Algo importante a tener en cuenta es que cuando la verdadera historia del tsunami sucedió, en 2004 en Tailandia, no causó en España más revuelo que el consabido sentimiento efímero habitual (dos pestañeos, oh vaya otro tsunami, cambio de canal); de hecho mucha gente ni siquiera recordaba exactamente el suceso o la fecha. Resulta escalofriante que la imagen directa de un desastre semejante en las noticias deje impasible al espectador, pero que años más tarde haya desmayos en el cine por una representación aproximada en la que, para colmo, los protagonistas consiguen salvarse.
¿Por qué esta diferencia de reacciones? Se resume fácilmente en efectismo y empatía. La historia identificable de una familia occidental representada por laureados y atractivos actores. Un vórtice inacabable de primeros planos subrayados con música húmeda. Un bombardeo de tráilers incesante y una falsa sensación de documental cuando, seguramente la historia del resto de protagonistas dista mucho de comenzar con un periplo vacacional de lujo terminado milagrosamente en supervivencia: trescientos mil muertos y un sinnúmero de pueblos desaparecieron del mapa.
Vender esta historia en concreto como el súmmum de la tragedia personal, considerando el brutal contexto real, resulta cuanto menos frívolo (cientos de miles de bolsas de cadáveres en segundo plano respecto a los rubios supervivientes del resort); y si todo se macera en oportuno edulcorante spielbergiano, desde luego que la recaudación era más que previsible (fácil).
El mérito es, sin duda, convertir un argumento de película de sobremesa con un guión lejano a la genialidad en el mayor éxito del cine español (orgullosamente tildado de ello cuando actores principales y la mitad del impecable equipo técnico no tienen nada que ver con nuestro país).
Hay aciertos en la cinta que no se pueden perder de vista: la estética es intachable, la postproducción magistral, las interpretaciones principales muy notables… indiscutible el buen hacer del director coordinando todo ello, amén de haber conseguido recrear el terrible escenario de manera mimética con algunos planos rodados nada menos que en Alicante; los efectos son de lo más impactante y la corrección del conjunto a nivel técnico indiscutible y digna de aplaudir.
Pero que se recuerde a la película por su capacidad de emocionar… apropiarse de una historia dramática y plagarla de clichés, arroparla con grandes medios y sublimarla con un bombardeo publicitario a discreción consiguiendo un triunfo de taquilla no es lo que debe considerarse admirable o por lo menos no una oda a la creatividad fílmica; amén de planear sobre el producto final la alargada sombra arribista de sesgar aposta una tragedia a su vertiente más taquillera.