Esperanza

Jan 05, 2009 21:14

Titulo: Esperanza
Fandom: Naruto
Claim: Neji/Hinata
Advertencias: Lemon. Semi-AU. Mínimo spoiler de 430 si quieren verlo en realidad xD.
Rating: MA
Para|Prompt:quinesob|lágrimas y euforia de  10instantes
Número de palabras: 4637
Resumen:Hiashi muere y Hinata debe de ascender obligadamente como líder. Tomando la decisión de casarse con Neji para mantener al Clan vivo, aunque no se amaran con pareja. Ese era el precio del deber y el sacrificio que debía pagar por los muertos.


Esperanza

Al final, Hinata no logró su sueño de casarse con Naruto.

Después del ataque a Konoha por parte del Akatsuki, la familia Hyuuga estuvo más de un mes llorando a sus muertos. Por primera vez no hubo distinción de rama ni de edad, ni siquiera si eran ninjas o no, por todas las personas destruidas y el dolor lacerante en los corazones y almas, se decidió llorar a todos por igual, como un homenaje oculto a aquellos Hyuuga civiles que defendieron a la aldea. Los funerales fueron hechos sin grandes ceremonias, solamente con la bendición necesaria para que sus valientes almas viajaran al otro mundo en paz.

Toda Konoha estaba de luto por las muertes de su gente.

Aunque la desgracia manchara de una tristeza sublime sus almas, debían seguir adelante.

Porque el tiempo no espera a nadie.

Y el Clan necesitaba recuperarse, especialmente porque la joven Hinata había ascendido forzosamente al mando. Su padre se contaba entre los primeros muertos y ella debía de liderar al Clan Hyuuga desde ahora. Debía cargar con la responsabilidad de hacer renacer un Clan como un fénix entre las cenizas de la muerte y la destrucción.

Debía reconstruirlo para poder mantenerlo con vida.
Hinata se reunió con los miembros supervivientes más importantes del Clan. Ella sabía lo que tenía que hacer y dictaminó que en dos semanas contraería matrimonio. Era una decisión difícil, que le costó noches de sueño y lágrimas, su corazón roto, entregado totalmente a otro hombre; pero, sabía, entendía quizás mejor que nadie el valor del sacrificio al que voluntariamente se ofrecía. Era el precio que tendría que pagar por que su Clan siguiera existiendo, sentía que era un compromiso con todas las almas muertas, especialmente con su padre, que sabía que la veía desde el Cielo, atento a sus movimientos y decisiones. Era, incluso, su forma de pedir perdón a todas aquellas almas que se fueron por protegerla.

-Hinata-sama, esto es demasiado premeditado -opinó un miembro del ahora nuevo consejo del Clan.

Ella, aún tímida, pero decidida levantó la vista. Orgullosa de tomar de cierta manera el control de su vida.

-Es lo mejor para el Clan -dijo por toda respuesta, controlando lo más que podía el temblor de su voz. No pudo evitar que su mirada bajara hasta el hombro del hombre que hizo el comentario-. Y, es lo que mi padre hubiera querido p-para mí.

No pudo evitar que su voz temblara esta vez, el recuerdo demasiado fresco de las últimas palabras de su padre seguía allí. “Dirige el Clan con orgullo. Toma las decisiones correctas, Hinata” le había dicho con una mirada de orgullo que nunca antes había visto dirigida hacía ella. Aquellas palabras sellaron su destino y la impulsaban a tomar aquella decisión.

-Aún así, ¿Quién sería el candidato adecuado para usted? -Inquirió otro hombre de barba sentado a la derecha de Hinata, ella vio como tamborileaba sus dedos nerviosamente contra la mesa de roble-. La mitad de la familia está aniquilada. Y no queda ningún pretendiente de la rama primaria para usted…

-Los que quedan son niños demasiado jóvenes para contraer matrimonio -agregó otro hombre más joven que estaba sentado en la otra punta de la mesa. Hinata no podía verle el rostro desde donde estaba.

Pero ellos no sabían que la chica ya tenía a alguien en mente.

Movida por la situación, sacó una voz clara pero firme que nunca antes había utilizado -al menos de lo que ella era capaz de recordar-, y todos callaron. Dejándola expresarse.

