THE WINNING SCENARIO (20b/22) - TRADUCCIÓN

Aug 24, 2011 09:42





Título: The Winning Scenario
Autores: virtualpersonal  y brimstonegold
Traducción: aisisgallo
Art: inanna_maat
Pairing: Sam/Dean, AU (en un mundo futuro de fantasía & no hermanos)
Fandom: SPN (AU) / BSG (original)
Ratings/Warnings: NC 17, bondage suave, hurt/comfort, non-con.
Summary: Disfrazado como un comerciante durante una misión de recopilación de información en una estación de juego y placer, el capitán Dean gana el gran premio. Sorprendido de saber que su premio incluye una noche de placer con un esclavo, está dispuesto a rechazar los servicios de este, hasta que se entera de que el esclavo es humano. De ninguna manera dejará a uno de su especie atrás, nunca. El esclavo sexual, Sam, tiene sus propios secretos. La tortura Cylon y el condicionamiento para hacer de él un producto apto para el comercio de esclavos, le han arrebatado la mitad de sus recuerdos, y le provocan pesadillas y problemas psicológicos. Si hubiera sabido que Dean era un piloto colonial, jamás se habría ido con él, y jamás se habría acercado siquiera a donde estaba destinado, la estrella de combate Galactica.

Enlace al fic original: http://virtualpersonal.livejournal.com/241801.html

Capítulo 1a
, Capítulo 1b, Capítulo 2a, Capítulo 2b, Capítulo 3a, Capítulo 3b, Capítulo 4a, Capítulo 4b, Capítulo 5a, Capítulo 5b, Capítulo 6a, Capítulo 6b, Capítulo 7a, Capítulo 7b, Capítulo 8a, Capítulo 8b, Capítulo 9a, Capítulo 9b, Capítulo 10a, Capítulo 10b, Capítulo 11a, Capítulo 11b, Capítulo 12a, Capítulo 12b, Capítulo 13aCapítulo 13b, Capítulo 14a, Capítulo 14b, Capítulo 15a, Capítulo 15b, Capítulo 16a, Capítulo 16b, Capítulo 17a, Capítulo 17b, Capítulo 18aCapítulo 18bCapítulo 19aCapítulo 19bCapítulo 20a,



CAPÍTULO 20 (Segunda parte)

Cuando Sam terminó de ducharse y salió a la habitación, vio que Dean ya estaba dormido sobre la cama. Sam soltó una pequeña risa. - Esto confirma mi teoría sobre el sexo y la comida. - dijo mientras cogía una manta de su propia cama y tapaba con ella a Dean.

- Me uniré a ti después de comer algo. Dulces sueños. - susurró, y después de besar suavemente la mejilla de Dean salió de la habitación.

A pesar de sus planes, Dean se pasó la mayor parte de los tres días siguientes en la cama. Sus pequeños arranques de energía, no eran suficientes para ir hasta la sala de los simuladores. Tampoco conseguía dormir con facilidad, porque a pesar de que estaba muy cansado, dormir significaba pesadillas. Si Sam no hubiera estado allí para tranquilizarle, y él hubiera seguido en el centro médico, seguramente le habrían atado a la cama para evitar que se hiciera daño a sí mismo o a otros. A causa de las pesadillas tan duras, había empezado a intentar evitar el sueño. Eso hizo que Sam insistiera para que tomara algún sedante, porque dormir era esencial para recuperarse, y Dean descubrió lo cabezota que Sam podía ser cuando se proponía algo.

Su padre pasaba por allí todos los días, pero no se quedaba más de cinco centons. Para ser justos, Dean no le había dado ninguna razón para hacerlo. Era vagamente consciente de que John también hablaba con Sam varias veces al día, y se mantenía atento a sus progresos, pero Dean se negaba a darse por enterado de las llamadas o a preguntar a Sam por ellas.

Mike también fue a verle en numerosas ocasiones. Para tormento de Sam, la última vez le dijo a Dean que parecía totalmente agotado, y Dean le respondió con aire de suficiencia que era extenuación sexual, y que Sam era el responsable.

Finalmente, consiguió recuperar la mayor parte de su fuerza, y Dean decidió que ya era hora de intentar un viaje en el simulador. Estaba jodidamente cansado de ver a los Cylons en sus sueños, hiriéndole y torturándole. Era hora de un poco de venganza, y esperaba estar listo para ello.

Se puso el uniforme y escogieron una hora en la que no hubiera mucha gente por allí. Cogió las gafas oscuras que Sam le había conseguido y salió de su apartamento, aguantando el exterior mucho mejor de lo que lo había hecho la vez anterior. Para pasar el tiempo, había revisado los informes del rescate y de la batalla posterior, y no podía quitarse de la cabeza la idea de que Sam tenía que recuperar su cargo de forma permanente. Por lo que él podía ver, solo iba a necesitar algún entrenamiento para acostumbrarse a los nuevos procedimientos y las nuevas maniobras.

