Mírame a la cara y dilo

Jun 09, 2012 13:50

Hace unos días leí algo en fandom_secrets (sí, a veces paso por allí, ¿qué pasa? es el único reality que sigo) que iba más o menos así: "Me enamoré de mi mejor amiga, a quien conocí en el fandom. Ella estaba casada. Nunca le dije cómo me sentía. Si tuviera que hacerlo de nuevo, creo que se lo diría. Creo que tal vez ella era la persona para mí."

Los comentarios oscilaban entre "hay más de una persona a la que vas a querer" y "te entiendo, me pasa lo mismo". Pero uno decía: "Yo estoy casada y estoy empezando a pensar que hay más de una persona para cada quien. No es que vaya a engañar a mi esposo, pero en el último año me he vuelto muy cercana a dos personas en el fandom con las que probablemente nunca tendría una oportunidad por diferentes razones (además de estar casada). Aún así, querría saberlo."


Para nadie que me conozca lo suficiente es un secreto que no creo en la monogamia. Osea, sí, creo. La monogamia existe. Pero no creo que sea la única manera de amar o siquiera la más recomendable. De hecho, cada día que pasa, con cada pareja que conozco y cada cosa que aprendo en mis viajes por el laberinto, estoy más convencida de que la monogamia es un poco dañina para la humanidad. No. En serio. La gente mata por celos. Por celos.

Y digo yo, en mi lógica Raven:

Cuando nace un hermano pequeño, los hermanos mayores se ponen celosos. Y los padres les explican que siempre van a quererlos igual, pero que ahora además tienen que compartir ese cariño y esa atención con su hermanito. Los niños lo entienden y en el proceso, aprenden a ser personas menos egoístas y a convivir con las necesidades de otros. Los celos son naturales. Pero para vivir en comunidad tenemos que aprender a manejarlos.

Luego crecemos y tenemos amigos. Y cuando nuestros amigos más cercanos empiezan a tener otros amigos y a alejarse de nosotros, nos ponemos celosos. Pero la sociedad (padres, maestros, tv...) nos explica que tenemos que darle a las personas que queremos el espacio de ser ellas mismas, de probar relaciones nuevas y que nuestros amigos no van a dejar de querernos solo porque de pronto quieran a otras personas.

Seguimos creciendo. Vienen los estudios, el trabajo, las cosas que nos apasionan... y cada vez, en todos los ámbitos, tenemos que aprender a compartir el cariño, la atención, el reconocimiento... El ser humano es un animal gregario. Somos grandes porque compartimos.

Luego nos enamoramos. Y cuando nuestra pareja decide que también le gusta alguien más es un desgraciado(a), nos ha roto el corazón y, básicamente, es el fin del mundo... o de la relación, al menos, porque ¿cómo vas a soportar que te traten así?

*rayan un disco en la consola de mi cerebro*

Lo siento. No nos entendemos.

Sé que hay mucha (muchísima) gente que no comparte mi opinión. Así que aclaremos algo de arranque: No pretendo invalidar los sentimientos de nadie. Yo también me pongo celosa. Los celos son inseguridad y mis inseguridades son muchas y si Leliel mañana me dice que está saliendo con alguien más, por supuesto que me pongo celosa. Lo que digo es... ¿y no será eso lo que debemos combatir? Si me pone celosa que Leliel salga con alguien más... ¿el problema es que salga con alguien más o que me ponga celosa? ¿Será que Leliel me va a querer menos solo porque también quiere a alguien más? La experiencia me dice lo contrario. Hemos estado juntos, hemos terminado, hemos salido con otros, hemos vuelto. Leliel ya quiso a alguien más y no por eso dejó de quererme. ¿No sería más sano (y lógico) entonces confiar en que me quiere tanto como para seguirme queriendo incluso si quiere también a alguien más (qué trabalenguas, por dios)? Y ya en ese rumbo... ¿cuál es el mérito de que alguien me quiera solo porque tendría que arriesgarse a perderme para querer a alguien más?

¿Muy confuso?

Ya. Vengo dándole vueltas desde que tenía 15. Y desde que me casé me lo pregunto dos o tres veces por semana. Es más confuso que el final de Evangelion.

No es que no quiera a Leliel, insisto. Adoro a Leliel. De hecho, lo adoro tanto que vivo (monogámicamente) contra todos mis principios solo porque él vino con el chip grabado en el ADN. Y sin embargo, una de las cosas que adoro de él es que aunque no comparte mi visión de la monogamia, la entiende. Que jamás se le ocurriría pensar que es egoísta de mi parte hablar de una relación abierta (o al menos, no más egoísta que hablar de una monógama). Que sabe que eso jamás significará que lo quiera menos.

Lo que sí me pasa es que no solo quiero a Leliel. Y la vida se me conflictúa entre la relación, los principios y los deseos.

Por ejemplo, el otro día un chico de esos que hacen que me queme un poquito la piel desde dentro, me miró de esa manera en la que sabe mirarme. Me miró, lo miré, me quemaron un poquito las ganas, me las aguanté. No es la primera vez ni la primera persona con la que sucede. Hay muchos cabos sueltos en mi vida, mucha sangre en mis venas, muchas preguntas en mi cabeza. Hay ganas. Pero también hay promesas. Por eso al final siempre desvío la mirada. A veces cuesta muy poco. A veces un poco más. (Me preocupa más cuando cuesta menos, debo confesar. Las ganas siempre han sido una parte importante de mí y cuando las pierdo, siento que me pierdo un poco yo también.)

