2. Cierra los ojos. [original, sentidos] [tabla imágenes, fandom_insano] [2/15]

Jan 27, 2009 13:44

Título: Cierra los ojos.
Fandom: Sentidos. [Original]
Personajes: Varios
Rating: PG
N/A: Cuentan para el dekasem 2367 palabras del total.
Palabras: 2445
Tabla | Propmt: #002.


Sabía perfectamente que era casi la una del mediodía, pero se negaba a levantarse de la cama. Le dolía la cabeza, y las imágenes de la desastrosa tarde de el día anterior pasaban como diapositivas una detrás de otra, torturándola. Se giró y se puso boca abajo, tapándose la cabeza con la almohada. Pataleó con fuerza y gritó, pero su grito fue ahogado por el cojín. Entonces sonó el teléfono y se vio obligada a sacara la cabeza.

-¿Si?-gruñó. No le apetecía hablar con nadie.
-¡Elisita!-exclamó al otro lado de la línea la voz permanentemente alegre de Paula.-Dime que no te he despertado.
-No, Pau, no me has despertado.-negó Elisa.
-Eli, cariño, lo siento por lo de ayer, os dejé tirados a Marcos y a ti, pero es que Felipe me llamó en el último momento y no podía negarme, de verdad. Ya me conoces, soy débil.

Segunda vez que escuchaba aquello como excusa. Soy débil. ¿Acaso ella no podía serlo? Porque estaba demostrado que la fuerte estaba obligada a ser ella, si no sólo había que poner como ejemplo la tarde de ayer. Sólo un desliz, un pequeño momento de debilidad, y había terminado desnuda sobre su mejor amigo, el chico del que llevaba enamorada más de tres años.

-Y cuéntame, ¿qué hicisteis al final?-preguntó Paula.

Elisa se quedó callada. ¿Qué hacía? Le decía la verdad a su mejor amiga, la chica de la cual estaba celosa por una tontería tan grande como que Marcos estaba enamorado de ella, o bien se callaba, se guardaba toda la rabia y hacía ver que no pasaba nada, manteniéndola en la ignorancia. Difícil decisión.

-Vimos la peli. Bueno, él la vio, yo me quedé dormida, y después cené allí.-mintió, masajeándose la sien para tratar de aliviar el dolor de cabeza.
-No se ni para qué pregunto, Eli, siempre haces igual.-repuso Paula.-Pobre Marcos.

¿Pobre Marcos?, pensó, ¡y una mierda! Elisa quiso gritarle por ser tan ingenua, porque no conocía a su amigo de la misma manera en que lo conocía ella ahora, pero se calló, se comió sus palabras y contestó.

-Si, pero es que ya me conoces, si no puedo comentar la película me aburro mucho.-escuchó las risas al otro lado, pero no sonrió siquiera.-En fin, Pau, tengo que colgar. Me llaman a comer.
-Adiós Elisita.-se despidió Paula, con voz cantarina.
-Adiós Paula.-contestó ella antes de colgar de nuevo el teléfono.

Ahora encima mintiendo a su amiga. ¿Qué le quedaba por hacer? Morirse. Porque básicamente eso era lo que quería hacer. O como mínimo desaparecer por un tiempo del planeta. Total, ¿quién iba a notarlo?

Llamaron a la puerta de su habitación con un par de golpes suaves y, antes de que ella pudiera negarle la entrada a quien quiera que fuese que se atrevía a molestarla e interrumpirle mientras planeaba una manera de convencer a sus padres de que se mudaran a otro país, la puerta se abrió.

-Hija, tienes visita.-dijo su madre, asomando la cabeza.
-No tengo ganas de ver a nadie.-gruñó ella.
-Cariño, es Lucía.-insistió la mujer.
-Está bien, está bien, dile que pase.-cedió Elisa, levantándose de la cama.

