Masterpost Despertó en mitad de la noche, desorientado. No sentía la típica dureza del camastro donde estaba acostumbrado a dormir. Su cuerpo descansaba en un colchón tan blando que casi se hundía en él, lo cual era extraño. Abrió los ojos un poco para ver si reconocía el lugar. La niebla del sueño le impedía ver bien pero en cuanto distinguió el sombrero de ala ancha de Virus recordó dónde estaba. Quiso quitarse las legañas con la mano pero al intentar mover el brazo se dio cuenta de que no podía, fue entonces cuando se percató de que lo que tenía sobre él no eran las mantas de la cama, sino un brazo. Uno que sólo podía ser el de Virus; como así era.
El brazo del pirata le rodeaba la cintura y le había acercado hasta su cuerpo, casi quedando encima de él. Su cabeza descansaba en la almohada, pero a pocos centímetros de la suya. Todo el cuerpo de Xiumin se tensó al notar su presencia tan cerca y de una manera tan íntima. Intentó salir de su agarre pero lejos de lograr algo, solo consiguió que el brazo le acercase más, hasta que su cabeza acabó encajada entre su cuello y su hombro. El chamán maldijo internamente porque estaba claro que aquel no era su día de suerte. Trato de despertarle sacudiendo el hombro pero no logró nada. Desesperado, se removió inquieto pero tampoco sucedió nada, al menos nada satisfactorio para él. Virus sí se movió, pero para acercarse más, hasta que su respiración chocó con su cuello y sus labios prácticamente rozaban su piel. Un escalofrío le recorrió entero cuando se volvió a mover y los labios de Virus hicieron contacto con su piel. Se mordió los suyos porque estaba empezando a ser desquiciante toda aquella situación.
Para empeorar las cosas, Virus se movió más contra él, quizás soñando que era una mujer, y sus labios hicieron más contacto sobre aquel punto entre la mandíbula y la oreja que al que era tan sensible y que le hizo dejar los ojos en blanco por la sensación. Tenía que separarse o su propio cuerpo iba a delatar lo que no quería que nadie supiese. Pero la suerte no estaba de su lado y los labios de Virus hicieron más contacto sobre ese punto, casi abriéndose y dejando que su lengua chocase contra su piel. Llegados a ese punto no pudo evitar gemir desde lo más hondo de su pecho. Era el roce más simple del mundo pero la situación, el alcohol que aún vagaba por su cuerpo amplificando las sensaciones, y el ser los labios de Virus los que le hacían delirar; acabaron llevándolo al límite. Sonó tan lamentable y desesperado que no pudo evitar sonrojarse por sus sonidos.
Virus detuvo un segundo sus avances y Xiumin casi pudo asegurar que lo había despertado con sus ruidos. Sin embargo, el pirata no parecía haberse despertado ya que su boca siguió en el mismo sitio, quizás se acercó más a su pulso a la vez que la mano de la cintura comenzó a vagar lentamente por encima de su camisa. En este punto, Xiumin ya no sabía qué pensar. No podía estar dormido porque nadie atinaba tan bien a lamer a otro dormido y menos controlaba con tanta precisión los movimientos de su mano. La que tenía aprisionada entre su cuerpo y el de Virus cobró vida y se agarró de un lado de la camisa del pirata a la vez que intentaba separarlo para verle.
Lo consiguió a duras penas, el pirata no parecía querer abandonar su cuello, y cuando por fin pudo mirarle a la cara notó como los ojos del capitán estaban fijos en él, llenos de hambre y lujuria. Una lujuria con la que nadie le había mirado nunca.
-Virus... -susurró casi sin voz. El pirata sonrió y se lamió los labios lentamente, haciendo que Xiumin siguiese el recorrido de su lengua con los ojos e imitase el movimiento con la suya.
-Dime. -le replicó en el mismo tono, casi confidente, acercándose a sus labios y quedando a milímetros de ellos.
-¿Qué...? -trató de preguntar, pero no sabía qué decir realmente. Tan sólo se le quedó mirando, casi hipnotizado, esperando que hiciese un movimiento más hacia él.
-Déjate llevar… -le propuso cada vez más cerca él, sus labios casi rozándose.
Xiumin jadeó contra ellos y abrió la boca para recibir a Virus, que no espero más y los unió con los del chamán. Le habían besado con anterioridad, chicas y chicos de la tribu. Un poco para probar, un poco para jugar, un poco para saber qué se sentía. Pero nadie le había besado nunca como lo hacía Virus. Sus labios se movían al mismo ritmo que la lengua que había colado dentro de su boca y se enredaba con la suya, lentamente, con movimientos marcados que le hacían enloquecer. Jadeaba y gemía dentro del beso y, cuando Virus se separó para que pudiese coger aire, se incorporó con él hasta quedar ambos sentados mirándose.
-Esto está mal… -murmuró de nuevo Xiumin mientras Virus atacaba su cuello y él hundía sus uñas en sus hombros.
-Está todo lo mal que quieras que esté. -le decía entre besos y lametones el pirata, las puntas de su pelo largo haciéndole cosquillas sobre las clavículas.
-Yo… -Xiumin trataba de negarse, de decir algo coherente que detuviese las manos del capitán que ya se colaban por dentro de su camisa y acariciaban su cintura, enviándole escalofríos por todo el cuerpo.
-¿A qué le temes Xiumin? -la voz de Chanyeol se oía en tan cerca, un susurro hipnótico que le tentaba a olvidar todo y dejarse llevar. Consiguió separarlo de su cuerpo y encararle, sus ojos de nuevo conectados.
-A ti. -Confesó, hundiéndose en los ojos castaños del pirata, el alcohol haciendo de las suyas.-De lo que hagas cuando te canses de jugar conmigo.
Sus palabras dejaron mudo a Virus, no sabiendo bien qué decir. Tenía razón, en esos momentos no pensaba más allá de aquella noche y de aquella cama; ¿qué pasaría cuando todo se acabase, cuando llegase la mañana?
-En ese caso, acaba tú primero de jugar conmigo. -le susurró de nuevo, uniendo sus labios a los del chamán que cada vez oponía menos resistencia a sus caricias y palabras.
Tenía razón, podía hacerlo, podía ser él quien le diese el primer golpe y usarle. Podría hacerlo, quería creer que podía porque sino su determinación se hundiría muy rápidamente. Se dejó besar y correspondió decidido. Virus sonrió contra sus labios y le dejó mandar esa vez, corrigiéndole cuando no sabía cómo debía seguir.
Pronto, las manos de Xiumin empezaron a explorar bajo la ropa del pirata, cada vez más atrevidas hasta que se deshizo de su camisa y pudo admirar de nuevo el torso del capitán. A la poca luz que había en la habitación todo era extraño, misterioso y casi especial, por lo que Xiumin se dejó besar por todas partes mientras se deleitaba con la piel de Virus siendo bañada por la luna. Había un ligero eco, los últimos marineros entonando una canción final que le servía de banda sonora al momento; quizás todo demasiado privado para algo que ambos aseguraban que solo era necesidad carnal.
Xiumin había vivido muchos años sin casi ropa cubriéndolo, en la isla no era una prioridad, pero, por primera vez en su vida, se sentía expuesto a cada centímetro de piel que revelaba bajo la escrutadora e intensa mirada de Virus, demasiado para él. Se sentía acariciado tanto por sus manos como por su mirada y aquello le hacía sentirse nervioso y vulnerable. Aun así, los besos de Virus le calmaban, casi le adormecían, eran adictivos y él parecía saberlo porque no dejaba de hacerlo mientras sus cuerpos se tocaban y se buscaban cada vez con más ansia.
