Pues le he dado mil vueltas a este capítulo, porque he intentado hacer la escenita final de forma elegante y creo que no lo he conseguido.
En fin, espero que os guste (Y perdonad que no haya publicado antes, esta semana ha sido la muerte)
6.
-Es la cuarta vez que tu abuelo se me queda mirando y se ríe. ¿Le has dicho algo?- le susurró Steve a Danny mientras cepillaban a los caballos al día siguiente. El ex policía soltó una suave carcajada.
-No, pero es un Williams. No le hace falta que le cuenten las cosas, se entera él solito de todo. Si te sirve de consuelo, a mí también me lo hace. Y Grace no deja de preguntar por qué Danno sonríe tanto hoy.
La tonta sonrisa que Steve ponía siempre que se trataba algún tema referido a Grace hizo que Danny sacudiese la cabeza.
-¿En serio eres un SEAL? Mírate, eres como un coulant de chocolate, todo blandito por dentro.
El marine agachó la cabeza para ocultar lo feliz que le hacía escuchar al rubio hablar así de él. Eso demostraba que lo veía como realmente era, y hacía mucho tiempo que Steve no se mostraba así con nadie. Demasiados enemigos y demasiadas traiciones en su vida le hacían esconderse tras una máscara de fiereza impasible.
Si alguien le preguntaba, hubiese jurado que nunca había sido tan feliz como en esas últimas semanas. Realmente se estaba planteando seriamente cambiar su estado en la marina, abandonar la reserva y retirarse como era debido.
Semejante decisión no podía tomarse a la ligera, y hacía unos años le habría escandalizado que tal pensamiento hubiese acudido a su cabeza, ya que toda su vida había querido ser marine como su abuelo, se había esforzado mucho para ser de los mejores y había pasado las duras pruebas requeridas para ser un SEAL. Sin embargo, las cosas habían cambiado hacía tiempo, había perdido la ilusión y por eso había pasado a la reserva. Necesitaba tiempo para pensar y recuperar la ilusión que había perdido.
Ahora sentía que lo que realmente había querido siempre en su vida, lo que de verdad le había faltado todo este tiempo, era Danny.
Ahora mismo su felicidad estaba con Danny, Grace, Bob y los caballos. Y maldita sea si esa afirmación le hacía sonar como la protagonista de una novela romántica.
Esa noche decidieron dar un paseo por las inmediaciones del club, habían cenado en casa y Danny no quería estar otra noche fuera dejando a Bob al cuidado de su pequeña, ya que el hombre, pese a ser bastante vital, no dejaba de ser un anciano y Grace a veces tenía noches muy difíciles. El marine estuvo de acuerdo y le acompañó a casa una vez finalizada la cita. En la puerta, le besó con ternura y consiguió contenerse para no ir más allá.
También le ayudó que alguien carraspease a sus espaldas. Aún no se había separado cuando notó que Danny se ponía tenso, en su rostro había una dura mirada.
-¿Qué haces tú aquí?
Steve se giró para encontrarse a Graham e, instintivamente, se puso firme, mostrándose lo más amenazador posible.
-¿Qué haces con el soldadito? ¿No te das cuenta de que con quien tienes que estar es conmigo?
-¿Perdona?- dijo Danny inclinando la cabeza y sin saber si enfadarse por la actitud de Graham o con los gestos de “soy un SEAL que puede matarte con el dedo meñique” que estaba manifestando Steve.
-¿Qué te va a aportar él?
-No sé, ¿qué me aportabas tú?
-Estabilidad, un hogar…
-¿Cuando no estás en casa de alguna clienta del “Last Swig”, dices?
-Eso no volverá a ocurrir, Dan
-No, claro que no, al menos no conmigo.
-Danny…
-Ya lo has oído- intervino Steve
El joven Williams puso los ojos en blanco.
-Tú te callas- dijo Graham
-¿Y quién eres tú para mandarme callar?
-La persona que puede hacer la vida de Dan un infierno. Puedo hacer que cierren esto y, ¿qué pasará entonces? Que no tendrá donde caerse muerto y, entonces, le quitarán a Grace.
Steve apretó los puños mientras Danny se ponía rojo de ira.
-Graham…
-Sabes que puedo hacerlo. Es más, sabes que lo haré. Y lo haré mañana mismo si este marinero no se larga de aquí. ¿Acaso olvidas quién es mi padre?
