Westeros is for porn

May 25, 2011 09:14

¡Hola! Hola. Estoy de hiatus y por lo tanto aquí-pero-no-aquí, así que este post será pequeñito e ignorable. De hecho, existe porque mi amor por el anonimato y mi miedo a este fandom sólo son superados por mi necesidad de editar las cosas chopocientos días después de publicarlas (SIGH!).

Ambos repost del KINKMEME de invernalia (haha PUBLI), y por lo tanto ambos de aSoIaF y NC-17. Ambos tienen también contenido muy cuestionable, pero eso ya es sólo cosa mía. ¡Os echo mucho de menos, flist! Tanto, in fact, que cuando vuelva después de esta forzada separación os tiraré de los mofletes como si quisiera daros forma a la cara y os llenaré la frente de carmín y gritaré "oioioioiii". ASÍ DE OCTOGENARIO Y ABUELIL ES MI AMOR, QUÉ LE VAMOS A HACER.

Título: oro para leones
Rating: (muy) NC-17
Wordcount: ~2000
Pairing: Cersei/Jaime
Summary: Escrito para el prompt Cersei/Jaime, en la que Cersei se lo folla a él. En manos del escritor dejo el cómo. Vergüenzamedá admitir que esto es mío, pero there you go!


La habitación está en penumbra cuando se lo dice, así que a Jaime le cuesta descifrar la expresión de su hermana. La vela va por la cuarta marca, lo que le recuerda que debería irse pronto, pero Cersei está recostada contra las almohadas y la luz tiembla sobre sus rizos y, en fin.

- Ya tengo un hermano -dice, limpiándose los restos de semen del estómago con trozo de tela que espera de verdad que no sea su jubón.

Cersei se agita debajo de la sábana roja, y aun en la oscuridad puede ver la sombra de su mano ondulando entre sus piernas en movimientos circulares.

- No, pero yo digo uno de verdad - Cersei le sonríe y su mano para un momento, saliendo de entre las mantas para cerrarse alrededor de su antebrazo. Jaime puede sentir su humedad sobre la piel-. Yo, pero en hombre.

Jaime acaba de correrse, pero eso no impide que su polla le tiemble entre las piernas con las ganas de levantarse otra vez. Hay algo en el olor de Cersei que le vuelve loco y le nubla los sentidos, su coño el artefacto mágico que lleva controlándole desde que tiene memoria. De hecho, si el coño de su hermana hubiese sido rey Jaime nunca habría tenido un conflicto de lealtades y ahora lo máximo que le llamarían sería Matamoscas.

Jaime suelta aire por la nariz.

- ¿Estás pensando en darme un hermanito? Porque no estoy seguro de que padre esté por la labor -dice, pasándose una mano por el pelo y hablando sólo medio en broma.

La mano de Cersei tira de él, obligándole a tumbarse sobre la cama. Jaime se deja hacer con un suspiro.

- Tengo que hacer de guardia para tu marido.

- Mi marido no necesita un guardia para follarse a Desembarco entero -murmura, antes de estirar el cuello para besarle.

La cama se hunde entre ellos, la seda de las sábanas deslizándose sobre su piel mientras Cersei le lame todas las protestas de los labios antes de que pueda pensarlas. Cuando Jaime está empezando a olvidarse de dónde debería estar (no ahí) y lo que debería estar haciendo (no esto), su palma entera rodeando la teta derecha de su hermana, Cersei se separa. Y es sólo un centímetro, pero Jaime odia ese centímetro con todas sus fuerzas.

- Entonces qué, ¿lo has pensado alguna vez?

- No. No sé. Qué coño quieres que te diga, Cersei - Jaime intenta volver a besarla, pero Cersei le para con una mano en el lateral del cuello, su pulgar presionando sobre su nuez en un gesto que no debería ser tan peligroso ni tan erótico.

