Ya van 10 ^^

Jan 11, 2008 00:20


Viernes. Primer día del fin de semana, y para que podáis empezarlo con Rikkai si queréis, tres drabbles. Los dos primeros cortitos no estoy nada contenta con ellos y el tercero sobre la corte de Lord Rikkai.

Fandom: Prince of Tennis
Grupo: Rikkai
Advertencias: NC-13 (y si hay alguien más joven leyendo esto me consideraré una mala influencia)
Tema: #Ley 8; #Ley 9; #Ley 10.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.

Dos monólogos no hacen un diálogo.

Era un día tranquilo en las pistas de tenis de Rikkai. Yukimura estaba terminando de correr sus vueltas sin prisa. Tenía la costumbre de empezar más tarde y correr más para así ver a los chicos de su equipo empezando a moverse. Corregir los errores básicos le resultaba así mucho más sencillo.
Tenía que obligar quitarle el vicio a Marui de pararse a pensar cada vez que le enviaban un golpe para el revés. No era algo perceptible a ojos de la mayoría, pero Yukimura lo veía. Y si él lo veía, tenía que solucionarlo. Sus ojos vagaron hasta que se encontraron con Yagyuu, que jugaba contra Jackal en la pista 2. Tenía que decirle a Renji que crease un programa específico para que Yagyuu mejorase la flexibilidad. Siempre iba demasiado tieso, y eso, aunque tratase de corregirlo, se veía en su juego.
A Sanada tenía que recomendarle que probase otro grip para hacer desaparecer esa pequeño afloje de la empuñadura cada vez que usaba uno de sus golpes especiales. Frunció el ceño y lo observó un poco más detenidamente. Por lo visto seguía molesto por la conversación que habían tenido el día anterior. Estuvo tentado de sentirse mal por el pobre Renji, que no había hecho nada para merecer los golpes furiosos de Sanada.
-Niou.- llamó Yukimura en cuanto terminó de estirar. El chico de pelo blanco alzó una ceja interrogativamente mientras se acercaba a él.- Vamos a jugar a dobles. Akaya.- en segundos, el pequeño del equipo estuvo frente a su adorado buchou.- Juegas a dobles conmigo.- caminó seguido de los otros dos hasta la pista en la que Sanada descargaba su frustración.- Renji, ve a jugar con Marui. Geniichiro, juegas con Niou a dobles. Saca Akaya.
Yukimura tenía claro que iba a terminar convenciéndolo. Antes o después. Si la única forma para que fuese rápido consistía en derrotarlo al tenis, daba igual.
Niou observaba el partido desde la red, cubriendo inútilmente a Akaya. El partido era entre su fukubuchou y el buchou. Descartó la idea de echarse a un lado de la pista y disfrutar del espectáculo. Yukimura lo mataría si hacía algo así. Y no tenía ganas de morir asesinado por alguien que sonreía. Restaría puntos a su leyenda.
La intensidad de los golpes de ambos fue aumentando. Cuando el partido terminó 6-3 a favor de la pareja Yukimura-Kirihara, Niou suspiró y fue directo a las duchas. Tanto Sanada como el capitán deberían saber que dos monólogos no hacen un diálogo. Lo había sentido en el partido. Cada uno de ellos defendía su posición. Y golpeaba más y más fuerte, y el que perdía no se rendía. Insistía e insistía. No se escuchaban. No se entendían y habían convertido el partido en un asalto de una guerra más que en algo interesante.
Cuando Sanada rechazó la toalla que Yukimura le ofrecía y lo siguió, Niou supo que tenía toda la razón del mundo. Esos dos habían discutido.
Intervenir entre ellos también estropearía su leyenda. Con obligar a Yanagi a que se diese cuenta de algo ya estaba solucionado el asunto.
-Oi, Sanada, ¿te tiembla la mano por nuestra victoria? Nunca alcanzarás a Buchou.- se apartó del alcance del brazo de Sanada. Ese comentario era una llamada a un ‘¡Tarundoru!’ como una catedral. Incluyendo el bofetón. Que no les tuviese miedo no significaba que no le importase que le golpeasen. Nunca le había gustado.
De reojo vio a Yanagi mirando hacia ellos. Y los ojos de Yukimura seguían clavados en la espalda de Sanada.
A pesar de todo, no había nadie tan tozudo como el fukubuchou del Rikkai. Sanada continuó su camino sin prestarle atención a nadie más.
Niou escuchó a Yukimura suspirar pesadamente. Se encogió de hombros. Su trabajo estaba hecho. Que el Maestro se encargase de volver al Emperador a sus cabales.

