Autor: Aiosami /
aiosamibl
Fandom: Harry Potter
Pareja: Draco/Ginny
Rating: PG-13
Tema: #3- Reglas
# de Palabras: 802
Tema opcional: Frío y calor.
Notas: Aquí estoy de nuevo xD con mi tercera aportación. Jejeje. Bueno, espero que les guste. Adoro escribir de ellos dos, así que últimamente todo lo que sale de mis dedos lo adoro.
Ya saben criticas son bien recibidas.
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El viento soplaba con fuerza, los copos de nieve se arremolinaban en su cabello pelirrojo. La bufanda apenas dejaba al descubierto sus ojos castaños. La salida a Hogsmeade había sido horrible, pues el frío le calaba los huesos. Merlín, estaba casi temblando y pegándose contra sus compañeros.
Una vez al resguardo del castillo, Ginny Weasley acomodo la bufanda en su bolso y camino con paso decidido hacia alguna de las torres. Había comprado unos bocadillos que deseaba comer en la tranquilidad de alguna torre y leer la revista del momento, sin ojos curiosos de sus compañeras de cuarto.
Pero no había planificado el tiempo que tomaría ni mucho menos que al ponerse a leer la revista, el tiempo volará como una snitch. Merlín, ya pasaban de las 11 y ella estaba recostada en una colcha que había conjurado y comiendo deliciosas tabletas de chocolate para mantenerse caliente. Pero estaba rompiendo bastantes reglas y si alguien la encontraba, sería mucho peor.
Así que enrolló la revista, la metió en su bolso, guardó los chocolates y desapareció la colcha. Se sacudió la ropa por algún rastro de polvo y salió del lugar, mirando hacia todos lados, para no toparse con Filch o con la gata. Tal vez y si la suerte estaba de su lado, podría ver a la prefecta de Gryffindor y explicarle la situación.
Pero la suerte no estaba de su lado, pues al doblar la esquina, chocó indudablemente con un cuerpo, que por la fuerza con que la tomo para no caer, era masculino. Podía sentir el aroma de su perfume cosquillearle en la nariz y el calor del cuerpo contra el suyo.
-¡Pero que tenemos aquí!-siseó la voz, una vez que hubo recuperado el equilibrio y separado al menos con una distancia de dos sillas.
-Malfoy-sus ojos castaños estaban viendo fijamente aquellos inexpresivos y fríos ojos grises.
-Tenemos una comadreja fuera de su madriguera, esto amerita unos tantos puntos menos para tu casa-masculló con una sonrisa triunfante, pues estaba claro que estaba a deshoras y la P que portaba el muchacho, no hacia más que confirmar que estaba de guardia esa noche.
Ella se mordió el labio, tragándose así el insulto que tenía para el rubio. ¡Merlín! Estaba a punto de golpearlo, respiro hondo y le sonrió con burla.
-Haz lo que quieras hurón -dijo ella con voz de mofa -Después de todo, no me importa mucho.
-Bien, comadreja. Tendrás mañana a primera hora que hablar con McGonagall- dijo con una voz de triunfo y una sonrisa de burla.
-¡No soy una comadreja! Me llamo Ginny. Ah, pero entiendo que tú pequeño cerebro de hurón no funciona como debe ser ¿no?-ella le sonrió triunfal al ver la furia latente en los ojos grises.
Había odio y furia reflejada en esos ojos grises, por primera vez frente a él, Ginny le temió. El se acercó a ella y ella retrocedió pegándose a la pared, no podía dejar de verlo a los ojos y estaba a su merced, tembló al sentir el aliento a menta golpear sus labios, al sentirlo tan cerca, el calor que irradiaba su cuerpo era absorbido por el suyo, sus piernas le temblaron y las manos se pegaron a sus costados, el bolso cayó con un ruido sordo, mientras las manos del chico pararon en sus mejillas.
Frío y calor.
Dos sensaciones que Ginny percibió al cerrar los ojos con fuerza cuando sintió los labios de Draco sobre los suyos, moviéndose y abriéndose paso en su boca, ella necesito aire para poder respirar, pero al instante en que se movió las manos de Draco habían descendido a su cintura, impidiendo su huída y por Merlín que ella no quería huir.
Pero tampoco quería quedarse. Él tomó la invitación cuando Ginny abrió sus labios para respirar, aquella invasión la atormentó y encendió en ella una llama que comenzaba a quemar, deslizo sus manos a través de su pecho, hasta por fin llegar a su cuello y enterrar con deleite sus dedos en aquellas platinadas hebras. Perdiéndose en el contraste de ambas sensaciones, no sabía exactamente porque, su mente estaba solo concentrada en la forma en que Draco acariciaba su cintura por debajo del suéter que su madre había tejido la navidad pasada y entonces comprendió a quien besaba y tocaba de esa manera.
Lo separo de golpe, sabía que tenía las mejillas encendidas y al verlo a la cara, notó su agitado respirar. Se mordió el labio, que segundos antes habían sido mordisqueados, la sola sensación de aquella boca, la estremeció, se inclinó por el bolso y lo acomodó. Sin mirarlo a los ojos paso de su lado, con el corazón desbocado y una vez alejada, echo a correr como si de ello dependiera su vida, sin ni siquiera escuchar el suave susurró que había escapado del muchacho.
Fin