- Quiero que me digas si alguna vez te has imaginado qué pasaría si yo fuese un hombre -dice, y la uña de su pulgar se clava sobre la piel de su cuello. Los ojos de Cersei brillan como el agua en el fondo de un pozo.

- No, nunca… - Jaime intenta sonreír, pero la mirada de Cersei es tan intensa que Jaime siente cómo empieza a sudar, el sudor antiguo y el nuevo mezclándose y evaporándose y levantándole la piel. Traga saliva. - Pero supongo que follarte no sería ni la mitad de divertido.

- Oh, ¿tú crees? - Cersei le lame el lateral de la cara, su lengua dibujando una línea desde la boca hasta el lóbulo, donde su voz impacta húmeda y caliente. - Porque yo creo que lo sería más.

Jaime se aparta, el ceño fruncido.

- No tengo ningún interés en follarme a hombres -dice, sintiéndose un poco estúpido por tener que aclarar este tema. Cersei sólo sonríe y le acaricia el pelo, su boca buscándole la oreja y una pierna curvándose alrededor de la suya. El calor de su piel le acelera la respiración.

- Pero no sería follarse a un hombre, Jaime, sería follarte a tu hermano - Habla y su mano desciente lentamente por el lateral de su cuello, sus labios rozándole la curva de la oreja. - A mí - Dos dedos encuentran un pezón y lo tocan, en círculos primero y luego con más fuerza, pellizcando hasta que Jaime jadea. - Imagínatelo, Jaime. Sería como follarte a ti mismo.

La mano de Cersei sigue hacia abajo y Jaime gime cuando pasa al lado de su erección, que palpita contra su estómago al ritmo de su corazón. Pero Cersei pasa de largo, dos dedos dibujando la línea de su ingle hacia delante y hacia atrás.

- El mismo pelo, los mismos labios, las mismas manos. La misma polla - Y la manera en la que Cersei habla de su polla, la lengua humedeciéndole la caracola de la oreja, hace que su erección salte en sus prisas por ponerse más dura. - Tu misma polla, la polla de tu hermano, follándote. Lento y profundo, Jaime.

La mano de Cersei rodea sus testículos y baja por la línea de su culo, hasta una zona poco explorada pero en la que parecen concentrarse todas sus terminaciones nerviosas en ese momento. El dedo de Cersei baja húmedo e imparable, y Jaime flexiona las piernas sin darse cuenta.

- Más profundo de lo que nunca ha estado nadie, Jaime, sería perfecto -sigue diciendo Cersei, y entonces su dedo encuentra su culo y empieza a dibujar círculos con la yema, todo el aire abandonando a Jaime de golpe. Cersei susurra, - Tan dentro de ti como estás tú de mí.

Y esta fantasía, esta especie de sublimación incestuosa, no es suya pero no podría importar menos en ese momento. Es claustrofóbica y algo retorcida y Jaime ni siquiera sabe a lo que está diciendo que sí pero no para de decirlo (sí, sí, vale, sí, Cersei, sí), y antes de que pueda juntar dos ideas Cersei le está follando con tres dedos, la habitación oliendo a aceite dorniense.

- Vale, espera - Cersei se separa, sus dedos saliendo bruscamente de su culo. Se inclina hacia el otro lado de la cama, su pelo cayendo como una cascada dorada por su espalda.
Jaime tiene una protesta a medio hacer en los labios, pero antes de que pueda decir nada su hermana se da la vuelta con algo entre las manos que parece-

- ¿Qué coño es eso?

Cersei no responde, y en realidad no hace falta porque está bastante claro. Jaime va a hacer una broma acerca de pollas de oro y los Lannister, pero Cersei le da gira sobre la cama con brusquedad, su mano rodeándole la cadera con una fuerza sorprendente.

- A cuatro patas, Jaime.

- Qué-

- ¿Necesitas que El Perro venga a explicártelo? A. Cuatro. Patas -gruñe, y Jaime gruñe también pero obedece, sintiendo el calor concentrarse en su cara por la vergüenza y esa otra cosa, esa que le tiene la polla goteando contra las sábanas y el culo palpitando.

