Fics IV

Jan 23, 2006 00:41


AMANECER

El viento, implacable y gélidamente inusual en California, se cuela entre las ropas desordenadas de Spike. El abrigo de cuero desabrochado revolotea enloquecido a lo largo de sus costados. Hace tanto frío que Spike es consciente de que si fuera humano estaría al borde de la hipotermia. Pero no lo es, es un vampiro centenario y una de las ventajas de ser vampiro es tolerar el frío. El frío exterior. Porque el interior es tan horroroso que le quema. El frío de la soledad.

Está tan solo que le duele hasta casi agonizar.

Lleva toda la noche intentado ahogar su soledad en alcohol pero no le ha servido de mucho. Lleva toda la noche decidiendo por que diablos no regresa a Europa, la busca y la dice que no está muerto. Que lleva meses vivo.
Intenta engañarse a si mismo diciéndose que es lo mejor para ella, que que futuro la esperaría con un no-muerto como él, que es más necesario en Los Ángeles luchando contra el mal. Intenta engañarse de mil maneras distintas. Pero no lo consigue. Sabe que no se irá por él. Porque le pertenece a él. Desde el principio. Desde hace un siglo. Porque es su sire y porque ha intentado aborrecerlo un millar de veces y no lo ha conseguido.

Por Angel.

Sumido en sus pensamientos de amor y odio vaga por las solitarias calles de Los Ángeles sin rumbo fijo. Quiere escapar de él pero algo mas poderoso que las fuerzas místicas que hasta hacía no demasiado le ataban a Wolfram & Hart hace que, sin darse cuenta, encamine sus pasos hacía el lugar donde se encuentra su señor.
Para cuando, por fin, consigue levantar la mirada del suelo, se encuentra a los pies del la inmensa mole de acero y cristal que es la sede de los abogados. Y con un suspiro de rendición entra en el edificio.

Y es por eso por lo que otro nuevo amanecer vuelve a sorprenderle en el despacho de Angel. Otra vez. Lo mismo mañana tras mañana desde hace semanas. Tiene docenas de despachos donde elegir pero siempre acaba viendo salir el sol tras los cristales tintados del despacho de Angel.

Recuerda la primera mañana que ocurrió. Tirado en el sillón con una borrachera de espanto vio el sol aparecer allá, al fondo. Esos malditos cristales de dios sabe que material le dieron la oportunidad de contemplar algo que ya había olvidado, el amanecer, un poema de colores rojizos y anaranjados tiñendo el cielo.
Contuvo la respiración durante minutos asombrado de la belleza que, de nuevo, se mostraba ante él y desde entonces todas las mañanas sube allí arriba a observar toda esa perfección, de pie ante la inmensa cristalera de Angel. Solo. Completamente solo.

-Precioso ¿verdad?

Spike se gira sorprendido para encontrarse con Angel a pocos pasos detrás de él. Ni siquiera le ha oído llegar. El muy cabrón sigue tan silencioso como siempre. O quizá él está perdiendo facultades, se está volviendo viejo o algo así… Sí, ya, seguro que es eso.

Angel recorre la escasa distancia que los separa y se coloca a su lado, admirando el horizonte.

Y su sola presencia hace que el corazón de Spike se ahogue en un millón de sentimientos enfrentados.

-Aún me sigue asombrando el milagro del alba. Toda esa belleza increíble que nos ha estado vetada tanto tiempo- dice quedamente Angel.

-Bah, no es para tanto- replica Spike aunque sólo sea por llevarle la contraria una vez mas.

Angel le mira. Un suave suspiro sale de sus labios.

-Entonces ¿por qué vienes a verlo todos los días?

Spike le mira sorprendido, algo enfadado.

-Me espías!!!

-No Spike.

-Sí que me espías!!!- replica cada vez más enfadado.

-Ya deberías saber cuales son la medidas de seguridad de este edificio. Todo queda grabado. Todo el que entra y sale. Todo, en todo momento y en todo lugar. Y todas las mañanas recibo los informes de todos los movimientos de día anterior- le revela Angel.

Es cierto que no le espía, pero no ha podido evitar darse cuenta de que Spike va allí todas las mañanas y se pregunta el por que. Por eso hoy se ha decidido a bajar. Por fin.

-Desde hace semanas vienes todos los días al amanecer ¿Crees que no me iba a enterar?

"Maldita tecnología" piensa Spike. Y su mente empieza a funcionar a mil por hora para encontrar una excusa.

-Yo... sólo buscaba un lugar donde estar... solo.

Ahora el sorprendido es Angel. Esperaba cualquier contestación, cualquier exabrupto, cualquier cosa. Menos eso.

-A ti no te gusta estar solo.

-Pues lo estoy!!!- grita Spike. Un grito desgarrador, demoledor, que da de lleno en Angel.

Le mira a los ojos, al fondo de esos ojos azules en los que siempre a sabido leer con absoluta claridad. Y la ve. Ve la soledad que consume a Spike como una condena.
Y el amor que siempre ha sentido por su chico vuelve a inundarle el corazón con aún más fuerza.

-No estás solo, Spike- le dice con suavidad.

-Cállate!!!- vuelve a gritar Spike apartando el rostro de la mirada de Angel.

-¿Por qué crees que estoy aquí, ahora?- la voz de Angel es todo ternura.

-Cállate- repite Spike. Sólo que esta vez apenas lo dice en un susurro.

-Mírame- le pide Angel.

-No.

-Mírame- Alza la voz. Ahora no se lo pide, se lo ordena.

Y Spike, obedeciendo a su maestro una vez más, le mira.

Una mirada que dura siglos.

Spike sabe lo que es amar, pero no está muy seguro de lo que es ser amado. Pero lo que hoy ve en el rostro de Angel es amor. Por él. A pesar de todo y de todos. A pesar de su pasado, de su presente y de su futuro. A pesar de los dos. O precisamente por eso. Porque son ellos dos.

Siempre han sido ellos dos.

Y la soledad desaparece cuando siente los suaves labios de Angel posándose en los suyos. Buscándole. Encontrándole.

Y en los brazos de Angel Spike siente que, por fin, después de un siglo, ha vuelto a casa.

FIN

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