Hasta el agua sabe mal cuando se toma por prescripción médica.

Marui odiaba estar enfermo. Cada vez que se ponía malo su madre le quitaba los dulces. Cada vez que se ponía malo ni siquiera quería los dulces. Era horrible.
Y, encima, todos esos medicamentos que no eran más que drogas modernas y que no servirían para nada.
A pesar de todo, esa mañana, cuando se despertó, le dolía la cabeza y tenía fiebre. Sanada no lo iba a considerar un motivo válido para dejarle saltarse el entrenamiento de la mañana así que se vistió y salió de su casa como cualquier otro día. A medio camino, se reunió, como siempre, con Jackal.
-¿Te encuentras bien? Tienes mala cara.
-Hola. Buenos días para ti también.- respondió con sarcasmo. Aunque cierta parte de sí mismo valoraba que se preocupase por él... ¿a quién se le ocurre saludarlo diciéndole que tiene mala cara?
-¿Estás enfermo? Si estás enfermo deberías volver a casa y...
-¡No estoy enfermo! He tenido una pesadilla.- mintió descaradamente, pero le dolía la cabeza lo suficiente como para emplear cualquier arma a su alcance para callar a Jackal.
-Buenos días, Jackal. Buenos días Marui-kun.- la voz de Yagyuu los sorprendió a su espalda. Marui se limitó a replicar un “’...ías” que fue ahogado por el saludo alegre de su compañero de dobles.- No tienes buen aspecto, Marui-kun.
‘Otro’ pensó el pelirrojo con fastidio. La figura de Akaya, al fondo, nunca le pareció tan oportuna. Pero todo su gozo desapareció al ver tras él a Renji. Tenía que esconderse de él porque sabría que estaba enfermo y lo obligaría a tomar los medicamentos esos que sabían a rayos. Echó a caminar hacia los vestuarios antes de que los otros dos llegasen. Frente a la puerta, mientras se aseguraba de que se habían entretenido, dejó caer la máscara y se llevó las manos a las sienes, masajeándolas en un intento para aliviar el dolor de cabeza.
-Si te encuentras mal deberías irte a casa.- susurró Niou en su oído. Marui maldijo entre dientes.- Eres imbécil. Tienes una excusa perfecta para saltarte las clases y no la estás aprovechando.
-¡No estoy enfermo!- gritó antes de salir corriendo.
Se saltó las prácticas de la mañana. En el descanso, un rato después, se encontraba tan mal que ya no era capaz de distinguir y comprender los kanjis de sus propios libros. No se dio cuenta de que el aula se había vaciado. Lo siguiente que supo, fue que dos pares de piernas estaban frente a él.
Un vaso de plástico blanco apareció justo frente a su nariz.
-Tómate las medicinas y vete a casa. No quiero que estés aquí y contagies a los demás.
Estuvo a punto de enviar a Sanada a la mierda. Muy a punto. El insulto bailaba en la punta de su lengua. Hasta que levantó la vista y fue capaz de ver el rostro de Yukimura con pseudo-nitidez. Tenía su expresión seria pero en el fondo de sus ojos brillaba la comprensión.
-Hasta el agua sabe mal cuando se toma por prescripción médica. Lo sé. Pero tienes que tomarte eso.
De pronto, Marui se permitió sentir todo lo cansado que estaba. Le dolía horrores la cabeza, sentía el cuerpo pesado y que alguien le tocase lo rompería. Mirando a Yukimura-buchou a los ojos no podía quejarse. No. No después de todo lo que él había luchado. Estaba siendo infantil. Bebió el líquido de un trago y empezó a recoger sus cosas.
-Geniichiro, acompáñalo hasta que vengan a recogerlo.Sanada le quitó los libros de las manos y lo ayudó a ponerse en pie con una delicadeza que sólo empleaba con las cosas de Yukimura. Salieron del aula con la mirada enternecida del capitán clavada en sus espaldas.

La mayoría de las personas se merecen la una a la otra.

