•Serie: Axis Powers Hetalia
•Claim: FrUK + USA, IceNor + Den, SuFin, RusCan.
•Fanfic:
El Libro Mágico; Tercer Capítulo.
•Genero: Humor, romance y wth xD
•Advertencias: Nyatalia (fem!UK y fem!Norge).
•Nota1: Las parejas que están arriba son las definitivas, pero como yapa siempre habrá una que otra situación media NorUK xD más que todo porque a Norge le gusta tocarle las narices a Francis y Alfred, lol
•Nota2: Decidí seguir refiriéndome a Noruega y UK como hombres en la narración; no sé, no me convencía referirme a ellos como mujer, aunque si alguien me dice que quedaría mejor no tengo problemas en reconsiderarlo XD
[Cap Anterior] El Libro Mágico: Capítulo 03.
El sitio era acogedor, algo silencioso pero no por eso desagradable.
La decoración era armoniosa, el jardín muy variado y además el ver tantas criaturas mágicas retozando en éste, y por toda la casa, lo hacían sentirse como en su propio hogar.
-Sólo falta algo de nieve, pero la niebla también está bien. Me gusta. -murmuró para sí, sin dejar de mirar el fondo de su taza vacía.
El escandinavo ya había terminado con su café y tenía deseos de tomar otro, si bien abandonó esa idea al escuchar un fuerte portazo y a Arthur insultar a los cuatro vientos.
No tardó en dirigirse a la puerta de entrada y preguntar qué había ocurrido.
-Francis me ha visto. -respondió el ojiverde llevándose una mano al rostro, momentos antes de escuchar al francés llamarlo con tono meloso desde afuera, diciéndole que había traído de sus pastelillos favoritos-. ¡El colmo! ¡Simplemente lo mataré y lo usaré de abono para mis plantas! -sentenció, con el ceño severamente fruncido, despegando su espalda de la puerta para abrirla de par en par; después de todo, ahora que lo había visto, el ojiazul no se iría por las buenas y además…
Sus instintos asesinos se vieron reducidos al encontrarse con la imagen de, efectivamente, sus pastelillos favoritos en una caja abierta que sostenía el galo. Sus tripas no tardaron en delatar lo evidente; el mayor suspiró tranquilo al ver que, con apariencia nueva o no, el inglés seguía comportándose como siempre.
-Ah! Bonjour! -saludó feliz al ver que había otra chica linda allí-. ¿¿Eres Vidharr??
-Espero que no se te ocurra decir ni una palabra de esto a nadie, ni a Den. -fue lo único que respondió el escandinavo antes salir afuera-. Iré a pasear a mi troll por los alrededores.
-Bueno, en el carácter por lo que veo ninguno de los dos ha cambiado nada. -se dijo antes de seguir al dueño de casa, quien se había encaminado hacia la cocina a seguir con su desayuno-. Aunque en otros aspectos… -murmuró dándole un vistazo completo-. Eh, ah… Yo quiero un té blanco. -se apresuró a decir en cuanto el otro volteó con cara de mala uva.
-Prepáratelo tú, tienes manos para hacerlo. -gruñó Reino Unido antes de sentarse a la mesa.
-Definitivamente no serías buena esposa. -comentó al aire antes de empezar a buscar lo necesario; conocía esa cocina (y la casa) de pies a cabeza-. Ah, gracias. -sonrió hacia una Hada que le había alcanzado una cuchara-. Será mejor que se retiren de aquí por si…
-¡No le digas cosas pervertidas a las Hadas! -masculló molesto el otro-. ¡Además! ¡¿Qué haces aquí?!
-¿Ah, cómo sabes que eran de ese tipo? -sonrió malicioso.
El Hada también rió llevándose las manos a la boca antes de huir de allí. Francia, mientras tanto, se preparaba su té. Aún había agua caliente en la tetera.
-Estaba aburrido y no tenía nada mejor qué hacer. -explicó antes de tomar asiento frente al otro.
El británico asintió; sí, ahora que lo pensaba era normal en la actualidad que, al igual que el estadounidense, éste se auto invitara a su casa.
Bufó antes de tomar uno de los pastelillos, queriendo olvidarse de cualquier otro asunto que no fuera alimentarse, si bien el francés no se lo iba a dejar tan fácil.
-Si te ibas a cambiar el sexo, me hubieras avisado. -masculló ofendido-. Salvo por Sey y Monaco, hasta ahora no tenía más hermanas.
-¡Cá-cállate, fue gracias a un hechizo! -gruñó intentando dejar de toser. Se había atragantado con el té por culpa del comentario-. ¡Sólo es por hoy!