Aunque iba en pijama y su pelo parecía haber sido metido en una batidora y vuelto a colocar sobre su cabeza, no le importó. Lucía la había visto de esa guisa muchas veces, no sería un gran susto para ella verla de nuevo así. A pesar de eso cuando Lucía entró sintió cierta vergüenza y se peinó como pudo con sus propias manos mientras saludaba con un gesto con la cabeza.

-Hola Eli.-contestó Lucía a su gesto.-Supongo que te sorprenderá verme aquí. Es que creí que debía venir a verte, algo me decía que ibas a necesitarme, ya sabes, intuición.-explicó la chica, antes de que Elisa pudiera preguntar nada.
-Yo te agradezco que vinieras, pero no entiendo por qué debiera necesitarte.

Elisa se encogió de hombros y la miró, confusa. Lucía sonrió y movió su silla hasta colocarse al lado de la cama, donde Elisa se encontraba sentada.

-No hace falta que actúes conmigo. Llevo quince años conviviendo con mi hermano, y lo conozco muy bien. Sé el daño que puede llegar a hacer sin pretenderlo. A parte, ayer no me escuchasteis, pero a mitad de tarde llegué a casa y os vi.

En ese mismo instante Elisa quiso ser transparente para que Lucía no viera lo roja que se había puesto. Las mejillas le ardían, al igual que las orejas, y lo que es la cara en general. Parecía un tomate, o al menos algo muy parecido.

-Tranquila, no os pillé demasiado avanzados en el tema, apenas te estaba quitando la camiseta.-bromeó Lucía, provocando mayor vergüenza en Elisa.-Y me fui en cuanto me di cuenta de que no era el mejor momento para estar en casa. No vi nada más, lo juro.
-No me lo puedo creer, encima alguien más lo sabe. Definitivamente ya me puedo morir.-murmuró Elisa, apoyando sus codos sobre sus piernas y apoyando la cara en sus manos, consiguiendo que el pelo le cayera hacia delante.

Lucía aguantó la sonrisa que amenazaba por salir y se acercó un poco más, consiguiendo la movilidad suficiente para pasar un brazo sobre la espalda de Elisa, medio abrazándola para tratar de consolarla.

-Eli, de verdad que no es para tanto. Lo que pasa es que eres una exagerada. Mira el lado positivo…
-Ah, ¿Que tiene lado positivo?-preguntó la chica con sarcasmo.
-Por supuesto, todo lo tiene. El lado positivo de esto es que os pillé yo, y no mis padres.

Elisa esbozó una sonrisa y levantó la cabeza para mirar a Lucía, que le devolvió el gesto. Se acercó un poco más a la hermana de Marcos y la abrazó, suspirando.

-Gracias por venir.-murmuró.
-De nada. Siempre habéis sido como dos hermanas mayores para mi, tanto Paula como tú, desde que cuando era pequeña empecé a veros cada vez más a menudo en casa gracias a vuestra amistad con Marcos. Ya era hora de que pudiera devolveros los favores que me habéis hecho.
-¿Favores? Si nunca hemos hecho nada…
-Conseguisteis que Marcos volviera a sonreír cuando tuve el accidente, me cubristeis miles de veces con mis padres, y lo más importante: me quitasteis a mi hermano de encima tantas tardes que perdí la cuenta.-dijo Lucía, y Elisa rió.- ¿Ves? Vamos progresando, ya no estás diciendo cosas sobre morir, ahora te ríes y todo.
-Pero Lu, no es tan fácil. Marcos y yo hemos cometido un error gigante, no puedo contárselo a Paula o él se moriría, pero eso implica mentirle a mi amiga. Encima he perdido a mi mejor amigo para siempre, todo por un polvo. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?
-Dejar que todo se calme.-repuso Lucía.
-Eso es muy fácil de decir, pero muy complicado de hacer. ¿Cómo voy a volver a mirar a la cara a tu hermano? ¿Y a Paula, eh? ¿Cómo voy a actuar como si nada pasara después de esto?
-Con paciencia y con fuerza. No te estoy diciendo que actúes como si nada hubiera pasado, pues entiendo que eso sería muy difícil para ti, pero aguanta. Deja pasar el tiempo, trata de olvidarlo todo.
-¿Y olvidar también que estoy enamorada de tu hermano? Nunca funciona. Lo llevo intentando años, y nunca funciona.
-Entonces sólo puedes hacer una cosa. Aléjate de él.