Jaime esconde la cabeza entre los brazos y levanta el culo, pero Cersei le entierra los dedos entre los mechones del pelo y tira hacia atrás, descubriendo su cuello. Le lame la oreja y susurra,

- No, no te escondas. Quiero ver qué cara pones mientras te follo.

Jaime gime y cierra los ojos, mordiéndose los labios para no decir lo que tiene en la punta de la lengua. La vela vibra y dibuja sombras profundas en las esquinas de la habitación, en los valles del cuerpo de Cersei, en los lugares mejor escondidos de Jaime. Pero Cersei no necesita luz para saber lo que está haciendo, y sus dedos follan a Jaime a un ritmo frenético, y luego desesperadamente lento, y luego se curvan en todas direcciones, y luego salen sin avisar. Jaime solloza un poco porque nunca se había sentido tan al borde del orgasmo, ni siquiera aquella vez que Cersei le ató un trozo de tela alrededor de la polla y le masturbó durante horas, y le da igual lo patético que sea porque necesita correrse.

Cuando siente que no puede más, que tarde o temprano se va a poner a suplicar todo lo que no ha suplicado en su puta vida, siente algo frío y enorme presionar contra su culo. El contacto metálico hace que aspire todo el aire de la habitación de golpe, y cuando empieza a avanzar, inexorable dentro de su cuerpo, Jaime se marea.

- Ahhh, joder. Joder. Qué. Ah. ¡Ah!

- Shhh, ya casi está toda -dice Cersei, besándole las mejillas y apartándole los mechones húmedos de la frente.

Su hermana se inclina sobre su cuerpo, sus tetas presionándose contra su espalda y su pelo cayendo como una cortina a ambos lados de su espalda, y Jaime se siente tan lleno que siente que va a partirse en dos. Cersei espera un poco (demasiado poco) antes empezar a mover la polla de oro dentro de su culo en pequeños movimientos circulares, presionando partes desconocidas que hacen que Jaime jadee y que se tenga que agarrar la polla con fuerza. Cersei la aparta con un manotazo.

- Nada de eso -dice, su voz ronca, y entonces empieza a penetrarle con ganas.

El oro se ha calentado hace tiempo por el contacto con su piel, y ahora es una masa caliente e imposiblemente dura que le penetra al ritmo diabólico que marca su hermana, mientras ella no deja de susurrar frases inconexas en su oído que Jaime entiende sólo a medias (Jaime y follarte… siempre he… y he hecho esta polla para ti, para… follarme cuando… para… es como la tuya… exactamente… igual) y Jaime no aguanta más, así que empieza a mover el culo hacia atrás para sentir la polla de oro más adentro, hacia adelante para frotar su polla contra las sábanas, y sólo necesita un par de embestidas más y se está corriendocorriendocorriendo, en un orgasmo tan violento que le tiene la cabeza dando vueltas durante minutos enteros.

En medio de su estupidez inducida por el orgasmo es vagamente consciente de que Cersei limpia la polla de oro contra las sábanas en movimientos esquemáticos, y que se la mete en el coño una, dos, tres veces antes de gemir y dejarse caer a su lado en la cama, sus mechones casi marrones pegados sobre la curva de su cuello.

Jaime suspira y toca uno de esos mechones, enredándolo alderedor de su dedo índice. Cuenta hasta ochenta y carraspea.

- Así que. Una polla de oro.

Cersei sonríe, y es casi como la Cersei que recuerda de la infancia- antres de Robert y antes de Aerys y antes de todo, en general.

- Con algo tengo que entretenerme cuando tú no estás aquí.

Jaime tiene ganas de decir que él siempre está aquí, o quizás que sabe que Cersei tiene entretenimientos de sobra, pero en lugar de eso dice,

- Ya, pero de oro -sonríe y Cersei se levanta de la cama, su mechón desenrollándose de su índice. Jaime se apoya contra las almohadas mientras mira a su hermana envolverse en una bata esmeralda -. ¿Quién coño fabrica esas cosas?