Ni siquiera supo en qué momento sus cuerpos se unieron del todo, demasiado cegado por las sensaciones y el ron, pero creyó poder rozar parte del cielo al sentir el vaivén del cuerpo de Virus sobre el suyo, hundiéndose una y otra vez en su interior, buscando su delirio, haciendo que sus gemidos se escuchasen cada vez más altos en la noche, besándole con desesperación y jadeando sobre él. El colchón casi hundido del todo por su peso, sus uñas arrancando la piel del tatuaje y su cuerpo intentando unirse más al de Virus. Más y más hasta que no pudo soportarlo y el negro lo inundó todo.
Perdió la consciencia quizás un segundo, no más, pero fue suficiente para darse cuenta de que aquello que acababa de suceder no era tan simple como habían querido creer. Virus acabó dejándose caer a su lado, boca abajo, y mientras él recuperaba el aliento notó algo extraño en el tatuaje. Lo examinó de cerca, con la excusa de que el pirata estaba demasiado cansado para darse cuenta, y notó cómo una de las lenguas de fuego de la cola brillaba intensamente mientras iba creciendo poco a poco, deslizándose por la piel de Virus.
No necesito mucho más para darse cuenta de que aquello era una señal, la que había pedido aquella misma noche.
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Cuando despertó al día siguiente, estaba amaneciendo. Se veía perfectamente por lo que Xiumin no tardó en darse cuenta de que estaba solo en la cama. Desnudo, tapado con las mantas y solo; como si lo de la noche anterior hubiese sido tan solo una aventura más en la larga lista que debía tener el pirata. Y en parte así debía de ser pero el chamán no dejaba de pensar en que se había sentido de todo menos una aventura más. Se frotó la cara para alejar el sueño de él y se sentó en la cama. O al menos lo intentó porque, en cuanto su cuerpo recuperó la verticalidad, un dolor agudo le recorrió todo, haciéndole agarrarse a la madera del cabecero. Tenía la boca abierta en un grito mudo y los ojos fuertemente cerrados porque aquello no se lo había esperado para nada. Luego cayó en la cuenta de que tendría que haberlo supuesto.
Los recuerdos de la noche anterior se mezclaban con el alcohol y las sensaciones pero precisamente por culpa de éste se había dejado llevar y había perdido la consciencia de lo que le rodeaba. Ahora, en pago por ello, tenía un dolor de cabeza fruto de la resaca y un dolor donde la espalda pierde su casto nombre, fruto de la actividad nocturna. Bufó maldiciéndose a sí mismo, y de paso a Virus, y salió de la cama como bien pudo. No quería ni mirar las sábanas por lo que podía encontrar en ellas. Caminó hasta la mesa y se sirvió un vaso de agua de la jarra qué había. Debía de tener un aspecto horrible pero, si no le fallaban los cálculos, ya era la hora en la que el barco despertaba y él tenía que ir a cuidar a Luhan.
No le gustaba tener que usar sus trucos de curación pero necesitaba que el dolor remitiese lo suficiente para poder seguir con el día sin que nadie le mirase raro y cuchicheara. Balanceó el jade entre sus manos, traspasándole su energía y haciéndole brillar levemente. No era muy hábil curándose a sí mismo pero tendría que aguantar hasta que consiguiese unos minutos para ir a la enfermería a por algo más efectivo. Pudiendo andar bien de nuevo, rebuscó en la habitación hasta encontrar su ropa para poder vestirse. Antes de abandonar el camarote estuvo tentado a dejarle una nota a Virus pero supuso que si el capitán se había ido sin más aquella mañana era porque no quería tener que verle al despertar.
Pensando en eso salió del camarote y entró en el Luhan dos metros más allá. El chico aun dormía y parte de su enfado se esfumó al verle tan tranquilo. Comprobó que la costra seguía bien y no había crecido durante la noche y luego volvió a salir rumbo a las cocinas a por el desayuno donde apenas había gente. D.O. estaba allí con unas ojeras curiosas pero salvo él, y un par de marineros más, todo estaba desierto.
-Las mañanas tras las fiestas este barco parece uno fantasma. -le dijo sonriendo de lado y indicándole de dónde debía servirse el desayuno.
Tras despedirse volvió al camarote, donde Luhan ya se había despertado y se estiraba. El chino sonrió cuando le vio entrar. Xiumin dejó la bandeja en la mesa y se fue a descorrer las cortinas.
-Buenos días. -saludó Luhan. -¿Qué tal la fiesta de anoche? -la pregunta era inocente pero Xiumin prefería no recordar mucho.
-Bien. La gente estaba animada y había mucho ron. -el chico se rió de su respuesta.
-Eso es porque saben que llegaremos pronto al puerto y no les importa quedarse un día sin ron; si estuviésemos más lejos no habría habido tanto. -Xiumin deseaba que ojalá hubiese habido menos ron. -¿Y qué? ¿Bebiste mucho ayer?
-Un poco… Creo que aún estoy algo mareado.
-¡Oh! Pobrecito. Ven aquí que te cure la resaca.
A veces hacían esas cosas tontas. Se gastaban pequeñas bromas que acababan en uno de los dos dando mimos al otro. No significaban nada más que eso, muestras de cariño hacia el otro, pero que a veces se sentían demasiado bien para ser sólo eso. Xiumin acudió a su llamada y se sentó en la cama, dejando que las manos de Luhan le acariciasen el pelo y su cara acabase sobre el pecho del chico. Salvo que Xiumin se había olvidado por un momento dónde había dormido y con quién.
-Hueles distinto. -dijo Luhan, haciendo que el chamán se separase confuso. -Hueles a Virus… -pronunció lentamente, abriendo los ojos más de la cuenta.
-¿En serio? Será de las sabanas. -intentó bromear el castaño. -Se ofreció a dejarme un hueco en su camarote anoche.
-¿Y por qué haría algo así?
-Porque me encontró en medio del pasillo sin poder entrar en el mío. -le explicó mientras iba a por el desayuno. El chico le miró confuso. -Estaba ocupando por mi compañero y su ligue de anoche haciendo cosas nada decentes.
-¡Oh, dios mío! ¿De verdad? -la cara de Luhan se iluminó con la perspectiva de un cotilleo nuevo. -¿Sehun ha ligado? Apuesto a que fue con Tao, sólo hay que tener ojos en la cara para ver cómo se miran.
Xiumin sonrió al verle contento y haber conseguido desviar el tema de por qué olía a Virus. Justo cuando asentía y empezaban a comentar entre risas quién de los dos habría dado el primer paso; la puerta que comunicaba ambos camarotes se abrió y Sehun entró por ella aun medio dormido. Tenía las marcas de la almohada en la cara, los ojos aún medio cerrados y parecía cansado pero satisfecho. Luhan le miró conteniendo la risa, luego miró a Xiumin y por último de nuevo a Sehun.
-¿Qué pasa, Sehun? ¿Dormiste poco anoche? -le preguntó el chino. El chico abrió los ojos sorprendido haciendo que los dos mayores estallasen en carcajadas y que un gran sonrojo se subiese a la cara del pequeño.
