Albus temblaba de pies a cabeza mientras esperaba, en línea con el resto de alumnos de primero, a que el profesor Longbottom lo nombrara para ir a sentarse al taburete. Entonces le colocarían al Sombrero Seleccionador en la cabeza y el Sombrero lo mandaría a Slytherin. Seguro. Segurísimo. Y se suponía que le tendría que dar igual, pero no era así
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