-¿En serio? Es una lástima. -explicó sujetándole el mentón-. El color rojo le iría bien a tus labios. Tengo un labial aquí si quieres probar.
-¿Qué parte de «Sólo es por hoy.» no entendiste? -respingó el ojiverde, golpeándole la mano para que la apartara y dejando de lado la pregunta de por qué tenía labial a mano; no, mejor no saber la causa.
-Sólo quiero ayudar. Ya de por sí tu fea ropa de hombre es mata pasiones…
-¡¿Quieres cerrar la boca?! ¡Esas cosas no me importan!
-¿Ah, no? ¿Entonces para qué cambiaste? -cuestionó inclinándose un poco contra el inglés-. Conociéndote, lo hiciste por curiosidad, sin embargo creo que es un desperdicio no experimentar al completo.
-Entiendo tu punto, pero no pienso travest…
Sus palabras se cortaron al recapacitar que en ese momento ya estaba travistiéndose. Algo de lógica tenían las palabras opuestas, si bien no era sólo por eso que se había detenido; veía las claras intensiones del otro.
-Deja de mirarme así. -le advirtió corriendo la silla para apartarse un poco hacia atrás; no era que la mesa fuera pequeña, sino que…-. ¡¡Y ya de acariciarme la pierna con tu sucio pie!!
-Sí, claro. -sonrió el ojiazul con diversión antes de levantarse para comenzar a dirigirse al lado del otro.
-Escucha… -comenzó Reino Unido, parándose para detener sus intensiones-. Te tomarás el té y luego te marcharás.
-Imposible.-medio rió antes de llevar ambas manos sobre los pechos del británico-. ¿Ah? Como supuse, no llevas sostén. Creo que el que tengo aquí es de tu talla si lo nec…
-¡¡MALDITO BARBUDO IMBECIL!!-exclamó sujetándolo del cabello-¡¡RESPETA LAS ZONAS LIMITR…ahhh…!!
El francés rió más. Como era normal, un poco de correcta estimulación y ya tenía la mitad del camino ganado.
-No me dirás que no te has tocado, ¿o sí? -murmuró deslizando una de sus manos por la espalda opuesta para asirlo de la cintura y pegarlo más contra sí-. Eres un obseso de las tetas, imposible que no hayas hecho esto. Pero si no, oni-san te dará con gusto una mano. -le susurró en el oído antes de comenzar a desabotonar la camisa negra del otro.
El ojiverde miró hacia otro lado; estaba bastante fastidiado, puesto que era cierto. Mientras se bañaba, antes de bajar, no había resistido la tentación de explorar, un poco bastante, las nuevas sensaciones que ese cuerpo podía experimentar. Y ahora…
Largó un gemido de queja, al sentir su espalda chocar con la tabla de la mesa y el sonido de cosas cayéndose contra el piso; si bien, los labios del franco en su cuello hacían que ni siquiera se preocupase de saber si su taza favorita había sido dañada.
Entrecerró los ojos. Comenzaba a sentirse bien y más cuando las manos contrarias hicieron contacto piel a piel. Como era natural: tocarse uno mismo se sentía bien, pero cuando lo hacía otro…
-¡Esp…ah…qué…! ¡¿DÓNDE ESTÁS METIENDO TUS DEDOS CON TANTA LIBERTAD?! -gruñó antes de darle una patada, haciendo que cayera sentado al piso.
-¡Ouch! Aún con ese cuerpo golpeas como siempre.-se quejó el de pelo largo, sobándose el área dañada-. Aunque… -una risa lasciva salió de sus labios, al ver la nueva perspectiva que tenía ahora-. En serio, tampoco estás nada mal como mujer y… Como puedo notar: hombre o mujer, te sigues excitando con facilidad. -rió antes de lamer los restos de fluido que había en una de sus yemas.
Reino Unido enrojeció y cerró más sus piernas.
¿Cuándo le había quitado los pantalones y la ropa interior? Un tic afloró en su ojo derecho, al ver que solamente le quedaba puesta su camisa; ni los zapatos y medias tenía.
Sin importar los siglos transcurridos, nunca dejaría de traumarse por la rapidez de desnudarse y desnudar que tenía el otro.
-¿Mmm? No me dirás que tienes miedo, ¿verdad? -cuestionó el mayor con tono algo molesto.
Cerró sus ojos. Podía sentir claramente como su entrepierna sufría contracciones debido a la excitación.
Le era extraño, es decir, no entendía cómo las mujeres podían soportar eso. Él ya se estaba volviendo loco; con el leve rose anterior…
Ni siquiera había sido penetración y estaba seguro de haber tenido un orgasmo. De hecho, lo había golpeado porque había estado a punto de largar un gemido demasiado fuerte para su gusto.