Tras el estallido y las bromas a su costa, las cosas volvieron a la normalidad. Sehun seguía algo a la defensiva, esperando a que uno de los dos mencionase de nuevo el tema, pero ellos ya habían pasado página. Xiumin se alegraba por Sehun y más cuando este les contó cómo Tao le había acompañado hasta su camarote para dejarle dormir y le había confesado que se preocupaba mucho por él porque le gustaba. Sehun le había dicho que sentía lo mismo y cuando quiso darse cuenta estaban besándose y entrando en el camarote.
-Lo siento mucho Xiumin, no pensé en ti para nada.
El chamán se habría sentido más ofendido si no hubiese sido por una buena causa. Le aseguró a Sehun que no pasaba nada y le revolvió el pelo mientras recogía los platos del desayuno. El resto del día pasó como uno más, hasta el momento en que Virus llegó a ver a Luhan.
Era media tarde, Xiumin intentaba leer un libro junto a la ventana y Sehun jugaba con Luhan a las cartas. El chino iba ganando holgadamente cuando la puerta se abrió y por ella entró el capitán con una gran sonrisa en la cara.
-¿Qué tal está nuestro enfermo? -preguntó, acercándose a revolverle el pelo a Luhan. Éste hizo un puchero para luego abrazarle cariñosamente.
-Bien. Aclimatándome a poder volver a usar la mano bien. -le enseño la mano derecha que movió ante sus ojos para que notase el cambio.
-Ya veo… ¿Y eso implica desplumar al grumete a las cartas? -preguntó mordaz, la sonrisa aún bailándole en los labios.
-Es para no perder la costumbre. -le replicó el chino haciéndole reír.
Xiumin no dijo ni una palabra; es más, trató de pasar desapercibido ante los ojos del capitán, cosa que no logró. En un momento en el que Luhan se despistó en busca de algo para enseñarle, los ojos de Virus conectaron con los suyos, que observaban la escena desde la ventana. Todo su cuerpo se tensó y la boca se le secó al notar aquella mirada sobre él. Sin el alcohol en su sangre, la mirada de Virus era aún más incendiaria. Sentía que donde sus ojos marrones se posaban brotaba un pequeño fuego de su interior que le hacía querer hacer muchas cosas que no debía. Fue apenas un segundo pero trastocó toda la serenidad que había reunido a lo largo del día. Fue como recordar en un instante todo lo sucedido la noche anterior. La cabeza le daba vueltas y casi creyó que iba a perder el sentido. Por suerte Luhan reapareció en escena y el ambiente se relajó, incluido él, que pudo volver a respirar con normalidad. Virus no tardó en irse, haciendo que Xiumin pudiese volver a concentrarse en cosas que no implicasen recordar lo que había sucedido.
Tras la cena, D.O. le pidió que bajase a la despensa a por un par de cosas ya que la mayoría de sus cocineros habituales seguían intentando volver del mundo de los muertos debido al ron. Xiumin aprovechó entonces para pasarse por el despacho de Lay, después de comprobar qué no estaba allí, y preparar algo para sus heridas. Aunque la más profunda era la de su orgullo, en parte por haberse dejado doblegar tan fácilmente y en parte porque, a pesar de todo, había disfrutado cada segundo. Era una mezcla de sentimientos demasiado intensa y, aunque quería contárselo a alguien, sabía que no debía hacerlo porque no era fácil. Estaba revolviendo entre los botes del médico cuando oyó a una voz tras él. Ni siquiera había oído la puerta abrirse.
-¿Qué haces? -Xiumin se giró rápidamente para encontrarse con el capitán, mirándole acusadoramente. -¿Qué haces revolviendo en las pertenencias de Lay? -preguntó acercándose a él. En otra circunstancia tendría miedo de lo que podría hacerle por pillarle, pero en esos momento era más la rabia.
-Si alguien no fuese un salvaje no tendría que estar buscando calmantes a escondidas. -sonó totalmente a mujer despechada y, tras decirlo, se sonrojó por lo evidente que había sido. Virus se rió en cuanto se percató de a lo que se refería.
-¡Oh! Ya veo... ¿Quizás fue demasiado fuerte para ti?
Xiumin siempre había sabido manejar su rabia y enfado bastante bien. Hacía meditación y controlaba su ser con bastante buena maña pero desde que había llegado a ese barco no se reconocía a sí mismo. Los estallidos de rabia eran frecuentes y todo era culpa de aquel maldito pirata. Apretó la mandíbula e intentó respirar hondo.
-Cállate. -siseó bastante cabreado. Si Virus le hubiese conocido sabría que esa era la señal para que lo dejase en paz. Pero no le conocía.
-¿Por qué? ¿Te duele al hablar también?
Quizás sólo intentaba bromear, no lo sabía. La cuestión era que estaba demasiado cabreado y abochornado como para pensar en otra cosa que no fuese partirle la cara por burlarse de él. Cosa que hizo, o al menos intentó. Se lanzó sobre el capitán como un loco, toda la rabia acumulándose en su cuerpo, aunque no llegó a alcanzar el objetivo. Virus se movió en el último segundo para hacer que se estrellase contra la pared. El pirata no perdió el tiempo y le acorraló contra ésta, aprisionándole con demasiada fuerza.
-No olvides quién soy, chamán. -le recordó con la boca sobre su oreja, siseándole las palabras. -Una orden mía y acabarás en el fondo del mar. -Xiumin trató de forcejear con él pero sólo conseguía que le pegase más a la pared y, por ende, que sus cuerpos se juntasen más. Había algo salvaje e impreciso en todo aquello que dejaba de lado las disputas y el odio. No estaban peleándose por algo real, simplemente querían una excusa para poder tocarse.
-En ese caso, hazlo. -le retó, incapaz de frenar su lengua a pesar de que sabía que podría hacerlo.
El pirata se separó de él y le giró para volver a acorralarle contra la madera de la pared, esta vez cara a cara, pudiendo mirarse a los ojos. Lo que reflejaban era un sentimiento gemelo; ansia. Ansia por poder tocar aquella piel que habían recorrido la noche anterior y que parecía ser una tortura en sus recuerdos. En cuanto se dieron cuenta de que ambos querían lo mismo tan solo se dejaron llevar.
Los labios de Virus aprisionaron los de Xiumin y le hicieron jadear ante su simple roce, haciéndole abrir la boca y dejando que sus lenguas se enredasen. Las manos del chamán se aferraron a sus hombros, buscando equilibrio, pero su altura era un impedimento. Virus le sacaba varios centímetros y la postura era demasiado forzada para ambos. Por suerte, el pirata tenía una solución para ello. Recorrió la espalda del castaño, bajando hasta llegar a sus muslos, a los que se aferró para impulsarle hacia arriba y hacerle abrir las piernas y que rodease su cintura con ellas. Xiumin se dejó hacer, sintiéndose ahora más alto y más dependiente del apoyo de su espalda con la pared y de sus piernas en la cintura de Virus si no quería caerse de bruces en medio de la sala.
No habían dejado de besarse en todo ese tiempo y empezaba a faltarles el aire pero tampoco querían arriesgarse a separarse de la boca del otro y no encontrar una excusa para volver a invadirla. Las manos de Xiumin se aferraron al pelo de Virus y tiró de él, desenganchándolo de sus labios y obligándole a dejar a la vista su cuello. Cuello que no dudó en atacar con desesperación, tal y como había hecho el otro la noche anterior, la lengua y los labios acariciando toda la extensión de este.
