Título: The Winning Scenario
Autores:
virtualpersonal y
brimstonegoldTraducción:
aisisgalloArt:
inanna_maatPairing: Sam/Dean, AU (en un mundo futuro de fantasía & no hermanos)
Fandom: SPN (AU) / BSG (original)
Ratings/Warnings: NC 17, bondage suave, hurt/comfort, non-con.
Summary: Disfrazado como un comerciante durante una misión de recopilación de información en una estación de juego y placer, el capitán Dean gana el gran premio. Sorprendido de saber que su premio incluye una noche de placer con un esclavo, está dispuesto a rechazar los servicios de este, hasta que se entera de que el esclavo es humano. De ninguna manera dejará a uno de su especie atrás, nunca. El esclavo sexual, Sam, tiene sus propios secretos. La tortura Cylon y el condicionamiento para hacer de él un producto apto para el comercio de esclavos, le han arrebatado la mitad de sus recuerdos, y le provocan pesadillas y problemas psicológicos. Si hubiera sabido que Dean era un piloto colonial, jamás se habría ido con él, y jamás se habría acercado siquiera a donde estaba destinado, la estrella de combate Galactica.
Enlace al fic original:
http://virtualpersonal.livejournal.com/241801.html
Capítulo 1a,
Capítulo 1b,
Capítulo 2a,
Capítulo 2b,
Capítulo 3a,
Capítulo 3b,
Capítulo 4a,
Capítulo 4b,
Capítulo 5a,
Capítulo 5b,
Capítulo 6a,
Capítulo 6b,
Capítulo 7a,
Capítulo 7b,
Capítulo 8a,
Capítulo 8b,
Capítulo 9a,
Capítulo 9b,
Capítulo 10a,
Capítulo 10b,
Capítulo 11a,
Capítulo 11b,
Capítulo 12a,
Capítulo 12b,
Capítulo 13a,
Capítulo 13b,
Capítulo 14a,
Capítulo 14b,
Capítulo 15a,
Capítulo 15b,
Capítulo 16a,
Capítulo 16b,
Capítulo 17a,
Capítulo 17b,
Capítulo 18a,
Capítulo 18b,
Capítulo 19a,
CAPÍTULO 19 (Segunda parte)
- Yo invito. - dijo John. - Habéis traído a mi chico de vuelta, y estabais dispuestos a romper las normas, las normas que hemos aprendido como pilotos de combate, las que nos han entrenado para obedecer. Algunas veces, es una línea tan fina que tenemos que cruzarla. Algunas cosas importan demasiado para no cruza esa línea. Y ese es todo el discurso que vais a conseguir de mí. - Dando una palmada en la espalda a los dos, John sonrió y abrió el camino. El bar iba a estar lleno de pilotos celebrándolo y liberando su estrés. Habían cumplido con su parte, y ahora los mandos estaban ocupados poniendo al resto de la flota fuera de peligro, pero esta vez sin nada que pusiera en entre dicho sus decisiones.
- ¡No! ¡Apártate de mí! - Dean forcejeó para liberarse de sus ataduras, tirando de ellas, pataleando, sabiendo que tenía que soltarse antes de que la luz blanca le alcanzara de nuevo, antes de que convirtiera su interior en carne picada. - ¡No! - gritó, pero su voz era apenas algo más que un susurro. Su garganta estaba irritada de tanto gritar. Golpeó con su codo la cara de un Cylon, lo que le provocó algo de satisfacción.
Luego, algo empezó a sacudirle. - Capitán Dean, ¡Capitán! Está en Galáctica, ¿lo entiende?
Dean abrió los ojos, giro su cabeza y vio su muñeca atada a un lado de la cama. Luego se giro hacia el otro lado e intentó sentarse. - ¿Qué coño…?
- Está teniendo pesadillas. Cálmese, o tendré que sedarle. ¡Capitán! - El médico se apartó de los pies de la cama, se acercó a él y le inyectó algo en el brazo. - Duérmase. Llamaré a su padre.
- No. No quiero verle. No.
El doctor bajó la mirada y leyó la información de su expediente. - Entonces a Sam Wesson.
- No.