- Oh, te sorprenderías de las cosas que los joyeros están dispuestos a hacer por la reina.

Y Jaime tiene ganas de decir que no, que en realidad no le sorprende, que no sabe de otras reinas pero que por esta, joder, por ésta él estaría dispuesto a ir a cualquier guerra, matar a cualquier rey, conquistar cualquier fortaleza todas las veces que hiciese falta- pero en lugar de eso le lanza un beso y Cersei sale de la habitación, la tela de su bata ondeando como el mar alrededor de sus tobillos.

Título: El antiguo arte de caer
Rating: (menos) NC-17
Wordcount:  ~2500
Pairing: Ned/Robert
Summary: Escrito para el prompt Ned/Robert en sus años en Nido de Águilas. Ni siquiera voy a hacerme la sorprendida porque ALGUNAS supiéseis que esto era mío. ESTA SOY YO, ACEPTANDO LA EVIDENCIA. Y, ah, tienen trece años.


Corren por las calles sin dirección fija, sus botas salpicando agua en todas direcciones cuando pisan un charco, y sólo se atreven a parar cuando dejan la pelea muy a sus espaldas, los gritos y los golpes disolviéndose contra las fachadas escalonadas del pueblo. A Ned le arden los pulmones por la carrera y Robert se sujeta las rodillas con ambas manos, como si estuviese a punto de desplomarse sobre el suelo de piedra.

Es de noche, pero la luna brilla con tanta fuerza en la plaza del septo que parece casi mediodía- aunque la ilusión sería más creíble si hubiese un solo alma a su alrededor, a parte del gato que lame la humedad del suelo con cautela. Ned apoya la espalda contra el templo, intentando calmar los latidos de su corazón.

- ¿Crees que nos encontrarán aquí? -susurra una vez que siente la voz un poco más estable, el pecho un poco menos frágil.

Robert frunce el ceño y Ned piensa, firmemente y por décimoquinta vez esa noche, que todo esto ha sido una mala idea.

- ¿Qué dices? Pues claro que es una buena idea. Es una idea brillante -le dijo Robert esa tarde, agitando una mano desinteresada en su cara y mirando las Puertas de la Luna con ojos calculadores. Luego le miró a él, frotándose la pelusa que le ha crecido en la línea de la mandíbula (por la cual siente un orgullo desproporcionado), y sonrió, - ¡Vive un poco, Ned! Ya tendrás tiempo de quedarte quieto hasta que se te congelen las pelotas cuando vuelvas a ese reino norteño tuyo.

Y no es que Ned suela ceder a las provocaciones de Robert. Los Dioses saben que si fuese así ya se habría despeñado unas cincuenta veces, diez por cada año que llevan en Nido de Águilas. Pero algo ha cambiado en su amigo, algo que hace que Ned sienta el impulso de demostrar que no se está quedando atrás.

Aunque no tiene demasiado claro a quién de los dos intenta demostrárselo.

- Pues claro que no nos van a encontrar. Esos cabrones estaban tan borrachos que ahora mismo no podrían encontrarse ni el agujero del culo -dice Robert, sacándole de sus pensamientos.

Y dice eso pero aun así tira de la manga de su jubón, golpeando con la otra mano la puerta del septo. La madera cede bajo sus dedos, las bisagras chirriando como si no se hubiesen abierto en años, y el olor a incienso les golpea la cara como el frío en invierno.

Ned todavía no se ha acostumbrado a los septos. La estructura es extraña, opresiva y curvada hacia adentro, y no puede sacudirse la sensación de estar entrando en una boca gigante. Los Siete les miran silenciosamente desde las siete esquinas del templo, sus rasgos casi invisibles por el paso del tiempo y la mala iluminación, y Ned les devuelve la mirada.

