11. Don’t say that you are sorry for breaking every inch of my heart
Caminé hacia mi vehículo sintiéndome extremadamente enferma. Las piernas me temblaban y la fuerza que había en ellas me había abandonado olímpicamente; me sentía desfallecer y si no llegaba lo suficientemente rápido para sentarme en el lugar del conductor, caería allí mismo a llorar.
Me resguardé lo mejor que pude y siendo consciente de que todo el mundo estaba demasiado ocupado con los novios - los cuales aún no habían ido a la recepción para la fiesta - me permití llorar todo aquello que quería. Golpeé el volante repetidamente y con toda la bronca que bombeaba por mis venas hasta tal punto que noté unos pequeños moretones negros en el área afectada.
¿Por qué todo tenía que ser tan endemoniadamente complicado? ¿Por qué cada vez que buscaba no sentir nada todo me dolía cien veces más? Apoyé mi frente sobre el volante y tratando de recuperar mi tranquilidad y aliento, comencé a respirar hondamente… cerré mis ojos y busqué recordar algo placentero, algo que me hiciera bien, algo que me hiciera olvidar aquello que estaba viviendo en ese momento… y recordé a mamá. Mamá en la cocina tarareando mientras hacía el desayuno, mamá sobre su mecedora mirando el atardecer, mamá con su impecable sonrisa, mamá confortándome cuando me sentía morir… mamá, mamá, mamá.
Cuando me sentí un poco mejor - tampoco era una cuestión de andar pidiendo milagros-, levanté el rostro y sequé mis lágrimas con la munición de pañuelos descartables que había preparado en mi bolso de mano. A los pocos minutos de haber reacomodado mi maquillaje y haberme asegurado de que mis ojos no habían quedado rojos, encendí el motor y me dirigí pausada y tranquilamente hacia el salón en dónde la boda se seguiría celebrando.
La vista que me esperaba al bajar del coche, me dejó decididamente sin respiración. Allí estaba el salón de fiestas más conocido del pueblo y en el cual pasamos nuestras fiestas más importantes. Quedándome apoyada sobre la puerta del vehículo, me limité a cruzarme de brazos y a observar tranquilamente aquel lugar tan añorado de niña. Recordé que siempre había sido mi mayor sueño festejar mis dulces dieciséis allí y gracias a papá, lo habíamos logrado. Había sido un tiempo muy duro sin mamá con nosotros, pero él se había negado a que no hiciéramos ninguna fiesta, como yo le había propuesto a fin de cuentas.
-¿Recordando algo? -la voz de Chace me tomó desprevenida en el torbellino de mis memorias y no pude alzar mis barreras a tiempo- Oye, lamento lo que ha pasado hoy; tienes razón en eso de que no te puedo obligar a que me cuentes lo que presientes… pero… es tan poco justo -se quejó sin siquiera mirarme a los ojos, su cabeza gacha y sus cabellos meciéndose por el viento. -Antes nos contábamos todo, antes estábamos más unidos de lo que he estado con otra persona que no sea de mi familia… y de un día para el otro… te lastimé y te fuiste de mí… Pensé que estaba bien con ello, que en verdad lo comprendía… pero desde anoche que siento algo en el pecho… Sé lo que has querido hacer hoy en la iglesia; quisiste lastimarme para separarme de ti y que no haya siquiera posibilidades de lastimarnos más, porque parece que cada vez que nos juntamos, nos herimos de manera extrema; pero perdóname si te decepciono… si quieres que camine lejos de todo lo que nos pasó… de toda nuestra historia, tendrás que hacer más, porque unas cuantas palabras diciéndome mis defectos no te alcanzarán. Comprendo perfectamente mis errores del pasado, y quiero remediarlo, aunque aún no sé cómo nos dejará eso ni cómo va a afectar nuestra relación…
-O la falta de ella -le interrumpí sin poder verle a los ojos tampoco.
