Well, I hope the next person could be the wrong person.
Título: Ojalá el mundo fuera en blanco y negro.
Fandoms: The Dresden Files/Animorphs.
Claim: Animorphs.
Para: ligabiss, aunque lo que me pidió aún no aparece :3.
Notas: Continúa a This world is all about war, isn't it? Pero no es su segunda parte. Sólo algo que ocurre luego de esa historia. Otra cosa (más para Luga que nada), todo se ve angst y confuso ahora, pero prometo que no durará mucho (?). De hecho, intentaré hacerle justicia al icon que llevo con la viñeta que sí tenga material de cierta pareja (?).
No podía aceptar aquel nuevo mundo. Simplemente no podía. Todo lo que significaba era demasiado para él.
Y para todos. Excepto, tal vez, para Tobías.
Aceptar la existencia de los alienígenas ya había sido difícil. Pero, en realidad, era mucho más sencillo. ¿Si las condiciones se habían dado para que nosotros existiéramos, no era posible que hubiese vida en otros planetas? El universo es enorme. Desde luego que es posible.
Mas la magia no seguía aquella lógica. La magia no seguía ninguna lógica, y ese era el problema. Aceptarla significaría renunciar a la lógica…
A la cual, tristemente, podía apegarse para sentirse mejor. Porque no todo es posible. Porque hay límites.
Si aceptaba que la magia existía, ¿cuántos de esos límites permanecerían?
Aquellos mundos podían parecer maravillosos, e ignorarlos sería estúpido cuando los tienes frente a ti, llamándote. Pero él era un simple humano.
Sí, un humano…
-No deberíamos dejar pasar esto -dijo Tobías al final.
Todos le observaron. Esta vez, les costó más reprocharle algo a esos intimidantes ojos de ratonero. Si tuviera forma de humano, tal vez habría sido más sencillo.
Porque de paso, la situación sería menos extraña.
-Estamos bien sin saber de ese mundo -le discutió Marco-. Visser Tres no sabe. Nosotros tampoco. La vida es mucho más simple si no le agregamos elementos inexplicables. Realmente inexplicables.
Todos parecían concordar, de alguna manera. Excepto Ax, que andaba ensimismado y probablemente no estaba escuchando la conversación.
-¿Es que no lo entienden? -continuó Tobías, frustrado y enfadado-. Esto no es un arma más para los yeerks. Es un arma más para nosotros. Podríamos incluso encontrar nuevos aliados en aquel “mundo”.
-Eso es jugar con fuego. Podríamos encontrarnos también con una nueva guerra, o podríamos regalarle amiguitos a Visser Tres sin darnos cuenta. Esto no va a terminar bien si nos metemos en más asuntos extraños.
-Ya estamos en una guerra. Si no pretendes arriesgar nada, entonces no te molestes en pelear.
Todo se quedó en silencio.
-Si ganamos esta guerra, todo se termina -dijo Marco con frialdad, retomando su punto-. Los humanos seguimos siendo monos atrasados, y nadie se va a interesar en nosotros. Pero si nos metemos en este asunto, no saldremos nunca. Porque esto es nuestro. Es parte de nuestro planeta. Y no va a irse ni a desaparecer. No hay vuelta atrás.
Él había dejado esos miedos atrás. Las peleítas infantiles de “No debemos luchar” ya habían terminado. Pero esto era distinto. Por una vez, nadie les dijo “peleen”. Nadie los obligó a ver aquel mundo. Y la única persona que se había molestado en explicarles algo, por poco que fuera, les advirtió claramente que no se involucraran más.
Y él le entendió a la perfección. Él supo por qué aquel hombre había dicho eso. Pudo ver en sus ojos y sentir en su voz que aquel discurso no era nuevo, y que, sin embargo, conservaba la esperanza de que le hicieran caso. Porque nadie más lo escuchó. Y porque esas personas terminaron por arrepentirse.
O por morir.
-¿No les parece que tenemos ya bastantes dificultades con todo lo que vivimos?
Cassie suspiró.
-Ambos tienen razón -dijo-. El mundo de la magia podría ser un arma que nos diera la ventaja en esta guerra. Pero usarla podría significar un sacrificio que no sabemos si podemos permitirnos.
Todos miraron a Jake. Él tenía la decisión final, aunque le pesara.
-Creo que no deberíamos involucrarnos si podemos evitarlo -declaró finalmente-. Deberíamos dejar las cosas como están. Aunque si algo más ocurre, entonces no tendremos más opción que aceptarlo.
Nadie se había puesto a pensar en que algo más podía ocurrir.
