¡¡Feliz Amigo Invisible, Caledonie!!

Dec 03, 2012 21:26

PARA:caledonie
DE PARTE DE: Amigus anonimus

Título: Retrato
Fandom: Harry Potter
Personaje/pareja(s): Lucius/Narcisa
Rating: G
Resumen: Narcisa encuentra un retrato del matrimonio antes de la guerra, pero ya no son los mismos que aparecen en él.
Disclaimer: xxx
Advertencias: xxx



Un mechón de pelo suave le resbala por la mejilla y Narcisa hace el amago de recogerlo tras su oreja. Ve los ojos del artista seguir su movimiento y, a medio camino, decide que no importa. Que un poco de imperfección hará que el retrato sea más realista. Y si algún día su hijo y sus nietos tienen que recordarles, lo prefiere así. Con las cicatrices de Lucius y el aspecto algo marchito de la propia Narcisa. Hacer un nuevo retrato no tendría sentido si fuesen exactamente los mismos que antes.

Lo había encontrado en una de las habitaciones en las que guardaban muebles y trastos que podían ser necesarios y debían estar a mano. Junto a lámparas de pantalla verde esmeralda, mesas auxiliares para fiestas y un par de sillones orejeros. El antiguo retrato de los Malfoy, envuelto en un paquete de lino y olvidado a su suerte.

Narcisa recordaba claramente el día en el que el artista lo había acabado (otro pintor, no el actual, porque ese había muerto en la guerra). Vestidos con sus mejores galas y cabeza erguida.
Draco tenía catorce años y revoloteaba a su alrededor pidiéndoles un retrato que no iba a conseguir. Lucius le había prometido que tendría el suyo más tarde, en otro momento, cuando hiciese grandes cosas que mereciesen ser recordadas. Y a Lucius se le llena la sonrisa de falso orgullo por su hijo. Es su marido y puede leerle como un libro abierto. Es esa sonrisa que Lucius se dirige a sí mismo para no desmoronarse, la mentira que ninguno creemos pero en la que insistimos porque es la única alternativa.

Lo que refleja aquel antiguo retrato es una fachada de inexpresividad, sólo parpadean en silencio.
A veces se nota el apretón de manos entrelazadas sobre su muslo en el óleo, Lucius le aprieta los nudillos no muy seguro de si dando o pidiendo consuelo. Cuando lo encuentra se le ocurre preguntarles por qué, por qué dejaron que todo aquello ocurriera. Por qué su orgullo y la necesidad de hacerse notar les pudo más que el buen juicio. Pero Narcisa tiene la sensación de que su yo y el Lucius del retrato nunca abrirán la boca para nadie. Se pintó en una época en la que el silencio era supervivencia. Mudos de vergüenza, culpabilidad y miedo.

Porque son culpables. Uno piensa que se avecina una guerra y es inevitable, así que mejor escoger el bando ganador. Son Slytherins, podrían sacar algo de aquella situación. Además Lucius ya estaba marcado. No Narcisa, ella nunca. No por ello menos culpable.

Cuando le conoció era un chico formidable, un reflejo de perfección. Lucius Malfoy el alto, el guapo, el galán, el de los ojos gris terciopelo que le susurra al oído te quieros mientras hunde sus dedos bajo su falda. Y todo era un poco así, prohibido y selecto. Sólo aquel pequeño puñado de Slytherins que se juntaban a beber brandy añejo y conspiraban contra las injusticias en las que creen todos los adolescentes. Ese tipo de estupideces que entiendes si tienes cuatro años más y que cuando miras atrás te avergüenzas de ti mismo. Pero no tuvieron tiempo. Les pudo más (a todos, a ella) la necesidad de ser especiales y siempre ambicionar sobre lo ambicionado. Nunca tener suficiente.

Una vez le gritó a Lucius que habían apostado a su propio hijo por culpa de su cobardía y su ambición, corrió desesperada en busca de una última oportunidad de redención. Y lo habían hecho los dos, convencidos. No hay excusas y no está segura de poder perdonárselo nunca ni a si misma ni a su marido. Si mira atrás se siente mediocre, Narcisa en busca de la aprobación de un monstruo y su marido también, animándola. Educando a su hijo para el odio y la muerte porque así, quizá, por fin los Malfoy tendrían el protagonismo que merecían. El oro, la fama, la superioridad.