-Hay una persona lo suficientemente digna. Pertenece a la rama secundaria, sí, pero sus cualidades y su sangre es más fuerte que cualquiera de nosotros -dijo ella mirando hacia el frente, a algún punto perdido de la pared adornada con dibujos. El aire pareció condensarse. Expectante, Tragó saliva antes de pronunciar el nombre del prometido que ella tenía en mente-. Mi prometido será Neji-niisan.

Eligió a Neji. No por amor. Sino por un mero compromiso; porque Neji era el indicado para mantener la sucesión, era fuerte y su sangre era sin duda la más poderosa del todo el Clan. Era un digno heredero. Incluso más que ella misma.

No hubo tiempo para réplicas, aún para Hinata es confuso aclarar como lo hizo para convencer a todo el Consejo. Pero lo importante era que el compromiso entre ella y Neji estaba sellado. Sus destinos unidos más de lo que ninguno pensó jamás.

Y ahora, tenía que comunicarle la noticia a su primo.

Temerosa, deshaciendo todo al autocontrol que había podido reunir en aquella reunión, Hinata caminó entre los pasillos del hogar que provisoriamente habían conseguido. Estaba en las afueras de Konoha, y era un hogar pequeño, pero extrañamente suficiente para lo poco que quedaba de su extirpe. Giró hacia la derecha, llegando a la parte final de la casa y avanzó hasta llegar al fondo, donde una puerta corrediza la separaba de su primo. Suspiró pesadamente mientras estiraba las manos para tocar la esquina de la puerta.

Aún, después de haber anunciado su matrimonio todo le parecía demasiado irreal. Era como si todos los momentos antes de la invasión de Konoha fueran una pesadilla bizarra. Sus piernas flaquearon cuando fue consciente de todo el peso que cargaba, y de todo el peso que se iba añadir al haber tomado aquella decisión.

Sus manos rozaron la puerta mientras la desesperación entraba abruptamente por su cuerpo. Invadiéndola hasta hacerla temblar de miedo.

Se estaba arrepintiendo de todo. Y se sentía como la más asquerosa cobarde que había pisado la tierra.

- ¿Hinata-sama?

No era capaz de hacer frente a nada ya, quería desaparecer.

Movida por la angustia que parecía haber explotado en su pecho, y sumida en un estado de autocompasión, Hinata no se dio cuenta de la mirada penetrante de Neji hasta que éste la tomó de un brazo para llamar su atención, haciéndola sobresaltarse y mirarle con los ojos desorbitados por la sorpresa.

- ¿Sucede algo? -Preguntó con educación a su prima cuando ella entró a la habitación.
Extendiendo una pálida y delgada mano, Neji la invitó a sentarse.

Hinata se acomodó frente a su primo, respiraba agitada y sentía el incesante latir de su corazón en sus oídos, martillando sin parar. Nerviosa, jugaba con una esquina de la ropa de lucha que llevaba puesta, estaba tentada a agarrar la punta de sus dedos como antaño. Sentía como la mirada de su primo la inspeccionaba, esperando a que dijera algo. Tragó saliva y llamó al recuerdo de su padre para infundirse fuerza.

-Neji-niisan… -murmuró tan bajo como el susurro del viento-. Yo-yo, tengo que pedirte al-algo -dijo tartamudeando, inevitablemente.

Estaba nerviosa, el solo pensar de tener que comunicar tan delicada noticia le provocada un dolor en el estómago. Estuvo practicando noches enteras el tipo de conversación que tendrían, pensando en las réplicas y negaciones del muchacho, incluso en gritos con palabras elevadas de tono…Claro que todo desde el punto de vista que ella lo haría, imaginando lo que ella sentiría al comunicársele aquella noticia.

-La escucho.

El pensamiento de que estaba completamente sometido a sus órdenes, pasó como una bala por la cabeza de la joven. Una sensación realmente amarga se colocó en su garganta.

-Q-quiero que te cases conmigo -soltó con rapidez, bajando la cabeza producto de la vergüenza, concentrando su blanca mirada en la parte baja de su cuerpo, admirando los matices que se creaban en la tela por la luz que entraba por la ventana desprovista de vidrio. Sintió como el calor subía por su cuerpo y se situaba en sus mejillas.

