Finales apoteósicos no tengo, ni siquiera cuando corresponde celebrar la grandeza del tiempo. Pero dentro, hoy se acaban alegrías que resbalan por mi espalda y llantos que todavía tengo clavados. Con la sutura de mi garganta vendrán nuevos alaridos, que nunca llegan a convertirse en gritos o risas, porque nacieron para ser acallados, porque
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