Cuando entraron en la sala del simulador, Dean se dirigió a uno de los viper. La pantalla estaba en negro, pero pronto mostraría al enemigo. Intentó no pensar en cuál podría ser su reacción, e hizo un gesto con su barbilla hacia el viper que había junto al suyo. - Quiero que hagas esto conmigo, Sam.

Sam le miró con el ceño fruncido. - No empieces tu también. Se lo dije a John. No voy a volver a ser un piloto de combate nunca más. Miraré desde la plataforma. Lo harás bien. O podemos ir a buscar a Mike para que vuele contigo.

- ¡Si quisiera al jodido Mike…! - estalló Dean, luego miró a Sam. - Te he visto, he visto cada centon que tienen filmado. Quiero que tú estés aquí conmigo. Podemos afrontar nuestros demonios juntos, y si lo necesitas, puedes fingir que estás rescatándome otra vez.

Sam le miró, sospechando que Dean había conseguido hacerse incluso con el material que él mismo le había dado a John. Conociendo a Mike, probablemente tenía una copia guardada o algo.

Después de pasarse la mano por la cara, claramente fastidiado, Sam volvió a mirar a Dean. - Si vas al psicólogo, practico contigo.

Dean dio un respingo. - Eso es un golpe bajo… no necesito ningún psicólogo. Estoy superando esto por mí mismo. Para eso estoy en el simulador, - señaló. - Si necesitara un psicólogo, ¿estaría aquí? No, - se aseguró de responder a la pregunta él mismo. - Practica conmigo. Vamos, Sam, hazlo por mí y yo… joder, jugaré con tu gato.

Aunque a Sam le hizo gracia la oferta de Dean, se mantuvo firme. Cruzó sus brazos por delante de su pecho y sacudió la cabeza. - No. Tienes que enfrentarte a esto, y volar en un simulador no es enfrentarse a nada. Vas a tener que pasar un examen psicológico antes de que te dejen volar otra vez. Si empiezas a ir ahora, eso les demostrará que no estas reprimiendo ninguna mierda, y volverás a volar mucho antes. Por cada centar de que pase contigo en el simulador, irás a ver al psicólogo. No me importa si son sesiones de media hora, pero igual que tú me hiciste ir, me pediste que fuera, ahora yo te pido que tú lo hagas por mí.

- No es lo mismo. - Dean dio un paso hacia él. - No me tuvieron allí durante tanto tiempo. No me criogenizaron, ni pasé por el recondicionamiento o como coño le llamen a lo que te hicieron en Thiros. Mírame. Dime que crees que tengo un problema en la cabeza, que necesito un psicólogo. - Estaba seguro, más que seguro, de que Sam no iba a decir esas palabras, porque simplemente no eran ciertas.

- No estoy diciendo que estés loco, y no estoy diciendo que tu caso sea el mismo que el mío, - reconoció Sam. - Yo tengo más problemas que naves hay en esta flota. No estoy diciendo que necesites años de terapia. Creo que necesitas un par de meses, con varias visitas a la semana durante el primer mes, y probablemente una a la semana durante el Segundo. Ellos te ayudarán con tus pesadillas, te ayudarán a superar tus problemas con la luz y los ruidos repentinos y otras cosas que te recuerdan a cuando estabas retenido por los Cylons. Con ellos lo superarás mucho más rápido que si intentas hacerlo tú solo. - No añadió que pensaba que Dean necesitaba hablar sobre la pérdida de su madre y los problemas que estaba teniendo con su padre, pero tenía la esperanza de que el psicólogo le ayudara también con eso. - Una vez que hagas eso… entonces aceptaré el trato de que juegues con Shadow.

Recorrió la distancia que les separaba y rodeo con sus manos la cara de Dean, suplicándole con sus ojos color avellana. - Por favor, solo unos pocos meses.

Dean abrió la boca y luego volvió a cerrarla. Apartó la mirada un momento, pero cuando volvió a mirar a Sam, asintió con la cabeza. - En una semana. Veremos qué tal va. - Si Sam no hubiera vuelto ya al tratamiento, él también se lo habría pedido. - Ahora mete tu culo en el viper y mantén el mío a salvo. - Inclinándose hacia él, Dean besó a Sam, solo un ligero beso para suavizar sus palabras.

Sam sonrió. Una semana. Igual que cuando él le había pedido a Dean una semana para él, Dean quería una semana para ver si necesitaba ayuda para encontrarse a sí mismo.

