May 19, 2011 21:54
Se acaban los cigarros, el café, el día. Las palabras sobran de vez en cuando, pero cuando en vez, vienen a hacerse parte del "qué sé yo" que compartimos en las horas de relleno, en la horas extras que recorremos a la mala. De otra forma sería más fácil el estar al lado, estaría afuera, tú adentro. Sólo así se comprendía el mundo, redondo, cuadrado o quizás pentagonal, daba lo mismo, da lo mismo cuando estamos tu dentro, yo fuera.
Los mensajes se vuelven subliminales y digo te amo a medio escuchar, a medio decir, medio a medio, en el centro de un epicentro que nos alcanzó en paños menores y, arrancando por las calles yo estaba desnuda, sigo desnuda y de pie ante ti.
Y entonces vuelvo la mirada, vemos Los supercampeones y todo es más simple, sé dónde quiero estar, aunque el silncio es la respuesta que eliges, aunque pienso que no importa, que basta, sobra y se expande con saber que te gusta la ingenuidad de Oliver. Te ríes mientras yo sigo desnuda, puedes darte vuelta y mirar porque ya no me quedan secretos, sólo proyectos que tácitamente incluyen tu existencia, tu siencio, las caricias torpes que disimulas con cosquillas. También incluyen mis pudores más concretos, mis miedos más absurdos, defraudar TE- ME- LES.
Se acaba el día, la semana, el mes, pasan dos años y aquí estoy, desnuda para ti
mamona