Bueno, bueno luego de una tiempo tenermos el cap 5 de Iro No Koi Wa Shinku asdfasdfasd estoy segura de que las personas que se pasaban por aquí junto conmigo ya querían leer deshou?? xDD pues aquí está el capítulo 5!!! siiii ahora sin más que decir DOUZO~....
~Iro No Koi Wa Shinku~
=El color del romance es carmesí=
CAPITULO 5
Yuto recorrió varios pasillos del palacio, no podía encontrar a Keito por ningún lado, pero luego pensó en un lugar donde seguramente lo encontraría, lo conocía ya de varios años atrás, a Keito le gustaba reflexionar en su habitación, así que fue hasta allá, y al abrir la puerta lo encontró; pensativo, mirando a través de la puerta corrediza en su pared hacia el lago, ni siquiera se percató de su presencia.
-¿Keito-kun?-preguntó dubitativo asomándose por la puerta.
-Ah… yuto, ¿qué sucede?-volteó a verle con una sonrisa.
-Etto... ¿Tienes tiempo?... ¿Estás ocupado?-preguntó inseguro.
-Para ti sabes que tengo todo el tiempo del mundo, anda, pasa.- respondió con una sonrisa tranquila.
-Está bien…
Yuto entró y se sentó a lado de Keito pero no dijo una palabra, sólo permaneció sentado mirando nerviosamente el estanque que se encontraba frente a ellos.
-¿Y qué es lo que te tiene tan preocupado?
-¿Eh? ¿De qué hablas? a mi no me preocupa nada ¿qué ya no puedo venir a verte? ¿Tanto desconfías de mí? ¿Crees que acaso tramo algo?- alegó nervioso.
-Yo no dije eso- respondió tranquilamente sin dejar de mirar el estanque.
-Ah...cierto...si...em....perdón. -dijo apenado=_=*
-¿Es acaso sobre el joven Yamada?
-¡EH!!!..Pero ¿cómo? Digo, ¡quenooo! jaja ¿cómo crees?-preguntó casi al borde de la histeria.
-Vi cómo lo mirabas en el comedor, me parece que tienes un interés espacial en él, ¿o me equivoco?
-¿EH?? Pero en qué cosas piensas Keito ¡noo!…-intentó negar rotundamente.
-….-keito no dijo nada, sólo miró incrédulo a su amigo Yuto.
-Yo sólo venia a preguntarte...si crees…que…nosotros no deberíamos sentir nada por nadie…-pronunció en voz baja.
-¿A qué te refieres?-preguntó mirando curioso a Yuto.
-Bueno, es que recuerdo que siempre nos dijeron que no debíamos…
-¿Enamorarnos?-terminó Keito.
-Así es… nuestro general siempre nos dijo que eso era muy problemático.
-Nuestro general era un pobre hombre amargado-repuso Keito.
-Bueno…siempre me he preguntado si… ¿será como él decía? ¿Crees que el amor es algo a lo que nosotros no tenemos acceso? ¿Crees que está mal enamorarse de alguien...sin importar quien sea?
Keito siguió mirando al exterior, observando el atardecer que cubría el cielo de unos tonos sepia iluminando las nubes por encima del enorme muro empedrado del palacio.
-En absoluto Yuto, sólo puedo decirte que…cuando encuentres a alguien a quien ames, no lo dejes ir, haz el intento por estar a su lado, y si no es posible...es muy probable que el destino no lo quiera así…pero.-
-¿Y si tengo que ir en contra del destino?...y… ¿Qué tal si…quiero...ir en contra del destino?-interrumpió de repente.
A Keito le sorprendió por un instante la efusividad de yuto, pero luego le miró amablemente y le dijo:
-Entonces hazlo, siempre te ha gustado revelarte, ¿no te gustan las reglas verdad?, después de todo así eres tu- dijo acercándose al rostro de Yuto acariciando su mejilla y mirando sus labios sonrosados.
-¿Keito?...-preguntó yuto mirándole algo confundido.
-Tú posees un valor que admiro mucho Yuto, no lo desperdicies, no he visto soldado más apasionado y dedicado que tú, aun eres como un niño.-Dijo dejando caer su mano acariciando unos mechones de los cabellos de Yuto.
-Pues discúlpame por serlo- Dijo con un poco de molestia en su voz.
-Haha, no te lo tomes a mal, lo digo de una buena forma.-comentó riendo sin dejar de dedicarle una dulce mirada a Yuto.
No hagas lo que yo…cuando la persona por la que darías todo está en frente de ti, no dudes el decirle lo que sientes.
-¿Tú has estado enamorado de alguien Keito?-preguntó con curiosidad.