- Está bien, - accedió Sam a regañadientes. De pronto su sonrisa se hizo más amplia. - Siempre me pedías que te diera una vuelta en mi viper. Nunca imaginé que pilotaría uno a tu lado. - dijo mirando a Dean. - Entonces, ¿Quién va a ser el piloto veterano?

- Nunca me diste esa vuelta, así que aquí tienes la oportunidad de cumplir. Tú eres el Viejo y marcas el camino, yo te seguiré y seré flexible… pecaminosamente flexible, - añadió, pensando que quizá esa noche podría hacer que Sam cumpliera la promesa que le hizo tres días antes.

- Ja. Te voy a dar una paliza, joven. - le dijo a Dean con muchas más confianza de la que sentía en realidad. Se había vuelto a meter en un viper porque había planeado ir a buscar a Dean él solo. No había esperado que fuera nadie más, así que tenía que ser capaz de hacerlo, y se forzó a sí mismo a superarlo, porque no había otra opción. Respiró profundamente y se subió en la cabina, poniendo en marcha un programa de inicio rápido.

- ¿Listo? - preguntó a Dean, con la voz un poco temblorosa. Mierda, no quería hacer aquello.

Dean cerró los ojos cuanto un montón de luces aparecieron en la pantalla, intentando echarle valor a la situación. - Si te sirve de consuelo, yo también estoy asustado, - dijo. - Sí, vamos allá. - Agarró los controles y esperó las órdenes de Sam, y en pocos centons, los dos estaban en medio de un simulado espacio abierto.

Empezaron de forma tranquila, acostumbrándose cada uno a la forma de volar del otro, probando las reacciones del otro. Aunque no estaban forzando ningún G, los sistemas de alarma podían saltar si se acercaban demasiado, excediendo los márgenes de seguridad. Dean se sobresaltó más de una vez, provocando giros repentinos al tirar del mando con fuerza a causa de ello. Sam le tranquilizó en cada una de las ocasiones, y luego volvía a presionar, forzando a Dean a acostumbrarse a las alarmas repentinas y a los sonidos de advertencia de los sistemas de los viper. Escuchó a Dean soltar juramentos en voz baja, y sabía que algunas veces, iban dirigidos a él.

Cuando las alarmas sonaron, indicando que se acercaba una nave enemiga, los dos tenían sus propios problemas con los sobresaltos, el miedo y el pánico. Sam levantó la mirada en un momento, y necesitó de las palabras de ánimo de Dean para volver al juego.

Realizaron varias simulaciones, y con cada una de ellas, los dos se iban sintiendo más cómodos con el estilo de vuelo del otro, y eran capaces de anticipar lo que iba a provocar una respuesta negativa. Los dos fueron abatidos en numerosas ocasiones, volviendo al juego con más determinación cada vez que ocurría, y en las últimas simulaciones, ya estaban convirtiéndose en un equipo, capaces de intuir dónde podía estar el otro, y reaccionando a sus movimientos sin necesidad de palabras.



Después de los simuladores, los dos necesitaban despejar sus mentes. No hablaron de sus traumas internos por haberse enfrentado a sus demonios, pero estaba allí, detrás de sus sonrisas, de sus movimientos despreocupados y de sus bromas. Cenaron en un restaurante tranquilo y luego fueron a ver una película. A Dean le habría gustado tomar una copa antes de irse a la cama, pero no le estaba permitido por la medicación.

Cuando se metieron en la cama, era bastante tarde, y era el día que Dean más tiempo había estado levantado desde su regreso. Estaba exhausto, y aseguró que iba a ser capaz de dormir igual que el monstruo de Sam también conocido como Shadow. Había una cantidad considerable de falsa bravuconería en sus palabras, porque los dos sabían que no había pasado ni una sola noche sin pesadillas todavía.



Un haz de luz blanca rodeó a Dean. - No, por favor, - suplicó destrozado, aunque sabía que nada iba a detenerles, nada excepto la completa rendición. La primera oleada atravesó su cuerpo, haciéndole sacudirse de forma violenta mientras gritaba. Era despiadado y duro, frío, como las criaturas que manejaban el instrumento de tortura. Cada neurona de su cuerpo latía y ardía, enviando mensajes de dolor a su mente.

Empapado en sudor, Dean se preparó justo antes de que el haz de luz blanca le golpeara otra vez. Sus dientes entrechocaron, casi saltando el esmalte. Su boca y su nariz sangraban, y su garganta, estaba irritada y seca, pero aún así sus gritos no cesaban. Maldijo mil veces y luego suplicó su muerte. Su corazón dio un vuelvo, y luego casi se detuvo, mientras el dolor atravesaba su pecho.

