Título: Las alas de un esclavo.
Autor:
yukojudithzzSpoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR, mención de sexo en grupo
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary:La única pista que tienen sobre Sam son los combates clandestinos, Dean, Cas y Ruby asisten a uno intentando encontrar algo que les ayude.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Capítulo 04. Capítulo 05.
Estaba nervioso, no podía negarlo aunque quisiese, era evidente, estaba seguro de que el ángel y el demonio a los que acompañaba podían notarlo sin necesidad de mirarle, seguro que podían olerlo en el aire, porque a él mismo le parecía que a su alrededor todo olía a nerviosismo. Quizás no era él, quizás era el olor a cerrado de aquel abandonado almacén, olor a sueños rotos y juegos perdidos, como si los niños a los que aquellos juguetes debían pertenecer hubiesen sido obligados a quemar su propia infancia mientras los monstruos de sus pesadillas miraban como ardían.
Una mano en su hombro casi le hizo gritar pero contuvo aquel alarido preso en su garganta.
-Tranquilo.- dijo la voz monótona del ángel a su lado, su mano golpeando suavemente su hombro.- Estás demasiado alterado. No tendrías que haber venido.- Dean estuvo a punto de replicarle pero la voz del demonio intercedió por él.
-Deja al chico que se divierta un poco, estar un poco nervioso no es malo, la adrenalina te hace estar alerta.-
-No podemos llamar la atención Ruby.-
-No lo hemos hecho, de momento hemos entrado sin ningún problema.- Los tres caminaron en silencio por pasillos interminables llenos de enormes estanterías con cajas llenas de polvo. Dean se llevaba la mano al interior de su chaqueta de vez en cuando, rozando con sus dedos el cuchillo, asegurándose de que seguía ahí para cuando lo necesitase, si es que lo llegaba a necesitar. No entendía su propio nerviosismo, había hecho eso miles de veces, incluso una vez tuvieron que rescatar a su padre de un Wendigo salvaje con el que se cruzaron haría unos cinco años. Además ahora tenía a un ángel y a un demonio para cubrirle las espaldas, claro que la idea del demonio no le era muy grata, aún no entendía demasiado bien la relación de Castiel con aquellos seres.
Se pararon frente a una puerta metálica en la cual había una rendija a la altura de los ojos. Ruby llamó dos veces y la rendija se abrió dejando ver un par de ojos totalmente negros. Aquellos ojos les miraron con curiosidad unos instantes hasta que se pararon en la mujer entonces se abrieron ligeramente con sorpresa y una voz grave habló desde el otro lado de la puerta.
-¿Ruby?-
-¿Dorian? ¿Qué haces tú ahí?-
-Nuevo trabajo.- dijo la voz de forma amistosa.
-Ya veo, espero que te paguen mejor que en el último.-
-Bueno, la verdad es que no me puedo quejar.- Dean estaba poniéndose aún más nervioso por la conversación de los dos demonios.
-Traigo un cliente así que porqué no nos abres.- la rendija se cerró y se escuchó el sonido de un par de cerrojos, después la puerta se abrió dejando ver a un hombre de unos veinte años, alto y delgado, con el pelo de un color pajizo oscuro.- Gracias.- dijo la mujer mientras los tres entraban ante la mirada extrañamente amable del otro demonio. Una vez dentro volvió a cerrar la puerta de nuevo con los pestillos y se giró para hablar con Ruby.- ¿Cómo está el ambiente?- preguntó sin levantar demasiado la voz. Dean se estremeció un poco al ver la cantidad de gente que había frente a él. Estaba completamente seguro de que no todos eran demonios, había algunos goblins y por lo menos un par de skinwalkers, y un grupo de mujeres que por lo que sabía podían ser perfectamente arpías. Todos estaban agitados y hablaban sin parar, algunos gritaban y Dean se preguntaba como no habían oído aquel alboroto desde el otro lado de la puerta. El grupo de seres se agolpaba alrededor de una gran jaula de hierro, las paredes parecían ser de alambre demasiado grueso como para cortarlos con una cizalla. Dean no alcanzaba a ver lo que había dentro, había demasiada gente fuera y estaban demasiado lejos. Ruby seguía charlando con el guarda de la puerta mientras el ángel, a un par de pasos del humano, observaba cada rincón del local. Dean se acercó a su amo, desde allí podía sentir el olor a sudor, sangre y suciedad, y no le gustaba nada las razones por la que aquellos olores se concentraban en aquel lugar, además le recordaban a su breve estancia en la jaula justo antes de su venta. Los gritos de los asistentes se hicieron más audibles, parecía que algo acababa de pasar y todos vitoreaban a la vez.