Sin embargo, debían parar. No era el momento, no era el lugar y lo confirmaron cuando un grupo de marineros pasó por el corredor rumbo a las cocinas, riendo ajenos a lo que sucedía tras la puerta que dejaban atrás. Virus cogió las manos de Xiumin y las sujetó contra la pared, alejándose de él lo suficiente para respirar sin dejar de estar casi unidos. Apoyó la frente en la del castaño y jadeó tratando de recuperar el aliento.
-Eres peligroso, chamán. -le confesó con los ojos cerrados aún.
Por toda respuesta Xiumin se atrevió a acercarse a sus labios y depositar un pequeño beso en ellos antes de lamerlos tímidamente con su lengua. Él abrió los ojos sorprendido por la audacia.
-¿Ves? Eres peligroso.
-Soy todo lo peligroso que me consideres, mi capitán. -le respondió paladeando las últimas sílabas de su rango, disfrutando por el escalofrío que pudo sentir en el cuerpo del otro. Virus le miró fastidiado y se separó de él, haciendo que sus piernas cayesen en el suelo. Sin embargo, no dejo de acorralarle del todo.
-Te considero el más peligroso. Un lobo vestido de cordero en un rebaño encerrado en su redil. Vas a traerme problemas, Xiumin. Lo supe en cuanto te vi subir a mi barco. Debí haber hecho caso a mi instinto.
-Y entonces no sabrías cómo curar a Luhan. -le recordó mirándole intensamente. Podía tener razón, podía ser malo para sus intereses pero, sin él, Luhan estaría mucho peor.
Sin respuesta, Virus suspiró y se separó completamente. Caminó un par de pasos hacia atrás y le observó desde allí. A pesar de llevar la misma ropa de ayer seguía pareciéndole especial, nada que ver con los demás. Y ahora, con los labios rojos de la fricción, el pelo revuelto y la camisa movida de su sitio, era aún más tentador.
-Luhan se ha dado cuenta. -fue lo primero que dijo Xiumin tras unos minutos en silencio. -Hoy me ha dicho que huelo a ti.
-Luhan es muy intuitivo y un buen observador.
-Si lo que quieres es que nadie se entere me parece bien. -dijo el castaño suspirando tratando de explicarse. -Pero no voy a ir por ahí inventándome excusas.
-No tienes porqué hacerlo.
-Sí, debo, si no quiero que nadie sepa que ayer dormí con el capitán. -repuso enfadado.
-¿Dormiste? ¡Vaya! Pensé que habíamos hecho algo más que dormir. -la sonrisa maliciosa volvió a aparecer en sus labios, provocándole un sonrojo al otro.
-Sabes a qué me refiero. -Xiumin le miró con odio, sabiendo de sobra que estaba jugando con él. -No quiero que nadie se entere… Tan sólo… no te acerques a mí.
-¿Por qué? ¿Te pongo nervioso? -jugar al ratón y al gato era algo que a Virus le encantaba. Sabía bien usar las palabras para volverlas en contra de los que las pronunciaban y Xiumin estaba siendo testigo de ese don.
-Sabes de sobra lo que provocas. -le respondió con sinceridad, desarmando la máscara del pirata por completo. -Tan sólo… no te acerques a mí y todo estará bien. Como si no hubiera pasado nada.
-¿Y si quiero que vuelva a pasar? -preguntó llevado por un deseo irrefrenable de tenerle cerca y tocarle hasta que le desdibujase las líneas de su cuerpo.
-Entonces… Ya seríamos dos los que deseamos lo mismo.
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La rutina a partir de ese día se volvió especial. Xiumin seguía haciendo lo mismo que hasta ahora. Cuidaba de Luhan, ayudaba a D.O., practicaba con Tao, estudiaba mapas con Suho, aprendía cosas de Lay, hablaba con Baekhyun... lo de siempre. Pero ahora había algo más. Ya no dormía en su camarote y Sehun se había dado cuenta de sus grandes ausencias aprovechándose para que Tao le visitase. Nadie sabía dónde se metía Xiumin. Luhan cuchicheaba con Sehun sobre si se quedaría con Baekhyun haciendo las guardias en el timón o si tendría algún amante entre la tripulación. Con el tema del amante no iban mal desencaminados pero no acertados en el rango de la persona. La verdad es que Xiumin ahora dormía con Virus. Cada noche, tras el cambio de guardia de medianoche, se escabullía de su camarote y recorría los pocos metros que le separaban de la cama de Virus. Ahora no había necesidad alguna de que se quedase a con Luhan, así que quien le reclamaba era el capitán.
No habían pasado muchos días cuando avistaron al fin puerto pero durante ese tiempo Xiumin había podido recorrer tantas veces el cuerpo de Virus que casi se lo sabía de memoria. Al principio era algo reacio porque no había ron de por medio que le deshibiniese, pero el pirata sabía cómo engatusar y solo necesitaba la palabra exacta unida al toque de su lengua en uno de los puntos exactos que se desperdigaban por su cuerpo y Xiumin no se negaría más a lo que le pedía. De igual forma el chamán había aprendido que su capitán era un hombre tan o más sensible que él y que encontraba un placer sádico en que pasease su lengua sobre el ardiente tatuaje de su espalda. Eso era algo a lo que Xiumin no iba a negarse ya que le entusiasmaba repasar cada línea con su lengua, llenando de saliva los huecos y mordiendo las ausencias de tinta. De alguna forma, hacían una buena pareja en la cama. Fuera de ella, era harina de otro costal.
-No creo que sea bueno que se mueva mucho. -dijo mientras terminaba de prepararle la infusión a Luhan. -Ha estado especialmente débil estos últimos días y creo que es por el tiempo. Estamos cerca de la estación de lluvias.
-Tonterías. Está perfectamente. -le replicó el capitán mirando al chino que intentaba enfocarles con los ojos vidriosos por la fiebre. -Además, tiene que desembarcar y descansar como se merece en nuestra casa.
-Pues eso no será hoy. -se plantó Xiumin ante la mirada sorprendida de Lay, que medía la temperatura a Luhan, y Virus, que le miraba suspicaz de pie en medio del camarote. -Hoy no va a abandonar el barco. Sería peligroso moverle en su estado. Está tan débil que podría coger una infección peor. No va a desembarcar.
Por un momento, Lay pensó que Virus se plantaría y le dejaría bien claro a Xiumin quién mandaba en aquel barco y luego haría lo que quisiese. Lo cual implicaría mover a Luhan. Cosa que, como bien había dicho Xiumin, no era recomendable. Su sorpresa fue mayúscula cuando el capitán resopló, antes de claudicar.
-Está bien. Lo bajaremos a tierra mañana, pero tú te quedarás esta noche con él para velarle. -aceptó poniendo sus condiciones. Xiumin iba a replicarle cuando Lay se adelantó.
-Puedo hacer yo la primera guardia. -propuso el médico aún alucinado por el sendero que había cogido la situación. -Sé que Baekhyun quiere llevarte a la taberna de Madam Red. Yo me quedaré cuidando a Luhan hasta que vuelvas.
Xiumin asintió, quizás algo descentrado, y Virus les miró a todos antes de irse de la habitación sin mediar palabra. Lay se sentía un poco extraño en medio de todo aquello y no sabía porqué pero no acababa de creer que hubiese sido buena idea proponer aquel arreglo con Xiumin. El chamán le dejó solo un momento mientras iba a por la cena, pero no fue muy lejos. Cerca de las escaleras para bajar a la segunda bajo cubierta, Virus le acorraló contra la pared y prácticamente le amenazó.