Steve lo sabía, era el juez y se presentaba a alcalde del pueblo ese mismo año.
-No pretendía causarte problemas- dijo al rubio antes de marcharse cabizbajo de ahí.
Danny frunció el ceño y dirigió una mirada a Graham que el hombre conocía y temía.
-¿En serio? ¿Acabas de amenazarme con ir a tu papá para que arruine mi vida? ¿Qué tienes ahora, cinco años? ¿Acaso piensas que me vas a asustar con eso? ¿A mí? Para empezar, la jueza de familia es la mamá de la mejor amiguita de Grace, así que estoy convencido de que no tiene ninguna duda acerca de mis cualidades como padre y segundo: tu padre está tan harto de tus tonterías como yo, así que más te vale irte y no volver a amenazarme si sabes lo que te conviene- el rubio dijo todo esto sin respirar y acentuando cada palabra golpeando el pecho de su ex marido con el dedo. Graham le miraba abrumado- Ahora lárgate de mi vida.
Graham asintió y se dirigió a su coche sin articular palabra mientras Danny avisaba a Bob de que tardaría en volver y se dirigía con paso airado a la cabaña de Steve.
Éste se encontraba en su habitación, sentado en su escritorio y observando la foto que había encontrado hacía años.
En ningún momento pensó que la búsqueda de la persona que se había convertido en su ángel de la guarda iba a terminar de esa forma; con él enamorado hasta la médula y arruinando la vida de la familia que había llegado a considerar como suya.
Oyó abrirse la puerta y ocultó la foto bajo un par de libros justo antes de que Danny apareciese en la habitación hecho una furia.
-¿Qué demonios ha pasado? ¿En qué momento creíste que irte de esa forma valía para algo? ¿Piensas que me dejo amedrentar por alguien como Graham? ¿De verdad piensas que me importa lo que pueda hacer? Puedo defenderme, fui policía, joder. Trabajé con él y estuve casado con él aunque sigo sin entender por qué. Pero creía que eras de los que no se retiraban con el rabo entre las piernas cuando algo va mal- Danny estaba en plena argumentación y todo aquel que le conocía sabía que en esos momentos era mejor dejarle explotar a gusto. Así que Steve siguió escuchando mientras intentaba disimular la sonrisa que luchaba por asomarse a su cara. El hecho de que Daniel estuviese allí, gritándole, significaba que le daba tanta importancia como él a aquello que acababan de comenzar. Y, desde luego, si él iba a luchar, Steve no iba a ser menos. Por eso, cuando Danny terminó diciendo “¿Estás escuchando al menos algo de lo que te estoy diciendo, Steven?”, el marine simplemente se incorporó y lo besó con toda la pasión que había acumulado en aquellos días. Esta vez, el rubio solo emitió un gemido y se dejó llevar, fundiéndose ambos en un mar de besos y susurros.
Steve se tomó su tiempo en desvestir al objeto de su deseo. Había anhelado aquello desde hacía demasiado tiempo como para apresurarse ahora.
Uno por uno fue desabrochando los botones de la camisa del rubio mientras éste intentaba quitarle la camiseta. Se apartó para que Danny pudiese hacerlo y poder concentrarse en su tarea, ahora más difícil porque su compañero se centraba ahora en desabrocharle el pantalón.
-Dios, Danny, espera. Déjame verte.- le susurró. El rubio suspiró, dejó caer los brazos y se dejó hacer.
Steve acarició el ahora desnudo torso de Danny con una expresión maravillada ante la que el otro no pudo evitar soltar un bufido, porque, a ver, quien tenía un torso magnífico era el marine, y lo sabía porque había estado recorriéndolo con su lengua en su imaginación desde hacía varias semanas… estúpida manía del marine de quitarse la camiseta a la primera de turno…
Mientras Danny divagaba con eso, Steve continuaba acariciándolo y enviando pequeñas descargas eléctricas por todo su cuerpo. Besó su cuello, justo debajo de la oreja y ¿en qué momento había adivinado el marine que al besarlo ahí le volvía las piernas de gelatina? O hacía algo, o tenía que sentarse, porque de lo contrario acabarían cediendo y caería al suelo. Por su parte, Steve no sabía qué hacer con las manos, si desabrocharle el pantalón, si acariciarle los brazos y el pecho o simplemente sujetarle la cara para profundizar más en los besos.