Keito volteó hacia afuera de nuevo mirando cómo las hojas de los árboles bailaban trayendo consigo la fría brisa de la noche y volvió la mirada hacia Yuto, se acercó a su rostro, juntó su frente con la de él y mirándolo fijamente a los ojos le dijo en voz baja:
-Haz lo que creas que tienes que hacer para luchar por tu amor antes de rendirte.
Luego se separó y caminó hacia el estanque y de espaldas continuó.
-Tenemos que ir al comedor en unos momentos más, no llegues tarde a la cena.
-Yuto se sintió aliviado por el apoyo y comprensión que Keito siempre le brindaba, aunque se sintió un poco confundido por la actitud de hoy de su amigo, se llenó de ánimos, se levantó y le grito un “gracias” antes de salir del cuarto.
Keito arrojó la vista al estanque, contempló por unos momentos como se reflejaba cada vez más la luz de la luna en éste, metió la mano dentro de una manga de su haori, sacó un trozo de papel doblado en un pequeño cuadrado, lo desdobló y sacó una hoja rojiza de árbol, la sostuvo frente a sus ojos y la contempló unos momentos mientras diversos recuerdos inundaban su mente.
Recordó aquella pequeña silueta que siempre le extendía la mano únicamente a él durante su niñez, el dueño de aquella silueta que siempre le deslumbraba con su dulce sonrisa y su inocente mirada, recordó entonces aquellas palabras también, esa ronca y aguda vocecilla aun retumbaba en sus oídos aunque el tiempo la hubiese convertido en una voz profunda:
-¡Keito-kun! ¡Keito-kun! ¡Lo he decidido! ¡Seremos samuráis!, justo como Takizawa-sensei, ¡nadie podrá vencernos y decirnos qué hacer! No podrán seguir diciendo esas cosas de nosotros...juntos…y entonces..¡Yo te protegeré!
-Aquél día de otoño...también acudiste a mí, tan terco como siempre ¿no es así?-dijo en voz baja para sí mismo mientras miraba la hoja esbozando una furtiva, dolorosa e irónica sonrisa.
Yuto caminó rápidamente hasta la habitación del emperador Yamada, se detuvo frente a la puerta, respiró hondo, acercó uno de sus brazos para deslizarla, cuando de repente, escuchó un sonido detrás de ésta, de hecho, eran unas voces, se preocupó al instante así que intentó abrirla sigilosamente, la deslizó un par de centímetros al mismo tiempo que se agachaba para evitar ser visto, se aceró un poco más y finalmente obtuvo visibilidad; En el futón aún estaba recostado Yamada, pero a su lado había un joven sentado, un joven al que nunca había visto, sin embargo el emperador ya no estaba dormido, más bien lo miraba fijamente.
-¿Por qué has regresado?-preguntó el emperador con tono firme.
-Perdóneme, pero yo… ya no podía estar más tiempo lejos de usted.-respondió el joven.
-¿Pero qué tonterías estás diciendo?-preguntó fingiendo molestia, aunque era claro el rubor en sus mejillas.
-Deseo protegerle a toda costa, y así lo haré aunque usted mismo se oponga, de hecho espero que cumpla las palabras que me acaba de profesar hace unos segundos.
-Pero qué… ¡ah!…-el semblante del emperador se quedó pensativo y luego se ruborizó de nuevo, miró hacia otro lado y habló.
-E-está bien...pero...sólo porque yo siempre cumplo mi palabra- dijo en voz baja y con un semblante de molestia.
-¿Se siente mejor?, el alcohol no es bueno para usted, nunca ha sido bueno bebiendo- dijo con una sonrisa.
-¿Y tú que sabes? ¿Ah?- reclamó el emperador.
-Lo conozco bien como para saber que desde que intentó tomarlo, jamás le gustó.
-¿Pero algún día tendré que hacerlo no? Así que déjame en paz.
En ese momento el joven samurái extendió su mano y la puso sobre la frente del emperador recorriendo sus cabellos humedecidos por el sudor.
-Parece que la fiebre ha bajado, eso me alegra- dijo mirándolo de nuevo con esa expectante y brillante mirada suya que embelesó al emperador.
-um… -Asintió tímidamente sin poder desviar su mirada de esos enormes y encantadores ojos.
Yuto no necesitó permanecer allí ni un minuto más, fue suficiente lo que presenció; el ver al emperador…con esa mirada…que nunca antes le había dedicado a nadie…le dolió, se incorporó y se alejó de la habitación hacia la penumbra ocultando la mirada entre sus cabellos.