-No vuelvas a cuestionar mi autoridad. -le gruño entre besos urgentes y desesperados al amparo de la penumbra.
-No vuelvas tú a ser tan egoísta. Luhan está enfermo.
-Se curará mejor en casa. -volvió a insistir.
-Mañana. Hoy no. -sentenció el castaño.
Por toda respuesta Virus volvió a gruñir y a acorralarlo contra la madera a la vez que sus besos se volvían aún más salvajes. Ninguno de los dos se quejó pero tuvieron que separarse cuando oyeron pasos y voces por el hueco de la escalera. No era el mejor lugar para esos encuentros. A regañadientes, el capitán se alejó de él y fue rápidamente hacia la cubierta mientras Xiumin se quedaba unos segundos más, tratando de volver a aprender a respirar. Cuando lo consiguió, bajo a la cocina y subió de nuevo con la cena.
Para la hora en la que Baekhyun apareció a buscarle, Xiumin había inventado tantas excusas para no ir que podría usar cualquiera de ellas y sonaría factible. Aun así no se negó y se dejó arrastrar fuera del barco por D.O. y Baekhyun. A lo largo del día, la tripulación había ido desapareciendo del bergantín escalonadamente. Chen había estado ocupado apuntando y pagando salarios a los marineros. Algunos aseguraban que volverían, otros tan solo querían cobrar y no volver a pisar la cubierta del Red Ruby. Era el caso de los seis que habían intentando propasarse con Sehun y él. Todos habían cobrado, se habían quejado de las monedas que les había quitado Chen y posteriormente se habían ido sin atreverse a comentarle nada al contramaestre. Luego, para sorpresa de Sehun, Chen le dio esas monedas y le aseguró que eran la compensación por su acoso. Tao había gritado algo de pagar unas rondas y los dos se habían ido casi corriendo hacia tierra firme.
Eso había sido a media tarde; ahora ya no había nadie en la cubierta cuando ellos bajaron hacia el puerto. El timón se quedaría solo esa noche, así como la cocina, pero no parecía importar porque apenas había gente en el barco. Aquella isla pirata era un auténtico caos pero parecía haber orden incluso dentro de éste, según notó Xiumin mientras paseaban por las calles del puerto y se cruzaban con gente. Había muchos establecimientos y, más allá, varias casas desperdigadas aquí y allá. Había tiros, peleas y mucho ron en las calles pero también se notaba que todos estaban más relajados de lo que podían estar en una isla cualquiera. Como si aquella isla fuese un verdadero santuario pirata.
La taberna de Madam Red era un edificio alto y grande al final del puerto. Salía música de su interior y había mucha gente tanto dentro como fuera. Estaba dividido en dos plantas. Una superior llena de habitaciones a las que sólo se podía acceder del brazo de alguno de los empleados del establecimiento y una parte baja llena de mesas y una barra con varios barriles de ron esperando a ser vertidos en jarras a los clientes. También había espectáculos. Las chicas de Madam Red, la dueña a la cual casi nadie había visto nunca, se paseaban por el local buscando a su presa o hacían pequeños números de baile, cantos o contoneos en el pequeño escenario del fondo de la taberna.
Se sentaron cerca de la salida para alegría de Xiumin, que podía tener cerca una vía de escape. Una atractiva camarera de ojos verdes y pelo negro se acercó a llevarles ron y todos pagaron su copa con alegría. Luego hicieron lo que todos en esas situaciones, hablar de cosas banales.
-Nos llevará sólo un par de días llenar las despensas y encontrar los hombres. La cuestión es qué hará Virus con Luhan.
-¿A qué te refieres? -preguntó Xiumin al cocinero.
-Si seguimos la ruta que habéis trazado Suho y tu, tendremos que justificar a los hombres que luchen contra los vientos y la lluvia por ello. Somos piratas. Si no hay beneficio, no nos arriesgamos.
-Exacto. -puntualizó Baekhyun. -El gran problema es que la tripulación necesita un motivo y el único que hay es Luhan. El mismo que vive escondido de la tripulación y al que los oficiales hemos visto en contadas ocasiones.
-¿No conocéis a Luhan? -preguntó el chamán conmocionado por el descubrimiento.
-Le conocemos, sí, pero no como puede hacerlo Lay. Solemos verle cuando celebramos alguna cena especial y Virus le invita a comer con nosotros. Y no suele hablar mucho.
-¿Luhan? Pero si no se calla. -rió el castaño. Baekhyun esbozó una sonrisa.
-Será contigo. Yo, para arrancarle una palabra, la última vez me llevó veinte minutos.
-Sí, y eso es tu record. -apostilló D.O. dándole un trago a su bebida.
Xiumin iba a comentar algo sobre el tema cuando una chica reclamó la atención del lugar y les indicó que era el turno de Kai para deleitarles con sus bailes. El chamán tenía verdadero interés y curiosidad por ver cómo eran así que posó su jarra y se mantuvo atento al chico de tez morena que acababa de aparecer en la sala. D.O. se fijó en su mirada y se rió.
-Ten cuidado con cómo le miras; si Chen te ve puede matarte.
-¿Chen?
-Sí. Chen. Kai es algo así como su preferido. No sé si me entiendes. -le explicó Baekhyun. El castaño le miró confuso por lo que trató de explicarse mejor. -La mayoría de su sueldo la invierte en tener a Kai en exclusiva. Es casi como su dueño.
-¡Pero eso es horrible! -exclamó Xiumin haciendo que alguna mesa cercana se girase a mirarle; en el escenario Kai se movía fluidamente al ritmo de un tambor.
-Es mejor comprarle que permitir que cualquiera pueda ponerle las manos encima. -le dijo D.O. bebiendo de su jarra.
-Pero… ¿Por qué lo hace? -no lo entendía, no tenía sentido alguno. Los otros dos sonrieron mirándose con complicidad. Fue Baekhyun quien contestó.
-Porque le carcomen los celos pensando en que alguien pueda tocarle.
La respuesta dejó a Xiumin pensando. Él no era ajeno al concepto de los celos. Había oído a muchos amigos y amigas quejarse de ellos, en la isla, un recuerdo casi borroso de otra vida. Nunca los había experimentando en su propia carne pero sabía más o menos los síntomas. Claro qué, cuando los celos atacan, no siempre sabes que van a aparecer. Eso fue lo que ocurrió en aquella taberna. Virus y Kris entraron como los reyes del lugar, obteniendo al segundo la mejor mesa cerca del escenario y por, ende, al baile de Kai. Ambos lo miraban casi hipnotizados para desgracia de D.O., que parecía resoplar a su lado.
Sin embargo, pronto cambiaron de actitud cuando se vieron rodeados de las mujeres del lugar. Las chicas de Madam Red estaban bien entrenadas y en cuanto vieron aparecer a los dos apuestos oficiales empezaron a revolotear a su alrededor. Kris era algo más reacio a los avances de las chicas, quizás actuando por prudencia o timidez, Xiumin no podría estar seguro de ello. Lo que sí podía asegurar era que D.O. casi parecía a punto de echarse delante de él y gruñir a todo ser viviente que se atreviera a fijar sus ojos con malas intenciones en Kris. A diferencia de Kris, Virus parecía en su salsa y se dejaba agasajar por las chicas como un rey. Una chica le rellenaba la copa mientras otra le daba unas uvas que habían pedido a la camarera. La que estaba a su espalda le masajeaba los hombros con destreza y había otra sentada en sus rodillas tratando de obtener su atención. El capitán se reía y Xiumin sentía que cada carcajada era como un puñal clavado a su espalda.