El camino del guerrero está pavimentado de lealtad.

El dolor emanaba de cada célula de su cuerpo, haciéndole retorcerse, pero no había ningún sitio a donde huir. El dolor generaba más dolor. Solo había una vía de escape, le repetía una voz metálica una y otra vez. Una sola manera de detener el dolor.

Coraje para sacrificarlo todo. La voz de su padre contradecía la invitación de la voz robótica para detener el dolor. Le exigía que se comportara como un guerrero. Le decía que ningún hijo de John Winchester se rompía. Que no iba a escuchar sus súplicas llenas de dolor.

Dean empezó a convulsionar, sacudiéndose de forma incontrolada, poniendo los ojos en blanco, mientras sus gritos sonaban por encima de las voces de los Cylons.

Sam se despertó con los violentos temblores y los gritos de Dean. Se giró rápidamente y empezó a sacudir a Dean de forma frenética. - ¡Dean! - gritó, pero Dean estaba demasiado perdido en su terror para oírle. Sam conocía aquello y lo entendía. Recordaba cómo Dean le había calmado y le había sacado de los horrores de sus sueños. Rodeó con su brazo al capitán y le besó, pasando su mano por la cara empapada de sudor de Dean, pero apenas obtuvo respuesta.

- Vuelve conmigo, Dean. ¡Vuelve conmigo! - exigió, besando a Dean otra vez y abrazándole más fuerte mientras acariciaba suavemente su cuerpo casi rígido por el miedo.

Hubo un momento de paz inesperada para Dean, pero despareció repentinamente, cuando el dolor volvió aún más fuerte. Suspendido en el aire, se sacudió y se retorció, intentando liberarse, pero no había ningún sitio a donde escapar, ninguna vía de escape. Las voces Cylon le susurraban en un oído que solo era necesaria una palabra para detenerlo. La voz de su padre le gritaba en el otro, exigiéndole que aguantara, que soportara el dolor.

Gritó más fuerte, sintió el sabor metálico de la sangre en su boca. Su corazón ardía y estaba a punto de explotar. Deseó que lo hiciera, deseó que todo terminara, pero el dolor seguía y seguía. No había descanso, solo la luz blanca y la muerte, tentándole, llamándole, pero siempre fuera de su alcance. - ¡Noooooooooo! - gritó, convulsionándose tan fuerte que se mordió la lengua. El siguiente grito, fue en realidad un susurro. - Sí… vale… sí. Os lo daré, os daré todo.

Sam luchó por evitar que Dean se hiciera daño a sí mismo, pero no quería agarrarle demasiado fuerte, eso solo empeoraría la pesadilla, que obviamente estaba haciéndose peor por la forma en la que Dean se retorcía y gemía, gritando, luchando en su mente contra aquellos monstruos de metal. Luego, Sam le escuchó hablar, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- No, cariño, no, no les diste nada. - le susurró a Dean mientras besaba sus lágrimas y luego sus labios firmemente. - Despierta, amor, ahora estás a salvo, se ha terminado, todo se ha terminado. Estás en casa. Estás a salvo conmigo, en mis brazos. Despierta. - Sam le suplicaba, pero Dean seguía perdido. Finalmente, Sam añadió en voz baja. - Sin te necesita, Dean. Sin te necesita. Vuelve y salva a Sin.

Escuchó la voz, pero pensó que era un sueño, y empezó a suplicar. - Mátame… déjame morir… no quiero esto… no lo quiero. - Quería el dolor, habría hecho cualquier cosa por que volviera el dolor en lugar de la culpa, en lugar de los ojos de su padre llenos de decepción, en lugar del rechazo de sus pilotos. Se agarró a algo, intentando apartarlo, intentando levantarse, pero había un peso sobre él.

La voz volvió y Dean sacudió la cabeza. - ¿Cómo, Sin? Ni siquiera puedo salvarme a mí mismo. - Pero sus manos buscaron a Sin mientras empezaba a salir de su oscuridad.

Sam dejó escapar un suspiro de alivio y agarró las manos de Dean, ignorando los golpes que había recibido en su esfuerzo por mantener al capitán bajo control. - Todo lo que tienes que hacer es despertarte y decirle que le quieres. Eso salvará a Sin. Sin te necesita. Despiértate y vuelve a mí.

Observó en la suave luz de la habitación, conteniendo la respiración, esperando a que los ojos de Dean se abrieran y la pesadilla se desvaneciera. Rezó para que Dean no la recordara, con miedo de que el capitán pudiera creer que realmente había pasado, que se había rendido, como Sam.