- ¿Está seguro? Él le trajo de vuelta. Ha estado…
- No. Salga de aquí… no quiero a nadie, solo váyase.
- Michael…
Dean se encogió de hombros. - Está bien… - Sus ojos empezaron a cerrarse, y sus dedos se relajaron, soltando las correas con las que habían estado forcejeando. No estaba en casa, si lo estuviera, no le habrían tenido atado. Podía fingir, seguirles el juego…
La oscuridad le envolvió.
Sam gimió. Su cabeza retumbaba como si toda una manada de Cylons estuviera andando sobre ella. Entreabrió los ojos y miró a su alrededor. Estaba en casa, en su cama, con Shadow acurrucada a su lado. Ni siquiera recordaba haber vuelto a casa desde el bar. Se sentó lentamente, con un pequeño gemido. Joder. Salió corriendo hacia el baño, consiguiendo llegar justo a tiempo para vaciar su estómago. Miró a su alrededor y no vio su toalla, solo había una…
Todo volvió a su cabeza de repente, y Sam tuvo que ahogar un pequeño sollozo. ¿Por qué coño Mike o John o quien fuera le había llevado al apartamento de Dean? Se mojó la cara con agua y se enjuagó la boca. Gracias a dios. Buscando en su bolsa, sacó su medicación y rápidamente se tomó una de las pastillas para la resaca. No recordaba haber tenido una resaca como aquella nunca antes. Encargó un desayuno ligero y luego se duchó y se vistió con su ropa de civil. Él no era en realidad un piloto de combate.
Mientras comía, se dio cuenta de que había conseguido lo que quería. Se había emborrachado lo suficiente para no tener pesadillas. Bueno, al menos no demasiadas. Recordaba la celebración en el bar, y que se había emborrachado. Que John y él habían estado riendo y hablando de sus viejas misiones, siendo amigos como lo fueron en el pasado.
Había sido agradable.
Soltó un suspiro y tras acariciar una vez más a Shadow, se dirigió al centro médico.
Cuando Sam llegó a la puerta de la habitación de Dean, sus ojos se abrieron con horror al ver las correas sujetando sus brazos y sus piernas.
- ¡No! ¡No pueden hacerle esto! - gritó mientras corría hasta la cama y soltaba las correas. Una enfermera intentó detenerle, pero él la empujó. - ¡No! - le gruño. Tan pronto como hubo soltado las correas, Sam acarició la cara de Dean y pasó una mano por su pelo.
- Estás libre, amor, estás a salvo. No dejaré que te vuelvan a atar. Estaré contigo y te mantendré a salvo, - le susurró a Dean, inclinándose para darle un suave beso en los labios.
Dean abrió sus ojos e intentó enfocar su mirada. - ¿Libre? - preguntó acercando su brazo a su cuerpo. Le dolía de tenerlo separado del cuerpo, le dolían todos los músculos todavía.
Intentó sentarse cuando la enfermera volvió con dos enfermeros. Eran los que le había atado antes. - No, - dijo sacudiendo la cabeza, y aferrándose al brazo de Sam. - No son humanos, no son humanos, - siguió diciendo mientras intentaba encontrar una vía de escape.
- Ssshhhh, está bien, - le dijo Sam intentando tranquilizarle, poniéndose en pie pero dejando que Dean siguiera agarrándole. - Si le tocáis, os mato, - gruñó Sam. - Está medio ciego, todavía confundido, y los Cylons le mantuvieron atado mientras le escaneaban. Me quedaré con él y le mantendré calmado hasta que llegue el médico, - dijo, lanzando una mirada amenazadora a los enfermeros. Podía tumbarles en menos de un centon, joder, probablemente no necesitaría más de diez segundos, y le importaba una mierda si rompía algún hueso.
- Señor, él ha herido… - La enfermera le colocó una mano en el brazo para que se callara, y luego los tres salieron de la habitación.
Sam se giro y posó su mano sobre la de Dean, sin hacer caso a sus uñas clavándose en su piel. - Está bien, Dean. Estás en el centro medico de Galáctica. Yo te mantendré a salvo.
