal. Cuando vio que entraban así, aún tuvo la casi certeza de que Niou entraría él solo a continuación. Pero no lo hizo. Vinieron sus padres, con su hermana, y después sus abuelos. Y nadie más, hasta que Yukimura apareció al día siguiente, después de comer, con sus libros.

Y todo esto por una mierda de apendicitis, nunca mejor dicho.

Yagyuu se dio por vencido con la sopa, no porque supiese a agua recalentada, sino porque el pensar en Niou le daba ganas de escupirlo todo. Y, para colmo, tenía calor. Se desabrochó los botones de la camisa del pijama y se tumbó sobre las sábanas, sin taparse. Aún le molestaba bastante la zona por donde habían hecho la incisión para extraerle el apéndice, y aún le molestaba más al recordar cómo Kirihara y Marui estuvieron a punto de tocar los puntos, después de insistirle durante la mayor parte de la visita para que se los enseñase. No sabían comportarse en condiciones.

Permaneció así durante un buen rato, en silencio, relajado, sin forzar el sueño. Estiró el brazo y pulsó el interruptor de la luz. Justo en el instante en que la luz se apagaba como un fogonazo bajo sus párpados, apareció una sucesión de imágenes, como proyectadas sobre una pantalla de cine.

“Me han elegido como representante de Rikkai para el torneo de individuales del distrito. ¿No es genial, Yagyuu?”

“Ven a verme. No pienso aceptar un no. Puri~”

“A continuación, va a dar comienzo el partido de individuales entre Niou Masaharu, del Rikkai Dai Fuzoku, y…”

“Hay que operar, inmediatamente.”

Yagyuu le dio un puñetazo al colchón, tras varios intentos vanos por controlar la furia. No era propio de él actuar así, aunque estuviese a solas. Pero ¿acaso tenía él la culpa de algo? No había tenido ningún síntoma antes del día del partido, ni náuseas, ni vómitos. Nada. Había sido todo repentino. Justo ese día por la mañana, devolvió todo el desayuno y se encontró pálido frente al espejo. Le dolía el estómago, aunque creyó que podría aguantar lo suficiente como para apoyar a Niou en su primer partido. Además, él se negaba a escucharle. Estaba tan emocionado que le daba lo mismo cualquier cosa que dijese Yagyuu. Todo eran pretextos.

¿Tenía Niou algún motivo para ignorarle de esa manera? Yagyuu quería pensar que no, pero, si había algún motivo, ése era el tenis. Niou y el maldito tenis. Por el tenis había conocido a Yagyuu, y ahora parecía que estaba entre los dos. Y lo peor de todo es que aún le quedaba otro día más en el hospital, como mínimo. Y el torneo duraba cinco días. Si no llegaba a verlo, no pensaba pedirle perdón después de aquello. El que tenía que disculparse era Niou, definitivamente.

- No soy nada, pero soy más de lo que tú aspiras a ser. - le dijo al aire, hablando en sueños. - Soy un Caballero.

Cuando despertó, tres horas después, el dolor, insoportable, se había extendido a toda la zona abdominal, y las sábanas estaban empapadas en sudor. Yagyuu, tiritando, llamó a la enfermera que se encargaba de él en el postoperatorio. Algo iba mal.

En ese momento, tal vez fuese más preocupante que Niou.

¡Gracias por leer! *.*

yagyuu hiroshi, fanfic, omedeto, el paciente caballero, platinum pair

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