fanfics y cosas de esas
Vale, odio a mis musas o lo que sea que tenga por bicho de la inspiración, ¿sí? Pues eso.
La cosa es que estoy aquí escribiendo un longfic (jaja, lo llamo longfic y tengo UNA PÁGINA Y MEDIA escrita XDDD) sobre Dean y Cas y Castiel siendo malote (o algo así. A mí es que bad!Castiel no me sale XD) y uniéndose a Lucifer y Dean llorando inconsolable y Sam sin saber qué hacer.
The question is, ¿pierdo el tiempo escribiéndolo o me prohibo abrir ese word?
Es que, no, en serio, quiero y no quiero escribirlo, ¿sabes? Porque también quiero a V y Butch, puñetas XD
Dejo el prólogo (especie de, quiero decir) para que decidáis, ¿va? aunque ni siquiera sé si subiría el fic o no, porque para dejarlo a medias... XDDD
Err, solo aviso que si lo siguiera me pasaría el canon por donde... en fin, que no lo seguiría demasiado XDD
Cuando despertó, lo primero que sintió Castiel fue que no volvería a estar solo.
El cántico de los ángeles volvía a acompañarlo, como siempre había sido, como siempre tendría que ser. Hermoso y hondo, una melodía grave que navegaba por su ser como si sus ideas fueran corrientes y su alma, el mar.
Volvía a ser un ángel del Señor, y ese simple pensamiento le ofrecía un oasis de paz en medio de un desierto de horror humano.
Pero no.
No eran las voces de sus hermanos. Al menos, no de aquellos que convivían con él en el Cielo.
Era una sola voz, potente y poderosa, la que le susurraba palabras inentendibles al oído. Una voz que derrochaba la fuerza de un padre y la dulzura de una madre, que arrastraba consigo un eco de luces y sombras, de orgullo; una voz que recorría todo su ser y le hacía temblar.
Lucifer.
Ángel entre los ángeles. El más bello y el más terrible de todos. Aquel ángel que decidió rebelarse contra un Señor que ahora los había abandonado.
Su enemigo.
Cuando Castiel recordó lo que había ocurrido (el abandono, el silencio, el cosquilleo de la muerte, la luz, la calma de no existir después), se estremeció.
Estaba vivo.
«Y Dean Winchester no ha sido tu salvador, Castiel».
err... eso. u.ù
La cosa es que estoy aquí escribiendo un longfic (jaja, lo llamo longfic y tengo UNA PÁGINA Y MEDIA escrita XDDD) sobre Dean y Cas y Castiel siendo malote (o algo así. A mí es que bad!Castiel no me sale XD) y uniéndose a Lucifer y Dean llorando inconsolable y Sam sin saber qué hacer.
The question is, ¿pierdo el tiempo escribiéndolo o me prohibo abrir ese word?
Es que, no, en serio, quiero y no quiero escribirlo, ¿sabes? Porque también quiero a V y Butch, puñetas XD
Dejo el prólogo (especie de, quiero decir) para que decidáis, ¿va? aunque ni siquiera sé si subiría el fic o no, porque para dejarlo a medias... XDDD
Err, solo aviso que si lo siguiera me pasaría el canon por donde... en fin, que no lo seguiría demasiado XDD
Cuando despertó, lo primero que sintió Castiel fue que no volvería a estar solo.
El cántico de los ángeles volvía a acompañarlo, como siempre había sido, como siempre tendría que ser. Hermoso y hondo, una melodía grave que navegaba por su ser como si sus ideas fueran corrientes y su alma, el mar.
Volvía a ser un ángel del Señor, y ese simple pensamiento le ofrecía un oasis de paz en medio de un desierto de horror humano.
Pero no.
No eran las voces de sus hermanos. Al menos, no de aquellos que convivían con él en el Cielo.
Era una sola voz, potente y poderosa, la que le susurraba palabras inentendibles al oído. Una voz que derrochaba la fuerza de un padre y la dulzura de una madre, que arrastraba consigo un eco de luces y sombras, de orgullo; una voz que recorría todo su ser y le hacía temblar.
Lucifer.
Ángel entre los ángeles. El más bello y el más terrible de todos. Aquel ángel que decidió rebelarse contra un Señor que ahora los había abandonado.
Su enemigo.
Cuando Castiel recordó lo que había ocurrido (el abandono, el silencio, el cosquilleo de la muerte, la luz, la calma de no existir después), se estremeció.
Estaba vivo.
«Y Dean Winchester no ha sido tu salvador, Castiel».
err... eso. u.ù