La respuesta de Lucía le golpeó como si fuera un coche impactando directamente contra su estómago. Alejarse de Marcos. Dejar de hablarle tal vez. Sería tan doloroso como pincharle una aguja en el corazón. Pero Lucía tenía razón, esa era la manera de olvidarle, romper el contacto. Evita la ocasión y evitarás el peligro.

-Está bien. Eso haré. Pero Paula no puede saber la razón, les haría daño a los dos.
-Tranquila, yo se lo diré.
-Gracias, Lu, de verdad. Necesitaba que alguien imparcial me dijera esto, necesitaba escucharlo para convencerme.
-No hay de que.

En aquel momento ambas escucharon a la madre de Elisa llamarlas a comer. Porque si, antes de que entrara Lucía ya había sido invitada por la mujer a comer allí, y ella había aceptado, a sabiendas de que Elisa iba a necesitar una tarde de no hacer absolutamente nada más que estar en silencio, empachándose junto a Lucía de las chucherías y el helado que la chica le había llevado. Porque por mucho que tuviera diecisiete años en el fondo era una niña, y aquella situación le venía grande.

Paula estaba en su casa. Felipe estaba a su lado, y la abrazaba mientras besaba su cuello. A pesar de esos besos, Paula no hacía nada. Era como si de repente hubiera entrado en una especie de trance, y los besos de Felipe ya no la motivaban.

-¿Te pasa algo?-preguntó el chico, confuso, apartándose de Paula y mirándola.

Paula negó con la cabeza y lo besó. A lo mejor todo era cuestión de olvidarse de lo que había visto. A lo mejor solo había sido una imaginación suya y no estaban haciendo lo que ella creía haber visto, y solo estaban hablando. Además no tenía pruebas y su amiga le había dicho que no había pasado nada especial. Sintió la mano de Felipe enredarse entre su pelo, negro como el carbón, y atraerla más hacia él. Realmente no conseguía ponerse en situación, como si su chico no estuviera allí, no estuvieran solos, no pasara absolutamente nada entre ellos.

-Paula.-insistió él, separándose al ver que la chica no reaccionaba como solía.- ¿Qué te pasa? Y no digas que nada, porque si no te pasara nada no estarías así, estarías como ayer.
-Lo siento, es que…no puedo.-murmuró Paula, alejándose un poco de él.-Tengo demasiadas cosas en la cabeza, no puedo ahora mismo.
-¿Demasiadas cosas en la cabeza?-repitió el chico, alzando una ceja.- ¿Qué puede haber pasado en un día para que tengas demasiadas cosas en la cabeza hoy y ayer no?
-Pues muchas cosas.-cortó Paula, molesta por el poco tacto que mostraba su novio.-Y si te interesa más saber cuál es la razón por la que no podemos liarnos en vez de saber cuál es la razón por la que tú novia está mal, deberías largarte, ¿sabes?
-Yo no he dicho eso.
-No, pero por tu manera de hablar queda suficientemente claro.

Se levantó de su cama, que era donde ambos estaban, se acercó a la puerta de su habitación y la abrió completamente, dando a entender perfectamente que quería quedarse sola. Felipe bufó, cogió su chaqueta de la silla del escritorio de Paula y salió de allí dando grandes y fuertes zancadas, notablemente molesto. En cuanto escuchó el portazo de la puerta de la casa Paula suspiró y se tumbó en su cama.

