Tabla Amorosa [Antonio/Lovino] - Cinco Dedos

May 01, 2009 11:07


Título: 5 Situaciones Ítalo Españolas
Título del capítulo: Cinco Dedos.
Prompt: #4 "Manos"
Género: Romance/Humor.
Categoría: PG / K+
Palabras: 496
Sumario: Tomado de la comunidad musa_hetaliana .
Advertencia: Reiterado uso de las palabras "idiota" o "imbécil" por Lovino.
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- Hace mucho frío, ¿verdad, Ita-chan? -le comentó Antonio mientras caminaba junto a Lovino. Estaba nevando, no era una tormenta, pero era verdad lo que España había dicho: hacía muchísimo frío.
- Gracias por ayudarme a saber lo obvio, idiota -le contestó con su desprecio habitual -. Y ya no me llames así, no soy un niño.

- ¡Pero es que Lovi es tan tierno como siempre lo fue! -exclamó con afecto demostrando lo mucho que le encantaba su novio. El italiano murmuró otro “idiota” que no fue escuchado por el español.

Siguieron su camino por un rato comentando sobre cosas sin importancia hasta que una ráfaga les congeló hasta los huesos. Automáticamente Antonio se envolvió entre sus brazos para calentarse un poco, pero no fue mucha ayuda.

- ¿Eh? ¿Dónde están tus guantes? -preguntó casi retándolo Lovino, al ver que traía sus manos al descubierto.

- Los olvidé en casa, Ita-chan -lo miró dirigiéndole una sonrisa triste y avergonzada.

- Eres increíblemente tonto, ¿lo sabías? -se detuvo en seco y se quitó uno de sus guantes -. Póntelo en tu mano derecha -sin cuestionarlo, Antonio le hizo caso -, ahora dame tu mano izquierda -y el español continuó acatando órdenes hasta que comprendió la intensión de Romano.

- Oh, ¡muchas gracias Lovi! -le agradeció cuando éste lo tomó de la mano con la que le había quedado al descubierto para que los dedos de Antonio no quedaran cual hielo.

- ¡C-cállate! -gritó sonrojándose hasta la médula -. ¡Ten en cuenta que sólo lo hago para que me ayudes cuando la cosecha de tomates esté lista! -la sonrisa del español se iluminó aún más al oír tan lamentable excusa, Lovino era tan tiernamente ingenuo. No quiso decir nada más, no fuera cosa que el italiano se molestase y España terminase lastimado. Eso sí, no se olvidó de darse el lujo de entrelazar los dedos.

Por fin continuaron su camino, sin hablar, probablemente porque Italia lo estaba insultando mentalmente y Antonio estaba tan feliz que no quería arruinar el momento. Hasta que el de ojos marrones sintió que el de orbes verdes apretaba sus dedos, empezando por el pulgar, pasando por el índice, el mayor, el anular y el meñique; para volver a comenzar de nuevo con el más chico.

- ¿Qué haces? -levantó una ceja al mirarlo. Antonio sólo susurró algo como tarareando, parecía que no lo había oído -. ¡Oye! ¿Qué estás haciendo? -el español rió suavemente.

- ¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, Lovi! -continuó jugando con sus dedos - ¡Lovi, cinco, cuatro, tres, dos, uno! -rió más fuerte.

Ay mierda. Romano sabía que España se ponía imbecilísimo cuando estaba alegre y la causa era él mismo. Se ponía a hacer cosas inexplicables, como esta. ¿Por qué no lo había previsto?

No, la verdadera pregunta era: ¿por qué no podía alejarse de este tipo?

hetalia

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