Robert da un par de pasos en el interior, apoyándose contra los bancos de madera, y gruñe un Mierdajoder antes de dejarse caer pesadamente sobre uno de ellos, una mano sujetándose el muslo con fuerza.

- ¿Qué… -empieza a preguntar Ned, pero entonces Robert levanta la mano y ve que está cubierta de sangre- Robert.

Ned se sienta a su lado rápidamente, separándole la mano de la pierna y estudiando la herida con ojos nerviosos, flexionando los dedos rítmicamente para que no se note que le están temblando. Aparta la tela rasgada del pantalón con cuidado, limpiando la sangre con el puño de su camisa y suspira aliviado cuando ve que el corte no es demasiado profundo.

- El viejo Jon nos va a matar -dice Robert, sonriendo una sonrisa que parece un poco líquida sobre sus labios. Piensa durante un segundo y añade, dramáticamente, - Si no me desangro yo antes, claro.

- No te preocupes, -contesta, cogiendo la parte inferior de su camisa y rasgándola en una tira larga e irregular. En la oscuridad parece que la sangre de Robert sea casi negra - Si te mueres me inventaré alguna historia heroica.

- Oye, ¿estás insinuando que las peleas de bar no son heroicas? Porque - Robert sisea un poco cuando Ned aprieta la venda improvisada sobre su herida, la sangre tiñendo la superficie blanca, - porque te recuerdo que te he salvado el culo hace un momento.

- Y mi culo te lo agradece -dice Ned, aunque los dos saben que fue culpa de Robert que hubiese una pelea en primer lugar- Pero me inventaré algo más propio de Robert Baratheon. Quizás añada una damisela en apuros. O un jabalí.

Robert se ríe y deja caer la cabeza sobre su hombro, su aliento impactando en volutas húmedas contra la piel de su cuello mientras termina de atarle la tela alrededor de su pierna.

- Un jabalí es bastante heroico.

El pelo de Robert le hace cosquillas en el hueco de su cuello, y huele a una mezcla de sudor y de vino especiado que debería ser desagradable pero no lo es. Ned casi no ha bebido nada, sus tragos cortos y cautelosos (pareces un pajarito, Stark, ¡hazme el favor de beber bien!), y ahora lo agradece infinitamente porque siente que se le sube todo a la cabeza, todo de golpe.

Ned estira las manos sobre las rodillas, tocando con dedos inquietos la tela que todavía está húmeda con la sangre de Robert, y mira al Padre frente a él, la vela a sus pies dibujando sombras invertidas sobre la pared.

- Robert-

- La he dejado embarazada -dice Robert bruscamente en un susurro que Ned no está seguro de que vaya dirigido a sus oídos, y su voz rebota dentro de las curvas oscuras del septo hasta desaparecer. Ned traga saliva.

- ¿A quién?

- A Mayrie. Dice que el niño es mío.

Ned piensa en Mayrie, sus rizos castaños cayendo sobre los hombros como una invitación, su cuerpo mostrando las curvas de una mujer bajo la ropa aunque sólo tiene dos años más que ellos.

- ¿Y qué vas a hac-

Robert frunce el ceño y se aparta de él como si quemase.

- ¡Los Otros te lleven, nada! - Aprieta la mandíbula- No voy a hacer nada. Si esa puta es tan estúpida como para quedarse embarazada no es culpa mía.

Ned suspira, estudiando las sombras caer sobre los rasgos de Robert.

Robert ha crecido mucho en los últimos meses. Ha pasado de ser un crío con brazos como ramas a ser un hombre, los hombros abultando por debajo de la camisa, la sombra de barba apareciendo en una cara que ha dejado atrás las curvas suaves de la infancia. Ahora Robert sonríe a todas las chicas como si supiese algún secreto. Se pasea con el pecho hinchado, la mandíbula apretada siempre buscando pelea, y ha desarrollado la molesta costumbre de decirle a Ned que se comporte como un hombre, que cojas la espada como un hombre, que bebas como un hombre, incluso que te agarres la polla para mear como un hombre, Ned. Robert es un hombre de maneras que Ned todavía no, de maneras que cree que nunca llegará a ser, y aun así ahora Ned le mira, los hombros tensos y el pelo revuelto, y sólo ve a un niño.

