Jul 23, 2011 02:26
¿Cuál es tu mayor vergüenza? ¿Cuál es aquel aspecto de vos mismo que te vuelve loco? ¿Qué no te deja crecer? ¿Qué cada vez que querés volar, te retiene y te ancla al suelo?
Abrí mis ojos lentamente para notar como todo daba vueltas y vueltas… Vulnerabilidad, maldita vulnerabilidad. ¿Qué harían mis padres de enterarse?... me afirmé fuertemente a la pileta del baño y miré mi pálido rostro por el espejo… me sentí sucia, frágil, débil… y sobre todas las cosas… insignificativa.
Mi garganta ardía, mi cabeza palpitaba y mis lágrimas borboteaban desde mis ojos como presa que acaba de destruirse en un millón de trozos… ¿dónde estaba mi integridad? Según mi religión, mi cuerpo era mi templo; debía cuidarlo, debía sostenerlo, debía respetarlo porque yo, y sólo yo, viviría allí lo que me quedara de vida.
Y qué triste era, pero cuán cierto… que yo odiaba mi templo. Allí encerrada ese jueves por la noche mientras mis padres estaban en una reunión de amigos, me di cuenta de todo. Tirada sobre el piso, con el cabello hecho un desastre y el maquillaje corrido, me odié más que nunca. Pero a pesar de todo, que suerte que estaba dentro de casa y me encontraba sola… o nadie jamás me hubiera reconocido. ¿Quién pensaría jamás que la abanderada de la bandera Argentina estaría haciendo algo como eso? Ella, tan inteligente, tan preciosa, siempre con muchos amigos y estando siempre con lo último de la moda encima… ella quien siempre era la primera de ser avisada cuando había una fiesta, a la que todos recurrían cuando había algún problema, la que siempre tenía la palabra correcta, la amiga ejemplar… la hija predilecta… ella… haciendo eso.
Vulnerabilidad…. Maldita vulnerabilidad… que te arrincona, te atrapa, te rodea y te abarca. Que es tan grande que te subyugue. No podes escapar, no podes esconderte. Sólo aceptarla… abrazarla, limando tus brazos sobre ella, a veces, encontrás el camino para vivir con ella. Pero eso sí… son pocos los que en verdad se animan a abrazarla… a subyugarla en vez de dejarse vencer.
Sintiéndome físicamente un poco mejor, me levante del suelo y lavé mi cara con el agua fría que salía de la canilla… ese líquido tan transparente que servía para purificar… me lo pasé por cada centímetro de mi rostro hasta que sentí que el calor que me encendía se iba opacando cada segundo un poco más.
Me sequé con la toalla y me miré de nuevo en el espejo, esta vez el rechazo no era tanto… estaba dándole algo de pelea. Acomodé mi cabello para atrás como lo hacía siempre y pinté un poco mis labios con un brillo que encontré cerca… Luego, después de dar un profundo suspiro, dibujé una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro y salí del baño en el cual había estado encerrada por media hora. Las chicas habían llegado para la noche karaoke y nadie, pero nadie, tenía que saber de mi vulnerabilidad. Que el mundo se enterara de que era bulímica… simplemente no era una opción.
Bueno, siendo 100% sincera, este shoot se me ocurrió después de ver el tercer capítulo de The Glee Project en el que hablan de sus puntos débiles y vi como una chica se animaba a contar que había sido anoréxica. Estaba cansada de contar cuentos de hadas, de la parejita que por alguna razón estaba separada y luego se convertían el uno para el otro. El romance me encanta, ojo, pero precisaba algo más auténtico, precisaba escribir E S T O.
anorexia y bulimia,
cuento corto,
shoot,
realidad