-¡Anda! ¿Esa no es la capitana del Sand? -preguntó Baekhyun en un murmullo al cocinero.
-Sí, creo que sí.
Xiumin no sabía de qué hablaban pero pronto le explicaron que el Sand era un barco de contrabando dirigido por una mujer de armas tomar. La capitana Dara, que en ese preciso momento hablaba con Virus cerca de su mesa (más bien deberían decir que estaba coqueteando). La pirata estaba sentada encima de la mesa que habían ocupado los chicos y, con las piernas cruzadas cerca de Virus, le comentaba lo que fuese que hablaban. El capitán sonreía complacido por la atención y le indicaba con leves asentimientos que le seguía el hilo de la conversación. Xiumin, por su parte, rabiaba en el interior por la cercanía y hasta el ron le sabía mal en esos momentos. Sobre todo cuando Virus se acercó aún más a la pirata e hizo el amago de besarla. Ese fue el momento en el que Xiumin decidió que había tenido suficiente espectáculo para una noche.
Se disculpó de sus compañeros e intentó irse del local. Si hubiese estado más atento habría visto la sonrisa maliciosa de Virus en su boca al verlo irse tras el numerito; pero estaba más preocupado por los celos que parecían carcomerle el alma que por fijarse en otras cosas. Justo cuando estaba a punto de alcanzar la puerta, en el umbral casi, se tropezó con alguien. Era una mujer vestida de granate de pies a cabeza. Un rojo tan fuerte e intenso que prácticamente parecía sangre, aunque la tela brillaba como el fuego de una hoguera.
Era pelirroja también y llevaba los labios pintados de un intenso rojo, a juego con el resto del atuendo. El vestido que llevaba mostraba un generosos escote que no se molestaba en cubrir más que lo mínimo y necesario. Su cara era un óvalo perfecto y sus ojos destacaban bajo el maquillaje fuerte que llevaba pero que a pesar de ello la hacían ver preciosa. Era la primera vez que se encontraba con una mujer así de impactante y su primera reacción fue la de balbucear una disculpa tonta.
-Lo siento mucho, señorita.
-¿Señorita? ¡Oh! Para llamarme así debes de ser nuevo en la isla. -su risa era escandalosa sin parecer forzada y tenía un tono risueño y contagioso. -¿Ya te vas, querido? -le preguntó parpadeando lentamente. Xiumin asintió.
-Sí, es hora de ir a hacer el relevo a mi compañero.
-Ya veo. Es una pena. ¿No te gustaría pasar un buen rato conmigo? -le propuso seductora, haciendo un mohín con sus rojos labios y acercándose a él hasta casi acorralarle contra la pared. -Estoy segura de que a tu compañero no le importará que te retrases un poco si es por una buena causa, ¿no crees?
-No. Lo siento. En otra ocasión. Debo irme. -repuso con rapidez sin saber muy bien qué debía hacer o decir ante una mujer así. Ella sonrió triste por su respuesta.
No esperó a que se despidiera de él y escapó de su telaraña rápidamente para huir por el puerto en dirección al barco. Aquella isla parecía un sitio verdaderamente raro y no sabía si quería pasar mucho tiempo allí. Tan solo quería encerrarse en su camarote y pensar detenidamente en el nudo que se le había formado en la boca del estómago al ver a Virus coquetear abiertamente con aquellas mujeres. Ya no era el simple gesto, era la forma en que se miraban y en la actitud relajada y seductora de Virus, una actitud que tan solo había visto cuando estaban a solas en su camarote. Y podría parecer egoísta, pero solo quería poder verla él. No sabía porqué pensaba esas cosas. Realmente no eran nada serio. No eran nada, porque no habían decidido nada al respecto. Tan solo eran amantes, en caso de ser así. Y aún quedaba el asunto de que, técnicamente, Xiumin era un prisionero en el barco por lo que pertenecía a Virus. Era todo demasiado complicado para pensarlo en ese momento.
Cansado de la carrera, recorrió los últimos metros que le separaban de la escalerilla del barco y subió a la cubierta rápidamente. Seguramente llegaría temprano a darle el relevo a Lay pero no le importaba mucho. Prefería hablar con Luhan de mil cosas con tal de no pensar en lo que acababa de ver en la taberna. Se sentía triste y traicionado a pesar de que no tenía motivos reales para sentirse así. Pero lo hacía y pensaba en aquella sonrisa canalla en los labios de Virus que parecía muy contento de estar allí con aquellas mujeres. Navegaba entre la ira y el desasosiego mientras andaba en círculos por la cubierta, inseguro de si debería bajar a ver a Luhan en su estado.
El barco respiraba quietud y tranquilidad cuando puso el primer pie en él. Tan sólo se oían sus pasos inseguros retumbar en la madera. Hacía calor en la isla y eso se traducía en una brisa bochornosa que cargaba el ambiente con una humedad imposible de soportar. Xiumin lo estaba pasando muy mal porque desde hacía varios días llevaba la camisa casi completamente abrochada para que no se le viesen los mordiscos y moratones que le dejaba Virus por las noches. Tenía la tela pegada a la piel y la garganta seca, ni siquiera el ron que había bebido le había calmado la sed.
Decidió dejar de dar vueltas por la cubierta y bajar a ver si Lay quería irse ya. Se acercó al camarote de Luhan, cuya puerta estaba entreabierta para dejar pasar algo de corriente y combatir el calor. Estaba a unos centímetros de la puerta cuando lo oyó. Un susurro bajito pero suficientemente claro para entenderlo en cualquier idioma que se dijese. Un “Te quiero” que sonaba tan urgente y desesperado y por el que Xiumin se quedó congelado en el sitio durante varios minutos. A la confesión la siguió una risa que conocía demasiado bien y un “y yo a ti” seguido de más risas. No había que ser un genio para saber lo que pasaba así que el chamán decidió seguir su camino hasta la cocina sonriendo. Al menos a alguien parecían irle bien las cosas.
Echó mano de la reserva especial y privada de D.O. y le robó una botella de ron entera que sabía que iba a durar bien poco cerrada. El primer trago se lo dio en la cocina, el segundo en la escalera, el tercero en el umbral de la cubierta. Cuando llegó a la proa había perdido la cuenta de los tragos que le había dado. El ron sabía bien y entraba solo. Por alguna razón que no llegaba a comprender le apetecía beber, quizás para olvidarse de lo que había visto en la taberna. Su padre siempre le había dicho que beber solo era para borrachos y locos pero en esos momentos no le importaba parecer uno de ellos. Se sentía traicionado por un hombre por el que no debería sentir más que desprecio u odio. Pero lo que sentía era cualquier cosa menos eso. Mientras la botella iba mermando sus pensamientos se iban haciendo menos lucidos. Hasta tarareaba melodías que había aprendido en aquella fiesta. La fiesta que lo había desencadenado todo.
-¿Sabes que beber solo es muy triste?
No tuvo que girarse para reconocer la voz; es más, si tenía que ser sincero, una parte de sí mismo esperaba que le hubiese seguido en cuanto le vio irse. Salvo que, al parecer, el ir en su busca le llevó más tiempo del que pensaba.