Y no es que me preocupe la posibilidad de romper mis promesas. Creo que más bien, lo que me preocupa es la posibilidad de no romperlas.

El otro día, un chico de esos que hacen que me queme la piel desde dentro, me miró de esa manera en la que sabe mirarme, me quemaron un poquito las ganas, me las aguanté. Y luego tuve una epifanía.

Cuando tenga 120 años (¿qué? ¿no han oído que la ciencia médica va como un tren bala?) y mire hacia atrás, hacia las cosas que hice y las que no hice, no voy a pensar "qué bien que le fui fiel a mi marido durante 50 años" ni "qué bien que no tuve nada con ese idiota que solo quería acostarse conmigo." Voy a pensar "qué tonta... la vida era tan simple y me la pasé siguiendo reglas en las que ni siquiera creía."

Es una epifanía de lo más dura. Porque yo a Leliel lo quiero y para él todo este rollo es super importante.

Pero a veces miro el mundo, Fandomium. A veces miro el mundo y creo que estamos todavía menos locas de lo que pensábamos.

Mi madre, que antes se burlaba de mí, ahora dice que soy una adelantada. ¿No te has dado cuenta, Fandomium? El matrimonio y la adopción gay, las relaciones abiertas, el pedido a gritos por un sistema de igualdad en la diferencia... ¿Cuántas nociones inamovibles han caído ante nuestros ojos en los últimos 35 años (que es el transcurso de mi vida)? Hasta hace poco, la homosexualidad era considerada una enfermedad. Convivir sin casarse era un pecado. Una mujer que no quería tener hijos tenía un serio problema. Hoy en día, digo que el género es pura construcción social y que no creo en la orientación sexual como una etiqueta inamovible y nadie me dice "estás loca". Según en qué círculo, hasta hay alguien que dice "ah, claro, teoría queer."

¿Sabes qué significa "teoría queer", Fandomium?

Significa que hay gente allá afuera que está diciendo las mismas cosas que yo.

No tengo que explicarte la profunda emoción que eso me provoca. Llevo 20 años autoconvenciéndome de que no tengo problemas de entendimiento, buscando esa tierra prometida en la que hay gente que piensa como yo. (Por una vez, Fandomium, no hablo de ti. O no solo de ti. Hablo de este siglo maravilloso que empieza.)

Y entonces pienso, ¿no será igual con la monogamia? ¿Que tal si suelto esto y resulta que hay gente que piensa lo mismo? ¿Que tal si en 10 años es un movimiento reivindicativo y las relaciones abiertas son lo más normal del mundo y la gente se quiere sin tantas restricciones? ¿Que tal si después de escribir tanto slash resulta que lo que estoy haciendo con mi "vida real" es meterme en el closet? ¿Que tal si lo que estoy haciendo es construir mi propio closet y encima justificarlo?

Me gusta la honestidad y me gusta mantener mis promesas (menos las de llegar a tiempo, ésas las rompo siempre). Y no sé si cuando llegue a los 120 me arrepentiré de las cosas que no hice, pero lo cierto es que hasta ahora no me arrepiento de nada. No tengo de qué arrepentirme porque no hay cosas que me haya dejado dentro. No hago todo lo que quiero, cierto. Pero digo todo lo que siento.

A veces miro a Leliel y no puedo creer la distancia increíble que hemos recorrido. Estiro una mano y lo toco a través de todos estos años, todo este aprendizaje, y me encuentro en él. Somos como un manga largo, lleno de frases crípticas y miradas que se encuentran, confesiones calladas y cigarrillos en el balcón. Nos conocimos cuando ninguno entendía el mundo, y aunque él ha aprendido a encajar bastante mejor que yo, todavía nos reconocemos en esa "otredad", todavía somos cómplices entre la multitud.

Excepto por esto. Excepto en esto que me es tan importante y que me gustaría tanto poder compartir con él.

Escribí esta entrada hace cerca de dos semanas, pero no me atreví a publicarla. Le dí vueltas y más vueltas, me cuestioné sus conceptos, los discutí con amigos que creen que en la vida "o tienes uno o tienes lo otro". Nada cambió, Fandomium. Sigo pensando lo que pienso. Sigo sintiendo lo que siento. Sigo siendo lo que soy.

Hoy voy a hacer el intento. Una vez más. Un intento más de hablar con Leliel de esto y esperar que lo entienda. No sé cuál será el resultado. Pero sé que seremos honestos. Que él tomará sus decisiones y yo tomaré las mías, y volveremos a encontrarnos en esa "otredad" compartida, en ese reconocernos fuera del tablero.

Muchos pensarán que hacer esto, plantear esta posibilidad, pedirla, me hace terriblemente egoísta. Pero piénsalo un segundo, Fandomium. ¿Te hace egoísta ser quien eres? ¿Decir lo que sientes? ¿Hay alguna otra manera de ser honesto?

(Dime que no soy romántica porque no creo en la monogamia, Fandomium. Mírame a la cara y dilo.)

de los viajes por el laberinto

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