Lord Niou fue el primero en abandonar la sala de Lord Rikkai. Sentía que si fuese posible, su pulso estaría temblando de la emoción. Un Fuji. Merecía la pena el viaje hacia el norte si era cierto que se iba a encontrar con uno. Eran una leyenda.
-Niou.- detuvo sus pasos y esperó a que Lord Yagyuu estuviese a su altura. Intercambió una mirada con él y sin necesidad de palabras pusieron rumbo a los aposentos del asesino en el palacio.
A Niou nunca dejaría de fascinarle el contraste entre ellos. Sus propios pasos eran silenciosos, no provocaba ningún ruido mientras caminaba. Yagyuu, por otra parte, iba siempre precedido por el tintineo de la espada en su cintura. Y, quizá lo mejor, era que siempre tenían el mismo ritmo, las zancadas eran igual en uno y en otro. Opuestos en apariencia e iguales en realidad.
Al abrir las puertas le dejó pasar primero a él.
-Quizás estás demasiado emocionado con las posibilidades, Niou.- fue el primer comentario del hombre de gafas una vez las puertas estuvieron cerradas.
-Las perspectivas son magníficas.- replicó tirándose sobre la cama y colocándose en una postura que no sólo rompía todo protocolo entre nobles sino que, además,  rozaba la vulgaridad. Aunque Lord Yagyuu podría explicarle todo eso, sabía que lo hacía por molestarlo, así que ignoró las formas y sus ojos fueron directos a los del asesino.
-Sea o no un Fuji, tienen a alguien muy peligroso entre ellos.
-No van a matarme.- dijo sonriendo con arrogancia.
Yagyuu dudó unos instantes. Se mordió la lengua para no decir lo que quería decir y decidió que carecía de sentido que le dijese nada. Lo iba a menospreciar por preocuparse por él. Con total calma dio dos pasos hacia la puerta dispuesto a salir de allí lo antes posible. Antes de que pudiese percibir nada, Niou estaba tras él, anclándolo firmemente con un abrazo.
-Suéltame.- pidió Yagyuu educadamente. La presión a su alrededor se intensificó.- Suéltame.
-Yagyuu...
-Está claro que no te importa nada si eres tan feliz con las magníficas perspectivas que te aguardan en el norte.- había amargura y acidez en su tono de voz. Bajo su abrazo, Niou notaba el cuerpo tensó como la cuerda de un violín. No dijo nada porque sabía que el otro todavía no había dicho todo lo que quería decir. Y esperó a que acabase porque quería obligarlo a pronunciar en voz alta lo que se había guardado desde que estaban en la reunión.- Así que sé tan amable de disculparme.- terminó Yagyuu en un susurro dolido.
-No.
-Niou.
-No.
-¿Por qué? Déjame irme.- estuvo a punto de gritar, y, que él estuviese a punto de gritar significaba que ya había pasado sus límites y la personalidad tan semejante a la de Niou iba a hacer acto de presencia en breve.- Te da igual que te quiten todo tipo de recuerdo de la cabeza y te conviertan en otra persona. A mí no tiene porqué importarme.
Niou lo soltó. Sabía que iban a ir por ahí los tiros pero no sabía que las palabras saldrían con tanta intensidad contenida.
-Yo tampoco quiero que te vayas a meter en el nido de serpientes que es la corte de Hyotei.- masculló enfadado. Cuando los ojos de Yagyuu se posaron en él apartó la mirada. No tenía claro si lo ponía más furioso preocuparse por él o que Yagyuu no se preocupase por sí mismo.
Estaban los dos igual y eran incapaces de darle la razón al otro. Niou jamás dejaría de preocuparse más por Yagyuu que por nadie. A Yagyuu la única persona que le importaba de verdad era el despiadado asesino. No se pondrían de acuerdo en cual de los dos estaba en más peligro.
-Objetivamente tu situación es más complicada.- dijo Yagyuu dando un paso hacia el hombre de cabello blanco. No se esperaba que Niou lo agarrase de la muñeca con fuerza y lo empujase sobre la cama, quedándose sobre él.
-Yo sé cuidarme mejor. Puedo salir de allí antes de que las cosas se pongan feas.
-Poner el pie fuera de las tierras de Lord Rikkai es una sentencia de muerte para ti.- rebatió con intensidad el caballero.
-Nadie me verá, nadie me ve nunca. Soy de lo mejor. Y tú... ya sé que eres el mejor. Si tú no lo haces bien allí, nadie lo hará. Pero no confío en tus métodos. No me gusta la diplomacia. Es una pérdida de tiempo.
Niou dejó caer la frente sobre el hombro de Yagyuu con pesadez. Nunca iba a entender para que tenía que hacer lo que hacía. Los enemigos había que matarlos, no ir a banquetes con ellos. Los brazos del hombre de gafas lo rodearon con ternura.
