Me pasé buena parte del sábado y todo el domingo en la playa. Como siempre, terminé con una buena insolación porque la gente no entiende que el sol y yo somos enemigos naturales; pero aparte de eso la pasé muy bien con mi familia y algunos amigos.
Entre un descanso y otro me di un tiempito para terminar de leer Estudio en Escarlata (de nuevo). No entiendo porqué releo libros de misterio si ya sé qué va a pasar.
Regresé el domingo por la noche y me dejé arrastrar por dos amigas a ver una película al cine, la verdad es que sólo necesitaron dos palabras para terminar de convencerme: Clint Eastwood.
No sé si habrán oído por allí nombrar Invictus, su última película, pero si la tienen en cartelera deberían ir a verla porque está genial.
Yo no entendía muy bien de qué iba la cosa hasta que la vi. O sea, sabía que estaba relacionada con Mandela y un equipo de rugby, hasta allí toda la información. Creí que podría aburrirme porque no sé nada de ese deporte, pero por otra parte hablamos de Eastwood, ¿no? Nunca tengo pierde con sus películas, así que no me hice muchos problemas.
En 1995 Nelson Mandela, ya como presidente de Sudáfrica, debe encontrar la manera de unir a una nación totalmente dividida por años de rencores, desconfianza y muchísimo odio.
El rugby era el deporte de los blancos, la minoría que había gobernado el país hasta entonces y el equipo nacional tenía una fama bien ganada por su calidad, si bien estaban impedidos de participar en competiciones internacionales por el Apartheid. Obviamente, con Mandela en el poder, esta restricción se acabó y hasta les dieron la sede de la Copa Mundial de ese año.
Ahora, en contra de lo que sus partidarios esperaban, es decir que no le prestara atención al asunto, lo cual sería como una bien merecida bofetada a esas mismas personas que lo mandaron injustamente durante 27 años a prisión, Mandela se entregó completamente a la ejecución del torneo. Se embebió de información, trabó amistad con el capitán del equipo, Francois Pinnear, hijo de un racista declarado, y hasta organizó giras para que los jugadores viajaran a los lugares más pobres del país para enseñarles a los niños a jugar.
La historia nos dice que fue gracias en gran medida a todo ese apoyo que los sudafricanos se unieron y obtuvieron la copa, pese a que en teoría eran muy inferiores a sus adversarios; pero lo realmente maravilloso de la película es que Eastwood se preocupa más por mostrar no los juegos, sino el desarrollo de los personajes y las relaciones entre ellos.
Cuando Pinnear sale de la prisión en la que Mandela estuvo todos esos años, luego de una visita que hace junto al equipo, se pregunta cómo ese hombre pudo perdonar a quienes le hicieron algo así, pero es justamente la reconciliación y el perdón la bandera que Mandela ha enarbolado siempre.
He leído que mucha gente critica la película por aleccionadora y demasiado positivista. Usualmente me tomo las críticas de donde vienen, pero hay que ser idiota para siquiera hablar así, en serio. Es como si quisieran hacernos pensar que en la vida no pueden ocurrir cosas buenas, que la unión entre seres que en algún momento se odiaron fuera imposible y que las buenas intenciones sólo quedaran en eso.
Bueno, eso no es cierto. Y allí está Nelson Mandela vivito y coleando para demostrarlo. Esta historia fue basada en hechos reales y las cosas sucedieron así. Gente a la que le parece increíble que en un rapto de emoción las personas de distintas razas se abracen a pesar del odio que antes los separó… me parece realmente patético semejante comentario. El mundo si tiene futuro a pesar de todo, podemos ser mejores de lo quieren hacernos creer y tenemos que mirar al pasado sin rencor para que los errores no se repitan en el presente.
Pasan muchas cosas malas en nuestro planeta y somos en gran medida culpables de ello, pero siempre hay una manera de mejorar, de cambiar las cosas, de no dejar que la historia se repita si es para mal.
Creo que Invictus trata de eso, es como un buen chorro de agua fría para hacernos despertar y creer que lo bueno es posible, que un hombre gigantesco puede cambiar el mundo.
Bueno, como que me fui por las ramas, pero disfruté tanto la película y me molestaron tanto esas críticas tan crueles e injustas que sentí debía decir algo.
Este poema es de Henley y da el nombre a la película, además de ser una gran fuente de inspiración para el propio Mandela. Lo leí alguna vez, pero no lo recordaba completo, allí lo dejo, es muy hermoso.
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.