Dean abrió los ojos. Una parte de él sabía dónde estaba, que Sam estaba con él, encima de él, y que estaba a salvo. Otra parte de él, recordaba el dolor, y aún peor… - Yo… - No, no era verdad ¿O sí? ¿Lo había hecho? Empezó a temblar otra vez, perseguido por su propia voz repitiéndose en sus oídos. “Sí… vale…”. Empezó a retorcerse, a empujar a Sam. Necesitaba escapar, escapar de sí mismo.

Sam deslizó su rodilla entre los muslos de Dean y le agarró de las muñecas. - Estás.A.Salvo, - dijo Sam. - No les diste nada más que gritos y negativas. No traicionaste a nadie, - dijo de forma rotunda, besando a Dean, intentando hacer que le respondiera, que se perdiera en él y olvidara los horrores de la tortura Cylon y la manera en que su mente estaba jugando con él.

- ¿Sam? - Estaba pegado a la cama, pero eso no le inquietaba. No, eso le calmaba, le devolvía a donde pertenecía, evitando que la pesadilla volviera a atraparle. Apretó el muslo de Sam con los suyos y levantó ligeramente la cabeza, devolviéndole el beso, desesperado por estar allí, por estar con Sam. No sabía cuánto tiempo llevaban besándose, pero pronto sintió que el agarre de Sam se aflojaba, dejando libres sus muñecas.

- No, - protestó, sujetando las manos de Sam antes de que se separaran demasiado y volviéndolas a posar sobre la cama. - No, por favor, - repitió, ladeando la cabeza y separando sus labios a modo de invitación.

La desesperación ardía en los ojos de Dean. Estaba perdido, inseguro, y necesitaba saber que Sam no iba a alejarse de él. Necesitaba a Sam de una forma que Sam entendía desde lo más profundo de su alma. Sam volvió a colocar sus manos alrededor de las muñecas de Dean y se inclinó hacia él, atrapando la boca que le ofrecía, empujando su lengua dentro y reclamando cada milímetro de ella, alternando entre caricias y succiones, suaves exploraciones y devastadoras invasiones.

Frotando su pierna entre los muslos de Dean, usó su propio muslo para ejercer presión sobre la polla del capitán. - Mío. - declaró Sam de forma posesiva, y luego empezó a morder su mandíbula, bajando por su cuello donde lamió la piel suave. Deslizó su boca hasta llegar a la nuez de Dean, sujetándola suavemente con sus dientes y luego deslizando su lengua hacia abajo por su garganta.

- Mío, - dijo Sam otra vez, agarrando las muñecas de Dean un poco más fuerte durante un momento.

Las lágrimas llenaron los ojos de Dean. No estaba seguro de si debía aceptar aquello como la verdad, que Sam no le estaba mirando como a un traidor, no le estaba evitando. Aquello era mucho mejor que las pesadillas, de eso sí estaba seguro, y contuvo la respiración mientras Sam tomaba el control sobre él, reclamándole como suyo.

Levantando sus caderas, frotó su polla contra el muslo de Sam, gimiendo al sentir cómo esta despertaba por el roce. - Aunque… ¿aunque se lo dijera? - preguntó con voz ronca mientras Sam le lamía y le besaba, dejando un rastro abrasador por todo su pecho.

- No lo hiciste, - murmuró Sam, centrándose en el pezón de Dean. Levantó su mirada hacia Dean mientras lo rodeaba con su lengua una y otra vez, poniéndolo duro. Levantó los brazos de Dean un poco por encima de su cabeza, y sujeto con su mano grande sus muñecas. Cambió al otro pezón y trabajó en él con su boca, mientras con su mano libre pellizcaba y retorcía el que acababa de dejar. Luego subió desde el pezón, por el pecho de Dean, lamiendo y succionando hasta llegar a su oreja, acariciándola con la lengua antes de susurrarle. - Aunque lo hubieras hecho, todavía te seguiría queriendo, y seguirías siendo mío y solo mío.

Había algo a la vez obsceno y excitante en la forma en la que Sam le recorría con su lengua caliente, los sonidos que hacía y los ocasionales mordiscos. Dean se retorcía, intentando levantarse del colchón para acercarse más, para pegarse a la boca de Sam cada vez que este rompía el contacto levantando la cabeza o hablando. - Tuyo, - dijo Dean, con la mirada nublada por las sensaciones que recorrían su cuerpo.

Sam retrocedió, buscando la polla dura de Dean, pero sin apartar los ojos de su mirada llena de necesidad. - Yo se lo dije. ¿Me quieres menos por eso? ¿Me deseas menos?