El joven Yuri salió de su habitación y caminó fuera del palacio por la parte de atrás hacia el río que no estaba muy lejos, cuando llegó a la orilla, estaba ocultándose el sol, la luna turquesa y traviesa se asomaba entre las nubes grisáceas dejando entre ver su luz llamando a las estrellas, yuri que se quedó tal y como estaba; vistiendo únicamente su nagajuban, trajo consigo un haori que dejó abandonado en la orilla del río, con pasos lentos y seguros mirando el reflejo de la luna sobre el río, se adentró poco a poco en éste mojándose hasta las rodillas. Las frías aguas le helaban las piernas conforme se adentraba, podía sentir como las pequeñas piedrecillas del lago se resbalaban entre sus dedos enterrando sus pies en la fina arena que lo rodeaba, se inclinó y humedeció sus manos, brazos y rostro para luego sumergirse de un salto en las profundidades del lago, nadó un poco más profundo asustando a unos cuantos peces que le rozaban las piernas al nadar, su pálida silueta se difuminaba entre las sombras que parecían devorarlo dentro del lóbrego lago, duró debajo del agua unos minutos y luego salió de golpe jadeando, nadó hacia la orilla hasta que el agua le dio a la cintura, su nagajuban se pegó a su cuerpo como una segunda piel, volviéndose translúcido, dejando sus clavículas a la intemperie, abierto hasta el ombligo mostraba las huellas de sus pectorales, abdominales y pezones levemente marcados, estando de pie se apoyó sobre el borde del río con ambas manos para salir cuando de repente escuchó el sonido de unas ramas moverse; se quedó inmóvil con los ojos bien abiertos y los sentidos alerta apreciando cada sonido; desde la cigarra más cercana hasta el silbido del viento más lejano, mientras que por las puntas de sus cabellos azabache goteaban perlas cristalinas deslizándose por la nívea piel y labios sonrosados que permanecían entreabiertos del joven noble. Sin embargo el sonido del riachuelo era lo único audible en ese momento, el joven no le tomó mayor importancia, alcanzó su haori, salió del río y se lo puso cubriendo su nagajuban, manteniendo los ojos cerrados e inclinando su cuello un poco hacia atrás, entrelazó los dedos entre sus cabellos recorriendo éstos y descubriendo su frente, haciéndole que este gesto le hiciera verse mayor de lo que en realidad era. Caminó por el sendero de nuevo hacia el castillo dejando un rastro de húmedas pisadas detrás de él, después de despejar su mente con ese chapuzón, le apetecía al fin cenar un poco. Lo que el joven noble desconocía era que durante todo ese rato, había sido observado por una mirada furtiva y pícara que le observaba desde la alta penumbra.
Pronto llegó la hora de la cena, por orden real, todos debían acudir al comedor, los primeros en estar allí eran Yuto y Keito, en seguida llegó Chinen a tomar asiento, todos se preguntaban por qué el emperador era el único que faltaba, pues él mismo siempre hacía mucho hincapié en la puntualidad a la hora de la comida, pero pronto sus dudas se vieron aclaradas cuando todos vieron al emperador entrar al comedor, sin embargo no estaba solo, detrás suyo caminaba con paso cauteloso el samurái que ya todos habían visto pero que no todos tenían el placer de conocer, el emperador se incorporó a la mesa como si nada y le ordenó al samurái que se sentara a su lado y luego habló.
-Tengo un anunció que darles.- Pronunció sin darle importancia a las miradas clavadas de todos en él y en el joven samurái.-Desde ahora este samurái vivirá en el palacio, estará a mi lado a partir de ahora así que espero que se le trate con respeto, compañerismo y se lleven bien todos con él.
-¿Debemos arriesgar nuestras vidas también por ese extraño?, ¿Cómo podemos confiar en un recién llegado?-Interrumpió repentinamente la voz del soldado Yuto mirando desafiante a Yuma.
-No es un extraño…él…es…-dijo al instante el emperador Yamada sorprendiendo un poco a los presentes debido a su pronta respuesta.
Yuma miró al emperador Yamada quién miraba el centro de la mesa como si quisiera decir algo pero al mismo tiempo estuviera conteniéndose de hacerlo, entonces intervino:
-Si Yamada-Dono me lo permite…me gustaría decir unas palabras…yo he sido alguien muy allegado al emperador desde su infancia, por eso estoy dispuesto a protegerlo con mi vida sin duda alguna, a diferencia de ustedes que son nuevos residentes en este palacio según tengo entendido, yo he permanecido a su lado durante largo tiempo, por lo tanto su alteza y yo compartimos una lealtad y confianza mutua que es difícil de romper y por lo tanto no creo que haya alguna oposición justificable por parte de nadie.-Terminó devolviéndole con la misma intensidad la mirada a Yuto quien apretaba los puños por debajo de la mesa.
