Titulo: The Ghost of You
Autora: Ayarashi-chan ~
Pareja: Ohmiya & Matsumiya
Genero: Romance, Angst, Fluff
Clasificacion: PG-13
Palabras: 2, 717 :D
Derechos: Ohmiya ni Matsumiya me pertenecen, si Ohmiya me perteneciera ya estarian casados y matsumiya.. bueno... Jun seria el amante de Nino XD
Descripcion: Siempre ha estado ahi... (apesto en las descripciones)
Notas: Esta, medio inspirado en la cancion -The Ghost of You- de My Chemical Romance, pero le borre la parte tan triste y angst porque no me sentia con tantas ganas de escribir Angst, asi que practicamente se lo quite casi todo :3
Desde el punto de vista de Nino n.n
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Una mano se posó delicadamente sobre mi cintura. Sabía a quién pertenecía, y también sabía que lo había estado esperando durante toda la noche. Y al mismo tiempo, deseando que no sucediera otra vez.
Suspiré, debatiéndome entre la idea de darme la vuelta y quedarme junto a él otra noche más, solo para despertar y darme cuenta que nunca estuvo ahí, o, simplemente ignorarlo, sabía que se iría, no duraba más de una noche junto a mí.
Al final, me fue imposible resistirme, porque a pesar de que me hacía mal, no podía negar el hecho de que me gustaba tenerlo a mi lado como antes. Pasé mis brazos alrededor de su cálido cuello sin mirar su rostro y me acurruqué junto a él, recostando mi cabeza sobre su pecho.
Sentí su abrazo hacerse más fuerte alrededor de mi cintura.
“Pensé que ya estabas dormido…”
Su voz sonaba más suave de lo normal, y también relajante.
“Lo estaba, hasta que llegaste a interrumpirme” Me gustaba jugar con él.
“Sabes que no puedo estar lejos de ti”
“Yo me lo pensaría dos veces contando lo que me dijiste la otra noche…” No quería recordarlo pero mi boca lo había sacado a relucir sin mi permiso.
No hubo respuesta, sabía que no me diría nada más, esa noche había dicho que era el final de esa conversación.
“No te vayas…”
Aún seguía sin hablarme. No era tan fuerte después de todo, y a pesar del daño que me hacía psicológicamente -porque Sho se había encargado de decírmelo personalmente- No podía ocultar el hecho de que me dolía imaginarme un mundo sin él, de que lo necesitaba aquí aunque ya no lo estuviera, y esperaba que eso tuviera sentido para mí como para él.
Cerré mis ojos, una lágrima resbaló por mi mejilla al hacerlo, siempre era tan débil cuando se trataba de Satoshi.
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Desperté a la mañana siguiente, solo en mi cama, como todas las mañanas.
Suspiré cansado y miré hacía el techo de mi departamento. ¿Qué se suponía que hiciera? Ya habían pasado 2 meses. Y esto seguía repitiéndose todas las noches, cuando veía televisión, cuando trabajaba, cuando dormía, cuando me duchaba. Aparecía en todos lados, aunque no estuviera pensando en él. ¿Cuándo terminaría?
Él me había dicho que tendría que marcharse pronto, porque no tenía tanto tiempo aquí, y que además era solo un pequeño trato, porque no podía estar lejos de mí, que debía aprender a vivir sin él. Sin embargo, no podía lograrlo si seguía viniendo todos los días, además de que tampoco quería hacerlo, no quería que se fuera.
Cerré mis ojos y me concentré en lo que tenía que hacer el día de hoy.
- Debía ir a trabajar.
- Pasar al supermercado y comprar algo de comida.
Y listo, eso era todo. Iba a trabajar contra mi voluntad, solo porque necesitaba el dinero para continuar pagando la renta y comprando comida. Y además, no podía tomarme más tiempo, ya lo había hecho por todo un mes y mi jefe me lo había perdonado porque había sido por el incidente de Satoshi. Básicamente ese era mi día a día, ah sí, y estar con Satoshi cuando este llegaba a molestarme.
Demonios, tenía que apurarme para no llegar tarde, probablemente mi jefe ya no sería capaz de aguantar otro tipo de cosas de mi parte y terminaría echándome de ahí.
De pronto, un ruido en la cocina me hizo pararme de golpe.
Ratones. Fue lo primero que pasó por mi cabeza, y lo segundo: Un ladrón. Pero no tenía gran cosa que un ladrón pudiera robarme… Además, no tenía nada especial en la cocina.