-Steve… Steve. Vas a matarme así- sonrió Danny pasando sus manos por el cuello del marine y bajándolas lentamente para recorrer su cuerpo. Se detuvo en la cintura y terminó de desabrocharle el pantalón, que cayó por su propio peso. El rubio se mordió el labio con deseo al apreciar el bulto que el marine tenía bajo el bóxer. Éste, decidió que había una parte del rubio que deseaba desde hacía tiempo y que tenía que tocar ya, con lo que le arrancó el pantalón y la ropa interior. Se sentó en la cama, detrás de Danny y comenzó a venerar su trasero. El ex policía soltó una carcajada.
-¿Se puede saber qué haces?- dijo girando el cuello para encararlo.
-Dios, Danny. Tu culo… es una obra de arte. No sabes cuántas veces me he quedado mirándolo…
Ahora por fin el rubio comprendió por qué algunas de sus alumnas tenían esa expresión entre asombrada y divertirá cada vez que subía o bajaba del caballo y el marine estaba tras él. Iba a decir algo cuando sintió la boda de Steve darle un ligero mordisquito en una de sus nalgas. Dio un respingo y le miró, interrogante.
-No he podido evitarlo. ¿Te he hecho daño?
La verdad era que no, más bien le había hecho unas cosquillas la mar de placenteras, pero algo le decía a Danny que si lo comentaba, Steve lo iba a utilizar en su contra. Daba igual, el marine había vuelto a la carga y seguía a lo suyo hasta que el rubio se cansó de no hacer nada mientras el SEAL le ponía a cien con aquella dedicación a su trasero. Se giró y se quedó con la mirada fija en el moreno y una media sonrisa en los labios.
-¿Qué haces con eso puesto aún, eh?- quiso saber señalando la ropa interior del marine, ligeramente humedecida por la excitación.
Steve se pasó una mano por su negro cabello y se recostó hacia atróas, apoyándose en sus antebrazos y levantando una ceja.
-No sé, no se va a quitar sola.
El rubio asintió con una expresión traviesa, se acercó al marine y le besó con fiereza, luego, bajó para situar sus labios sobre su entrepierna y notó como se le cortaba la respiración al moreno. Le besó el bulto de su erección y luego aferró la goma del bóxer con sus dientes para ir tirando lentamente mientras Steve sentía miles de pequeñas corrientes eléctricas agruparse en su vientre.
-Jesús, Danny- jadeó arqueándose para facilitarle la tarea. Cuando su ropa interior se encontraba bajo sus rodillas, Danny la soltó, dejando que la gravedad terminase la tarea. Steve movió sus pies para liberarse de ellos y se quedó mirando lo que tenía frente a él.
Danny estaba arrodillado ante sus piernas y sus azules ojos se habían vuelto casi negros por el deseo. Supuso que su expresión debía ser similar e iba a urgir al rubio a que se tumbase junto a él en la cama cuando éste le separó las piernas y se ubicó entre ellas, dedicando toda su atención a la erección del marine, acariciándola, besándola y, en general, volviéndolo completamente loco a base de manos, boca y lengua.
-Ven aquí, ven aquí- suspiró cuando sintió que no aguantaría mucho más si Danny seguía así. Tiró de él hasta que lo tuvo completamente encima y, con un rápido movimiento, invirtió sus posiciones.
Comenzó a moverse, buscando la justa postura, la fricción necesaria para lograr el placer de ambos. Danny echó la cabeza hacia atrás y emitió un gemido que hizo que el SEAL se moviese de forma más errática, aprovechando la humedad que la boca del ex policía había dejado en su miembro para recorrer ambos sexos con su mano, arriba y abajo, con lentitud pero con insistencia.
-Tenía tantas ganas de esto…- decía en su oído-. No creo que vaya a durar mucho más.
Por toda respuesta, Danny solo se movió haciendo que el contacto fuese mayor. El ritmo aumentó y, cuando se quiso dar cuenta, el calor del orgasmo del marine le ayudó a lograr el suyo, haciéndole gemir como hacía tiempo que no lo había hecho. Steve cayó a su lado tratando de recuperar el aliento y al poco se incorporó a por una toalla húmeda para limpiarlo con toda la suavidad del mundo. Danny se dejó mimar y arrastrar bajo las sábanas posteriormente. Cuando Steve lo abrazó con fuerza, no pudo evitar preguntar con una sonrisa afectuosa mientras se apretaba contra su pecho.
-¿A qué has venido aquí, eh?
-A encontrarte- sentenció éste.