Los presentes empezaron a sentir el ambiente cada vez más pesado.
-¿Con que un largo tiempo?, pues yo personalmente no te he visto por los alrededores durante el tiempo que he vivido aquí, es más, ni siquiera he escuchado antes tu nombre de los labios de su alteza, si eres tan importante como dices... ¿Dónde has estado todos estos años de tiranía por parte de tu señor?
Estas últimas palabras tocaron una ligera cuerda dentro de Yamada y Yuma que se quedaron estáticos al escuchar aquel comentario, en ese momento Keito y Chinen se dieron cuenta del cambio en los semblantes de ambos y reaccionaron;
-Cállate Yuto, has dicho demasiado- pronunció Chinen.
Al escuchar las voz de su señor, Yuto volteó a ver el rostro apenado y dolido de Yamada, se suponía que no se debía tocar el tema del reinado que antes experimentaban esas tierras, pero lo había olvidado, y ahora también había herido a Yamada haciéndole recordar sus terribles errores.
-Continuemos con la cena por favor.-Terminó chinen sonriéndoles a todos.
El tiempo parecía transcurrir lenta y pausadamente, durante largos intervalos nadie decía una palabra, sólo se concentraban en consumir sus alimentos y durante otros tantos minutos, el soldado Keito rompía el hielo sacándole plática al nuevo samurái preguntándole acerca del tipo de entrenamiento que llevaba, bajo qué superior había sido entrenado y en qué lugar, etc. Una plática no muy interesante pero si casual entre un par de soldados que compartían anécdotas amenamente.
-Bien, está decidido entonces, Nakayama-kun ¿Qué te parece un enfrentamiento de prueba? Por mi parte me siento muy ansioso de pelear contigo, la verdad es algo aburrido practicar todo el tiempo con Yuto, ya conocemos todos nuestros movimientos.- preguntó el soldado Keito con cierto brillo en los ojos y entusiasmo.
-Me sentiría honrado de que me tomara como su oponente, para mí es un placer, la verdad estoy algo oxidado, necesito mejorar mis habilidades así que creo que ambos podríamos aprender del otro.- Le respondió el samurái.
-Pues disculpa si soy TAN aburrido para ti, Keito-Yuto se levantó de su lugar de repente lanzándole una gélida mirada al mencionado para luego comenzar a retirarse.
-¿Eh? ¡Ah! ¡Espera! ¡Yuto! ¡No lo dije con esa intención! Yo no…no quería- dijo levantándose de golpe intentado alcanzar con su brazo a su compañero que se alejaba del comedor.
-Déjalo Keito, parece que hoy Yuto no se encuentra de buen humor, no es necesario que lo traigas de regreso.- Ordenó chinen mirando indiferente su plato a medio terminar.
-Pero…-Keito miró confundido a chinen unos segundos y volvió resignado la vista hacia la silueta de su compañero que se alejaba.
-Keito, muéstrale por favor su nueva habitación a Nakayama-san.
-Entendido, Chinen-sama.
Keito y Yuma se pusieron de pie, hicieron una reverencia y se retiraron, antes de dar media vuelta, Yuma miró algo inquieto a Yamada quién permanecía mirando su plato a medio terminar con un semblante indiferente.
-Yama-chan- lo llamó tiernamente una vez que se fueron todos y los dejaron solos.
-¿Eh? Ah… Chinen, ¿Qué sucede?- Preguntó saliendo del trance de pensamientos que lo tenían preso.
-¿Qué te parece si tomamos un baño?- propuso sonriéndole despreocupadamente.
-¿Eh? , es decir… ¿juntos? o.o
-¡Sí! Anda, tomemos un baño, no aceptaré un “no” por respuesta ¿de acuerdo?, te veo allá, yo iré antes a avisarle a los sirvientes que nos lleven las cosas, adelántate.
-Pero…hoy no tengo ganas de bañarme chií...- respondió con desgano.
-¡Ah no! Eso no, te dije que no aceptaría una negativa de tu parte, yo iré allá y… ¡Si me dejas plantado no te lo perdonare!- terminó corriendo y saliendo del comedor mientras le gritaba esto último.
Yamada soltó un gran suspiro de resignación, se levantó de comedor y caminó en dirección a las aguas termales del palacio arrastrando los pies.
Chinen siguió corriendo por los pasillos hasta que encontró una silueta familiar, justo a quien buscaba, esbozó una sonrisa victoriosa que al instante ocultó, corrió mas fuerte hacia ésta y cuando vio que se detenía, frenó sus propios pasos respirando agitado.
-Tengo…algo… que decirte...-pronunció a esa misteriosa persona.