-Ruby tenía razón.- dijo el ángel junto a él.- Están haciendo peleas clandestinas.- su voz era apenas audible entre las voces de los espectadores.- Será mejor que nos vayamos.-
-¿Cómo vamos a irnos?- dijo el humano apenas moviendo los labios. -No hemos hecho nada.-
-Son combates a muerte entre esclavos Dean, no deberías estar aquí.- el hombre le tomó del brazo asegurándose de que nadie le miraba, no quería meterse en problemas por tratar a su amo de forma inadecuada.- Puede pasarte algo. Ni siquiera con ese cuchillo saldrías vivo si tuviésemos que pelear.-
-Pero tú eres un arcángel.- dijo intentando hacer cambiar de opinión a su amo.
-Daremos una vuelta entre la gente mientras Ruby habla con el guarda. Si no encontramos nada, nos marchamos. Camina delante de mí.- Dean comenzó a caminar hasta el grupo de gente que gritaba sin sentido, la mano del ángel apoyada en la parte baja de su espalda le guiaba entre la muchedumbre. Era imposible caminar con normalidad entre aquella marea de cuerpos agolpados, un par de veces perdió el contacto con el ángel pero al poco tiempo lo recuperaba de nuevo. Intentaba mirar por todas partes, buscando la cara de su hermano entre las de decenas de desconocidos. De pronto se quedó helado en el sitio, no podía moverse, le pareció ver a Sam cerca de la entrada de la jaula, pero al momento siguiente había desaparecido.
-¿Has visto algo?- preguntó el ángel en su oído. Dean asintió sin poder pronunciar palabra.- ¿Dónde Dean?-
-Junto a la jaula.- el ángel miró hacia donde su esclavo le indicaba pero no vio nada.
-¿Estás seguro?-
-Sí... bueno... no... quizás sólo lo he imaginado.- Dean volvió a mirar pero no había rastro de su hermano.
-Acerquémonos un poco.- los dos caminaron hacia la zona de la jaula, un par de esclavos estaban dentro, algo magullados y dando vueltas sin acercarse el uno al otro, respirando con dificultad. Uno de ellos era un hombre alto y corpulento, el otro era de estatura media que parecía no tener posibilidades frente a su oponente. Por más que buscaron no encontraron ni rastro de su hermano y Castiel decidió que era el momento de salir de ahí cuando algunos demonios miraban demasiado a Dean y cuchicheaban. Al acercarse a Ruby, Dean podía sentir las miradas de algunos de esos seres clavándose en su nuca.
-No ha sido buena idea que vinieses.-
-No he hecho nada extraño.-
-Que les mires a la cara ya es lo suficientemente extraño. ¿Y si te han visto hablar?-
-No ha pasado nada.- El ángel se quedó en silencio unos instantes y después dijo.
-He visto algo.- Dean se quedó quieto a unos tres pasos de dónde Ruby y el otro demonio estaban.- Crowley.- el humano dejó escapar el aire que estaba conteniendo y se relajó un poco.- Será mejor que nos marchemos antes de que nos vea.- el ángel caminó hasta la puerta sin pararse a mirar a nadie.- Ruby.- dijo sin más y la chica se despidió del demonio quien les abrió la puerta y les dejó salir.
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Eran las tres de la mañana y aunque se moría de sueño sus ojos estaban abiertos de par en par, escuchando atentamente las palabras del demonio. Por suerte según Castiel, Ruby era de confianza y no hacía falta que fingiese delante de ella a no ser que estuviesen en su local, Dean estaba cansado de mantener la cabeza gacha delante de demonios.
Hacía algo de frío y Dean daba pequeños sorbos a la taza de café que tenía entre las manos, al menos aquello le ayudaría a no quedarse dormido.
-Se reúnen una vez a la semana, cambian de localización siempre. Montan y desmontan la jaula cada vez, llevándola de un lado a otro.-
-Ese amigo tuyo... ¿es de fiar?- preguntó Castiel apoyado contra la parte de atrás del respaldo del sofá, junto a Dean.
-Bueno... tanto como un demonio puede serlo.- dijo la mujer sentada en el diván.- No le confiaría mi vida si es lo que preguntas pero sé que en esto podemos creerle.-
-¿Te ha dicho algo de Crowley?- la voz del ángel sonaba tensa.