-O la falta de ella- repitió aceptando mi corrección y apoyó su mano sobre mi hombro arrimándome a su cuerpo y a su calor. -Pero hagas lo que hagas, o digas lo que digas… no vas a poder evitar lo que intento hacer.
-¿Y qué es eso exactamente? -pregunté a medida que el posaba sus dedos pulgar e índice sobre mi mentón, así él podría verme a los ojos.
-Estar bien contigo…-sonrió de una manera tan especial, brillante y única, que quise creer en lo que me estaba diciendo pero…
-Pero… el trato era terminar bien no…
-Lo siento ángel, pero ese era TU trato, yo nunca he dicho que quería terminar… - me guiñó un ojo y comenzó a caminar hacia la entrada de la fiesta - así que yo que tú, me cuido de mí.
-¡Es tremenda la poca vergüenza que tienes! -le dije sin poder creer lo que él había declarado.
-Pues podría decirte que lamento con el alma haber hecho añicos tu corazón, pero las palabras son vanas y se las lleva el viento. Tengo pensado pagar cada plato roto que dejé con mis acciones, ya vas a ver que voy a encontrar la forma de compensarlo, aunque todavía no sepa bien cuál sea.
Caminé detrás de él intentando seguirle el paso pero con los tacos se me hacía difícil. Iba a llamarlo, pero un nudo se hizo en mi garganta cuando él se giró un poco para verme con una de sus mejores sonrisas y estiró su brazo hasta atrapar mi cintura y arrastrarme hacia él, en donde me esperaba un dulce beso en la frente.
-Te sigo queriendo, no sé por qué, pero tuve la necesidad de decírtelo. -luego de eso, simplemente entramos a un caos tremendo en el que los recién casados bailaban hasta al cansancio y exigían que todos sus invitados hiciesen lo mismo.
Luego de un tiempo de charlar con Chace de cosas estúpidas, sintiéndome algo liberada y riéndome sin tapujos de cosas bobas y triviales, noté como Elen me miraba reservada desde su puesto en el otro lado del salón, en donde estaba sentada junto a su marido y su hijo menor. Su rostro se encontraba tenso y su mirada era fija, aunque pude notar que ya no me observaba con el desprecio con que lo hacía antes. Algo había cambiado en ella, en su interior, y si bien no se lo merecía, sentí la necesidad de ayudarla.
-Mamá está mirando fijamente para aquí, ¿crees que sigue sin aprobarte?
-Pues si es así, me da igual, yo no estoy haciendo nada malo
-Eso no quiere decir que luego no podamos hacerlo-acarició mi mejilla pero yo me alejé un poco -ok, ya comprendí, sin presiones, ¿verdad?
-Exacto… ahora si me disculpas, tengo que hablar con tu madre de algo en particular.
-Un momento-Chace sacudió su cabeza atónito, sin ser capaz de creer lo que acababa de oír - ¿has dicho que vas a hablar con mamá? ¿Después de todo lo que te hizo? ¿Después de todo lo que nos hizo?
-Sí, Chace, preciso hablar con ella y decirle unas cuantas cosas-intenté sonreír sin mucho resultado y luego me libré de su leve agarre, él no supo oponer más resistencia debido a su sorpresa.
-¿Elen? -pregunté cuando ya estaba a un metro de ella, obviamente, la mujer ya me había visto ir caminando hacia su posición.
-¿Si, Elizabeth? - se notaba a la defensiva, y era claro, después de todo presentía que yo me estaba tramando algo, sólo que no era ni parecido a lo que ella se pintaba en su mente.
-¿Podemos hablar en privado?
-¿Hay necesidad?
-Sí, una gran e inevitable necesidad -confirmé y ella se paró de su asiento y me siguió por un pasillo hasta que estuvimos fuera de la fiesta y de los ojos curiosos que se habían posado en nosotras. -Ahora que estamos solas…. Dios sabe que lo que más deseo en este mundo es estar equivocada, porque lo que creo estás pasando no se lo desearía a nadie en el mundo Elen pero… ¿cuánto tiempo te queda?