- No se ata a nadie en Galáctica, - respondió Dean mirándose la mano, y viendo que la fuente del calor que sentía era la mano de Sam sobre la suya. - Pero ellos no te tocan, los Cylons. - Estaba teniendo problemas para distinguir la realidad y la ficción, y eso le frustraba de forma desesperante.
- Sí te atan si estás fuera de control, cuando tienes pesadillas y no puedes distinguir a los amigos de los enemigos. - Sam se arrodilló junto a la cama. - Sé lo confundido que estás y que no estás seguro de dónde estás, no sabes qué creer. Tu visión volverá si le das un poco de tiempo. Tu confusión desaparecerá. - Se inclinó y besó la mano de Dean que todavía estaba aferrada a su brazo. - Me quedaré contigo ¿vale?
Sintió los labios cálidos, suaves y ligeramente húmedos presionando contra su mano. Sus ojos se llenaron de lágrimas a medidas que los recuerdos volvían a su mente y volvían a desaparecer, siempre fuera de su alcance. Se inclinó y presionó su boca contra la de Sam, hablando contra sus labios. - ¿Puedes… puedes apagar la luz? Solo un rato, medio centar, por favor. - Se humedeció los labios secos y sintió su lengua deslizarse contra la de Sam. No debería hacerlo, no sabía por qué, pero no debería, y algo le hizo volver a apoyar su cabeza sobre la almohada.
- Dejaré la luz apagada. - prometió Sam, un poco decepcionado de que Dean no prolongara el beso. Quería besarle profundamente, lo deseaba tanto, darle el amor y la seguridad que Dean le había dado cuando él estaba perdido.
No había olvidado en absoluto el miedo a las luces brillantes. Como Sin, le habían obligado a actuar en el escenario, con las luces enfocando hacia él, no había tenido opción. Con el tiempo, consiguió acostumbrarse a la idea de que las luces brillantes no iban a llevar a su cuerpo a la agonía con un dolor inimaginable. Y la oscuridad absoluta era casi igual de aterradora, pero no creía que hubieran hecho pasar a Dean por aquella tortura.
- ¿Ayudará si pongo la luz más suave? ¿Y tienes sed, o hambre? - preguntó Sam, apretando ligeramente la mano de Dean. Suavemente, soltó la mano de Dean de su brazo, y entrelazó sus dedos con él, dejando su otra mano libre para acariciarle el pelo.
- Oscuro, sí. Agua. - No quería ser débil, parecer débil. Una batalla se libraba dentro de él, una parte de él pedía el consuelo que estaba recibiendo de Sam. - Abrázame. - Sintió cómo las lágrimas se deslizaban por sus mejillas e intentó secarlas.
Sam le besó las mejillas, haciendo desaparecer las lágrimas. - Está bien. Deja que primero te traiga agua, ¿vale? - dijo mientras le besaba.
Sam escuchó los pasos de la enfermera y del medico y volvió la cabeza. - Quiere agua, y apagar las luces. No puedo apartarme de él para coger agua o tendrá un ataque de pánico, se perderá otra vez. Puedo mantenerle calmado, pero no pueden atarle otra vez. Eso es como si volviera allí.
El médico frunció el ceño. - Mientras siga calmado, de acuerdo, - dijo a regañadientes. - Ha sido violento, no tuvimos otra opción.
Sam se tragó las duras palabras que quería contestarle al medico. Por supuesto que Dean había sido violento. Estaba totalmente aterrorizado, esperando que las torturas empezaran de Nuevo. No lo entendían, eso estaba claro. Nadie que no hubiera pasado por el infierno de las torturas Cylon podía entenderlo realmente. Así que en lugar de responder, simplemente asintió con la cabeza. - ¿Las luces? ¿Agua? - repitió.
El medico bajó las luces mientras la enfermera le daba a Dean un vaso de agua. Sam ayudó a Dean a tumbarse de lado para que pudiera beber más fácil por la pajita que puso en sus labios. Dean bebió casi toda el agua, y luego Sam apartó el vaso. El medico y la enfermera ya se habían ido, así que Sam se subió a la cama y se tumbó con Dean, haciendo la cuchara, pasando su brazo sobre la cintura del capitán y agarrando su mano.
- Puedes dormir, amor. Estoy aquí para mantenerte a salvo. No te voy a dejar.