La mirada de Neji parecía perforarle la cabeza. Incómoda, se movió un poco.

- ¿Cuál es el motivo? -Preguntó Neji con un tono que Hinata no supo clasificar.

Le explicó, con lujo y detalles lo ocurrido desde que la última vez que vio a su padre, sus palabras, y la forma en que ellas le guiaban a tomar decisiones. También los pensamientos que tenía para poder liderar al Clan y las decisiones que debía tomar como líder. Le explicó entre tartamudeos que necesitaba un marido, pero no cualquier marido, sino un miembro del Clan, para así poder preservar el linaje y la sangre durante una generación más.

-Y-y, tú eres el hombre indicado. Tu sangre es la más fuerte de todas -dijo tan bajo como la mayoría de la conversación que habían tenido. Seguía con la mirada baja-. Y eres la persona que más conozco y confío…

Tragó saliva, esperando alguna respuesta. Incapaz de ver a Neji a la cara. Tenía miedo de que su rostro estuviera encolerizado, no soportaría ver la cara contrariada y llena de odio hacia ella. Ya había superado esa etapa hace años.

Neji la miraba completamente desconcertado. Entendía el motivo y las razones para que Hinata acudiera a él. Pero no por eso dejaba de ser sorpresivo.

-Acepto.

Una sola palabra, un solo gesto que levantó de golpe la cara de su prima, admiro la sorpresa cubrir su rostro y sus ojos, por un instante, esbozo una sonrisa ante la cara de ella.

¿Por qué aceptaba?

Lo hacía porque era lo mejor para el Clan, era necesario para poder sobrevivir y él se sentía honrado de poder ser un actor vital en aquella obra del Destino. Además de que era una oportunidad ideal para poder regenerar la estructura interna del Clan, así podría mejorar la vida para los supervivientes al ser parte fundamental en la toma de decisiones, incluso, podría mejorar la calidad de vida para la rama secundaria.

Fuera de eso, le parecía lindo en cierta forma que Hinata se fijara en él.

La mirada agradecida de la chica era algo que nunca olvidaría. De eso estaba seguro.

--

La ceremonia fue sencilla, las pérdidas y las bajas estaban demasiado latentes como para hacer algo demasiado ostentoso. Simplemente se celebró en privado para celebrar la nueva unión entre dos ramas. Dejando en claro que aquello era la oportunidad de poder seguir existiendo.

El futuro entrelazado en las manos de dos personas completamente distintas era incierto.

Pero, la esperanza seguía en el corazón de Hinata. Sentía que tomaba las decisiones correctas y que ahora no estaba sola, tenía un marido que la conocía y que la quería hasta cierto punto.

La noche en la que ambos celebrarían su unión a solas llegó tan rápido que a Hinata le pareció que el tiempo estaba funcionando mal.

Como el hogar ancestral de los Hyuuga estaba recién iniciando su reconstrucción, aún vivían en aquella casa vieja, pero ahora ambos comenzarían a compartir la misma habitación, la habitación de Neji para ser más precisos. De todo el hogar, era el lugar más privado.

-Hinata-sama -llamó Neji después de estirar el futón matrimonial. La chica acababa de salir del baño envuelta en una delicada yukata, casi transparente. Le devolvió una mirada blanca repleta de curiosidad y temor-. Tenemos que hablar.

La invitó a sentarse a su lado, ella aceptó al instante, sentándose con la delicadeza que tanto la caracterizaba.

-Sé que esto aún es bizarro para nosotros -comenzó a decir él en un tono neutro. Ella asintió con lentitud-. Y por eso es mejor que esta noche pase sin ninguna novedad.
Hinata negó lentamente con la cabeza.

-Hemos hablado de esto varias veces, y de verdad quiero hacer esto. Es la forma de sellar nuestro matrimonio y es algo a lo que tendremos que acostumbrarnos.

Era la situación se repetían ambos.

