Título: Marcas en la espalda.
Fandom: Beauxbatons RPG
Personajes: Tiana Brennan
Rating: PG13
Advertencias: Drogas. Pequeño esbozo de maltrato. Psicosis.
N/A: Sé que vais a tener instintos asesinos hacia Brice. Pero pensad siempre que está bajo los efectos de ciertas sustancias. Además, tengo que decir que me ha costado la vida escribir esto.
Palabras: 1204
Estiró de la mano del chico y le dio una calada a su peta, riendo a carcajadas mientras notaba una mano colándose bajo su ropa. Rodeó el cuello de él y lo besó profundamente. No le importaba estar en medio de un parque a las dos de la madrugada, solos. Ni le importaba el olor tan horrible que desprendía el humo del peta. Sólo le importaba él.
-Brice…-susurró divertida, cuando él se separó de ella para dar otra calada.
La boca del chico chocó contra su cuello, y ella estiró la cabeza hacia atrás para dejarle más accesibilidad. En aquella situación, su vista se perdía en el cielo. Las estrellas parecían bailarle sobre la cabeza. No pudo evitar volver a reírse mientras una de sus manos se metía en el bolsillo trasero del pantalón del chico.
-Tienes ganas de jugar, ¿eh, Tiana?
La voz del chico sonaba grave en su oído. O a lo mejor sólo era sensación suya. Pero estaba segura de que la mano de Brice tanteando su vientre hacia su sujetador era real. Y, extrañamente, le hacía sentirse demasiado bien teniendo en cuenta dónde estaban y el peligro que tenía hacer aquello allí en medio.
-Sabes que siempre las tengo.
Él se separó levemente de ella y dió otra calada. Tiana aprovechó el momento para robarle un beso justo cuando el peta abandonaba la boca del chico. El beso fue bien recibido, todavía con el sabor de la hierba en la boca del chico. ¿Quién le iba a decir a ella que iba a terminar de aquella forma?
Llevaba con Brice más de medio año. Lo había conocido al principio de su largo viaje a solas. Porque había decidido tomarse un año para conocer cada rincón de Francia, y cuando lo conociera se iría a Reino Unido. Sus dos países. Y los recorrería al método muggle, porque viajar por los métodos mágicos era más aburrido.
Brice era muggle, de hecho.
Él no sabía nada sobre ella y la magia. Tiana solía tener su varita metida al fondo de su mochila, su único equipaje. Era grande, tenía un saco de dormir enganchado y estaba encantada para que entraran el doble de cosas de las que entraban en una mochila normal. Brice siempre le preguntaba cómo era capaz de guardar la cantidad de accesorios, recuerdos y ropa que le veía guardar. Ella le decía que era cuestión de organización.
Se habían conocido en Lyon. Brice ni siquiera era de allí, estaba haciendo algo parecido a ella. Al principio sólo eran amigos que se llevaban bien. Brice fumaba, fumaba bastante a menudo, y todo lo que pudiera fumarse. Tiana no solía fumar, aunque había tenido alguna noche en la que sí que lo había acompañado en todo. Dependía de cómo le pillara el día. Aquel día, en concreto, sólo lo había seguido en algún que otro peta.
Pero desde el primero había notado lo fuertes que estaban.
-¿Estás seguro de que es bueno?-preguntó, al darle otra calada.
-No seas pesada, disfruta el momento.
Brice la hizo callar con otro beso, algo más encendido que los anteriores. Por el camino que iba, terminarían haciendo cualquier cosa detrás de unos arbustos. Pero a Tiana a aquellas alturas le daba todo igual.
Se dejó arrastrar por el chico hasta caer sobre la hierba. Brice terminó el peta con un par de caladas y lo apagó, antes de besarla y empezar a subir su camiseta, con claras intenciones de sacarla por su cabeza. Tiana, siguiéndole el juego, rompió el beso y dejó que él le sacara la camiseta, que quedó tendida en el césped a su lado. Esbozó una sonrisa mientras miraba a los ojos rojos del chico.
Pero algo en ellos le asustó.
-¿Brice…?
De repente, sin que ella lo esperara, Brice endureció su expresión y su mano prácticamente voló para estamparse con su mejilla. Tiana se quedó tan quita que pensó que se podría morir antes de volver a moverse. Los ojos se le aguaron al instante, haciendo la silueta de Brice borrosa a su vista. Él se levantó, tirando de ella con violencia. Una vez ella estuvo también de pie, la empujó, haciéndola chocar contra un árbol.
-Eres una zorra.
Tiana se abrazó a si misma, sin poder creer lo que estaba pasando. ¿Por qué estaba así de repente? ¡Nunca se había comportado de aquella manera! Era como si…como si fuera otro. Violento. Con una mirada que se alejaba mucho del chico que a ella le gustaba. Trató de escabullirse, agachándose para recoger su camiseta. No contaba con el empujón de Brice, que la hizo caer al suelo.
-Brice, por favor…-sollozó, cogiendo su camiseta.-Por favor, soy yo, Tiana…
Él parecía no escucharla. Gateó sobre el césped para alejarse del chico, y cuando él volvió a acercarse Tiana le dio una patada con todas las fuerzas que le fueron posibles en aquel momento. Aprovechó que Brice paraba para frotar el lugar donde ella le había golpeado y sacó la varita.
Apenas unos segundos después, Brice yacía sobre el césped. Y Tiana no podía parar de llorar. Temblaba tan fuerte que prácticamente eran convulsiones lo que tenía. Todavía le dolía la mejilla, y estaba segura de que la tendría roja. El final de la espalda le escocía, seguramente gracias a un rasguño producido por el golpe contra el árbol. Trataba de abrazarse a si misma, sin ponerse todavía la camiseta. Tanteó el bolsillo de su pantalón y sacó el móvil.
-Parque Granvelle. Brice Giroux. Está inconsciente.
Ni siquiera dejó que la chica que le había atendido le hiciera preguntas. Colgó, deseando que fueran datos suficientes para que alguna ambulancia se lo llevara de allí y que la chica la hubiera entendido entre sus sollozos.
Y salió corriendo.
Un par de días más tarde se acercó al hospital al que había llamado para que se hicieran cargo de Brice. No quiso subir a la habitación del chico, a pesar de que le dijeron el número en cuanto ella dijo que era su hermana. Sólo preguntó qué le había pasado. Según los médicos, por las cosas que él les había contado, había sido un brote psicótico.
Un brote psicótico causado por lo que él estaba fumando aquella noche. Por lo que ellos estuvieron fumando aquella noche.
Cerró los ojos, tratando de controlar las lágrimas. Podría haberle pasado a ella. Podría haber sido peor. Notó la mano de la enfermera acariciarle suavemente su propia mano, apoyada en su brazo en un intento de abrazo a si misma.
En aquel preciso instante decidió que no volvería a fumar, y que tampoco seguiría con aquel viaje que había conseguido hacerla sentir así.
Apenas una semana después, se encontraba en casa. Aquel año empezaría una carrera. Se olvidaría de que Brice había existido, volvería a sentirse bien, tal vez encontraría a alguien. Retomaría el contacto con su mejor amiga, Denisse. Puede que a ella le contara lo que había pasado, puede que no. No se sentía orgullosa de nada.
Simplemente quería pensar que aquello no había pasado nunca, y quitarse aquella sensación de vacío y miedo en su estómago. Pero, sobretodo, quería olvidar las marcas que en aquel momento cubrían su espalda, como recordatorio de lo que había provocado su noche de rebeldía.