Caminé hasta la cocina con paso lento, esperando encontrarme cualquier cosa. Y eso fue exactamente lo que me encontré.
Satoshi estaba ahí.
“¿Qué haces aquí?”
El pequeño Satoshi me miró con cara de disculpa mientras se sobaba su frente.
“¿Qué te pasó?”
“Me golpeé con esto” y entonces levantó el cucharon con el que, al parecer, había estado cocinando.
“¿Por qué estás cocinando?, Sabes que no eres bueno en eso…”
“Quería hacer el desayuno para Kazu…”
“¿Qué es lo que haces aquí de todas maneras?”
“Quería hacer el desayuno para Kazu”
Suspiré, de nuevo. Después una sonrisa apreció en mis labios sin que me diera cuenta. Llegué a su lado en la cocina y lo hice a un lado.
“Déjame cocinar a mi”
“Pero no tiene sentido si no puedo hacer el desayuno para Kazu…”
“Lo harás después, por ahora lo importante es que no te lastimes a ti mismo con las cucharas…” me burlé un poco de él. Hizo sus pucheros usuales que tanto amaba, pero aun así se alejó.
“¡Pondré la mesa entonces!” su entusiasmo había incrementado, algunas veces se parecía a Aiba.
“Está bien, has eso”
Me sentía feliz. Él nunca estaba aquí conmigo durante las mañanas. Esto tal vez se debiera a algo especial, y a que hoy sería un buen día.
Serví el desayuno unos minutos después. Satoshi estaba emocionado.
De pronto, el teléfono sonó y corría a contestarlo. Dejé a Satoshi comiendo solo en la mesa.
“¿Hola?”
“Ninomiya-kun… Temo decirte que la junta del día de hoy se ha cancelado y tenemos unos problemas eléctricos así que no hace falta que te presentes el día de hoy…”
“¿Ah sí?”
“Si, es tu día libre” comentó feliz la señorita del otro lado de la línea, probablemente era su día libre también y por eso se encontraba de buen humor.
“De acuerdo, gracias” Colgué. Bueno, eso significaría que podría pasar más tiempo con Satoshi.
Regresé a la mesa. “Adivina que…”
Pero ya no estaba. De pronto todos mis ánimos se vinieron abajo.
Solo un pequeño, solo un pequeño golpe a mi realidad. Solo una corta llamada telefónica había reventado la burbuja de fantasía que había llenado mi casa durante esta mañana.
Y, obviamente, Satoshi se había marchado. Ahora no tenía nada que hacer, y nada de ganas de hacer lo que tenía planeado para el día de hoy, ni siquiera de comer.
Así que regresé a la cama. Me cubrí con las sábanas y solo deseé que las cosas fueran diferentes.
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“¿Estás bien con eso?” Mamá siempre se preocupa por mí, yo solo seco los platos que ella me da.
“Si… Bueno, hable con Sho…”
“¿Qué fue lo que te dijo?”
“Me dijo… que era algo que debía superar por mí mismo, también me dijo que era normal que las personas que habían sufrido grandes pérdidas… Tuvieran ese tipo de alucinaciones…”
Mamá escuchó hasta el final. Yo solo estaba citando lo que Sho me había dicho, pero sabía que ella me conocía mejor que eso.
“¿Y tú qué piensas?”
“No lo sé…”
“¿Crees poder ser capaz de superar a Satoshi tan fácilmente?”
“Es… tan real…”
“Tal vez porque tú lo ves de esa manera”
Di un suspiro largo. No sabía que pensar ahora. Mamá y Sho tenían razón, yo necesitaba olvidarme de Satoshi y continuar con mi vida… Demonios, él mismo me lo había dicho. Pero era tan difícil. ¿Cómo te olvidas de alguien con quien compartiste tantos momentos maravillosos?, ¿Cómo te olvidas de alguien de quien estuviste enamorado tan profundamente que incluso dolía?, ¿Cómo te olvidas de alguien que te hizo tan feliz?
No encontraba una respuesta a esas preguntas. Sin embargo todos los demás me decían que debía salir adelante, dejar ir todo eso, que Satoshi ya nunca regresaría y que estaban seguros de que el querría que yo me olvidara del pasado.
Pero ninguno de ellos conocía a Satoshi tan bien como yo lo hacía, ninguno de ellos entendía que por dentro, Satoshi no quería irse. Porque lo escuchaba en su voz, sabía que era lo mejor para mí, yo lo sabía también, pero ninguno quería terminar con esto aún.
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“¿Qué haces?”
Me sorprendí cuando escuché aquella voz, miré a mí alrededor. Satoshi estaba ahí, del otro lado del sofá. Mirándome.