Pero, estar íntimamente con Neji era raro, cierto era que habían conversado de eso, porque casados era algo inevitable, principalmente porque de ellos se esperaba que hubiera al menos un heredero. Y llegaron al acuerdo, sincerándose durante la semana que intentarían atraerse, conquistarse para poder quererse más allá de los lazos de sangre algún día. Sabían que era complicado el solo pensarlo, porque a final de cuentas, aquello era una obligación tendida por el Destino. Y la primera vez entre ambos no era solo la duda de entregar la virginidad, era más que eso, era el pensamiento de que estaban con un pariente al que querían mucho pero que no amaban. Lo complicado residía en que sencillamente intimar era tan difícil como matarse entre ellos.

Era una espina que podría perfectamente tirar todo ese sacrificio por la borda.
Hinata se acercó más a Neji, apegándose al calor de su cuerpo.

-Siempre estaré agradecida de que hayas aceptado esto -murmuró mientras pasaba un brazo por debajo de él, depósito su cabeza en su hombro.

-Nunca pensé en contraer matrimonio, no estaba en mis planes casarme. Pero tu oferta fue tentadora para mí, es un medio para que podamos mejorar el Clan.

Lentamente la mano de la Hyuuga vagaba por el pecho de Neji, era algo que solía hacer algunas veces para tranquilizarle y relajarle. Al rato, el joven cerró los ojos, rindiéndose ante las delicadas caricias.

A Neji le gustaban esas atenciones, era sensualidad. Conquista pura por parte de su prima para atraerle. Suspiró con pesadez, ella hacía todo lo posible desde que se pusieron de acuerdo en intentar amarse para atraerle, para hacerse querer; y él simplemente se dejaba hacer como si la chica fuera un objeto de placer, pero no ponía nada de su parte. No se obligaba a intentar querer a Hinata. Quizás allí estaba la clave de todo, el intentar querer podría ser la llave que necesitaba.

-Neji, ambos estamos casados ya. No hay nada que pueda separarnos excepto la muerte. Es mejor que nuestros cuerpos se acostumbren a esto desde ya, y lo sabes…

Era su sacrificio por el bien común. La posibilidad de no poder se amados nunca como mujer y hombre era el precio que debían pagar por la sobrevivencia de su estirpe.

-Lo sé, pero aún así…

Era todo demasiado surrealista.

--

Su yukata había terminado perdida en algún lugar de la habitación. Junto con la de Neji probablemente.

Neji acariciaba su cabello mientras se acostaba con lentitud encima de Hinata, sus manos, grandes y fuertes acomodaron el cabello que se había dispersado en el rostro de marfil de su esposa cuando ella movía la cara. Un suspiro salió de sus labios. Ella estaba desnuda completamente cuando las manos de Neji comenzaron a tocarla por los hombros, trazando un rastro de dureza, delicadeza y protección a la vez cuando descendía por su pecho y se detenía en sus senos. Él la miró con un brillo diminuto de duda en sus ojos, era extraño verlo a él dudar de aquella forma cuando años atrás no hubiera dudado en matarla…Aún así, la palabra “sigue” pronunciada con suavidad de los labios de Hinata alentó a Neji a detenerse en los pechos voluminosos de la chica.

Los tocó primero con suavidad, deleitándose tanto por el gemido que escapó de los labios de la chica como por la suavidad de la piel al estar bajo sus callosas manos, la mano que se mantenía inmóvil a su costado se movió casi por voluntad propia y acarició la cara de Hinata, recorriendo los contornos, recordándole sin saber porque el rostro de una muñeca de porcelana. Se acomodó y juntó su cuerpo más con el de Hinata, rozando con su piel cada zona erógena externa de ella, haciéndola temblar cuando comenzó a moverse con lentitud hacia arriba y abajo. Hinata gimió cuando su mano -que no dejó de apretar en ningún minuto su seno- fue reemplazado por su húmeda boca.

Succionó como si estuviera jugando con un chupete, sintiendo el pezón se erectaba dentro de su boca. ¡Oh gloriosa sensación! El calor crecía con cada lamida, con cada recorrido que las tímidas manos de Hinata comenzaron a hacer por su espalda, tocando las vertebras, haciendo pequeños masajes en los omoplatos y en algún punto desconocido -o no recordado- que no hacía nada más que darle una puntada de placer.