- No deberíamos haber salido -dice Robert repentinamente, girándose sobre el banco para volver a esconder la cabeza contra el cuello de Ned, el alcohol exagerando su necesidad de contacto y haciendo que mida mal las distancias. Ned puede sentir sus labios moverse contra su cuello cuando habla, - Debería hacerte caso más a menudo.

Ned suelta una risa floja por la nariz, el estómago anudándose en un millón de nudos diminutos.

- Deberías.

Robert posa una mano sobre su estómago, los dedos moviéndose lentos y deliberados, como si intentase desatar todos esos nudos. Ned contiene la respiración, no sabiendo muy bien qué hacer.

- Sabes, siempre me he preguntado si es verdad lo que dicen de los hombres del norte -susurra, un dedo girando alrededor de la circunferencia de su ombligo.

- Y qué es lo que dicen -susurra a su vez Ned, sintiendo la voz áspera, su lengua moviéndose como el papel contra su paladar.

- Que tienen un carámbano entre las piernas, y que las mujeres se quedan con la lengua pegada cuando lo chupan -murmura con una sonrisa, y Ned sabe que se está riendo de él, que todo esto es una broma elaborada, pero no encuentra las fuerzas para apartar la mano de su estómago, que ha encontrado piel bajo las capas de tela.

Robert tiene callos en las manos, las yemas y las palmas endurecidas por el entrenamiento. Ned sabe que si mirase la piel de sus manos podría dibujar la forma de una empuñadura entre las líneas, o incluso la circunferencia de la maza que ha empezado a utilizar, casi como si fuese un tatuaje. Pero cuando Robert toca la piel bajo su ombligo, trazando unas cicatrices que él mismo ha puesto ahí, Ned siente como si fuesen las manos más delicadas de los Siete Reinos.

- ¿Tienes un carámbano entre las piernas, Ned? -pregunta Robert, tirando de los cordones de sus pantalones con dedos lentos por el alcohol.

- Robert -gruñe Ned, intentando sonar firme y sonando sólo diminuto.

- Eddard - Robert le hace burla, le deshace los pantalones, le palpa una erección que Ned no sabía que estuviese ahí, - Mmmh. Parece que no estás hecho de hielo, después de todo.

Ned aprieta los dientes, todos los músculos de su cuerpo en tensión, y no puede evitar el gemido que se le escapa cuando Robert roza la cabeza de su polla con dedos tentativos. Sabe que Robert sólo está haciendo esto para probar algo (que sabe más, quizás; que puede hacerlo, probablemente), pero cuando le agarra la polla con toda la mano y susurra que está tan caliente, Ned bajo su oreja, Ned siente que el verano explota en el centro de su pecho y no podría importarle menos el por qué.

Robert curva un brazo alrededor de sus hombros, pegándose a su cuerpo de tal manera que Ned puede sentir el calor de su erección contra su pierna, sus dedos bajando y subiendo por su polla y esparciendo la humedad con movimientos lentos y precisos. Robert hace un movimiento brusco de muñeca, un giro criminal, y Ned deja escapar un suspiro tembloroso.

- Házmelo a mí, Ned -susurra, embistiendo contra su pierna sin dejar de tocarle-. Haz-házmelo a mí.

Ned le busca a ciegas, encontrando el bulto entre sus piernas y apretándolo cuando Robert jadea, sus dientes arañándole la piel de la mandíbula. Robert acelera el ritmo de su mano, el arriba y abajo frenético subiéndosele a la cabeza, y cuando Ned le rodea la polla Robert empieza a embestir contra su mano como si se fuese a acabar el mundo.

Ned deja caer la cabeza contra el brazo de Robert, la boca abierta en un gemido mudo, y Robert desliza la mano desde su hombro hasta el lateral de su cabeza para hacer que se gire. Antes de que Ned pueda pensarlo tiene la lengua de Robert muy dentro de la boca, caliente y húmeda y con un deje de alcohol en su superficie. Ned gime y Robert le besa con más fuerza, utilizando los dientes y la lengua y la boca entera, y no sólo los labios como las chicas. Robert gruñe y embiste más rápido contra su mano, sus testículos golpeándole los dedos con cada vavivén, y le muerde los labios como si intentase hacerle sangre. Ned se pregunta si besar a un hombre siempre será así, violento y sin gracia e imposiblemente caliente, más una pelea que un beso, pero cuando Robert le aprieta la base de la polla con un par de dedos Ned decide que tiene poco que ver con que Robert sea un hombre y bastante con que Robert sea Robert.

- Voy a correrme, Ned. Joder, voy a- voy a correrme - Ned siente más que oye las palabras, los labios de Robert dejándolas caer dentro de su boca. Y el pensamiento de Robert corriéndose contra su mano precipita su propio orgasmo, que empieza en la base del estómago donde aun siente la sombra de las yemas de Robert acariciarle la piel y acaba en la punta de su erección, explotando con tanta fuerza que el interior de sus párpados se vuelve blanco durante unos segundos.

Cuando Ned abre los ojos todavía se siente el eco de sus gemidos en las paredes del septo, como si sus voces se hubiesen quedado atrapadas tras las estatuas de los Siete, junto a las plegarias de los creyentes. Ned siente una humedad incómoda entre las piernas y otra pegajosa en los dedos, y Robert se desliza de su mano para ponerse en pie, estirándose con un gruñido y un bostezo exagerado. Ned le mira sin decir nada.

- Joder, Ned, qué bien me vendrías si tuvieses un buen par de tetas -dice, metiéndose la polla flácida en los pantalones y mirándole con una sonrisa amplia que Ned no se siente con fuerzas de devolver.

- Hm - Ned siente la cabeza vibrando, las extremidades torpes y la lengua pesada, y aunque lo intenta no puede evitar mirar a Robert, buscando indicios de que a él le pasa lo mismo.

Robert hace una mueca.

- Coño, Stark, ¿nunca te ha dicho nadie que no tienes sentido del humor?

- Tú. Varias veces -contesta Ned, la voz demasiado pequeña para su gusto.

Robert camina por el septo con paso relajado y estudia las estatuas de los Siete, una a una hasta que llega a la Madre. Limpia su mano cubierta de semen sobre el mantel extendido a sus pies de piedra, el ángulo de su mandíbula alzado como un desafío, y Ned se pregunta qué verá Robert cuando mira los ojos muertos de sus dioses.

Robert asiente para sí y le sonríe, brillante en la oscuridad del templo.

- ¿Y cuánto crees que nos costaría comprarte uno? ¿Una puta, dos? ¿una buena jarra de hidromiel? - Robert camina hasta la salida, apartándose el pelo de la cara y hablándole por encima del hombro, - ¿Crees que ya se habrán olvidado de nosotros en la taberna?

Ned mira la pesada puerta de madera cerrarse a sus espaldas, se mira la mano manchada, sus pantalones arrugados alrededor de sus caderas y siente que tanta cautela no ha servido para nada. Porque puede que haya aguantado cinco años, manteniendo los pies en tierra firme y esquivando el filo de las provocaciones de Robert, pero ahora mismo se siente cayendo hacia el suelo y sin red, desde la más alta torre de Nido de Águilas, el estómago y el corazón juntándosele en el borde de la garganta.

P.D. Este fandom, de verdad, me da pavor & encima me siento muy torpe escribiéndolo. Sorry? 'bout that?

not my ship but i'll sail in it, this is so embarrasing, en asoiaf se shippea todo, what time is it? it's fic time!

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