Lo que mal empieza 7

Oct 16, 2011 17:07

Bueno, alea1santome, no desesperes, los niños se van a ir ya. Espero que te guste el capítulo.
Gracias por los comentarios, procuraré tardar menos en poner el siguiente capítulo... que posiblemente sea el último. El próximo fic será más intrigante (lo sé porque ya está casi terminado)

Como Danny había imaginado, a Kono le entusiasmó la foto que había sacado de Steve y los niños.
-¡Oh! ¡Qué imagen tan tierna!- dijo sin poder evitar transferirla a la mesa para que se viese en todas las pantallas mientras comían en el cuartel general.
-¿Para qué se la enseñas?- protestó el SEAL algo avergonzado-, es más, Danny. ¿Por qué la has sacado?
-No lo pude evitar, estabas tan adorable…- contestó el detective sin ser muy consciente de lo que había dicho.
Chin se atragantó con la bebida.
Lori sintió un interés repentino por un trozo de lechuga de su sandwich.
Kono sonreía triunfal.
Steve le miraba con los ojos muy abiertos, pero después no fue capaz de contener una sonrisa feliz.
-¿Crees que estaba adorable?-  preguntó sin saber por qué.

-La escena, la escena era adorable, toda ella, en conjunto…- se apresuró a rectificar el nativo de Jersey notando como su rostro enrojecía todavía más… si tan solo Kono dejase de mirarlo de esa forma…
Después de la comida, y en vista de que la tarde no parecía presentar ningún caso, cada miembro de la unidad se retiró a su oficina, bien para acabar el papeleo o bien para buscar algo que investigar en los archivos.
Danny supo que algo iba mal en el momento en que vio al capitán asomarse a su puerta tras recibir una llamada telefónica. Tenía en su cara la expresión nº 15, que se podía interpretar aproximadamente como “alguien acaba de atropellar a mi cachorrito”.
-¿Qué ha ocurrido?- dijo apartando la vista de la pantalla del ordenador y absteniéndose de mencionar el extraño caso sobrenatural que hacía que los informes que tenía que cubrir aumentasen de tamaño cada vez que salía de su oficina y que dichos informes se parecían sospechosamente a los que, supuestamente, debería estar rellenando cierto SEAL que está por aquí.
-Ha llamado la madre de los niños. Mañana volverán a por ellos
El detective se mordió el labio inferior. Apoyó las manos sobre la mesa y empujó la silla hacia atrás para incorporarse.
-¿Creías que se iban a quedar para siempre? Ya sabías que iban a volver a por ellos, ¿verdad?- dijo acercándose a su amigo y cogiéndolo suavemente por el antebrazo para dirigirlo a una de las sillas.
-¡Claro que lo sabía!, pero pensé que tardarían algo más.
-Bueno, te diré lo que vamos a hacer- continuó el policía, quien acariciaba distraídamente el brazo del Marine en lo que era un gesto reconfortante.- Mañana te tomarás el día libre y lo pasarás con ellos.
-¿Y la unidad?
El rubio guiñó un ojo.
-Yo te cubro, ¿recuerdas?
Un Steve algo más animado volvió a su oficina a continuar con su trabajo… aunque el detective aún no tenía muy claro cuál era, teniendo en cuenta que todos los papeles del Capitán parecían estar sobre su mesa. Al cabo de un rato, el moreno volvió a asomarse a su puerta.
-He pensado que hoy podemos salir pronto y llevar a los niños a cenar por ahí.
-Buena idea.
-A lo mejor a Rachel no le importa que venga Grace también.
-La llamaré ahora.- Danny cogió su móvil y vio que el alto seguía allí- ¿Necesitas algo más?
-Esto… no… me voy a trabajar.
El rubio soltó un gruñido, trabajar… Después frunció el ceño, su amigo últimamente actuaba de forma muy extraña… incluso para ser él.
La tercera vez que oyó abrirse su puerta, ni se molestó en levantarse de debajo de la mesa, donde estaba buscando el bolígrafo que acababa de caerse y parecía haber desaparecido por  arte de magia.
-¿Qué ha pasado ahora?
-Disculpa… creí que habías salido…- comenzó a decir Lori- El rubio se incorporó tan de golpe que su cabeza chocó con la mesa-. ¿Estás bien?
-Sí, perdona, creí que eras…- dijo el hombre tocándose la cabeza.
-No te preocupes. Kono me dijo que te diera esto- dijo tendiéndole un montón de carpetas.
Danny buscó a la joven con la mirada, que puso cara de “¿Me estás mirando a mí?”, y vocalizó lentamente la palabra “Traidora”. Las carpetas eran de Steve, ¿de quién si no? Éste seguramente se las había dado a Kono para que se las pusiese al rubio en la mesa, como había estado haciendo todo el día y ella se valía ahora de la recién llegada, que no sabía aún del todo cómo iban las cosas en esa oficina de locos, y, de paso, había añadido unos cuantos de sus propios papeles al envío. Dirigió una compasiva mirada a la mujer que estaba en su oficina, mirada que ésta no comprendió en el momento, pero que tal vez sí recordaría en el futuro.
-¡Si algún día desaparezco, buscadme aquí, estaré muerto y enterrado bajo vuestros informes!- gritó dramáticamente.
Steve y Kono se miraron como si no tuviesen ni idea de a qué se estaba refiriendo su compañero al tiempo que Chin soltaba una suave carcajada. Lori se marchó a su despacho pensando que había acabado en una unidad que, posiblemente, sí necesitase una niñera. ___________________________________________________________________________________________________________