- Sam. - La palabra susurrada, fue poco más que un gruñido. Jadeando, Dean intentó dar sentido a la pregunta. - No, te quiero, te deseo, - respondió, levantando las caderas, frotando su polla dura contra la mano de Sam. Y aunque sintió la mano de Sam cerrándose alrededor de su polla, y un gemido de placer se escapó del fondo de su garganta, Dean siguió cuestionándose. - Yo… yo solo estuve allí unos pocos días. No es lo mismo… no es lo mismo. - su voz se elevó cuando Sam apretó su agarre y empezó a masturbarle. - Oh, dioses… - no podía levantar sus brazos, ni siquiera para atraer a Sam hacia él.

- Si les hubieses dicho algo, - dijo Sam, besando suavemente los labios de Dean una y otra vez, negándose a dejar que Dean le besara como él quería, - no te habría estado torturando todavía cuando te rescatamos. - Con esas palabras, Sam unió finalmente su boca a la de Dean, dándole por fin lo que estaba suplicando.

Mientras besaba a Dean profundamente, Sam le acarició, utilizando todas las habilidades que había desarrollado Sin, acariciando con su pulgar la pequeña abertura de la punta de su polla, tocando y sobando sus testículos, deslizando su dedo por la raja entre sus nalgas, para acariciar su entrada. Usó su pierna para separa los muslos de Dean, para tener un mejor acceso mientras la necesidad crecía en su vientre, creando un fuego que corría por sus venas. Gimió en la boca de Dean, mientras la sangre llenaba su polla cada vez más dura.

Dean sintió que una oleada de calor atravesaba su cuerpo por la forma en la que Sam le obligó a separar sus muslos. Un jadeo escapó de él cuando sintió el dedo de Sam sobre su agujero, solo una muestra de lo que estaba por llegar. Arqueó su cuerpo, rodeando el cuerpo de Sam con sus brazos ahora libres, posando una mano sobre su espalda y la otra sobre su culo. Adoraba la forma en que Sam apretaba y relajaba su culo, le hacía pensar en Sam embistiendo dentro de él, empujando su polla dentro de él, convirtiéndoles en uno solo. - Sí… fóllame, - dijo, dándose cuenta solo entonces de lo que quería, de lo que necesitaba. - Tómame. No esperes más, - exigió, levantando sus caderas y empujando el culo de Sam hacia abajo al mismo tiempo, gimiendo al sentir la polla dura de Sam deslizándose sobre su muslo.

Dean no era como él, no estaba bien dilatado, y embestir dentro de él sin más, le habría hecho daño, aunque las palabras del capitán le hicieron desear hacer exactamente eso. Pero nunca haría daño a su amante de aquella manera. Fue entonces cuando se dio cuenta de que eso era en parte lo que Dean necesitaba. Necesitaba el dolor, el dolor que iría seguido del placer.

Usando su propio líquido preseminal, y sabiendo lo desesperado que estaba Dean, lubricó sus dedos y metió dos de ellos lentamente dentro de Dean, dilatándole mientras le follaba con ellos, intentando abrirle al menos lo suficiente para no desgarrar el delicado agujero de su amante.

Dean siseó, luego apretó la mandíbula y aceptó el dolor que llegó con la invasión. Lo agradeció, porque anulo todos los demás sonidos que había en su cabeza. Las preguntas, los gritos, las exigencias, prácticamente habían desaparecido. Solo eran Sam y él, y sabía que podía soportar más dolor, y si eso le despertaba del todo y le ayudaba a dejar la pesadilla atrás, estaba dispuesto a soportarlo.

Apartando la mano de Sam, agarró su polla y la situó en su entrada, contrayendo sus nalgas alrededor de la punta y luego relajándolas otra vez. - Hazlo, hazlo, Sam. Necesito deshacerme de los sonidos, de los gritos. Fóllame. Funcionará, sé que lo hará. - dijo agarrando con fuerza las caderas de Sam y tirando de ellas hacia su cuerpo, sin querer darle a Sam ninguna oportunidad de rechazarlo. - Entra en mí.

Sam miró a Dean a los ojos y asintió. - Déjame meter la punta, no quiero hacerte daño. - dijo Sam suavemente, luego se inclinó para besarle con fuerza. - Luego te haré olvidar todo, todo excepto a mí.

Sam empezó a acariciar la polla de Dean, intentando que se distrajera y se relajara mientras empujaba lentamente dentro de él, gruñendo al sentir que el esfínter de Dean oponía resistencia. La tensión de la pesadilla hacía que Dean estuviera aún más apretado. Una vez que su glande estuvo dentro de su amante, le dio un momento a Dean para que se acostumbrara. Luego empujó sus caderas y se enterró por completo dentro de Dean, mientras los gritos de los dos llenaban la habitación.

- Eres mío. De nadie más que mío. - gruñó Sam, sintiendo el suave interior de Dean apretándose a su alrededor. - Tan apretado, tan jodidamente apretado. - murmuró, poniéndose aún más duro dentro de su amante.