- No. tú no. Sin… Sin es mío, él no me dejará. - La mano de Dean agarró con fuerza la tela de la camisa de Sam. - Tu eres de ella, pero Sin es mío. No voy a rendirme con él. No. - Dean empezó a ponerse tenso, pero finalmente su cuerpo cedió. Había resuelto el problema en su cabeza, ahora podía dormir, a salvo de las luces.
Sam le abrazó con más fuerza, sintiendo sus propias lágrimas. - Sin siempre será tuyo, pero yo también, - susurró al oído de Dean. Luego le besó en el cuello y se acomodó para dormir un poco él también.
Dean se despertó dolorido, contracturado y algo confuso. Miró a su alrededor, escuchó la respiración acompasada de Sam y lentamente recordó lo que había pasado. No era un sueño, no era una pesadilla, todo aquello había pasado. Había sido capturado y torturado. Luego había sido rescatado. Sam. Sam había ido a buscarle, a una prisión Cylon. Dean sabía lo duro que debía haber sido para él.
Giró su cabeza y observó la cara de Sam, su perfil. ¿Estaba agradecido? Sí, no podía estar más agradecido, no cuando sabía el precio que Sam había pagado para llegar a él. Pero sobre todo dolía mirar a Sam, saber que las cosas que había llegado a desear no eran posibles. El abismo que había entre ellos, nunca había sido la situación de Sam, no… aquello era historia.
Lentamente, se sentó y sacó sus piernas de la cama. Agarrándose a la barra, se puso en pie. Sus piernas estaban algo temblorosas, pero ya no le dolían. Vio la luz que se colaba por debajo de la puerta y dio un respingo. Luego se dijo a sí mismo una y otra vez que estaba en casa. Cruzó la corta distancia hasta el armario, lo abrió y se sintió aliviado al ver su ropa.
Se quitó el pijama, y se dio cuenta de que no iba a ser capaz de agacharse hasta el suelo, así que volvió hasta la cama, se sentó en ella y empezó a ponerse los pantalones.
Sam abrió los ojos cuando Dean salió de la cama, y observó cómo el capitán se sobresaltaba al ver la luz. Dean no parecía haberse dado cuenta de que estaba despierto cuando volvió a la cama. Sam se sentó y le besó en la parte posterior del cuello. - ¿Te sientes mejor? ¿Quieres que te traiga algo de desayuno? - le preguntó.
Dean cerró los ojos. ”No, no creo que nunca vaya a sentirme mejor”. - Sí, estoy bien. Y no, no quiero nada. - Se puso en pie otra vez, se subió los pantalones y los ató. No le quedaba más opción que girarse y encarar a Sam para coger la camisa de encima de la cama. - No tienes que… ya sabes, quedarte.
- Mmm, eres un mentiroso horrible. Y necesitas comer. O al menos tomar un poco de zumo. Todavía estás bastante deshidratado. - Sam apartó las mantas. Todavía tenía puesto los pantalones, aunque se había quitado la camisa. Tenía algunas señales en el pecho, de los codazos que había recibido mientras intentaba calmar a Dean en sus pesadillas. - ¿Por qué no voy a querer quedarme? Además, no tengo ningún sitio a dónde ir. La mano de dios es un sitio agradable para ir de visita, incluso para dormir una noche de vez en cuando, pero apesta como apartamento.
Dean soltó un resoplido y se puso la camisa, pero atarla era otra historia, sus dedos no parecían querer moverse. - Ya no estoy tan confuso. - Cuando miró a Sam, solo había nostalgia en su mirada. Nostalgia y resignación. - ¿Qué? ¿Quieres que te de las gracias? Lo haré, sé lo que hiciste por mí. Yo solo… ahora no, ¿vale? Ahora no puedo. - dijo mientras seguía intentando atarse la camisa.