Decidieron cenar en un restaurante cercano a la casa de Steve, para no llevar los coches, que no estaban acondicionados para llevar a tres niños en su interior. Los pequeños les contaban entusiasmados todo lo que habían hecho durante el día y, por lo visto, se lo habían pasado estupendamente. Grace, por su parte, habló del colegio.
-Tommy dice que el nuevo gobernador tiene bien atado al 5.0- informó la niña.
-¿Otra vez Tommy?- se quejó Danny poniendo los ojos en blanco-. ¿No podía tirarte de las coletas como han hecho los niños de todo el mundo?
Steve levantó una ceja, divertido.
Ninguno de los dos miembros de la unidad se atrevió a decir que, efectivamente, la intención  del gobernador era tenerlos bajo control, pero de ahí a que lo consiguiese…
-Danno, no sé por qué quieres que Tommy me tire de las coletas- dijo Grace clavando sus ojos marrones en los azules de su padre.
-No quiero, cariño, pero así era cómo los niños llamaban la atención de las niñas.
-Es una actitud muy infantil- aseguró la niña, muy seria. Steve supo que ni su entrenamiento cono SEAL le había preparado para aguantar la risa en situaciones como aquella.
-¡Muy infantil, dice!- Danny sonrió-. Eh, Superseal, puedes reírte, no querría limpiar tus restos después de que estalles.
La carcajada del Marine resonó por todo el comedor atrayendo las miradas del resto de clientes. Nuevamente susurros de “Qué familia tan encantadora”, “Qué pareja tan estupenda hacen” o “Es una pena que dos hombres tan atractivos sean gais” -este comentario había provocado que Steve y Danny se atragantasen la primera vez- se escuchasen entre la gente.
Después de la cena, Rachel recogió a Grace mientras los dos amigos cargaban con un somnoliento niño cada uno.
-Es más fácil que llevarlos de la mano- comentó Steve con Uluwehi en sus brazos.- Tengo la espalda destrozada de antes.
Danny dejó escapar una risita.
-Ser bajito, a veces, tiene algunas ventajas- No es que él no tuviese que agacharse para que los niños le alcanzasen la mano, pero, sin duda, menos que su amigo.
Antes de dormir, los pequeños se despidieron del detective, ya que su madre los recogería cuando éste aún se encontrase en el cuartel general.
-Vendremos a visitarte- informaba Uluwehi.
-No te enfadarás con nosotros, ¿verdad?- preguntó Aukukeko.
Danny puso cara de sorpresa.
-¿Y por qué iba a hacerlo?- Los niños se encogieron de hombros con la más sospechosa cara de inocencia de la historia y el rubio volvió a darles un abrazo-. No hagáis sufrir demasiado al tío Steve mañana, ¿vale?
-Te queremos, tío Danny- contestó Uluwehi dando a entender que no iban a prometer nada que no fuesen capaces de cumplir.
Steve subió con los pequeños para leerles el cuento mientras el policía de Jersey decidía que las arterias del SEAL seguramente podrían soportar un día más de comida real. Esa noche no hubo cervezas, después de que acabaron con sus tareas, los dos hombres se retiraron a dormir.
Steve acababa de salir del baño cuando oyó un suave gemido de disgusto proveniente de la habitación en donde dormía su compañero. Se asomó a la puerta.
-¿Ocurre algo?
Por toda respuesta, el rubio le señaló la cama. Ambos acababan de comprender por qué los hermanos no querían que el rubio se enfadase con ellos. Las sábanas estaban completamente embadurnadas de pintura y lo que parecía sospechosamente mantequilla de cacahuete.
-Sabía que, por mucho sueño que tuviese esta mañana, no había podido hacer la cama tan terriblemente mal- mascullaba el policía.
El Marine no sabía si reír o no, al fin Danny había sido víctima de las travesuras de los niños y, aunque debería estar molesto, ya que habían arruinado sus sábanas, la cara de su amigo era digna de verse.
-Iré al sofá.
Sólo en ese momento, el capitán fue plenamente consciente de que su compañero seguía hablando.
-El sofá…- meditó- La verdad es que nos va a llevar un buen rato quitar las cosas de los niños de encima y prepararla para que estés cómodo…
-¿Y dónde pretendes que duerma? ¿En el suelo? La verdad es que no me apetece coger el coche ahora para ir hasta mi casa.
-Bueno… si no te resulta incómodo…-Mcgarrett no sabía muy bien de dónde estaban saliendo esas palabras, pero el caso es que salían sin que él pudiese detenerlas- Mi cama es suficientemente grande para los dos…
Los ojos de Danny se abrieron tanto que parecía que se le iban a salir de sus órbitas.
-¿En tu cama? ¿Contigo?
-Esto… sí… bueno… no hay nada de malo en ello… ¿no?
Jamás había visto al marine comportarse de forma tan tímida, tal vez fue por eso que no se negó a la loca propuesta…Además, ya estaba claro que la mente del moreno no funcionaba igual que la del resto del mundo, así que no sabía de qué se sorprendía.
Bueno, a lo mejor lo que le sorprendía era que al estar en la cama con su amigo no se sentía incomodado en absoluto, sino más bien tenía la sensación de que era algo natural, que así era como debía ser… y eso sí era sorprendente y a la vez le causaba algo de miedo.
-Trata de no aprovecharte de mí, no soy tan fácil, cariño- dijo en broma, tratando de apartar los pensamientos extraños que acudían a su mente. Oyó a Steve sonreír desde el otro lado de la cama.
-Que descanses, Danno…

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