Olvidó en que minuto comenzó a gemir, dejándose dominar por el placer del sexo, olvidando completamente que hace minutos no deseaba tocar a Hinata. Ahora no podía pensar en nada más que su cuerpo delicado pero fuerte debajo del suyo, gimiendo extasiada por el movimiento inexperto de sus manos por sus pechos y estómago, o las caderas de ella moviéndose involuntariamente contra su pelvis para profundizar y provocar el contacto.

Era placer desenfrenado y necesitado.

Sus manos habían dejado olvidado el paraíso de los pechos de Hinata, viajando en busca del infierno en su sexo. La voz de ella, ronca por el éxtasis le rogó que siguiera y no se detuviera por nada, él, completamente decidido a gozar no dijo nada, entregado como estaba a la concupiscencia recorrió con sus manos los firmes y pequeños muslos de su esposa, apretándolos con gula mientras su cara descendía, marcando con su lengua un rastro de saliva en forma de eses; hasta que llegó al vello púbico azulado de Hinata.

-Tócalo -gimió ella, entregada, tocando con sus manos la cabeza de Neji, invitándolo a acercarse más.

Empujó la cabeza del chico hacia abajo, gimiendo cuando el aliento de Neji rozó aquella zona. Tuvo la sensación de que algo duro y grande rozaba una de sus piernas.

Neji suspiró mientras cruzaba aquella zona, soltando gemidos con el solo hecho de pensar en lo que estaba a punto de hacer.

Miró, con curiosidad la intimidad máxima de la chica, imaginando lentamente la diferencia entre su propio sexo. La sorpresa le invadió por un instante, mientras una curiosidad que no conocía desde hace milenios acercaba un dedo. Presionó. El gemido agudo de Hinata se confundió con un grito en los oídos de Neji, pero no era ningún grito malo, mi temeroso. Era excitante. Delicioso. La mayor gloria que sus sentidos podían albergar. Volvió a presionar, esta vez no en un punto cualquiera, gracias a sus estudios del cuerpo humano como ninja, Neji conocía gran parte del cuerpo tanto suyo como de las mujeres; y sabía exactamente donde tocar; el punto más delicado de las mujeres: el clítoris.

Nuevamente el gemido de Hinata pareció fundirse con un grito que no hacía nada más que aumentar el calor en el cuerpo de su esposo. Y el de ella también, lo sabía. Ambos estaban entregados por completo al placer. Sabían que el amor no estaba allí presente, pero agradecían que las dudas no estuvieran para incordiar, porque el placer que sentían era sencillamente espectacular.

Neji quitó su mano después de frotar durante un buen rato el clítoris de Hinata, deleitándose con los gemidos que salían de los labios de ella. Pero, eso no iba a quedar solo en eso, completamente consciente que estaba retrasando la completa unión de ambos, acercó su lengua a la húmeda zona, y comenzó a lamer, sintiendo el sabor identificable en sus papilas gustativas; fuera de lo que había pensado, ese sabor era agradable. Adictivo.
Introdujo la lengua con lentitud, pasando más allá de sus labios y llenándose de la deliciosa humedad. Sus sentidos estaban repletos de aquellas cálidas sensaciones que le llenaban especialmente de lujuria y pasión. Sensaciones que aumentaron cuando las piernas de Hinata se enredaron en su cuello, Neji comprendió el mensaje a la perfección y sacó de un solo movimiento la juguetona lengua -con un delicioso y largo gemido, cortesía de Hinata-.

Ella quería más.

Y él estaba dispuesto a entregarle todo. Todo.

Se levantó y regresó a la cara de Hinata para besarla en la boca, hambriento de más, de llenarse con cada rincón de la Hyuuga y no dejar nada sin ser tocado por sus manos, marcando sin saberlo su propiedad en el cuerpo de ella. Hinata recibió el beso, gustosa, abriendo la boca y enredando con una inesperada necesidad su lengua en la de él, dominando completamente. Sus manos viajaron a su varonil pecho, rozando y pellizcando los pezones, deleitándose con los gemidos sorprendidos de Neji al interior de su boca.

Presionó su cadera contra la pelvis de su esposo, haciendo que sus sexos se rozaran, anhelantes a convertirse en uno solo. Esperando el momento adecuado.

Rompieron el beso, y él al abrazó con fuerza mientras bajaba chupando por su cuello, deteniéndose en su clavícula, gozando con los espacios que se formaban cuando Hinata arqueaba su espalda y echaba la cabeza hacia atrás.

-Te necesito -dijo Hinata cerca del oído de Neji, haciendo que su aliento cálido chocara en su cabeza, poniéndole los cabellos en punta-. Dentro, Neji.

El aludido tragó saliva ante las palabras, el temor regresando con fuerza a su ser. Hinata, al ver eso, decidió completamente fuera de sí deslizar una mano entre el diminuto espacio que había entre ellos y tocar la punta del miembro del Hyuuga; el gemido esperado por aquella acción rebotó placenteramente en su oído, adentrándose en su cabeza hasta lo más profundo, llegando a su alma…

No lo amaba, sí, pero lo necesitaba. Necesitaba a ese hombre en su vida.

Siguió presionando, no demasiado fuerte para hacerle daño, pero lo suficiente para que la temperatura aumentara dramáticamente. Manteniendo aquella presión, descendió hasta que un extremo de su delicada y fina mano tocó los testículos de Neji. Los segundos se hicieron interminables, contándose en ambas mentes. Uno. Dos.

Tres.

Subió, sintiendo la rugosidad y las venas palpitantes a su paso, combinadas con el grito exageradamente largo de Neji. Un placer infinito le recorrió el cuerpo en forma de temblores extasiados.

Era el momento adecuado.

Neji la tomó de los hombros y la volvió a recostar en el futón con delicadeza, sabía que ella no era una muñeca, pero el afán de protegerla se extendía hasta allí, sobrepasando incluso el placer carnal.

Las piernas de Hinata se colocaron en un punto intermedio debajo de sus costillas y sus caderas. Ella se levantó ligeramente cuando él se acomodó entre sus piernas con movimientos condenadamente sensuales. La miró mientras su miembro rozaba su húmeda entrada.

-Entra.

Aquella palabra que significaba la más pura aceptación era todo lo que necesitaba.
Obedeció.

Entró de una sola embestida, de golpe. Y la bendita presión le recibió, una presión exquisitamente estrecha que parecía estrujar su miembro, una oleada excesivamente grande de placer le atacó en forma de una punzada que le hizo gemir. Sin darse cuenta en que minuto cerró los ojos, los abrió, mirando como el rostro de Hinata se desfiguraba por el repentino dolor. Sabía que ella se llevaba quizás la peor parte de aquel encuentro en ese preciso momento. Como también sabía que el dolor se iría, aunque la cara de Hinata reflejaba lo contrario, preocupado por haberle hecho daño -y una sensación de culpa le atacó- de quedó quieto, esperando a que la chica abriera los ojos, quería preguntarle si estaba bien, si debía salir y parar aquel erótico juego; pero tenía la sensación de que ese momento pertenecía a Hinata. La decisión tanto de empezar todo como de seguir dependía completamente de ella. Espero, quieto como una momia.

Esperaba alguna palabra, un sigue, un detente, un duele. Lo que fuera. Pero jamás se espero que ella moviera sus caderas de aquella forma tan diabólicamente sabrosa.

Estaba seguro de que la sensación de placer que sintió cuando ella chocó su cadera contra su cuerpo, fue la mayor sensación que había sentido toda la noche.

Se movió, completamente seguro de todo, comenzó a moverse en el interior de Hinata, sus paredes apresándole en cada estocada. Y comenzó a aumentar el ritmo. Cada vez más rápido, casi era capaz de sentir cada segundo agonizante de placer cuando aceleraba. Cuando se adentraba cada vez más en el interior de Hinata y tocaba el cielo; con las manos entrelazadas, acariciándose descuidadamente el cuerpo con sus alientos que llegaban débilmente al otro. En algún minuto, cuando la velocidad era desenfrenada, y el éxtasis se acercaba con emoción, Neji tomó a Hinata y la levantó, recibiendo todo el peso de ella en sus brazos. Allí fue cuando todo se volvió una nebulosa de placer que le hizo gritar en el oído de ella, y ella en el de él, todo era negro, blanco y rojo a la vez, con una multitud de tintes y matices que jamás había visto. Era éxtasis y deseo puro convertido en dos amantes.
Las manos sudorosas, entrelazadas como muestra de afecto y cariño, las espaldas arqueadas, perladas en sudor que parecía brillar cuando inesperadamente la Luna decidió observarlos intimar. Las palabras. Los jadeos. Todo se confundía cuando sentían alcanzar el cielo con las manos en cada golpe, yendo más profundo, más unidos que nunca.

Y, el tiempo infinito pareció llegar a su fin, tomado de la mano con el orgasmo final. Donde dos nombres parecieron fundirse en uno solo mientras la esencia de Neji llenaba completamente a Hinata.

La noche de dos amantes sucumbidos en el placer parecía llegar al final de forma esplendorosa.
Se dejaron caer, abrazados y tomados de la mano. Se tumbaron respirando agitados y perdidos en la mirada contraria, dejando que todo pasara. Recordando el momento y guardándolo en sus memorias a fuego.

Allí, mientras ambos se acostaban compartiendo un futón desordenado, la esperanza nacía como una flor. Esperando el momento adecuado para crecer.

Esperando el momento para declarar su amor.

--

Los años habían pasado con una tortuosa lentitud para todos los habitantes de Konoha, la aldea se reconstruía a paso lento por temor a que sus esfuerzos serían aniquilados por otro ataque por parte del Akatsuki. Algo nada improbable a decir verdad…Del mismo modo que el tiempo avanzaba con el amargo recuerdo de las muertes en la mente de los habitantes, el Clan Hyuuga intentaba imponerse como antaño, resguardándose ahora en el matrimonio líder de Hinata y Neji.

Ambos cumplían sus roles a la perfección, obligados por las situaciones y los sacrificios ajenos a sacrificar la vida que algún día habían imaginado para ellos solos, casados con otras personas, viviendo en otros lugares…Una fantasía que se deshizo hace tiempo y ahora quedaba olvidada en sus corazones. Los dos lograron levantar al Clan de las cenizas, haciendo que éste lentamente fuera creciendo, al punto que la mansión Hyuuga era levantada nuevamente; y ahora los dos líderes, con sus cabezas en alto, gloriosas, se instalaban en su hogar como habían deseado desde la destrucción de él.

Todo parecía regresar a su antigua perfección.

Pero, no importa que tan hermosas se vean las cosas por fuera, ni que tan llevadera sea la vida de los líderes de lo Hyuuga. Había un detalle, que por desgracia no era tan importante como para romper aquella sagrada unión, pero que a ambos los hacía sufrir interiormente, marchitándoles y ennegreciéndoles el corazón; era un detalle que estaba en la mayoría de los compromisos arreglados por beneficios: era la falta de amor entre ambos. ¡Oh, no hay que malinterpretar las palabras extrapolando innecesariamente su significado! Ellos se amaban mucho, pero no de la forma que deseaban sus almas; ellos eran dos parientes, dos primos que habían aprendido a conocerse y a quererse, sí, pero no se amaban como ardientes esposos. No existía aquella llama de pasión que encendía sus espíritus cuando se veían a los ojos, no había ese cosquilleo irritante y placentero cuando se tomaban de las manos y caminaban por el jardín admirando los cerezos caer. No había amor candente cuando sus manos rozaban sus cuerpos desnudos a la luz de la Luna. El amor que tanto deseaban no estaba, simplemente.

Ni siquiera cuando seis años después de su unión nació su primer hijo, Soujiro.

Pero para ambos, con el pasar del tiempo y el amor olvidado, se acostumbraron a quererse con el afecto familiar, sabiendo que esa era la única forma de mantener unido al Clan. Aceptaron que era un sacrificio completo, no solo de los muertos en batalla e invasiones, que la parte de ellos consistía en hacer pareja y tener herederos y dirigir en Clan. Al menos, era un sacrificio llevadero y tenían el pie de que los sentimientos podrían cambiar. Todavía eran capaces de intentarlo.

fandom: naruto, tabla: alejandro lerner, personaje: hinata hyuuga, comu: 10instantes, personaje: neji hyuuga

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