Sam se quedó con la boca abierta. - Vale. No estás confuso. Entonces escúchame. No estoy con Trishan, nunca he estado con ella. Sí, estuve yendo a comer con ella, pero le dije que tenía una relación. Estaba… estaba intentando agarrarme un poco al pasado, hablar con alguien que recordara las cosas que yo recordaba, que pudiera explicarme las cosas que habían pasado, y Dean, ella fue mi prometida. Quería saber que había seguido adelante, que tenía una buena vida. Ella ya no es mi amor. Los dos hemos cambiado demasiado para eso. Sé que a ella le gustaría tenerme de vuelta en su vida, pero… eso no va a pasar. Cuando tú me echaste, fui a la mano de dios. Me quedé allí, rezando para que fueras a buscarme, para que leyeras mi mensaje y me perdonaras por no haberte hablado de Trish. Para que me dejaras volver a casa. Te quiero. Solo a ti. Por favor, Dean, perdóname, - suplicó.
- Si eso fuera verdad… - La voz de Dean se quebró. Cogió el agua que había en la mesilla y bebió la mitad del vaso antes de volverlo a dejar donde estaba. - ¿Quién…? ¿Quién en su sano juicio iría solamente a comer contigo, Sam? ¿Está ciega? ¿Está loca? - Dean se sorbió la nariz. - Me lo han dejado bien claro. Vosotros sois los John y Mary que nunca llegaron a ocurrir, y ahora… ahora tenéis la oportunidad de hacer que pase. Bien, yo llego veinte putos yahrens tarde, y conseguiré a alguien cuando llegue el momento. - dijo mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. - Pero deja… deja de mentirme. No es necesario. Puedes haber salvado mi vida, pero no necesito que me salves a mí. Nadie ha muerto porque se le rompiera el… - Dean volvió a coger el vaso y bebió todo el agua que quedaba.
Sam se acercó a Dean y secó sus lágrimas con su pulgar. - Lo que ella quiera no importa, Dean. Importa lo que yo quiero. Lo que John piensa que es lo mejor para mí, es solo eso, lo que John piensa, no lo que yo creo. Sé qué es lo mejor para mí, y lo que YO quiero. Quiero una vida contigo. Para bien o para mal, eso es lo que tú me dijiste cuando estábamos haciendo el amor. - Sam le besó intensamente, enredando su lengua con la de Dean mientras le abrazaba con fuerza. Cuando finalmente tuvo que parar para coger aire, prácticamente le exigió, - Dime que me quieres. Dime que soy tuyo. Siempre.
Dean no tenía la mente tan clara como creía. Eso, o la culpa era de la cercanía de Sam, de su lengua en su boca, exigiendo una respuesta. Dean no podía habérselo negado a Sam, aunque quisiera. Todo lo que quería, todo lo que había tenido la esperanza de conseguir, Sam le estaba diciendo que todavía estaba allí… todavía a su alcance. Todo lo que tenía que hacer era cogerlo. Decir las palabras que había ansiado decir antes de descubrir lo de Trishan, y llegar, según Sam, a una conclusión errónea.
Los ojos almendrados, fijos en él, le exigían una respuesta. Dean extendió su mano y agarró la camisa de Sam, asintiendo. - Te quiero, Sam. Quiero esto… a ti, más que a nada. Para siempre, sin que nada ni nadie interfiera. Solos tú y yo. Eres mío. - Agarró la camisa con más fuerza. - Y no voy a compartirte.
- No tienes que compartirme. Nunca. Yo también quiero esto. - Sam besó a Dean, expresándole todo su miedo a perderle, y toda su pasión por amarle, y cuando finalmente rompió el beso, jadeando, sus pulmones ardían por la falta de aire.
- Deja que hable con el médico, y me entere de lo que tenemos que hacer para que puedas salir de aquí, y cuánto tiempo van a mantenerte sin volar. Sé que no te vas a quedar aunque él quiera que lo hagas. Siéntate, y espera pacientemente. Por favor. - Sam volvió a llenar el vaso de agua. - ¿Estás seguro de que no quieres desayunar?
- Todavía no. - Lanzó una mirada hacia la puerta y asintió con la cabeza. - No hay nada que puedan hacer por mí aquí y que no se pueda hacer en mi apartamento. - Pasándose una mano por la cara, Dean se sentó. Eso le daría la oportunidad de prepararse para enfrentarse a la luz de afuera, de convencerse a sí mismo de que no era lo mismo.