Luego empezó.

Movió sus caderas en círculos, lentamente, tocando la próstata de Dean con su polla, rozándola moviéndose arriba y abajo, estimulando aquel punto de placer. Sus manos estaban en todas partes sobre Dean, tocando sus pezones, su polla, su garganta, sus labios.

Con los dientes fuertemente apretados, Dean se negó a dejar escapar ninguna protesta por el dolor. Era lo que había pedido, lo que necesitaba. No estaba seguro de si era porque aquello iba a hacerle olvidar las torturas de los Cylons, o porque sentía que merecía ser castigado por haber traicionado a su gente. En realidad no importaba, lo único que importaba era que el dolor cegador eliminaba de su mente la mayoría de sus pensamientos, y luego, Sam empezó a follarle lentamente, tocándole y devolviéndole a la vida. Levantó sus caderas, exigiendo más en silencio, pidiendo todo lo que Sam pudiera darle.

- Chupa mi dedo, - pidió Sam, metiendo uno de sus dedos en la boca de Dean a la vez que empezaba a mecerse lentamente, moviéndose dentro y fuera del capitán. Le folló la boca con el dedo, gimiendo al sentir la succión al mismo tiempo que Dean apretaba sus músculos internos al ritmo de las embestidas de su polla. - Mírame a mí. Solo a mí. - Quería ver a su amante, y sabía que Dean necesitaba una cosa más antes de que Sam se lo follara de verdad.

- ¡Luces! - ordenó. La habitación se iluminó y Sam sacó su dedo de la boca de Dean y lo reemplazo con sus propios labios, a la vez que llegaba a su próstata con fuerza. Sintió cómo Dean se retorcía, tensando todo su cuerpo ante la repentina luz, y sintió cómo sus uñas se clavaban en su espalda lo suficientemente fuerte como para hacerle sangrar. Deslizó su mano arriba y abajo por la polla de Dean, empujando sus caderas hacia adelante repetidamente, llegando con cada embestida al centro de placer de Dean. Empujó su lengua contra los dientes apretados del capitán. - Déjame entrar. - le ordenó, y luego atacó su boca una vez más. Tan pronto como la mandíbula de Dean cedió, metió la lengua en su boca, y empezó a embestir más fuerte. Intercaló largas y lentas caricias con otras más rudas y desesperadas, pellizcó y retorció sus pezones, todo mientras seguía besando a Dean como si la vida le fuera en ello.

En aquel momento, cuando Dean se sintió atrapado por la luz y se encontró a sí mismo en la celda de tortura Cylon, saboreó la traición una vez más. Quería que Sam se fuera a la mierda, apartarlo de su lado, y le equiparó a sus torturadores. Pero su amante empujaba y empujaba, exigiéndole, persuadiéndole, forzándole a volver a la realidad, a volver a Sam. El dolor agudo de los pellizcos en la piel sensible de sus pezones le hizo retorcerse, a la vez que dejaba escapar un sollozo del fondo de su garganta. Y de pronto, estaba con Sam, solo veía a Sam, solo saboreaba a Sam, su amor, su apoyo, su determinación por mantenerle con él.

- Sí. - susurró contra la boca de Sam, luchando por quedarse en aquella realidad. - Más fuerte. - suplicó, gruñendo cuando recibió lo que pedía, cuando Sam se introdujo en él de forma despiadada, demostrándole a quién pertenecía. No a los Cylons. No a su padre. No a la flota. Solo a Sam.

Empezó a devolverle el beso a Sam, cruzando sus piernas por detrás de él, arrastrando aquel cuerpo poderoso contra el suyo. Era como si Sam supiera lo que necesitaba, moviéndose a un ritmo implacable, sin darle en ningún momento opción a pensar, a volver a caer en aquella maldita pesadilla. Perdió la noción del tiempo, pero se quedó con Sam, aferrado a él, recorriendo con sus manos el cuerpo de su amante, alentándole. - Mío. Tú. Ungh… ungh… - sus dedos se hundieron en Sam mientras se concentraba en lo buena que era la sensación de tenerle dentro de él, su carne dura moviéndose dentro y fuera, llenándole, haciéndole arder, haciéndole necesitar. Demasiado, demasiado y aún así, no lo suficiente. Quería más, mucho más.

Agarró el cuello de Sam y le besó con fuerza. Tomando el control del beso por primera vez. Su lengua se movió dentro y fuera de la boca de su amante, con una desesperación igual a la de los movimientos de su cuerpo debajo de Sam. De pronto, Dean rompió el beso. - Déjame levantarme, Sam.

