•Serie: Axis Powers Hetalia
•Claim: China x child!Rusia y Rusia x China.
•Genero: Humor.
•Advertencias: China pedobear (???).
•Beta:
ter_killer •Nota1: Es mi primer Rusia x China y probablemente el último xD i don’t know, quién sabe, me gusta verlos en plan friendly y así x^D
•Nota2: No está basado en ningún suceso ni nada. Su encuentro y el ataque, todo es puro invento, aunque no es poco creíble xD
•Nota3: Gracias a
musa_hetaliana por elegirlo como el oneshot ganador Rus/Chi~~♥
¡Tan lindo, aruuuuu!
- Maldita ventisca, aru.-murmuraba para sí, sin dejar de avanzar algo encorvado.
No sólo hacía frío, también había nevado mucho y el manto blanco, que se extendía por los alrededores, verdes en sus épocas de calor, hacía un poco más difícil la travesía.
En el norte siempre solía hacer más frío que en el sur, por lo que estaba acostumbrado a un clima así de frío, pese a que solía vivir más en un sitio cálido. Su problema era que últimamente se sentía un poco más cansado de lo usual.
Miró el cargamento que llevaba dentro de un costal, sobre el lomo del caballo que iba a su lado obedientemente, sin mostrar indicio alguno de tirar de las riendas.
¿Tal vez estaba cansado de caminar? No, no era eso. Sus piernas no estaban agotadas, aunque estaban algo adoloridas, si lo pensaba bien; igual era algo complicado de saber. Sentía más frío que otra cosa. ¿Estaría viejo, entonces?
Frunció su expresión. No, seguro no era eso.
Hizo memoria de cuántos años tenía y la cifra no le gustó mucho, no obstante luego rió: no se preocupaba. Seguía viéndose y sintiéndose muy bien. Estaba seguro que seguiría así por mucho tiempo más. Llevaba una buena dieta y un estilo de vida equilibrado.
Recordó a sus hermanos pequeños esperando en casa por su regreso y eso le dio más fuerzas. ¿Cómo estaría Yong Soo? Se preguntaba. Había pescado un resfriado.
Dejó escapar un pequeño suspiro al imaginar que seguro estaba fastidiando a Kiku y, claramente, no haciendo reposo alguno.
Al llegar a la pequeña aldea de destino, con las hierbas prometidas, los agradecimientos no tardaron en escucharse. Ya con ese sitio, había abastecido de medicinas a las cuatro aldeas de la zona en menos de una semana. Sí, si lo pensaba bien se había sobre exigido bastante, pero así era él: le gustaba trabajar, cumplir con sus responsabilidades y sentir la gratificación de haber hecho un buen trabajo.
Con amabilidad, vetó la invitación a quedarse a cenar y no tardó mucho en subirse al caballo, haciendo que éste comenzara a galopar en un trote leve.
Al razonar la invitación: sería mejor quedarse; ya tenía hambre. Pero estaba preocupado por sus hermanitos y temía que, si se quedaba más tiempo, otra fuerte nevada lo retuviese allí por varios días, y sabiendo ya de por sí que tardaría casi cuatro días en regresar a su hogar…
…
- Sangre.
En su segundo día de viaje, el sol no estaba aún oculto en el horizonte, pero el viento no auguraba un clima favorable para seguir la marcha por ese día; debido a eso, apresuró un poco la marcha para poder llegar a una pequeña cueva que usualmente era usada por viajeros como refugio, si bien antes de estar a pocos metros de ésta se alarmó al ver un poco de sangre sobre el blanco suelo.
Esperó pacientemente, guardando silencio para escuchar los alrededores. Su intuición desde el principio le decía que no había realmente peligro alguno, empero había una extraña inquietud que lo embargaba.
Pasados unos momentos, descendió del caballo para investigar la pequeña mancha de líquido carmesí. Como había sospechado, había un rastro no muy visible que daba a entender que la persona herida se encontraba dentro de la cueva; porque sí, las huellas, aunque borrosas y pequeñas, eran claramente humanas.
Ató las riendas de su transporte a un tronco cercano y comenzó a entrar al sitio con cautela; si debía defenderse, sus reflejos y, como mucho, la daga que llevaba colgada en su cintura, eran más que suficiente.
- Es un niño, aru.-murmuró algo atónico al encontrarse cara a cara con el herido y ver que no parecía tener más de tres años.
Su piel era pálida y su cabello era tan claro que rozaba el blanco. Yao no pecaba de ser idiota; aquello no era ni un dios, ni un demonio, sólo un extranjero proveniente del norte, probablemente.
La sangre parecía emanar de su brazo izquierdo y a pocos centímetros del niño se encontraba el arma con que se la habían hecho: la mitad de una flecha con su punta con sangre ya seca.
Se acercó con sigilo para comprobar si seguía con vida y a medida que lo hacía aquella extraña inquietud se hizo un poco más grande; no lo suficiente para ponerlo nervioso pero si para no confiarse. No había huellas de otra persona: la flecha se la había sacado el chiquillo mismo, lo cual demostraba bastante fuerza y nervios de acero. También el que hubiera llegado hasta una tierra tan lejana a la suya, le daba a entender que era una nación bastante resistente. Porque sí, era sabio y reconocía a alguien como él fácilmente.
El ritmo de su respiración, leve pero existente, le respondió su duda. Además, por su frecuencia y sonido, le decía que tenía una enfermedad respiratoria más complicada que un simple resfrío.
- Oye.
Llamó al niño tocando su frente, comprobando que, como pensaba él, el pequeño tenía algo de fiebre.