-Es mi juego, Masa.- susurró en el oído del otro. Se permitió el lujo de llamarlo de esa forma que sólo él empleaba. Sólo cuando estaban a solas. Llamarlo así decía más cosas que muchos tratados que él mismo había redactado. “Masa” significaba que era la única persona del mundo a la que Lord Yagyuu quería.
-Hiro...
Y Hiro era la prueba de que un asesino sin alma como Lord Niou podía amar con intensidad.
No se dijeron nada más. Los labios de uno buscaron los del otro y dejaron que sus cuerpos hablasen lo que ellos no iban a decir. ‘No quiero que me olvides’ ‘Tengo miedo de que te ocurra algo en Hyotei’ ‘¿Tendrás cuidado en el norte?’ ‘Si ves que las cosas se ponen feas mata a quién sea y vuelve’
**
-Entonces, los primeros en irse van a ser Lord Niou y Lord Yagyuu ¿no?
Lord Akaya jugueteaba con una de las dagas que solían ir escondidas en sus botas. Estaba sentado con los pies sobre la mesa del consejo. Que cada dos minutos las miradas de desaprobación de Lord Sanada recayesen sobre él no parecía importarle. Por lo menos, no mientras Lord Rikkai siguiese dirigiéndole esa mirada que decía ‘eres tan lindo cuando sacas los juguetes que te he regalado...’
-Sí.- respondió Sir Yanagi sin dejar de mirar hacia el exterior del castillo por el ventanal.- Tener a Lord Yagyuu en Rikkai cuando llegue la noticia del asesinato de Lord Seigaku y la derrota de Lord Higa es fundamental.
-Si se enteran de que hemos sido nosotros pueden asesinarlo.- el ceño de Sir Jackal se fruncía ligeramente por la preocupación.
-Yagyuu sabe arreglarse.
Marui asintió al comentario de Yanagi tomando un trozo de la manzana que acababa de coger de la cesta que había en la mesa.
-Con sólo que te mire así de esa forma tan inhumana ya es suficiente para que te despistes el tiempo necesario para que él escape.- comentó con la boca llena de manzana.- Habría sido tan buen asesino como Niou.
-¿Crees de verdad que hay un Fuji en la corte de Tezuka?- preguntó Sanada dejando de observar a Akaya y obligando a Yanagi a girarse hacia él.
-Nunca se ha sabido demasiado sobre los Fuji. De esta generación o de cualquiera. El clan es originario de las tierras de Lord Rokkaku. La última vez que estuve en la corte del Rey Sakaki, escuché un rumor que decía que en esta generación habían nacido tres niños en el clan.
-¿Es ese rumor que dice que el rey tiene de amante a una tal Yumiko Fuji?- preguntó Yukimura con curiosidad.
-Estoy casi seguro de ello.- replicó Yanagi ladeando ligeramente la cabeza como si estuviese reflexionando algo a una velocidad muy superior a la de la conversación.- Además, creo que es su asesina personal. Cualquiera persona que el rey quiera ver muerta moriría bajo las garras de Yumiko Fuji.
-Me extraña que la Reina Hanamura no lo sepa.
-A lo mejor sí. Revelarse significa que la matarían, y creo que es lo suficientemente inteligente para conformarse con el poder que ser la Reina le confiere. Aunque su esposo pase más tiempo en la cama de otra mujer.
-¿Dónde están los otros dos?- volvió a reconducir el tema Sanada a lo importante. Los demás escondieron una sonrisa. Pocas cosas odiaba más Lord Sanada que los rumores de índole amorosa.
-Es casi seguro que uno de ellos no se separa del primer consejero de Lord St Rudolph.
-Eso significa que sí hay uno entre los aliados de Tezuka.- frunció el ceño. Tampoco le gustaban los asesinos. Eran desleales y carecían del más mínimo honor.
-Niou va a tener problemas.- y el ceño de Jackal volvía a fruncirse de preocupación.
-No te preocupes.- le dijo Marui levantándose a por otra manzana. Como siempre que había un problema, Sir Jackal miró a Lord Sanada y Lord Rikkai.- La mayoría de las personas se merecen la una a la otra.- jugueteó con las dos manzanas que tenía en cada mano. Las alzó al aire y terminó decantándose por la de la derecha.- Lo de los Fuji es leyenda. Y nunca vas a saber si están a la altura o no. Lo de nuestro Niou es real. Todos sabemos de lo que es capaz.
-Cierto.- un escalofrío recorrió a Akaya. Era lo que solía provocarle pensar en las habilidades de Niou.- Si de alguien tengo que tener pena, es de ese Fuji.Sanada, en su lugar, no dijo nada. Había visto a Renji preocupado y aunque Seiichi no lo estuviese, él conocía demasiado bien a Atobe y a Tezuka. No iba a discutir quién ganaría en una guerra de asesinos. Ellos no eran el peligro real de la situación.

Los comentarios me harán feliz ^^

rikkai, fic, pot, fic: any day you wake up maybe you die

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