“Estoy viendo una película” respondí. Satoshi observó la televisión con curiosidad.
“¿Puedo sentarme contigo?”
Asentí.
Al instante sentí su hombro presionándose suavemente contra el mío, una de sus manos se hundió en mi tazón de palomitas y lo observé comer. Una sonrisa apareció en mis labios.
A decir verdad, tenía tiempo ya que no lo veía. Había estado tan ocupado con trabajos y demás cosas que llegaba a casa y me dormía inmediatamente, si Satoshi había venido a visitarme durante esas noches, probablemente no lo escuché.
De todas maneras estaba feliz de poderlo ver hoy. Así que me acurruqué a su lado y juntos terminamos de ver la película. Besé sus labios como 10 veces, lo había extrañado mucho, y Satoshi acarició mi cabeza lentamente con su mano, se sentía todo muy bien.
La película terminó y no supe nada más que la primera parte que había visto antes de que Satoshi llegara.
Me estiré a su lado y el solo sonrió, le gustaba verme estirar, ya me lo había dicho otras veces. Tomé el control remoto y apague la televisión, y volví a mi lugar junto a Satoshi, enrede mis brazos en su cintura y escondí mi rostro en su cuello.
“Nee, ¿por qué no habías venido ya?”
El no respondió la pregunta de inmediato, y yo me preocupé.
“¿Qué sucede?”
Observé su rostro seriamente, había una expresión de… Tristeza.
“Oh-chan…”
“Temo que… el día que te dije ha llegado…”
Fruncí el ceño sin entender, no fue hasta que tomé una de sus manos cuando me di cuenta.
Su piel estaba más delicada y sus manos lucían casi transparentes ahora que me daba cuenta, su rostro comenzaba a lucir de la misma manera.
“¿Qué te sucede?” pregunté preocupado, tomando su rostro entre mis manos y observándolo con cuidado.
“Ya no me necesitas Kazu…”
Había dicho aquellas palabras con tanto dolor en su voz que sentí ganas de llorar al instante.
¿Por qué? Porque era cierto, lo que me estaba diciendo era cierto.
En las últimas semanas, había salido con Aiba y Sho a beber o comer por ahí. Visitaba a mis padres una vez por semana, y… El viernes pasado había salido a tomar un café con un chico de la oficina.
Ohno tenía razón. Inconscientemente, estaba superándolo. Si hablaba con Sho de esto ahora me diría que era lo mejor, que todas las personas lo superaban algún día y que yo no iba a ser la excepción.
Pero… en estos momentos, frente a Satoshi, admitirlo frente a él, decirle que era cierto que ya lo estaba olvidado poco a poco.
No era bueno y no iba a ser capaz de hacerlo. “Lo siento”
No podía decirle otra cosa al ver lo mucho que sufría por mi culpa.
“Todo está bien… Sabíamos que esto iba a pasar, y estoy feliz que tu estés siendo feliz”
Una lágrima cayó por mi mejilla. Los labios de Ohno la borraron enseguida.
“No quiero que te vayas…”
“Es lo mejor para ambos…”
Subí sobre él, tomando su rostro entre mis pequeñas manos, podía notar como este desaparecía poco a poco.
Y sin perder tiempo uní mis labios con los suyos, volví a beber de su esencia y deje que su lengua recorriera cada rincón de mi boca.
Gemí entre nuestros besos, aferrando mis manos a su cabello. Sus manos comenzaban a masajear con lentitud mi cadera.
Y todo esto dolía porque sabía que sería la última vez que tendría este tipo de contacto con Ohno. No volvería a verlo así, no volvería a tocarlo ni a pasar tiempo escuchando su voz.
Sus manos se colaron debajo de mi playera, y deseé que la textura de sus manos nunca abandonara mi piel, que sus hermosas caricias se quedaran grabadas para siempre en mi cuerpo y que no sintiera otro placer igual de nuevo en mi vida.
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La alarma sonó temprano en la mañana, no quería despertarme aún.
A regañadientes estiré mi mano para apagarla y me levanté con los mismos ánimos.
Escuché su quejido detrás de mí y sonreí, siempre se quejaba mucho por las mañanas.
“¿A dónde vas?”
“Debo irme a trabajar, y tú también”
Tomé su mano e intenté levantarlo pero era demasiado pesado para mí. “¡Vamos Jun! Ya es hora”
Lo dejé sobre la cama mientras me dirigía al baño, lo siguiente fue escucharlo quejarse por toda la casa sobre lo mucho que detestaba ir a trabajar.