- Oye, ¿estás bien?-volvió a hablarle, al no obtener respuesta alguna antes.
Sólo a la cuarta vez que lo llamó, consiguió que despertara y de contestación una leve queja, entre balbuceos. No entendía esa lengua, pero claramente, junto con la expresión de aquellas extrañas y somnolientas pupilas violáceas, sentía que le pedía que lo dejara dormir un poco más.
- Ahh, niños, aru.-dijo con resignación, antes de cargarlo para llevarlo cerca de la huella de fogata que había en la cueva.
Acto seguido se quitó su abrigo y lo tendió sobre éste. No era que fuera un abrigo muy grueso, pero serviría mientras iba en busca de leña y plantas medicinales para curarlo.
- Descuida, no te abandonaré.-le sonrió con tranquilidad al sentir que el niño lo sujetaba débilmente de sus ropas con su brazo sano.
Dudaba que el rubio entendiera su idioma, pero de una u otra forma, éste entendió el significado de sus palabras y después de asentir sonriente, soltó su agarre.
- Espera aquí, enseguida vuelvo, aru.-dijo el chino intentando controlar su nivel de azúcar en sangre.
Aceptaba que tenía una debilidad por los niños y pese a que podría considerar al niño un invasor, su moral le prohibía dejarlo a su suerte.
Cierto que aquella inquietud persistía, ¡pero el niño era tan lindo y tierno! ¿Quién decía? Tal vez podría ganar otro hermano pequeño más.
…
- ¡Ah! Ya despertó.
Apenas abrió los ojos, la voz de Francis anunció que recuperaba la consciencia.
No tardó en sentarse en sus aposentos bastante desorientado. ¿Qué, cómo, dónde? Y más importante: ¿Por qué estaba semi-desnudo y en compañía de Ivan y aquel otro degenerado?
“Ah, sí.” Se dijo, segundos después.
Estaban en el siglo XX y en mitad de la Segunda Guerra Mundial.
Lo último que recordaba era el sonido de una fuerte explosión a su derecha.
Arrugó levemente el ceño por el dolor que sentía en el cuerpo y también por recordar quién había sido el que lo había atacado por sorpresa. (*)
- Esto…-comenzó con una voz cansada y pastosa al notar que era lo que estaba cubriendo su desnudez parcial.
Antes había pensado que era una simple manta, pero el tacto con la yema de sus dedos le decía que se trataba de otro tipo de prenda.
Allí, al ver que se trataba del abrigo del ruso, entendió porque a simple vista sentía que éste parecía algo ‘incompleto’, a lo normal de siempre.
Un leve sonrojo, acompañado de un tic, se formó en su rostro. Intentaba entender el porqué de ese gesto. Es decir, podía ver claramente la sábana que debería estar sobre él…¿¿Atada a una de las griferías del techo en forma de horca?? Bien, mejor no preguntar qué demonios, pero igual le seguía siendo extraño que Ivan usase una de sus prendas para cubrirlo. Porque lo sabía bien, el francés seguramente no había sido el de la idea, el probablemente habría tenido una idea más pervertida y…
Rápidamente, luego de destaparse, se miró y palpó un poco para corroborar que todos sus territorios estuvieran aún allí.
- Francis se había ofrecido para cuidar de ti, pero Arthur me pidió que también lo hiciera porque Alfred no es bueno para cuidar enfermos y sabía que Francis intentaría ultrajarte.-le explicó el ruso, adivinando sus pensamientos- Ah, y por supuesto, cosa que intentó hacer unas tres veces, mientras no estaba miran…
- ¡Ya te dije que antes que yo sólo estaba intentando una forma de medicina alternativa!-se excusó el franco, poniendo rostro pungido.
- ¿Eh? Bueno, sí, dijo eso, pero no le creí.-comentó no tomando muy en cuenta la interrupción del ojiazul y siguiendo con su explicación-Así que por eso tomé la sábana y le advertí que si no se portaba bien lo ataría allí hasta que se calmara o muriera.-concluyó mostrando una expresión completamente psicópata, la cual hizo que el otro rubio se estremeciera completamente.
El chino asintió al tiempo que su tic se volvía más grande y su rostro adquiría un color enfermo. Claro, aquel sucio inglés quería verlo muerto y había mandado a dos lobos hambrientos a cuidar de él.
- Entonces…-comenzó el ruso, con su típica expresión sonriente y angelical-¿Ya te sientes bien?
Yao parpadeó velozmente, mientras se concentraba en analizar cómo se sentía en esos momentos; segundos después, asintió afirmativamente.
Salvo por unas puntadas en el nervio ciático (lo cual sabía que más que por el ataque era por su antigüedad), se sentía bastante bien. Le escocían un poco las leves quemaduras que cubrían los vendajes, pero nada grave.
- Entonces ya te podrás defender de Francis.-comentó al aire antes de darse la media vuelta-Espera aquí, enseguida vuelvo. ¡Ah! Y no dudes en usar la correa que hice para él. Verás que efectiva es.
En cuanto el más alto abandonó el sitio, el mencionado dejó escapar un suspiro de alivio, mientras que el asiático no dejaba de ver por donde el otro se había marchado. El color de su rostro se puso tan rojo que su compañía se alarmó bastante.
- Ah, nada. Es que…-empezó el chino, tratando de calmarse; si bien, sólo terminó medio chillando palabras que el rubio no alcanzó a entender del todo-¡¿Por qué tienen que crecer, aruuuu?!
(*) Por si no quedó claro: quién atacó a Yao fue Kiku. Recuerden cómo se dividieron los flancos por proximidad al enemigo xD