-Eso dicen. Pero tranquilo, estoy intentando ahogar esa sensación con el ron. No pasa nada. -le dijo levantando la botella a modo de improvisado brindis con el aire.
-¿Por qué te fuiste tan rápido de la taberna? -le preguntó acercándose a él y apoyándose en la balaustrada a su lado, mirando los dos al mar en calma iluminado por la luna.
-No me gustan los lugares llenos de piratas borrachos y chicas demasiado…
-¿Atrevidas?
-Audaces, diría yo. -le corrigió mientras bebía otro trago de la botella.
-Interesante definición. -rió el pirata. -Estás bebiendo demasiado, Xiumin. -le advirtió el capitán, el aludido se rió con ganas.
-¿Y? ¿Ahora eres mi madre y te preocupa que me emborrache? -le preguntó mirándole de reojo sin apartar mucho la botella de sus labios.
-Me preocupa el motivo por el que hayas decidido hacerlo.
-No hay motivo. Simplemente tenía sed. -replicó con otro trago de ron.
Virus podría haberlo dejado pasar, habría sido lo más normal, pero no lo hizo. Agarró del brazo a Xiumin, haciendo que casi se le cayese la botella de ron, y le estampó contra el palo trinquete sin falta de mucha fuerza. El cuerpo del chamán rebotó al dar contra la madera y, cuando quiso enderezarse para reclamar la acción al pirata, éste había unido sus cuerpos, atrapándole contra el palo. Xiumin gimió casi herido por su acción, haciendo que Virus sonriese complacido.
-Tan solo admítelo. -le susurro contra sus labios. -Admite que estás celoso.
-¿Por qué? ¿Acaso quieres que te lo diga para sentirte más poderoso? -gruñó Xiumin, totalmente enfadado por verse atrapado y por lo que le decía el pirata. Éste sonrió.
-No. Quiero que me lo digas para demostrarme que sientes algo por mí que no sea odio.
-Nunca. Mataste a mi padre. Sólo tengo odio para ti. -exclamó demasiado orgulloso para admitir el cambio en sus sentimientos.
-Si eso fuese verdad, Xiumin, no habrías accedido a venir cada noche a mi camarote a dejarte marcar por mis labios. -el chamán se mantuvo en silencio y apartó la mirada, los dientes rechinando entre ellos. -Tan sólo dime la verdad. -pidió en un susurro casi atrapado entre sus labios.
Fue una mezcla del ron de su sangre, el orgullo lastimado, la imagen de la taberna y, sobre todo, la distancia casi nula entre sus cuerpos. Todo ello le afectó de tal manera que Xiumin juró y perjuró que no sabía con seguridad qué sucedió a partir de ese momento. Tan solo se dejó llevar.
-Sí. Es verdad. -confesó mirándole, aún enfadado, a los ojos. -Me fui de la taberna porque no podía soportar que aquellas mujeres te tocasen mientras tú te dejabas y sonreías complacido. Sé que para ti soy un entretenimiento pero al menos podrías respetar mi presencia. Conozco la realidad, no hace falta que me la recuerden de esa forma. -el chamán suspiró, lamiéndose de los labios los restos del ron. -Da igual. Déjame beber en paz, anda. -terminó haciéndole un gesto con la mano para que le dejase tranquilo.
Virus no le dejó sino que hizo todo lo contrario. Aprovechó que se había relajado completamente y le acorraló contra el trinquete, uniendo sus labios en un beso que sabía a ron. Xiumin trató de apartarlo pero, en cuanto sintió la lengua del pirata colarse en su boca, dejó de resistirse y se aferró a la camisa de Virus con ansia. La botella de ron acabó estrellándose contra el suelo y desperdigándose en miles de trozos de vidrio por la cubierta.
-No. No. No. -susurró consiguiendo separarle de su boca. -No. Déjame. Vuelve al burdel y elige a la que más te guste para hacer estas cosas. -trató de separarse e irse pero Virus le volvió a acorralar contra el palo.
-Tus celos son infundados. -Xiumin le miró con rabia al oír de nuevo hablar de celos. -Sólo quería comprobar si de verdad sentías algo por mí que no fuese solo deseo y lujuria.
-Hay algo más: odio. Te odio. -gruñó de nuevo tratando de forcejear con él.
-Tu voz dice algo que tu cuerpo no apoya. -le explicó el pirata, volviendo a besarle y haciendo que volviese a agarrarse a él en busca de apoyo. -¿Ves? Me quieres.
-Matar. -gruñó mientras le agarraba del pelo y volvía a besarle. -Te odio tanto que creo que va a consumirme. -le confesó contra sus labios. Ninguno de los dos necesitaba más indicaciones para saber que en realidad no se refería al odio, sino a lo contrario.
Virus sabía que no iba a conseguir una confesión mejor de su parte así que se dejó besar un buen rato para luego volver a controlar él la situación. Sus manos vagaron hasta la cintura de Xiumin y acercó su cuerpo al suyo sin dejar de besarle. Sus cuerpos chocaron a la vez que sus lenguas, batallaron en la boca ajena mientras el resto de su cuerpo se saludaba con pequeños roces casi casuales. Sus labios, descendieron por su cuello tras romper el beso buscando ese punto que le hacía delirar.
-Virus… -jadeó contra la noche mientras aferraba sus manos a sus hombros. El aludido dejó de besarle y le miró a los ojos, la decisión pintaba en ellos. Una decisión que le dejó confundido.
-No. Virus no. -le murmuró lentamente, como quien cuenta un secreto. -Chanyeol. Llámame Chanyeol. Quiero que digas mi nombre mientras alcanzas el éxtasis.
Y así lo hizo. Contra aquel mismo palo, mientras sus manos buscaban el equilibrio entre las grietas de la madera y Virus, no, Chanyeol, empujaba tras él, embistiéndole y quitándole la cordura a cada movimiento de su cadera. No fue hasta que alcanzó el orgasmo, gimiendo el nombre que le había dado, que Xiumin se percató de que el capitán le había revelado su verdadero nombre y así se lo hizo saber un par de horas después, en su camarote, el relevo que debía hacerle a Lay olvidado en lo más profundo de su mente.
-¿Por qué me has dicho tu nombre? -le preguntó mientras recorría la espalda del pirata con sus dedos, las sábanas enredadas en sus cinturas despreocupadamente.
-¿Qué importa? No eres el único que lo sabe en este barco.
-Puede ser así, pero quienes lo saben son los oficiales y Luhan. Gente de tu confianza. No un simple prisionero.
-Escúchame bien. -le dijo agarrando su brazo y girándose hacia él. -Tú no eres un prisionero. Eres un miembro más de esta tripulación. Eres un amigo fiel a Luhan y un gran hombre. -las palabras del capitán le habían llegado muy profundamente pero no pensaba hacerle saber eso.
-¿Qué sucede capitán? ¿Vais a declararos? -bromeó para quitarle hierro al asunto.
-Quien sabe… quizás sí. Si con eso consigo un buen trato por tu parte… -le propuso Virus, acercándose a sus labios.
-Como gustéis, mi capitán.
Aquella noche se olvidó de todo. De la maldición, de su diosa, del barco, de su padre, de sus creencias, de Luhan… Lo olvidó todo para darse en cuerpo y alma a los labios de Chanyeol que recorrían por entero su cuerpo. Ni siquiera reparó en lo que de verdad significaba todo aquello. Al menos no hasta unos cuantos días después.