- Puede que quieran hidratarte un poco más, y tenerte controlado. Pero les diremos que voy a quedarme contigo, y que puedo llamarles si hay cualquier problema. - Sam pasó una vez más su mano por el pelo de Dean, y luego salió a buscar al médico. ¡Dean todavía le quería! ¡Dean le perdonaba! Su corazón latía golpeando su pecho tan fuerte que casi dolía.
- Dean está listo para volver a su apartamento. Yo me quedaré con él, le vigilaré y me aseguraré de que coma y beba.
- Necesita quedarse unos pocos días más, de verdad. - dijo el medico dedicando a Sam su mirada más “oficial”
- No se va a quedar. Y doctor, sé por lo que está pasando. Va a tener pesadillas, y a sentirse un poco perdido a veces. Sé cómo mantenerle centrado. Necesita un sitio donde se sienta a salvo y que le sea familiar. Este no lo es. Se recuperará mucho más rápido en su apartamento.
El médico, que había tenido que enfrentarse al capitán otras veces, soltó un suspiro irritado y asintió con la cabeza. - Bajo la condición de que le pongamos una bolsa más de suero antes de que se vaya, y volveré a hacerle un reconocimiento. Mientras, tú puedes firmar el alta.
- No le alumbre los ojos con ninguna luz, y mantenga la habitación oscura. - dijo Sam firmemente. - O si no, conseguirá que le rompa la mandíbula. Si tiene suerte, será todo lo que consiga. ¿Cuánto tiempo tiene que estar sin volar?
- Hasta que yo lo diga. Voy a necesitar el visto bueno de un psicólogo que diga que está listo para volver a volar.
Sam asintió, la respuesta no le sorprendía. - Iré a decírselo. Que lleven los formularios para el alta a la habitación.
Al volver a la habitación, Sam se alegró de ver que Dean seguía en la cama. - El médico quiere que te pongan una bolsa más de suero, y hacerte un último reconocimiento antes de dejarte volver al apartamento. Rellenaré los formularios del alta mientras te hace el reconocimiento, a no ser que quieras que me quede.
- Nah, está bien. ¿Qué hora… qué día es? - Esperaba que no fuera una hora en la que hubiera mucha gente por los pasillos, y de pronto se dio cuenta de que no sabía cuánto tiempo le habían tenido retenido.
- Es media noche, y te han tenido capturado durante cuatro días.
Dean sacudió la cabeza. - Vale. Ha parecido una vida entera. - Pensar en ello le daba dolor de cabeza. No creía que hubiera dado ninguna información a los Cylons, pero no estaba seguro. ¿Y si lo había hecho? - Ve a hacer los papeles. - dijo. No quería enfrentarse a aquella posibilidad en el centro médico. - Necesito salir de aquí.
Después de que Sam saliera de la habitación, el médico entró en ella. Dean le dejó hacer su reconocimiento, pero cuanto más se alargaba el proceso, menos paciencia tenía. - ¿Cuántas neuronas he perdido? - preguntó finalmente.
- Si tengo que adivinarlo, pareces estar bien. Si te quedaras, podríamos hacer algunas pruebas. Un escáner cerebral, solo podremos hacerlo después de que tu cuerpo se haya recuperado por completo. Eso podría darnos una respuesta.
Durante los siguientes centons, el médico estuvo saliendo y entrando de la habitación. Mientras la enfermera retiraba la vía de suero, el médico puso su mano sobre el hombro de Dean. - Capitán, quizá debiera reconsiderar el quedarse otros 24 centars.
- Ni hablar. - Al ver a Sam en la puerta, Dean se puso en pie y se acercó a él, agarrándose con fuerza al marco de la puerta cuando las fuertes luces blancas del pasillo del centro médico estuvieron a la vista. Se preparó para el dolor, conteniendo la respiración, esperándolo.
Sam vio el momento de pánico de Dean, vio cómo esperaba la agonía. Sacó de la bolsa unas gafas de las que los médicos daban a los pacientes operados de los ojos y se las puso al capitán.
- Muy tú, - dijo. - Esto debería ayudarte un poco. Podemos preparar algo para que te vayas acostumbrando a la luz otra vez. Probablemente en una semana serás capaz de aguantarlo bien, aunque los médicos revisándote la vista con esa maldita luz, probablemente te asustarán siempre. - Lanzó una leve mirada al médico. - ¿Listo para irte?