Otra pelea más para añadir a su lista, genial. Y eso por no hablar de lo que ya llevaba encima. Por mucho que intentara convencerse a si misma, sabía muy bien lo que había visto. Había visto a sus dos mejores amigos, Elisa y Marcos, besándose.

Empezó a recordar cada momento de la tarde anterior. Había ido a casa de su novio, y lo habían pasado bien. Luego, en vez de quedarse un rato más, había decidido ir a ver a Marcos. Encima de que los había dejado tirados en el último momento por lo menos una explicación más decente que la que le había dado por teléfono, pasar un rato con él viendo la tele o dando una vuelta, no sabía exactamente qué, pero por lo menos dar señales de vida. Luego, llamaría a Elisa y estarían también un rato hablando por teléfono, contándose tonterías, hasta que se dieran cuenta de que llevaban ocupando el teléfono de su casa más de hora y media.

Pero no había salido exactamente como ella lo había planeado.

Cuando estaba llegando al portal de Marcos había visto que él estaba allí parado, hablando con Elisa. Bueno, más bien parecían discutiendo. Se había sentido un poco culpable cuando se había escondido en un portal de la esquina de su calle, asomándose con todo el cuidado del mundo para que no la vieran, y los había espiado. No conseguía captar de qué iba su conversación, aunque si que había pillado palabras sueltas. La habían mencionado a ella, habían hablado sobre algo que había pasado esa tarde, también sobre Marcos y sobre que estaba confundido. Elisa parecía bastante enfadada con él.

Recordaba perfectamente haber estado a punto de acercarse, porque Elisa le había cruzado la cara a Marcos y ella había sentido ganas de preguntar por qué, si sabía perfectamente que era su mejor amigo desde antes de que ella llegara al grupo. Pero entonces había pasado algo que la había dejado de piedra. Marcos había intentado decir algo, pero Elisa lo había atraído hacia ella y lo había besado. Y todavía podía decir más, Marcos había correspondido al beso, la había abrazado.

Llegados a ese punto había decidido marcharse.

Así que allí estaba, comiéndose la cabeza. No era que Marcos le gustase, porque tenía clarísimo que lo que sentía no se parecía en nada a los celos. Era más esa sensación de sentirse engañada. Como cuando te enteras la última de algo que lleva pasando desde hace meses, y tienes que actuar como si no lo supieras porque no te has enterado de una manera “legal”, por decirlo así.

Miró el teléfono, que descansaba sobre su mesita de noche. A lo mejor lo que debía de hacer era llamar a Marcos. Con Elisa ya había hablado esa misma mañana, y estaba claro que no le iba a decir nada. Tal vez a Marcos se le ablandara el corazón y decidiera contarle algo tan importante a su mejor amiga, ¿no?

Lo cogió y marcó de memoria el número. Después de un par de tonos Ana Isabel, la madre de su amigo, lo cogió.

-¿Dígame?
-Hola, Anais.-dijo la chica, con una confianza que se había ganado a base de prácticamente vivir en casa de su amigo con Elisa y él.
-Oh, vaya, hola Paula. Si estás buscando a Marcos siento decirte que se ha ido hace un ratito.-contestó la mujer, con su tono amable de siempre.
-Pues la verdad es que sí que le estaba buscando a él. Por causalidad no sabrás a dónde ha ido, ¿no?-insistió un poco más.
-Me parece que dijo algo de ir a casa de Elisa. Aunque puede que no fuera eso y me haya confundido, no se, como Lucía también dijo que iría para allá…
-Bueno, gracias de todas maneras. Adiós.

Colgó. Así que a casa de Elisa. Perfecto, así podría hablar con los dos de una sola vez. Se levantó de la cama, cogió el móvil y la chaqueta y se marchó, dispuesta a hablar con sus amigos.

comunidad: fandom_insano, [dekasem, longitud: capítulo, personaje: varios, -original, fandom: sentidos

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