-¿Le has visto?- Castiel asintió.- Sí, tenía sospechas de que podía estar metido en esto y no estaba equivocada.- Ruby se levantó del diván y caminó nerviosa delante de ellos.- Es uno de los organizadores, no sólo de las peleas. Se encarga de las apuestas y de la venta de esclavos. En realidad está todo amañado, él tiene sus propios luchadores, siempre se queda con el más fuerte, supongo que le gusta apostar sobre seguro.-
-Sabía que no era de fiar pero no le hubiese creído capaz de eso.-
-No le conoces tan bien como yo.- la mujer volvió a sentarse de nuevo, mirando fijamente al ángel sin mediar palabra durante un rato.- Son peleas a muerte, meten a dos esclavos en la jaula y hacen que se maten a golpes, a puñetazo limpio y ellos se quedan mirando fuera, viendo como se golpean una y otra vez hasta que uno se queda k.o. Si no muere, le dan un cuchillo al ganador y le abre la garganta a su oponente mientras está inconsciente. Sé que puede sonar extraño viniendo de un demonio pero debo decir que es inhumano.- Dean permaneció callado durante todo el rato pero necesitaba hacer la pregunta que le rondaba por la cabeza desde hacía rato.
-¿Crees que mi hermano puede ser uno de esos esclavos?- preguntó directamente al demonio, mirándole a los ojos.
-Es posible, sí.- dijo la mujer con algo parecido a compasión en la voz.
-Debemos volver.- Dean miró al ángel a su lado, esperando a que este le correspondiera.
-No.- dijo sin mirarle, con voz grabe y autoritaria. Dean se apartó del sofá y enfrentó al ángel directamente.
-¡Pero...!-
-No Dean. Es peligroso. Eres un esclavo y no tienes derecho a estar allí si no es dentro de esa jaula. Y no, si por casualidad se te está pasando por la cabeza convertirte en uno de esos gladiadores, olvídalo.-
-¿Porqué no?- exclamó el humano dejando la taza de café en el suelo.
-Porque es una mala idea.-
-Bueno, yo no creo que sea tan mala idea. Si realmente hace honor a su fama, tu esclavo es un digno oponente.- dijo la mujer levantándose de nuevo, Castiel le dirigió una mirada severa y hostil.
-Ruby, tú misma has dicho que son peleas a vida o muerte.-
-Estoy preparado para eso.-
-No, no lo estás.-
-Llevo toda mi vida peleando para sobrevivir.-
-No estabas enjaulado y en desventaja, mientras un montón de criaturas que deseaban verte muerto jaleaban a tu alrededor.-
-No había tanta diferencia.-
-¿Que pasa contigo? No tienes sentido de supervivencia. Estás dispuesto a arrojarte a una muerte segura sin pensar en las consecuencias sólo por una información que no sabemos si nos llevará a tu hermano. Primero Alastair, ahora Crowley.-
-¿Alastair?- preguntó Ruby después del intercambio de réplicas de los dos hombres.
-Dean quería convertirse en la ramera de Alastair a cambio de información.- por alguna razón las palabras del ángel se le clavaron en el alma.
-¿Estás de coña? Crowley es una cosa, es un cabrón, vale, pero Alastair... a Meg le gusta ser discreta con el tema pero... hemos tenido más problemas con él de los que hemos dicho, prefiero no hablar de ellos, Meg se enfadaría. Pero una cosa puedo decirte, mantente alejado de él todo lo que puedas.- Castiel miró al humano mientras el demonio pronunciaba aquellas palabras.
-Está bien, olvidémonos de Alastair.-
-Y de Crowley.- Añadió el ángel.
-¿Qué propones entonces?- ahora era el humano el que caminaba nervioso de un lado a otro entre el demonio y el ángel.
-Yo puedo hablar con Dorian y sonsacarle el próximo combate pero un ángel y un esclavo como vosotros en un lugar así...-
-Podemos disfrazarnos.- interrumpió Dean al demonio.
-¿De caperucita roja y el lobo? Llevas la marca, eso no puede esconderse.- Dean se llevó la mano al hombro cuando la mujer habló de la marca.- Si tienes contacto directo, a través de la piel, pueden notar tu marca, al menos los demonios.- el humano la miró extrañado.- Es como si una parte de tu amo, del ángel, se hubiese quedado incrustada en tu esencia. No conozco el funcionamiento pero es así, podemos notarlo.-
-No tiene ningún sentido...- susurró el humano aún con la mano sobre su hombro.
-Ya pensaremos en algo. Algo que no te ponga en peligro.-
-¡Oh, por favor! ¿Puedes dejar de preocuparte por mí?-
-Ni puedo ni quiero. