The Painter of Bones [3/3] (Final)

Jan 18, 2014 23:19



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Se retiró sin pensar, atravesó las rejas y pasó la primera intersección antes de recordar el paraguas que se olvidó. Está en una posición familiar: encogido en el rincón de un edificio abandonado y calado hasta los huesos, tal como unas semanas antes, en Navidad. Su cabello está pegado de forma molesta a su rostro y sus ropas adheridas a su piel, incómodamente, cuyas telas mojadas lo sofocan. Tiene una sensación leve y persistente que lo mantiene irritable y tenso, y se arranca el abrigo y lo lanza por la habitación, frustrado, cuando no desaparece, desabotonándose los primeros botones de su camisa para poder respirar mejor. Se siente exhausto y se encuentra caminando hacia arriba y abajo por el cuarto. No sabe por qué pero todo lo que quiere es romper algo, o correr salvajemente, o tal vez incluso gritar. Cualquier cosa, simplemente cualquier cosa para poder deshacerse de aquel insoportable sentimiento, para quitarse de encima las manos invisibles que están cerrándose lenta pero seguramente alrededor de su cuello, ahogándolo.

Cree que tal vez debería hacerlo rápido esta vez.

Echando un vistazo alrededor, planea el rastro de aceite en su cabeza. Comenzando por el rincón con la silla rota, siguiendo por los bordes de las paredes, luego diagonalmente a través de la habitación y terminando bajo la ventana. Apresuradamente destapa la botella de linaza y vierte el líquido según la ruta, mucho más torpemente que antes, pero no le importa. Todo lo que quiere es que iniciar el fuego cuanto antes para poder respirar de nuevo.

La sensación se vuelve peor, y tiene que andar hacia uno y otro lado mientras busca los fósforos. Le queda media caja, pero está mojada y sus fósforos inútiles. Lo intenta de todas maneras, acelerando las pisadas mientras los frota uno tras otro, lanzando la madera húmeda inútilmente al suelo cuando ninguno de ellos enciende. Se desespera más cuando llega a los últimos cinco, y los nervios y la frustración acumulada lo hacen dejar caer la caja con sus fósforos. Se mezclan con los otros húmedos del suelo y no puede diferenciarlos, así que recoge del suelo algunos con dedos temblorosos y los prueba en la caja una y otra y otra vez y todo lo que necesita es que sólo uno, uno se encienda o le dé una chispa, pero ninguno lo hace, y grita mientras estrella la botella de vidrio en la pared con frustración, observando mientras los fragmentos caen y se desparraman en bellos pedazos.

Toma su abrigo y se va, agarrándose la cabeza y el corazón, tratando de que el sordo dolor se vaya antes de que lo vuelva loco.

Ha pasado un tiempo desde que Kris vio a Chanyeol en aquel estado.

Recuerda todos y cada uno de los ataques de Chanyeol claramente, y los vidriosos ojos de su amigo son una mortal señal del estado mental en el que se encuentra en ese momento. Chanyeol ha pasado rozándolo en el momento en que abrió la puerta, con sus zapatos y su abrigo aún puestos, dirigiéndose directo hacia su habitación por las escaleras, donde normalmente se encierra hasta que se haya calmado. Kris suspira cuando escucha el portazo, preparándose para lidiar con el desastre emocional que queda como consecuencia de los ataques del más joven. Se pregunta qué habrá desencadenado aquel episodio mientras hierve el agua para su té, golpeteando con su pie mientras observa al agua burbujear. Toma de la alacena una bolsita de té de la variedad favorita de Chanyeol, en caso de que necesite tranquilizarlo luego.

El reloj en la pared le dice que son las dos de la mañana y bosteza, tumbándose en el sofá con su albornoz y sus pijamas y apoyando sus pies con pantuflas en el apoyabrazos. Tantea por la mesa y sus dedos sujetan una esquina del periódico del día, el cual atrae hacia él y pasa sus páginas ociosamente. Los ataques de Chanyeol duran usualmente unas dos horas. Tiene tiempo.

No había habido ningún incendio últimamente. Kris rueda y se pregunta por qué, aburriéndose rápidamente de los artículos sobre crímenes insignificantes y economía, pasando las páginas hacia la sección de los obituarios para mirar. Toma su taza y se bebe el ahora enfriado líquido de un trago, bostezando cómodamente mientras el té lo calienta por dentro. Se duerme a eso de las dos cuarenta y cinco, despertándose a las tres cuando rueda fuera del sofá, maldiciendo silenciosamente mientras se frota su codo lastimado, yaciendo en el suelo.

Queda una hora.

Se pone de pie y se dirige hacia el almacén; enciende la luz una vez cruza la puerta, de brazos cruzados y arrastrando los pies. Ignora su propio lienzo cubierto con una tela y rebusca ente la pila de Chanyeol en su lugar, recogiendo todos los que hizo durante sus arrebatamientos de los dos años anteriores. Cuando Chanyeol estaba estresado, confundido, herido, o generalmente al extremo de cualquier estado emocional, pintaba. No en su modo habitualmente mesurado y fiel a la realidad, sino en violentas ráfagas de energía: grandes cuadros abstractos de color puro y texturas y manchones, normalmente representaciones de lo que fuera con lo que estuviera luchando en ese momento. Encuentra que aquellas pinturas son las mejores de su amigo, y ha tratado incontables veces de persuadir a Chanyeol para que las venda, pero éste siempre se negaba. Era como vender pedazos de su corazón, decía. Kris piensa que es una verdadera lástima que esas pinturas probablemente nunca vayan a ver la luz del día. Chanyeol había tratado inicialmente de tirarlas pero Kris lo atrapaba cada vez, y habían acordado entonces mantenerlas ocultas en el almacén.

No escuchó el clic de la puerta de Chanyeol al abrirse ni el arrastrar de pies cuando finalmente sale de su habitación, y está ligeramente preocupado pero no le da importancia y le da otra media hora, pensando que tal vez necesite más tiempo para calmarse.

Kris salta de sorpresa cuando oye un estruendo desde el piso superior cerca de las cuatro y media. Corre hacia su habitación para agarrar su equipo para abrir cerraduras, un viejo remanente de su pasado, y se precipita escaleras arriba hacia el cuarto del otro. Se arrodilla frente a la puerta y trabaja rápidamente en el cerrojo. Cuando lo abre con un crujido se encuentra a Chanyeol viéndolo con ojos ensanchados, desesperados.

Tiene su cuchillo en la mano.

-Chanyeol. -Kris camina hacia él lentamente, paso a paso, sin querer alarmar al ya consternado muchacho. -Baja tu cuchillo.

-¡No! No puedo, no… -Chanyeol lo sujeta cerca de su pecho, lejos del alcance de Kris. -No puedo, necesito… no puedo… ¡No!

-Vamos, Chanyeol -intenta nuevamente, acercándose. El otro retrocede con lentitud del rubio que se le aproxima, en dirección a su lienzo cubierto de pintura, con las suelas de sus zapatos mezclando los colores cubriendo el piso-. Déjalo.

-¡NO! -Chanyeol está ahora mirando intensamente el lienzo. -No puedes, no… ¡no me detengas! Tengo que destruirlo.

Sus ojos siguen vidriosos, y Kris sabe exactamente lo que está por hacer cuando el más joven da un paso hacia atrás y alza su mano, con los nudillos blancos mientras sujeta el cuchillo.

El rubio lo embiste, tacleándolo al suelo antes de que tenga una oportunidad de acuchillar el lienzo. Sigue agarrando el filo, pero Kris confía lo suficiente en él como para saber que no lo lastimaría. Lucha para refrenar a Chanyeol mientras éste se revuelca, tratando de quitárselo de encima, agitando sus brazos y pateando inútilmente. Kris había olvidado cuán fuerte era en efecto su amigo, demasiado acostumbrado a su comportamiento habitual, mayormente amable (Chanyeol jamás fue una persona violenta), y lucha por mantenerlo en el piso sentándose en su torso y sujetándole los brazos a los costados. Cuando finalmente logra quitarle el cuchillo firmemente agarrado, se da cuenta sobresaltado de que está sangrando. Lo había agarrado por el filo en su desesperación y el cortante metal le había dejado un profundo tajo en la palma de su mano izquierda.

-Carajo Chanyeol, cálmate -articula Kris con los dientes apretados cuando el otro se retuerce bajo su peso, frunciendo molesto el entrecejo cuando extrae el pañuelo de su bolsillo y lo presiona firmemente contra la herida de Chanyeol para detener el sangrado-. O empeorarás tu herida.

Sale de encima de Chanyeol sólo cuando éste se calma completamente, cerrando los ojos con cansancio mientras yace débil en el piso de madera de su cuarto, con su ropa y su piel cubiertas de trazos y manchas de pintura. Kris estira un brazo para voltear el lienzo de modo que quede de cara a la pared, sin querer que desencadene ninguna reacción inesperada al verlo otra vez. Lo llevará al almacén cuando Chanyeol se limpie.

Le ofrece una mano y lo ayuda a sentarse, tras lo cual apoya la espalda contra la pared y se desliza hacia abajo en silencio, quedando sentado junto al otro, quien está sosteniendo el ensangrentado pañuelo con su mano sana. Lo vuelve a doblar antes de apoyarlo de vuelta contra la herida, gimiendo por el dolor causado por la presión. El tajo sigue aún sangrando profusamente, y los chorros de sangre caen por su antebrazo, tiñéndole la piel al secarse de un color escarlata oxidado.

-Deberíamos ir a hacerte ver la mano -comienza Kris, mirando a su amigo-. Luce como si necesitara arreglo.

Chanyeol asiente en silencio, manteniendo la vista fija en un punto del suelo.

-¿Qué ocurrió esta vez? -le pregunta, codeándolo.

-No lo sé -responde Chanyeol con un suspiro-. Estoy confundido. No sé qué pensar.

-¿Sobre qué? -Las cejas de Kris están ahora alzadas, formando una ‘O’ con la boca cuando todo encaja en su cabeza. -Se trata de Baekhyun, ¿no?

La falta de respuesta de Chanyeol es indicador suficiente, y el rubio le da un apretón tranquilizador a su hombro.

-No estoy seguro de qué pasa entre ustedes dos, pero lo resolverán eventualmente. No seas tan duro contigo mismo.

Chanyeol asiente una vez más y descansa su mentón en sus rodillas, permitiendo a sus ojos cerrarse con un suspiro cansado.

-Iré a llamar al doctor. Tú deberías limpiarte y cambiarte. -Kris se pone de pie, sacudiéndose los pantalones. -Y me llevaré esto conmigo -dice mientras levanta el lienzo del caballete y lo hace pasar a través del marco de la puerta. Lo lleva por las escaleras y lo deja junto al resto de los lienzos de su amigo antes de regresar a su cuarto a buscar por su escritorio el pedazo de papel con el número al que ha querido llamar desde Navidad. Lo recoge y se dirige hacia el teléfono, dando un respiro hondo mientras marca los números, con el receptor presionado cerca de su oreja. Son las seis de la mañana y sabe que no es de las mejores ideas, pero lo intenta de todas formas, tamborileando con sus dedos nerviosamente sobre la mesa de madera mientras oye los tonos del teléfono pasar de a uno.

Está a punto de rendirse y dejarlo al doceavo timbre cuando una voz soñolienta y farfullante atiende.

-¿Hola?

-¿Es usted Huang Zitao?

-Sí.

-Habla Kris. Me dijo usted que era un doctor. Mi amigo se cortó bastante feo y sus manos son muy importantes para su trabajo. ¿Podría venir a echarle un vistazo a su herida?

Hay una larga pausa silenciosa al otro lado de la línea y Kris se pregunta si Tao ha abandonado el teléfono. Escucha el estático crepitar tras uno o dos minutos y la voz del doctor llega a través nuevamente.

-Estaré allí enseguida. ¿Cuál es su dirección?

Afortunadamente el daño a su mano izquierda no había sido muy malo. El cuchillo había cortado bastante profundo pero por suerte no le había dado a ningún nervio importante, y el Doctor Tao le había dicho que se recuperaría perfectamente siempre que no intentara nada estúpido otra vez. Kris lo ha estado ojeando con cautela durante la semana entera, constantemente viendo si se encuentra bien, y Chanyeol se sintió lo suficientemente culpable como para cocinar todos sus platillos favoritos en un intento por apaciguar a su amigo.

-Tal vez deberías hacer esto más a menudo -bromeó Kris una vez durante la cena, ganándose un ceño fruncido y una fuerte patada en la espinilla de parte de Chanyeol.

Éste irá a ver a Baekhyun hoy y no sabe bien qué esperar. Su encuentro más reciente aún resulta desconcertante y está bastante receloso por cómo Baekhyun reaccionará cuando se encuentren, ligeramente asustado de que le diga que se vaya. Pero trabajo es trabajo, y tiene que terminar la comisión de Baekhyun sin importar cuán incómodas se vuelvan las cosas entre ambos.

Ha pedido prestado el par extra de guantes de Kris, poniéndoselos antes de dejar la casa, tratando de ocultar su palma vendada. Sabe que tendrá que quitárselos tarde o temprano, pero espera que de todos modos Baekhyun no haga preguntas al respecto.

Se da cuenta con retraso de que ha hecho un muy buen trabajo al esconder su herida cuando Baekhyun le toma la mano izquierda y lo jala por el cuarto una vez que atravesó la puerta. Aprieta la mandíbula para reprimir el dolor que ataca sus nervios cuando Baekhyun le sujeta con fuerza la mano, favoreciendo el pinchazo y la palpitación por sobre lo que habría sido de otro modo una recibida excepcionalmente incómoda.

-¡Chanyeol! ¡Chanyeol! ¡Tienes que ver esto! -Baekhyun aún no lo ha mirado, demasiado preocupado por llevarlo hacia el alféizar. Chanyeol sonríe cuando se da cuenta de qué es lo que tiene a Baekhyun tan emocionado y una risa escapa de sus labios al notar que sus dedos están entrelazados con los de él.

Las semillas que habían plantado en los jarros y botellas vacías habían crecido: unos diminutos brotes y hojas verdes resaltan orgullosamente contra el aburrido marrón de la tierra en su lugar. Baekhyun se mueve inquieto cuando le pasa uno de los frascos a Chanyeol con cuidado, observando la reacción del más alto mientras examina la planta, esbozando una enorme y alegre sonrisa cuando Chanyeol le devuelve el recipiente y le despeina el cabello con su mano buena.

-¡Crecieron! -chilla prácticamente Baekhyun, admirando el pequeño brote en el frasco con ojos enormes-. ¡Los regué y los puse a la luz del sol como me dijiste y crecieron! ¡Hice crecer mis propias plantas! -Sonríe radiante hacia el pintor. Chanyeol no tiene tiempo para reaccionar antes de sentir ser abrazado con fuerza; Baekhyun lo está mirando con ojos brillantes. -Siempre he querido hacerlo. Gracias, Chanyeol.

Deja que su brazo rodee cómodamente la cintura de Baekhyun cuando el otro no lo suelta. Le hace algo de cosquillas con sus movimientos pero Chanyeol trata de no reírse cuando un hormigueo le recorre la espalda. Baekhyun está suave y tibio y sentimental, y el más alto ha llegado a darse cuenta de que abrazarlo se siente realmente bien, e intenta ocultar su decepción cuando el muchachito finalmente se aparta.

Baekhyun nota los guantes justo cuando está por comenzar a pintar, y se congela, con el pincel flotando en mitad del aire, cuando se le acerca curiosamente.

-¿Estos se llaman guantes? -pregunta, rozando con sus dedos el material de cuero-. No me di cuenta de que los tenías puestos. Con razón tu mano se sentía distinta. -Ríe, avergonzado. -Pero, ¿por qué los estás usando?

Chanyeol se tensa en su asiento, estirando incómodamente un brazo para dejar el pincel.

-Me corté por accidente -explica cuando Baekhyun comienza a retirarle los guantes. Deja que le quite primero el derecho, soltando una risita al ver cuán ridículamente grande parece junto a su mano, mucho más pequeña.

Se muerde el labio y aparta la mirada cuando le toca a la izquierda, y lo extrae para revelar su palma vendada. Chanyeol amplía los ojos ante las manchas rojizas que ahora colorean los vendajes blancos. No estaban ahí esa mañana.

-¡Chanyeol! -Baekhyun comienza a asustarse, sacudiéndose con locura mientras se pone de pie y corre hacia uno de sus cajones, y saca rollos y rollos de vendas limpias. -¡Tenemos que detener el sangrado!

Chanyeol simplemente lo mira sorprendido cuando el otro le toma la mano y empieza a vendarla eficientemente, como ha hecho cientos de veces antes, y su corazón le da una puntada cuando Baekhyun lo mira desconcertado al sujetarle la muñeca para detenerlo.

-¿Chanyeol? ¡Suéltame! ¡Necesito envolver tu mano! -El chico frunce el ceño, retorciendo su brazo para apartar su muñeca del agarre del más alto. -¡Suelta! Necesito detenerlo antes de que se vuelva…

-… Baekhyun -comienza Chanyeol, deslizándose fuera de la silla para quedar sentado en el suelo con él, viéndolo a los ojos-. Estoy bien.

-Pero dijiste que te cortaste y hay sangre y…

-… Ya he visto a un doctor y me curó. Estoy bien, Baekhyun.

-Pero la sangre…

-No sangro tanto. Me corté hace una semana. Sólo me sangró un poco porque la herida se volvió a abrir, creo.

-Oh. -Baekhyun se calma, pero su entrecejo sigue fruncido con concentración. Algo lo está molestando.

» Es por mí, ¿no es así? -pregunta, y Chanyeol evade su mirada, sin atreverse a verlo a sus preocupados ojos. Permanece callado, incapaz de obligarse a mentir-. Te lastimé -dice tristemente Baekhyun, sujetándole la mano vendada entre las suyas, delicadamente-. Lo lamento.

La siguiente vez que llueve llega sorpresivamente para ambos. No había llovido en toda la semana y el pronóstico del clima no había previsto ninguna precipitación; mucho menos un temporal. Comienza como una dulce, casi imperceptible llovizna, lenta pero seguramente transformándose en una tormenta mientras el cielo oscurecía y los truenos resonaban débilmente en la distancia.

Baekhyun está sentado tensamente, con la espalda derecha y sus dedos presionados contra el almohadón mientras contempla con intensidad fuera de la ventana. No nota cuando Chanyeol guarda sus cosas rápidamente en su bolso de trabajo, queriendo irse antes de ser echado, con el recuerdo de Baekhyun gritándole aún fresco en su mente.

Se pone de pie en silencio y casi está fuera de la puerta cuando Baekhyun le sujeta la muñeca, volviéndolo a jalar dentro del cuarto.

-Quédate -ruega con voz débil, sujetándose al brazo de Chanyeol-. Quédate conmigo. Tengo miedo -admite, saltando cuando el destello de un relámpago ilumina el cuarto-. Así que no te vayas, por favor. No pretendía echarte la última vez -se disculpa velozmente, tapándose los oídos con sus manos cuando el trueno repercute con fuerza. Tiene los ojos muy cerrados y está ligeramente ovillado en el suelo, pero continúa de todos modos, retrocediendo una vez más cuando abre sus ojos para ver un rayo desgarrar el cielo-. Tenía miedo y estaba en pánico. Por favor quédate -ruega, tirando del dobladillo de los pantalones de Chanyeol. Levanta la vista con confusión cuando el otro lo cubre con su abrigo y alza en brazos al tembloroso muchacho, manteniéndolo cerca.

-Te gustan las cortinas, ¿no? -le pregunta con suavidad mientras alza la pequeña contextura de Baekhyun y lo lleva hacia su sitio favorito. Baekhyun asiente débilmente en su hombro, sujetando fuertemente la tela de la camisa de Chanyeol.

Éste lo baja con suavidad, apoyándolo con la espalda contra la pared y atrayendo las cortinas antes de sentarse junto a él, quien prácticamente lanza a un lado dichas cortinas y se le sube al regazo cuando un trueno particularmente ensordecedor reverbera por la habitación. Chanyeol toma el abrigo que se había caído y lo vuelve a poner sobre los hombros del muchacho antes de abrazarlo con fuerza. Deja que sus dedos recorran el cabello de Baekhyun y presiona un veloz beso sobre su cabeza, y uno más contra su frente cuando parpadea hacia él con ojos llorosos.

-Estoy aquí -le asegura suavemente cuando Baekhyun salta ante el destello de un relámpago, enterrando su rostro de vuelta en el hombro de Chanyeol-. No me iré a ninguna parte. No te abandonaré.

Baekhyun asiente en su hombro, apretándolo, sacudiéndose, y Chanyeol lo acomoda para poderle susurrar al oído:

-Jamás te abandonaré.

Se queda en lo de Baekhyun esa noche. Éste se quedó dormido encima suyo, y no quiso despertarlo así que lo abrazó durante toda la noche. Su espalda le duele mucho, su cuello está entumecido y apenas siente las piernas, pero la tímida sonrisa de Baekhyun mientras se acurruca soñoliento en él hace que todo valga la pena.

Finalmente consigue dejarlo acostado y tapado en su cama, pero Baekhyun insiste en quedarse con el abrigo de Chanyeol, metiendo sus brazos por las grandes mangas y rodando infantilmente para que no pueda quitárselo. Se va cuando Baekhyun se queda profundamente dormido otra vez, dejándole antes una nota en la mesita de luz diciéndole que regresará más tarde. El Baekhyun durmiente es tierno, demasiado tierno para soportarlo tan temprano en la mañana, gimiendo y haciendo pucheros con su cabello despeinado en distintas direcciones y sus mechones cayendo al azar sobre su frente, y le toma todo su autocontrol el separarse de él. Abraza al muchacho echado una última vez antes de precipitarse fuera por la puerta con una sonrisa tonta en la cara.

Hace un trabajo horrible por controlar su expresión cuando Kris le abre la puerta, bloqueando el paso y apoyándose contra la pared de brazos cruzados.

-Así queeeee -comienza, con una sonrisita de sabelotodo-. No volviste a casa anoche.

Chanyeol hace su mejor esfuerzo por ocultar su sonrisa tras su mano vendada, pero Kris lo conoce demasiado bien como para no notarlo.

-Te falta el abrigo. Y también tu bolso. ¿Vas a alguna parte? -El rubio arquea las cejas, cede y baja el pie, siguiéndolo de forma molesta cuando el otro se dirige en línea recta hacia las escaleras.

» Veo que alguien tuvo una buena noche. -Kris le da un codazo insistentemente mientras acosa a Chanyeol, tratando de recabar tanta información como le sea posible. Golpea su nariz contra el omóplato del más joven cuando éste se detiene abruptamente a medio andar, volteándose luego y frunciendo el ceño.

-No es lo que piensas, Kris -dice seriamente antes de continuar por las escaleras.

-¿No lo es? Dime exactamente qué sí es, entonces. -Ríe odiosamente cuando Chanyeol se tropieza en el último escalón y le lanza una mirada furiosa. -¿Qué pasó exactamente con tu Baekhyunnie~?

-No le digas así. -Chanyeol golpea a Kris en los lados, tratando de apartarlo. -Y vete de mi cama. Quiero dormir.

-Por quéeeeeee, anda Chanyeol dimee quéeee pasóooooo. -El rubio lloriquea con la voz más fastidiosa que logra poner, callándose cuando el otro le da una mirada que lo asusta. -¿Por qué estás en casa de todos modos?

-Se me acabó la linaza y necesito pintar de nuevo cuando regrese más tarde. El retrato casi está terminado.

-¿Saldrás a ver otra vez a tu Baekhyunnie~? -se burla Kris, esquivando los pinchazos del otro. Se congela cuando su amigo se voltea lentamente con un brillo maligno en los ojos.

-Estoy seguro -comienza él con una pausa dramática, dejando que el silencio se asiente mientras Kris traga nervioso. ¿El Chanyeol escalofriante? Puede lidiar con él. Pero el Chanyeol malvado, sin embargo, está a un nivel completamente diferente- de que a Huang Zitao le encantaría escuchar qué maravilloso, hot y estupendo doctor es. Creo que olvidé mencionarle eso cuando estaba tratando mi mano.

Kris se calla entonces y Chanyeol deja de intentar patearlo fuera de la cama. Tiene los ojos cerrados y respira con normalidad, pero Kris sabe que su amigo sólo está fingiendo.

-Realmente te gusta, ¿no? -le pregunta esta vez en serio, sonriendo débilmente cuando Chanyeol contesta con un pequeño y tímido asentimiento y una sonrisa en los labios-. ¿Ya lo has bes…?

La respuesta a la pregunta de Kris esta vez es un almohadazo en el rostro, completo con plumas y un codazo a la nariz.

Ha estado pensando en ello toda la semana.

Las palabras de Kris han estado resonándole en los oídos, repitiéndose en su cabeza, y podría realmente volverse loco si no consigue que paren.

Se sorprende a sí mismo contemplando intensamente los labios de Baekhyun más de lo que debería mientras pinta, desconectándose un par de veces, pero al muchacho no le importa y le devuelve inocentemente la sonrisa cada vez que Chanyeol se disculpa. Le toma más tiempo de lo previsto el terminar el retrato de Baekhyun; no había contado con que estaría tan distraído, tan fascinado por las facciones que había estado contemplando y analizando por cerca de seis meses.

Ocasionalmente sus miradas se encontraban, pero el más pequeño jamás, ni una vez, rompió el contacto visual. Siempre le devolvía la mirada con lo que Chanyeol quería creer que era un rubor vergonzoso tiñéndole las pálidas mejillas.

Le tomó su tiempo pero ha terminado. Han sido seis largos meses, pero finalmente ha terminado. Baekhyun se durmió en la silla, con las rodillas sobre el pecho y el libro abandonado balanceándose precariamente en el borde del asiento. Chanyeol se permite pasarle los dedos por el cabello, apartando a un lado los mechones con suavidad antes de darle un empujoncito para despertarlo, y luego doblándose para quedar a su misma altura.

-Está terminado. -Chanyeol ríe cuando Baekhyun se despierta instantáneamente, frotándose los ojos para quitarse el sueño y sentándose recto, inclinándose ansioso hacia adelante.

-¿Puedo verlo? -pregunta, parpadeando con rapidez hacia él mientras Chanyeol lleva el lienzo y voltea el caballete antes de volver a apoyar el cuadro allí, tras lo cual lo corre para que Baekhyun tenga una mejor vista. Ha pintado a Baekhyun lo más realista posible, sin olvidar un solo detalle de su rostro; pero hay algo distinto aquella vez, y es claramente obvio para Chanyeol, y cree que Baekhyun probablemente lo notará también. Ha hecho algo que nunca antes hizo: canalizó todo el tiempo que pasó con Baekhyun hacia la pintura, condensó cómo se había sentido al ver la primera sonrisa del muchacho, cómo su corazón había dado un vuelco cuando le dio su primer beso; tradujo los seis meses que pasaron juntos en colores y trazos y sombras. Por primera vez se permitió sentir para hacer una de sus pinturas, dejó que su relación con el sujeto se evidenciara, y encuentra bastante desconcertante dejarse ser leído tan fácilmente, pero es para Baekhyun y no lo habría hecho de otro modo.

-¿Chanyeol? -llama el otro y él se acerca, dejando que le tome la mano-. ¿Es así como en verdad luzco?

¿Es así como me ves?

Chanyeol asiente en silencio, apretándole una mano con fuerza antes de voltearse y enfrentarlo, arrinconándolo en su silla e inclinándose más cerca para que el otro no pueda apartarse.

-Así es exactamente -susurra en voz baja, presionando luego sus labios vacilantemente contra los de un Baekhyun de ojos enormes, y permaneciendo así un instante cuando el otro no lo aparta- como luces.

Como te veo.

Está camino a su casa tras otra trasnochada en la morgue cuando ve al cielo oscurecer y sus pies deciden hacer caso omiso de las órdenes de su cerebro, tomando el camino en dirección a la casa de Baekhyun en vez de a la suya propia. Baekhyun no lo espera hasta el jueves y tal vez sea una visita no deseada, pero su corazón le dice que siga caminando. Se desliza por entre la reja abierta con facilidad, abriéndose camino por el sendero cuando las gotas comienzan a caer con fuerza desde el cielo.

El pronóstico del clima se equivocó. No está soleado para nada.

El cuidador lo ignora una vez que lo deja entrar, acostumbrado ya a la presencia de Chanyeol tras sus visitas frecuentes. El hogar no está encendido y los pasillos lucen apagados y fríos; el sonido de la lluvia cayendo contra los cristales de las ventanas resuena con fuerza por el vasto espacio libre. Nota por primera vez el gran e intimidante retrato familiar colgado de una pared y se detiene por un instante, repasando las filas de rostros. Hay una joven y bella mujer en la tercera hilera que tiene una semejanza asombrosa a Baekhyun. Está ataviada con ropas finas y caras, de pie junto a un hombre que tiene exactamente los mismos ojos que Baekhyun… Pero éste no está en ninguna parte de la pintura. No está en el frente con los otros niños, tampoco en el fondo, ni escondido en ningún lugar del cuadro. Simplemente no está allí.

Chanyeol aparta la vista de la pintura finalmente y continúa caminando por el pasillo. El gran reloj del abuelo de Baekhyun en un rincón está detenido e inmóvil, con las manecillas congeladas en su lugar, y se pregunta brevemente cuándo se habrá detenido el tiempo en aquella casa.

Cuándo se habrá detenido para Baekhyun.

La puerta no está trabada y pasa en silencio, mirando alrededor de la aparentemente vacía habitación buscando a Baekhyun antes de divisar el bulto en las cortinas, y se abre camino hacia allí. La lluvia cae torrencialmente afuera de la ventana y hay un leve tronido en la distancia, pero la tormenta aún ni ha empezado. Baekhyun lo espía desde atrás del terciopelo carmesí, genuinamente sorprendido cuando Chanyeol se inclina hacia él y le da un rápido beso en la frente.

-¿Chanyeol? -pregunta confundido pero agradecido mientras se aferra a su brazo, jalándolo hacia abajo para poder treparse a su regazo como le gusta. Está usando el abrigo que le robó, y las puntas de sus dedos apenas sobresalen por las mangas demasiado grandes-. ¿Por qué estás aquí?

-Está lloviendo -responde él simplemente, presionando el pequeño cuerpo de Baekhyun contra el suyo-. Y tú estabas solo.

Se sonroja cuando Baekhyun asiente débilmente y le rodea el cuello con sus brazos, presionando con sus labios el lugar entre su oreja y la curva de su mandíbula, y su corazón se rompe cuando todo lo que puede hacer es mirar impotente mientras Baekhyun cierra con fuerza los ojos cuando el primer destello de un relámpago ilumina el cuarto, sintiendo sus dedos presionando tensa, desesperadamente contra su piel.

Se despierta a la mañana siguiente para encontrarse con Baekhyun descansando la cabeza en el lado izquierdo de su pecho, con la oreja presionada contra la zona cercana a su corazón, con sueño ligero. En algún punto de la noche se las había arreglado de algún modo para mover al muchacho y a sí mismo hacia la cama, cayendo dormido al instante mientras abrazaba a un Baekhyun tapado ceñidamente a través de las sábanas. Él se sacude cuando Chanyeol deja salir un bostezo involuntario, y posa su mentón contra el torso del más alto, sonriéndole soñoliento.

-Buenos días, Chanyeol -saluda, dejando caer sus párpados-. ¿Te desperté?

El alto sacude la cabeza y levanta un brazo para frotarse los ojos y quitarse el sueño.

-Estaba escuchando el sonido que sale de tu pecho. ¿Qué clase de sonido es ese? -pregunta Baekhyun mientras voltea la cabeza para oír nuevamente-. Se siente familiar… pero no lo he escuchado antes.

Chanyeol deja que su mano se pose contra la nuca del más bajo, jugueteando con sus dedos con los extremos de sus mechones castaños.

-Son mis latidos -murmura-. Es el sonido que hace mi corazón cuando bombea sangre hacia el resto de mi cuerpo.

-¿Yo también tengo uno? -Baekhyun se sienta y contempla ansiosamente su propio pecho.

-¿Un corazón? Claro que sí. Está justo aquí. -Chanyeol ríe ociosamente mientras se inclina para presionar su oreja contra las costillas del otro, pasando su peso al otro lado del cuerpo de forma que se cae contra él, hechos un lío de mantas y sábanas y miembros entrelazados. -Lo puedo escuchar. Fuerte y claro.

Chanyeol es demasiado alto para la cama de Baekhyun y sus brazos cuelgan incómodos de los lados. Rueda cuando el chico lo codea, ovillándose y descansando su cabeza en el muslo del otro.

-Aún es temprano -le dice Baekhyun cuando bosteza otra vez-. Vuelve a dormir.

El pintor balbucea en aprobación, atontado, y Baekhyun toma sus almohadas del otro lado de la cama, esponja una y la desliza bajo la cabeza de Chanyeol. Se retuerce y se pone en el espacio entre los brazos del más alto, poniendo uno de ellos sobre su cintura mientras se acurruca, asobinándose contra su costado. Lo último que Chanyeol recuerda antes de quedar inconsciente son los dedos de Baekhyun rozándole las cicatrices de quemaduras sobre su palma.

No sabe bien si está soñando cuando Baekhyun le pregunta qué se siente quemar.

Esta vez es diferente.

Está mirando por una ventana familiar hacia arriba, hacia el cielo oscuro, pero hay algo bloqueando la noche sin estrellas más allá.

Sangre.

Hay sangre en el cristal, en huellas y manchones. Sangre en sus manos, en su camisa, en sus pies, seca y carmesí. Siente algo húmedo en sus mejillas y roza con sus dedos los lugares mojados; la sensación de su toque se siente espeluznantemente familiar y a la vez extrañamente desconocida. Conoce esas manos, las conoce bien… pero no son las suyas. Se las pasa por el rostro, por sus párpados, orejas y labios, desplomándose al suelo con sorpresa cuando un sollozo involuntario le trepa por la garganta. Conoce aquel sonido, conoce aquel rostro, pero no cae en la cuenta hasta que se voltea, registrando con sus borrosos ojos los detalles del cuarto en donde está.

Es la habitación de Baekhyun. Paredes blancas y esquinas curvas y rojo, rojo, rojo, rojo.

Un grito amortiguado desde su izquierda lo hace girarse nuevamente y casi se cae de sorpresa cuando se ve a sí mismo afuera, cayendo en picada por el aire; su cuerpo se precipita hacia el suelo.

Pero es demasiado tarde, demasiado tarde, piensa cuando una oleada de calor lo impacta y el brillo ambarino lo rodea mientras se sube al alféizar y se pone de espaldas a la pared. Debió haberse dado cuenta antes, debió haber huido, debió haber escapado.

Él es Baekhyun.

Baekhyun es el fantasma en la ventana… y está a punto de morir.

El libro.

Tiene que hallar el libro. El que está lleno de artículos sobre él, que Kris había recibido por correo el invierno pasado. El libro, finalmente encaja en su cabeza mientras lo extrae del estante y lo abre, con los bordes recortados exactamente como los de todos los otros que Baekhyun posee. Se siente intranquilo mientras pasa frenéticamente las páginas, esperando encontrar algo, lo que sea. Repasa el libro entero tres veces antes de notar las cinco pequeñas letras en la esquina de la última página, escritas con tinta prolijamente con la letra cursiva de Baekhyun:

Ayuda.

Chanyeol lanza el libro en la dirección general de la cama, sin importarle cuando golpea un rincón y aterriza en el suelo. Está demasiado ocupado rebuscando en su bolso de trabajo, lanzando pinceles y pintura y delantales y trapos mientras busca con urgencia las dos botellas nuevas de aceite de linaza que había estado llevando consigo toda la semana. No están allí.

Vuela escaleras abajo, de a cuatro escalones, y pasa como un rayo junto a un perplejo Kris para buscar su abrigo; lo arranca del perchero y lo vuelve del revés, sacudiéndolo enloquecidamente para que el contenido de los bolsillos caiga al piso. Llaves. Monedas. Lápices. Ningún fósforo.

-¡Kris! ¡Llama al departamento de bomberos! -exclama hacia el rubio, correteando-. ¡Dales la dirección de Baekhyun!

-¿Por qué? -pregunta él, pero va hacia el teléfono de todos modos.

-Sólo hazlo. No tengo tiempo de explicarte.

Aún está con el pijama puesto pero no le importa para nada: el asunto que lo concierne es mucho más apremiante. Toma sus zapatos, sin molestarse en ponerse medias, y ya tiene uno puesto cuando una serie de golpes fuertes suenan en la puerta. Se cambia de lado, saltando en un pie mientras abre para encontrarse con el cuidador de Baekhyun parado estoicamente en el umbral, en su porche.

-El joven maestro me envió -dice, entregándole a Chanyeol un aro lleno de llaves-. Quiere que te dé esto. Está en su habitación. Sólo la puerta frontal está cerrada. -Avanza y le da un duro empujón. -Ve.

Agarra firmemente las llaves, presionando los dientes de metal contra su piel mientras corre, corre, corre por su vida.

Puede ver el humo formando nubes en la distancia, cubriendo el cielo matutino mientras lenguas de fuego se asoman por los costados de la casa. Flaquea por un momento, rezando silenciosamente por que Baekhyun no haya iniciado el fuego en el pasillo, corriendo tan rápido como puede colina arriba y pasando la verja, dando traspiés pero nunca cayendo.

Intenta mantener la calma cuando llega al porche, pasando torpemente las llaves y dejándolas caer dos veces antes de hallar la correcta y deslizarla velozmente por el cerrojo, volteándola una, dos veces antes de empujar la puerta e ingresar, sólo para encontrarse retrocediendo por culpa del calor. Debió haber llevado consigo su abrigo para usar como una especie de protección, pero ya es muy tarde para arrepentirse ahora, y se cubre con sus brazos antes de entrar otra vez a la casa. Corre pasando las fortunas ardiendo de Baekhyun y sus caras antigüedades sin echarles un segundo vistazo, cubriéndose la boca y la nariz con su manga.

Está bastante seguro de que no saldrá ileso, ni siquiera teniendo suerte.

Baekhyun había iniciado el fuego en el pasillo. Vislumbra una de las botellas vacías de linaza mientras corre y un par de fósforos extra en el camino. Probablemente habría tirado la botella destapada desde su habitación y lanzado luego fósforos encendidos al aceite expuesto, dejando que el fuego se extendiera por su cuenta. La sensación de intranquilidad aumenta conforme se acerca al final del pasillo: hay humo saliendo desde debajo de la puerta de Baekhyun, y Chanyeol quiere descontrolarse cuando se da cuenta de que el muchacho había usado la botella restante en su propio cuarto.

-¡Baekhyun! -exclama, esperando que el otro esté aún consciente-. ¿Baekhyun? Baekhyun, ¿me escuchas?

No hay respuesta.

Chanyeol sisea cuando trata de girar la perilla, olvidándose de que el metal se habría calentado, y se sujeta el brazo mientras jadea de dolor y parpadea para quitarse las lágrimas.

No le queda mucho tiempo.

Intenta patear la puerta pero no funciona. Se aparta esta vez, y se gira mientras la embiste con su hombro izquierdo, dejando caer todo su peso sobre ella, y tropezando por el marco hacia un desastre ardiente.

Luce exactamente como su sueño: las flamas danzan por las paredes mientras el fuego quemaba la habitación; el resplandor ámbar y el calor junto al rojo de la decoración de Baekhyun forman algo similar a un infierno. El fuego es más intenso en un rincón del (por suerte) enorme cuarto, pero la mayoría de los muebles de Baekhyun son de madera y el fuego se ha expandido rápidamente. Las bibliotecas son algo similar a esqueletos ahora, y el retrato que Baekhyun había dejado descansando sobre una pared se está quemando brutalmente: las llamas engullen las facciones del rostro de Baekhyun mientras el fuego prende los aceites de la pintura. Siente un escalofrío recorrerle la espalda a pesar del calor.

-¡Baekhyun! -trata de llamar nuevamente, tosiendo mientras el humo se le introduce en los pulmones. Las oleadas de calor de las flamas le hacen arder los ojos y está lagrimeando, haciendo su mejor esfuerzo por ver a través del borrón. Es el instinto lo que lo guía hacia la ventana, a las cortinas, y quiere caer de rodillas del alivio al encontrar a Baekhyun encogido dentro del grueso terciopelo, usando su abrigo, con las rodillas contra el pecho. Está sujetando fuertemente el libro de semillas que Chanyeol le había dado, y sus manos se sacuden sin control mientras mantiene los ojos fuertemente cerrados al temblar de miedo.

-Baekhyun -comienza, tomándole la mano y apretándola, tratando de hacer que el otro se le suba a la espalda. No puede moverse muy rápido pero no se arriesgará a que Baekhyun corra descalzo y se lastime-. Baekhyun, estoy aquí. Escúchame. Necesitamos irnos de inmediato.

El muchacho abre los ojos entonces, registrando finalmente el sonido de su voz, y mientras parpadea, tratando de distinguir entre el desenfoque, buscando el rostro de Chanyeol entre el lío de colores y formas, las lágrimas comienzan a caerle.

Aparta su mano de la de Chanyeol y la lleva hacia el rostro de este último, dejando que sus dedos le rocen rápidamente las facciones.

-Te he estado esperando -deja salir entre toses, trepándose desesperado a Chanyeol y enterrando su rostro en la curva de su cuello, envolviéndole los hombros con sus brazos y sus piernas en la cintura mientras Chanyeol se pone de pie con Baekhyun en su espalda.

Creí que no vendrías.

-Lo sé.

Lamento llegar tarde.

6 de mayo, domingo.
Mansión Byun arrasada por un incendio.
No se reportaron víctimas. Causa desconocida.

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