Les hizo falta una jodida guerra para entender que no somos nada. Que cuando Narcisa se quedó sola y Lucius estaba en Azkaban nada más importaba que la ausencia de su marido en la cama. Y eso que hacía semanas que no compartían lecho porque les era imposible mirarse a los ojos y no odiarse mutuamente por los crímenes de ambos.

Tan obvios y tan difíciles de admitir, los errores.

- Esto ya está, señores Malfoy. Recomiendo dejarlo secar un par de días en la oscuridad antes de colgarlo, como de costumbre. A veces se asustan con facilidad si se les expone demasiado rápido.

El artista les sonrió conjurando sobre el lienzo y Lucius soltó un suspiro de incomodidad al poder, por fin, cambiar de postura.

- Podríamos haber esperado una semana más, Narcisa. Ya sabes que esta tarde llegan los Greengrass.

- Si ya hemos acabado.

- Sí, bueno, pero ya había reservado esta mañana para poner en orden las cuentas. Ahora tendré que hacerlo mañana...

- No seas cascarrabias, Lucius. Hay tiempo para todo.

Su marido gruñe algo así como las mujeres y su concepción subjetiva del tiempo, pero son muchos años de conocerse y es raro el momento en el que su marido no se esté quejando de algo que le va a dar igual a los diez minutos. Así que le ignora muy elegantemente y se levanta del banquito donde llevaban sentados la última media hora. Además, ya no les quedan muchas empresas ni mucho dinero que manejar.

- ¿No quieres verlo, Lucius? Creo que a Draco le va a gustar.

El Malfoy vuelve a suspirar de mala gana, pero la sigue apretando la palma de su mano en su cintura. Caliente y grande, cariñosa de la forma en la que sólo las personas que no comparten mucho contacto físico pueden serlo. Un gesto especial, para ella. Con significancia. Nada es casual en Lucius.

Cuando dan la vuelta al lienzo, el artista (muy joven para su gusto, pero el único que ha querido trabajar para ellos) hincha el pecho y espera impaciente al veredicto de los Malfoy. Aunque la técnica es buena y el retrato clásico, es fácil darse cuenta de que el estilo no es tradicionalista. A Narcisa no le hace falta mirar a Lucius para saber que, muy probablemente, está apretando la boca con desaprobación. Aunque es más que un hábito aprendido que una opinión sincera.

Esos colores. La textura y volatilidad del vestido de Narcisa. La forma en la que el pelo de Lucius cae sobre su hombro y se esparce en abanico. El rubor de la piel, los lunares y las imperfecciones. Cierto brillo en los ojos que les hace parecer húmedos y los detalles rebeldes de una existencia cotidiana: las cicatrices y los mechones que se escapan. Al aleteo de una sonrisa triste en sus labios claros, sus manos entrelazadas y relajadas entre los dos.

La luz de una mañana sin guerras. Las arrugas de unos ojos que han visto lo indecible. Humanos, culpables, erróneos. Exactamente como quiere que Draco los recuerde cuando se hayan ido.

- Es precioso.

Y el artista exhala de contento, emocionado. La obra maestra del retrato de unos asesinos. Será la comidilla de la bohéme mágica Londinense durante años.

Horas más tarde, cuando Draco llega del brazo de su prometida (y no al revés), Narcisa quiere creer que con los jóvenes empieza una nueva época. Ahora ella y Lucius pueden retraerse en la mansión a vivir el resto de sus días en su arresto domiciliario, dejar paso a las nuevas generaciones.

El retrato es uno de sus regalos de boda, pero quiere guardarlo en secreto para darle una sorpresa. Sabe que su hijo sabrá apreciarlo. Draco aprecia todo lo que debió tener y no tuvo cuando era un adolescente. Narcisa pensaba deshacerse del antiguo retrato, pero Lucius propone que cuelguen ambos, uno al lado del otro, porque el suyo es un pasado que no puede ni debe olvidarse.

A veces los retratos se miran entre sí, en silencio. Sólo el nuevo sabe responder la curiosidad de Scorpius cuando ellos ya se han ido, mientras que el primero entorna los ojos con vergüenza y se niega a hablar con nadie o nada el resto de sus días.

Lo que nunca cambia son los dedos entrelazados de Lucius y Narcisa, en ambos retratos. Un suspiro involuntario en sincronía. Y el beso fugaz que nadie ve pero que les guardará por siempre el recuerdo de que estuvieron juntos en lo peor y en lo mejor de sí mismos.




fic, ai1213, ship:lucius/narcissa, art, fandom:harry potter

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