-¿Y bien? ¿Cuál es tu problema? Que yo sepa nunca te he lastimando cuando se trata de s…
-¡Agh, ya cierra la boca! -rugió en el mismo instante que se fue sobre éste, atrapándolo contra el piso.
Sus labios no tardaron en encontrarse con los opuestos y sus manos en abrir de un tirón la camisa del ojiazul, haciendo que los botones volaran hacia todos lados.
-¡Tienes que dejar de hacer eso, es ropa muy costosa!
-Deja de quejarte o podría optar por probar la experiencia de cómo se siente una mujer al dejar a un hombre con las ganas.
-Eso ni tú te lo crees. -rió mordaz el francés y más lo hizo cuando sintió el claro sonido del cierre de su pantalón bajar.
-Menos charla y más acción. -decretó el ojiverde sujetando una de las manos opuestas para llevarla sobre uno de sus pechos.
-¡Como siempre no me dejas opción! -bufó haciéndose el ofendido-. ¡Tienes tan poca delicadeza, no puedes decir un “Tócame, por favor. Oni-san” o parecido!
-Como si eso fuera indispensable para algo. Ya estás completamente erecto. -masculló luego de sentarse sobre la entrepierna contraria-. Además nadie te obliga a nada. Si no quieres, vete. -medio sonrió al tiempo que su mano se perdía dentro la ropa interior del galo.
-¡Tsk, cállate! ¡Como si pudiera negarme! -gruñó el mayor, pellizcándole los pezones en “castigo”.
Reino Unido dejó escapar un jadeó dolorido y viciado; allí estaba otra vez la sensación de rosar el clímax. Eso le hizo preguntarse cuántos orgasmos podría alcanzar en promedio una mujer.
-No perdamos más tiempo. ¿Verdad? -cuestionó el francés al notar la impaciencia en la mirada opuesta.
-Sólo hagámoslo y déjame en paz.
Francia se encogió de hombros, antes de buscar intercambiar sus posiciones.
Claro que él no había esperado otro tipo de respuesta y claro que sabía que de seguro el menor debía de estar algo inseguro por su nuevo aspecto.
Ellos no eran pareja ni nada pero eventualmente no tenían problemas en ayudarse en ese tipo de circunstancias. Ambos sabían que era beneficioso porque no pasarían un mal rato.
-Será mejor que en esta ocasión use condón. -explicó, antes de sonreír por el tenue rubor en las mejillas contrarias.
Había decidido ir a desayunar allí porque sí, no había otro tipo de razón: podía odiar a Reino Unido pero le gustaba al fin y al cabo su compañía. Y obviamente era consciente de que para éste era lo mismo.
El cambio le había tomado por sorpresa y le era realmente extraño, pero aunque el cuerpo que estaba gimiendo bajo él fuera distinto, sólo era una diferencia externa e insustancial.
-¡Ahhh, esto…! ¡Hazlo más fuerte! -exclamó el ojiverde con sus piernas y brazos enroscados en el otro rubio.
-¡En esta ocasión… decir un “como guste la dama” pierde… pierde bastante gracia! -jadeó el franco aumentado lo más que podía la velocidad. No quería correrse todavía pero a ese paso no tardó en hacerlo un poco antes de lo previsto.
-¡Quítate! -se quejó el británico, mientras intentaba tranquilizar su respiración. El otro había dejado caer todo su peso encima.
Se habían agotado bastante, en especial Francia. ¿Cuánto tiempo habían estado? No tenían idea, como siempre habían perdido la cuenta.
-¡Vamos, quítate! Tenemos que vestirnos.
Francia largó un fuerte suspiró antes de rodar para intercambiar las posiciones. Él estaba muy cómodo y no tenía ganas de moverse por un rato.
-¡Suéltame!
-Tranquilízate un poco. Además, ya todos han visto a oni-san al desnudo.
-¿Quién se preocupa por una contaminación visual como tú? ¡Yo también estoy desnudo, idiota!
-DesnudA, en este caso.-le corrigió llevando una de sus manos a los, ahora, largos cabellos del otro-El cabello largo no te queda bien como hombre, pero como mujer te sienta perfecto.
-Ya deja tus tontas adulaciones. Puede que parezca una chica ahora, pero no lo soy. -murmuró, antes de girar hacia la puerta, a causa de haber escuchado un ruido, descubriendo allí que ya no estaban solos en casa.
-¿Uh? Ah. Bonjour, Alfred!
Ya en el siguiente aparecen los nórdicos restantes y Matt, Rusia + Cuba espiando º-ºUU