Dean dejó escapar un suspiro tembloroso. - ¿Muy yo? Querrás decir muy tú. Tú estás acostumbrado a llevar gafas de sol, por lo que recuerdo. Aunque siempre las llevabas puestas en la cabeza. - El recuerdo le hizo sonreír, porque de niño, siempre había pensado que era algo que hacían las chicas para sujetar su pelo.
Dean dio un paso, luego otro, y otro. Salió del centro médico concentrándose solo en andar, con la mirada fija en el suelo casi siempre, pero mirando a su alrededor de vez en cuando, de forma un poco paranoica. Quizá iba un poco demasiado pegado a Sam, e incluso en una ocasión, agarró su camisa cuando algo que llevaba una persona que se cruzó con ellos, provocó un destello de luz, haciéndole pensar en los Cylons. - Necesito meterme en el simulador tan pronto como pueda. - dijo, pensando que no quería dejarse comer por el miedo a aquellos bastardos. Tenía que saber que todavía podía seguir luchando contra ellos.
Sam rodeo con su brazo la cintura de Dean de forma protectora y le pegó a su cuerpo. Dean no estaba en condiciones de volar en ese momento, y si entraba en una batalla y se quedaba paralizado, podía derrumbarse por completo, aunque por otra parte, si conseguía superar aquello, quizá pudiera ayudarle. La vista de los Cylons todavía asustaba un poco a Sam, y la base estelar… si no hubiera estado tan concentrado en rescatar a Dean, nunca habría sido capaz de hacerlo. Si no hubiese querido tanto a Dean, nunca lo habría hecho.
Sam llevó a Dean alrededor de un grupo de gente, manteniéndose siempre entre el capitán y ellos. Podía ver el sudor resbalando por la cara de Dean. - Te conseguiré una sesión con una condición. Nada de Gs. No hasta que sepamos que tu cerebro está bien. Podrías tener alguna lesión que se esté curando y empeoraría con los Gs. No voy a arriesgarme a que te hagas daño y tus reflejos o alguna otra cosa terminen afectados. Y tienes que comer. Come algo de fruta, o un sándwich, algo. No voy a dejarte subir a un viper por lo menos hasta unos cuantos centars después de que comas. Quiero asegurarme de que tu estómago aguanta la comida. ¿Harás eso por mí?
- Creo que puedes convencerme, si lo intentas con más ganas. - Dean sonrió, aunque se aferró con más fuerza a Sam al entrar en el ascensor que estaba aún más iluminado y tenía muchas superficies brillantes. - Necesito una ducha. Yo… - El sonido de la puerta al abrirse le sobresaltó. - Hijo de… - Apretando los dientes, salió del ascensor con determinación.
- No creo que las ganas vayan a ser un problema. - Sam le devolvió la sonrisa. Odiaba ver a Dean tan asustadizo. Él también había pasado por todo aquello, y lo entendía. Por supuesto que él se había derrumbado, y desde entonces, pocas veces le habían sometido al escáner mental. La simple amenaza de hacerlo, le habría hecho caer de rodillas, temblando, y haciendo todo lo posible por no vomitar. Cuando le criogenizaban, tampoco era mucho mejor. Las primeras semanas en Thiros fueron horribles, pero al mismo tiempo, no les costó mucho conseguir que hiciera lo que ellos querían, con collar o sin él. El collar era solo una motivación más, y de alguna manera, reemplazaba el miedo a los escáneres mentales.
Se detuvieron frente a la puerta del apartamento de Dean y Sam tecleó el código de seguridad, luego lanzó una mirada a Dean. - Trajeron mis cosas de la mano de dios anoche. Mike me dio el código para que pudiera entrar. Solo estuve aquí mientras planeábamos el rescate. Shadow está dentro, así que no te asustes cuando salga de la habitación ¿vale?
Dean asintió. - Sam… lo siento. - No entró cuando la puerta se abrió. - Si no me hubieran… al volver lo habría leído. El e-mail que dijiste que me enviaste. Estaba enfadado… más que enfadado. No debí haber hecho nada sin hablar contigo primero, así no es como funciona una relación.