De todas maneras hizo el desayuno para mí.
“¿Es hoy cierto?”
Levanté la vista de mis papeles y sonreí. “Si”
“¿Cuándo iras?”
“En la tarde, a la hora del almuerzo…”
“¿Quieres que vaya?”
Sonreí de nuevo. “No hace falta, puedo hacerlo solo”
Era la primera vez que lo hacía de todas maneras.
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Deposité un gran ramo de flores sobre el suelo. No creo que haya comprado alguna vez uno así de grande para otra ocasión.
“Feliz cumpleaños Satoshi”
Observé su nombre brillar con letras doradas sobre la piedra gris. Estaba algo frío pero aun así el poco sol que había lo hacía resaltar.
“Nee, espero te gusten las flores. También te traje otro regalo” introduje mi mano en uno de mis bolsillos y saqué dos pequeños dulces, de los favoritos de Satoshi.
“Lo traje para comerlo contigo”
Puse uno sobre el suelo, junto a las flores y abrí el otro para poder comerlo.
Después cerré mis ojos y cuando volví a abrirlos, el chocolate ya no estaba. “Eres un tramposo”
Era divertido jugar este tipo de cosas con él.
“Te extraño mucho Satoshi. Sabes, las cosas ya van mejor pero aun así… Sabes que te necesito en mi vida, ¿cierto?”
Entonces me percate de unas flores puestas en un florero junto a las mías. Probablemente de la mamá de Satoshi.
“¿Vino tu mamá en la mañana? Me llamó el otro día para que la visitara pero no he tenido tiempo últimamente, lo haré te lo prometo.”
De alguna manera, sentarme aquí a hablar con Satoshi no era tan doloroso como pensé que lo sería, después de todo, tenía mucho tiempo de verlo ya. Y pensé que esto me haría sentirme mal, llorar u otras cosas. Pero me sentía bien, era algo que me hacía sentirme completo conmigo mismo.
“Te amo” susurré al viento. Sabía que llegaría hasta él y era lo único que necesitaba para saber que era verdad.
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La televisión resonaba en todos los lugares de mi casa, el radio estaba encendido en mi habitación y yo sostenía mi teléfono celular como si mi vida dependiera de ello. Estaba harto de ver y ver las noticias todo el día y de llorar y desear que nada de esto estuviera sucediendo.
¿Por qué no había llamado aún?, ¿Por qué?
Corrí hasta mi ventana, estaba lloviendo afuera. Era lo peor, no quería que hubiera tormentas, no quería que la luz se fuera, no ahora, no ahora cuando más la necesitaba para sentirme bien.
Recargué mi espalda contra el cristal frío y suspiré, quería que todo esto terminara ya.
Su sonrisa me veía a solo unos pequeños 2 metros de distancia, la tomé sin pensarlo y la apreté contra mi pecho. ¿Esto iba a ser costumbre conmigo?
“En el autobús número 346 no se ha encontrado ningún sobreviviente…”
Respiré profundo, abrazando la foto de Satoshi con todas mis fuerzas.
“No… No dejes que se vaya… Es lo único que me queda… No otra vez…”
Lloraba y dolía. ‘Que lo encuentren…’ era lo único que pasaba por mi mente.
Y tan de pronto como eso, mi celular comenzó a vibrar en mi mano, me asusté y casi lo dejo caer, pero lo tomé y respondí.
“¿Hola?”
“¿Nino? Estoy bien…”
Aquella palabras fueron lo único que me tranquilizó, deje salir un suspiro y sonreí.
“Pero en la televisión dicen que el autobús número 346…”
“Si, el mío era el 347…”
“¿Ah sí?”
“Si, estoy muy bien, no te preocupes, solo nos quedamos aquí varados…”
Di otro suspiro de alivio “Me alegra escuchar eso… ¿Cuándo llegarás?”
“Probablemente en la mañana, lo siento”
“Está bien, solo… ten cuidado”
“Lo tendré, te amo”
“También te amo”
Y colgué. Limpie mis lágrimas y observe la foto de Satoshi que seguía en mis manos.
“No lo hiciste tan bien, porque recuerdo que su autobús era el 346, pero gracias…”
Al instante unos brazos cálidos se enredaron en mi cintura.
Él nunca me había abandonado.
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Espero les haya gustado :3 ehm... no tengo nada mas que decir, solo que espero volver con mas actualizaciones...
Y QUE LOS GOODS DE ARASHI SON GENIALES! (me faltaba decirlo aqui)
GPL~