Sam sabía que Dean estaba todavía al límite, todavía luchando por mantenerse en el ahora, y se sorprendió cuando Dean le pidió que se detuviera, pero respondió a su petición. Dean tenía que saber que tenía el control, aun cuando la necesidad de Sam por terminar dentro de su amante era enorme. Podía aguantar mucho tiempo sin correrse, y si tenía que hacerlo por Dean, aguantaría la incomodidad, podía hacer cualquier cosa siempre que ayudara a Dean.

Dean tragó mientras Sam se levanta de encima suyo, y antes de que este le pudiera preguntar nada, rodó sobre la cama y se colocó a cuatro patas. Agarró con fuerza el cabecero de la cama, poniéndose de rodillas y miró por encima de su hombro.

Sam gateó hacia delante, deslizando sus manos sobre las nalgas de Dean, luego acarició la parte externa de sus muslos, antes de subir sus manos hasta la cintura del capitán. - Eres tan hermoso, - murmuró.

Aunque sabía que Dean necesitaba ser poseído, también necesitaba sentirse amado y apreciado, tal y como él le hacía sentirse a Sam. Sam separó las nalgas de Dean y soltó un gemido al ver su agujero, listo para él. Pasó su lengua sobre él, jugando en la carne arrugada con su lengua, y luego la empujó dentro, follándole. Llevó una mano hacia adelante, agarrando la polla dura de Dean y apretándola, y luego empezó a masturbarle al mismo ritmo que le follaba el culo con su lengua. Adoraba las respuestas que conseguía de Dean, cada sonido se hundía en él, aumentando su necesidad.

Dean estaba embistiendo hacia adelante y empujando hacia atrás, cada vez más fuerte, y Sam supo que era el momento. Subió con su boca por la espalda del capitán, besándole, hasta que su polla, dura como la piedra estuvo alineada con su entrada. Lamió el cuello de Dean, y cuando este giro su cabeza, antes de que pudiera decir nada, Sam cubrió su boca con un beso al mismo tiempo que embestía contra él, empalándole con su polla en un solo movimiento. Rodeó con un brazo la cintura del capitán, y siguió masturbándole con la otra mano, confiando en él para que les mantuviera sujetos agarrándose al cabecero. No le dio tiempo para recuperarse, y empezó a embestir dentro de él una y otra vez, asegurándose de llegar a su próstata, de darle el mayor placer posible mientras seguía masturbándole.

Sam se mantuvo al límite, hasta que supo que Dean estaba hipersensibilizado y tan apunto de correrse que podía explotar. Rompió el beso y empujó más rápido y más fuerte, prácticamente levantando a Dean de la cama con cada embestida.

- Mío, mío, mío. - repitió Sam, sintiendo como sus pelotas se tensaban. - Ungghh. - gruñó, y con dos últimos movimientos de su mano en la polla de Dean, se hundió profundamente dentro de él. - ¡Mío! - gritó mientras llenaba a su amante, tensando todo su cuerpo y temblando. Sacó un poco su polla y luego volvió a embestir, siguiendo con su alivio, gritando el nombre de Dean mientras todo su cuerpo se estremecía por el orgasmo.

Una llamarada explotó tras los ojos de Dean cuando el agarre de Sam se hizo más fuerte, elevándose al nivel de sus palabras posesivas.- Sam… sí, joder… ¡Sam! - Dean empujó de forma casi brutal contra las caderas y el pecho sudoroso de Sam, embistiendo luego contra su puño. Una oleada de placer atravesó su cuerpo, cortándole la respiración y dejándole sin palabras, mientras se movía de forma sincronizada con su amante, gimiendo, sumergiéndose en el orgasmo y sintiendo el semen caliente de Sam deslizándose por sus piernas.

- Mmm, Sammy. - Dean giro su cabeza, mostrando una sonrisa cansada y satisfecha. - No sabía que también eras terapeuta.

Sus bocas se encontraron, y Dean lamió los labios de Sam abriéndose camino dentro de su boca, besándole suavemente, susurrándole palabras de amor cada vez que se separaban para respirar. Cuando Sam finalmente salió de él, Dean se giro y se refugió entre sus brazos, besándole otra vez apasionadamente. Finalmente empujó a Sam haciéndole caer tumbado sobre la cama y se colocó sobre él. - Una cosa. Todavía me debes sexo cabeza abajo, - dijo mirándole a los ojos. - Y lo digo en ser-

Los ojos de Dean se abrieron como platos cuando sintió algo afilado arañando su nalga. - ¡Saaaaaaaam! - El grito llevaba un tono de advertencia. - ¡Dile a tu gato que se aparte de mí!

Sam rompió a reír a carcajadas.

CAPÍTULO 21

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