(no subject)

Dec 18, 2007 00:21


De pequeña, tanto que apenas recuerdo los detalles de la historia, me leí un cuento en el que un rey tiránico conseguía que le entregaran el ovillo formado por el hilo de su vida. La curiosidad por ver qué sería de él más adelante le llevaba a gastarlo, dando montones de saltos al futuro en muy pocos minutos. De manera que la historia acababa con un viejo, poseedor de una una vida fantástica que no había disfrutado, sujetando el extremo de un hilo y cayendo, inmediatemente después, muerto. No hace falta que diga que aquello me impresionó. No entendí el porqué, ni el mensaje de la historia, entonces, y no termina de quedarme clara la motivación del personaje ahora, pero reconozco que en este momento, si me dieran mi ovillo, le daba un tirón de un año y, según lo que viera, tal vez de dos. Eso se llama Cobardía, y siempre aparece formando parte del séquito del Señor Miedo. Yo (bruta que es una) sólo conozco una manera de manejar a ese señor: echar a correr hacía él gritando todo lo fuerte que me sea posible, con la esperanza de que se asuste tanto de mí como yo de él y, sobretodo, para darme ánimos para lo que sea que me toque pasar. Pero esta vez no me puedo tirar a la piscina, no puedo acabar con la tensión acelerando el desenlace, me tengo que esperar, acojonada, a que el tiempo y los problemas avancen por si solos. Creo que hay pocas cosas que me den más vergüenza que reconocer que estoy asustada, y sé que no hay casi ninguna que me joda más que saber que me avergüenzo de mí misma. Así que al menos en este rincón, que sigo siendo mío, peleo a mi manera, kamikaze: estoy muy, muy, pero muy asustada.

Ya lo he dicho, que se joda la vergüenza.
Previous post Next post
Up