Pero desgraciadamente, podía.
Fandoms: The Dresden Files/Animorphs.
Claim: Animorphs.
Para: ligabiss, aunque lo que me pidió aún no aparece :3.
Notas: Continúa a This world is all about war, isn't it? Pero no es su segunda parte. Sólo algo que ocurre luego de esa historia. Otra cosa (más para Luga que nada), todo se ve angst y confuso ahora, pero prometo que no durará mucho (?). De hecho, intentaré hacerle justicia al icon que llevo con la viñeta que sí tenga material de cierta pareja (?).
No podía aceptar aquel nuevo mundo. Simplemente no podía. Todo lo que significaba era demasiado para él.
Y para todos. Excepto, tal vez, para Tobías.
Aceptar la existencia de los alienígenas ya había sido difícil. Pero, en realidad, era mucho más sencillo. ¿Si las condiciones se habían dado para que nosotros existiéramos, no era posible que hubiese vida en otros planetas? El universo es enorme. Desde luego que es posible.
Mas la magia no seguía aquella lógica. La magia no seguía ninguna lógica, y ese era el problema. Aceptarla significaría renunciar a la lógica…
A la cual, tristemente, podía apegarse para sentirse mejor. Porque no todo es posible. Porque hay límites.
Si aceptaba que la magia existía, ¿cuántos de esos límites permanecerían?
Aquellos mundos podían parecer maravillosos, e ignorarlos sería estúpido cuando los tienes frente a ti, llamándote. Pero él era un simple humano.
Sí, un humano…
-No deberíamos dejar pasar esto -dijo Tobías al final.
Todos le observaron. Esta vez, les costó más reprocharle algo a esos intimidantes ojos de ratonero. Si tuviera forma de humano, tal vez habría sido más sencillo.
Porque de paso, la situación sería menos extraña.
-Estamos bien sin saber de ese mundo -le discutió Marco-. Visser Tres no sabe. Nosotros tampoco. La vida es mucho más simple si no le agregamos elementos inexplicables. Realmente inexplicables.
Todos parecían concordar, de alguna manera. Excepto Ax, que andaba ensimismado y probablemente no estaba escuchando la conversación.
-¿Es que no lo entienden? -continuó Tobías, frustrado y enfadado-. Esto no es un arma más para los yeerks. Es un arma más para nosotros. Podríamos incluso encontrar nuevos aliados en aquel “mundo”.
-Eso es jugar con fuego. Podríamos encontrarnos también con una nueva guerra, o podríamos regalarle amiguitos a Visser Tres sin darnos cuenta. Esto no va a terminar bien si nos metemos en más asuntos extraños.
-Ya estamos en una guerra. Si no pretendes arriesgar nada, entonces no te molestes en pelear.
Todo se quedó en silencio.
-Si ganamos esta guerra, todo se termina -dijo Marco con frialdad, retomando su punto-. Los humanos seguimos siendo monos atrasados, y nadie se va a interesar en nosotros. Pero si nos metemos en este asunto, no saldremos nunca. Porque esto es nuestro. Es parte de nuestro planeta. Y no va a irse ni a desaparecer. No hay vuelta atrás.
Él había dejado esos miedos atrás. Las peleítas infantiles de “No debemos luchar” ya habían terminado. Pero esto era distinto. Por una vez, nadie les dijo “peleen”. Nadie los obligó a ver aquel mundo. Y la única persona que se había molestado en explicarles algo, por poco que fuera, les advirtió claramente que no se involucraran más.
Y él le entendió a la perfección. Él supo por qué aquel hombre había dicho eso. Pudo ver en sus ojos y sentir en su voz que aquel discurso no era nuevo, y que, sin embargo, conservaba la esperanza de que le hicieran caso. Porque nadie más lo escuchó. Y porque esas personas terminaron por arrepentirse.
O por morir.
-¿No les parece que tenemos ya bastantes dificultades con todo lo que vivimos?
Cassie suspiró.
-Ambos tienen razón -dijo-. El mundo de la magia podría ser un arma que nos diera la ventaja en esta guerra. Pero usarla podría significar un sacrificio que no sabemos si podemos permitirnos.
Todos miraron a Jake. Él tenía la decisión final, aunque le pesara.
-Creo que no deberíamos involucrarnos si podemos evitarlo -declaró finalmente-. Deberíamos dejar las cosas como están. Aunque si algo más ocurre, entonces no tendremos más opción que aceptarlo.
Nadie se había puesto a pensar en que algo más podía ocurrir.
Pero desgraciadamente, podía.