- Y yo debí haberte hablado de Trish. Una relación no funciona cuando uno esconde algo al otro. - respondió mientras hacía entrar a Dean.
Shadow estaba tumbada sobre una de las bolsas que todavía estaban junto a la puerta. Al ver a los dos hombres, se puso en pie y se estiró, arqueando su espalda y bostezando. Luego se volvió a sentar y maulló.
- Quédate ahí, Shadow. - le dijo Sam. Dean no necesitaba que ella se metiera entre sus pies en ese momento. - ¿Recuerdas la última noche? Estaba intentando decirte algo aquella noche. Estaba intentando hablarte de Trish. Mike nos había visto juntos, y él también pensó que te estaba engañando. Me preguntó por ello aquella noche, y me di cuenta de que tenía razón, que tenías que saberlo. Dado que yo no te lo dije, y Mike tampoco… ¿fue John? Ah, y para que conste, antes de salir a rescatarte, hablé con ella y me despedí. Le dije que tanto si volvía como si no, no volveríamos a comer juntos. No era justo ni para ella ni para mí. No puedo vivir en el pasado. Quiero vivir en el futuro, contigo. Además, en el pasado tienes cinco años. - añadió haciendo una mueca.
Dean lo recordaba. Recordaba haber hecho callar a Sam de las formas más originales que conocía. - Oh, venga, admítelo, estaba bueno con cinco años. - bromeó mientras se dirigía a la habitación y se sentaba en la cama. Se quitó las gafas de sol y se rió al ver la expresión de Sam. Luego se aclaró la garganta. - No, no fue John. Estaba entrevistándola y cometí el error de preguntarle por qué quería unirse al escuadrón.
Dean no quería pensar más en ello, y empezó a desnudarse. - Quizá actué como si todavía tuviera cinco años, - admitió.
Sam se quitó la camisa. También necesitaba una ducha. - Siempre actúas como si tuvieras cinco años. - dijo con una pequeña sonrisa. - Posesivo con tus juguetes, metiéndote medio sándwich de mantequilla de cacahuete en la boca de golpe, obsesivo con hacer el pino, te gusta jugar en la ducha…
- Cuidado Sam, podría pensar que eres mi juguete. - Lanzó una mirada a su amante y se puso en pie. - Y te estás desnudando porque quieres… ¿que juegue contigo? - A pesar de sus palabras seductoras, Dean se atuvo a la realidad. - Mi mente está dispuesta, pero no estoy seguro sobre mi cuerpo, sé que probablemente has estado esperando esto, pero… - No quería decepcionarle.
- Me estoy desnudando porque yo también necesito una ducha. ¿Sabes que es posible que nos duchemos juntos sin tener sexo? Probablemente todavía estás demasiado dolorido para frotarte la espalda, o el pelo. Además, me gusta ver tu cuerpo desnudo mojado.
- ¿Es posible? - Dean se quedó con la boca abierta. - Solo si lo haces mal. - Estaba agradecido por la salida de Sam, pero no muy seguro de querer aceptarla. - ¿Qué hay de besarse? Me gustan los besos cuando estás mojado. - Se soltó los pantalones, se acercó a Sam, y cogiendo sus manos, las llevó hasta sus caderas. - ¿Me los quitas?
Justo cuando Dean empezó a inclinarse hacia Sam, un fuerte “Ding” anunció que alguien estaba en la puerta, y le hizo palidecer a la vez que se aferraba al hombro de Sam. Respiró profundamente un par de veces, intentando mantenerse entero. No eran los Cylons, no eran los técnicos. Estaba en casa. En casa, con Sam.
Sam abrazó a Dean de forma protectora y le sujetó durante un momento mientras Dean se recuperaba, y luego le dio un beso en la frente. - Yo contesto. Átate el pantalón.
Soltando a Dean, Sam salió de la habitación y se dirigió a la puerta. Supuso que probablemente sería Mike, pero al abrir la puerta, descubrió que estaba equivocado, aunque no se sorprendió de ver quién era.
- John. - Sam dio un paso hacia un lado. - Entra.
CAPÍTULO 20a