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El día siguiente amaneció nublado, las nubes que hasta ese día les habían proporcionado un calor sofocante se compactaban, a punto de crear una tormenta tropical. El Red Ruby estaba prácticamente vacío, todos los marineros habían desembarcado y tan solo quedaban un par de oficiales para cuidar de él. Entre ellos, Lay, que miraba de nuevo la temperatura de Luhan para ver si ya era seguro trasladarlo a tierra. Un rápido chequeo por parte de ambos concluyó que Luhan estaba mejor así que podría viajar aquel mismo día. Antes de media tarde ya había aparecido un medio de transporte para él.
-Me parece muy bien que quieras quedarte aquí, Xiumin, pero en casa hay sitio de sobra para los tres. -le decía Luhan, tratando de convencerle de que se fuese con ellos. Pero parecía que debía cambiar de estrategia.
-No pienso ir a pasar tiempo a vuestra casa. Eso sería como una falta de respeto. Es vuestra casa.
-Son cuatro paredes y un techo, Xiumin, por favor. Necesito alguien para que me ayude allí. Por favor. -casi le estaba suplicando y Xiumin estaba a punto de ceder a sus caprichos; una vez más. -No me hagas pedírselo a Virus. Porque si no es por las buenas, será por las malas.
Por suerte para el chino, ganó la respuesta que quería y finalmente Xiumin tuvo que aceptar que su destino era estar al lado de Luhan, fuese cual fuese el lugar. Incluso si eso implicaba ir a pasar unos días a la casa que compartía con Virus en la isla. Lo peor de ir a vivir con ellos no era estar todo el día juntos los tres, ni que la casa fuese inmensa y Xiumin se sintiese pequeño en su interior, sino que conviviendo de esa forma era imposible que a Luhan se le escapen los detalles que les delataban y, finalmente, una noche, mientras terminaba de recoger la cena y darle su infusión, le preguntó sobre el tema.
-Chanyeol y tú sois amantes, ¿verdad? -directo al punto, como siempre.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Primero, que no hayas preguntado quién es Chanyeol. -le contestó con una sonrisa maliciosa el chino. -Si sabes cuál es su verdadero nombre es porque él te lo ha dicho y poca gente sabe cuál es, créeme. Puedes contarlos con los dedos de una mano. Segundo, por mucho que lo quieras esconder, estás lleno de mordiscos por todas partes; hace demasiado calor para que los escondas bien. -la sonrisa de Luhan le estaba poniendo demasiado nervioso porque tenía razón en todo. -Tercero, Chanyeol está muy contento y relajado últimamente y; cuarto, no es que seáis precisamente silenciosos.
-Está bien. Sí. Somos amantes. -acabó confesándole mientras cogía la taza que le tendía.
-Genial. Sehun me debe dos ducados de plata.-sentenció satisfecho.
Xiumin no pudo averiguar qué fue lo peor de todo. Si verse descubierto por Luhan o el hecho de que hubiese apostado con Sehun sobre la naturaleza de las marcas de su cuerpo. El chamán lo consideraba una falta de respeto intolerable; a Chanyeol le hacía gracia.
-Venga, entiéndele. Se pasa la vida encerrado en habitaciones sin nada que hacer. Es normal que se fije en todo lo que sucede a su alrededor. -le dijo el pirata tratando de calmarle con miles de besos en su cuello y hombros. Estaban desnudos bajo las sábanas, como otras tantas veces.
-No es gracioso. Me siento un experimento. -refunfuñó el chamán.
-Para Luhan seguramente lo seas. Siempre le ha gustado analizar a la gente. -se rió el chico de pelo largo antes de dejarse caer sobre el colchón.
-¿Desde cuándo os conocéis? -preguntó mirándole atentamente, buscando un cambio en su cara. -Luhan me contó que prácticamente os habéis criado juntos, como hermanos. -una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al oír aquello.
-Nos conocimos cuando teníamos unos cinco años. Luhan malvivía en las calles de Hong Kong, mientras yo intentaba robar todo lo que podía para la pandilla con la que vivía. -le relato haciendo que Xiumin le encarase interesado en sus palabras. -¿Sabes por qué la fruta favorita de Luhan son las manzanas rojas? -el chamán negó. -Porque lo primero que le di cuando nos conocimos fue una manzana roja que acababa de robar. Era la primera que comía en su vida. Desde entonces, si no hay un barril de manzanas en la despensa se enfada y no me habla hasta que me hago con uno.
La risa de Chanyeol era contagiosa y Xiumin se dejó abrazar por ella mientras descubría más cosas sobre ellos y cómo había llegado a ser un pirata temido en el Pacifico. Le contó qué, cuando tuvieron edad, suficiente se enrolaron en un barco de contrabando que hacía ruta entre varias islas al sur de China. Le habló del hambre que pasaron y de cómo tenían que tener cuidado de dónde dormían y en quién confiaban; hasta que al final no les consideraron necesarios y partieron sin ellos, dejándoles en una de aquellas tantas islas. Malvivieron unos meses hasta que atracó un barco pirata y se ofrecieron como mano de obra para limpiar el barco, un trabajo parecido al que habían hecho Sehun y él en el Red Ruby. Aquel barco era el del pirata que gobernaba la isla donde se encontraban. Una de las pocas buenas personas que Chanyeol había conocido y quien le dio su nombre de pirata. Xiumin se sentía envuelto en la historia y sonreía cuando el pirata lo hacía al recordar aquella época.
-Cuando nos propusimos robar el Red Ruby tan solo queríamos un barco y éramos muy ingenuos. No sabíamos a qué nos enfrentábamos. Pensábamos que éramos invencibles. -había una nota de dolor y pesar que no se le escapó al chamán y que le hizo besarle con ternura, tratando de aliviarle.
-Fenghuang tiene muy mal despertar. -bromeó tratando de hacerle reír. -No sabíais que íbais a acabar así. Pero me has conocido a mí, eso compensa, ¿no? -dijo tratando de atribuirse el mérito. Chanyeol sonrió y le besó.
-Cierto. Tienes toda la razón, Xiumin. -murmuró entre besos. El chamán se separo de él y le miró indeciso. -¿Qué pasa?
-No me llamo Xiumin, lo sabes, ¿no? -reveló mirándole casi con miedo.
-Lo suponía. Normalmente los chamanes tienen nombres de acuerdo a sus poderes. Algo sé del tema. He conocido a varios en mi búsqueda de una solución para la maldición. -se rió acariciándole la cara. -No tienes que decirme tu nombre, ¿sabes? Yo quise decírtelo pero no es necesario que tú hagas lo mismo.
-Quiero hacerlo. -sentenció agarrando las manos que sostenían su cara. -Minseok. Ese es mi nombre; Minseok. -confesó mirándole a los ojos, casi perdiéndose en su profundidad.
-Minseok. -repitió Chanyeol, disfrutando de cada sílaba. -Me gusta. Es un nombre bonito. Te pega.
Sonriendo, se acercó a sus labios para volver a besarle. Esta vez, Minseok no se opuso y se dejó besar, dándose cuenta del vínculo que acababa de crear con aquel hombre, ya no pirata, que parecía haberle salvado de algo que aún no sabía muy bien qué era. Los besos recorrieron su cuerpo de nuevo a la vez que el susurro de su nombre contra su piel casi le arrullaba, la voz de Chanyeol hipnótica cuando decía las sílabas casi con adoración.
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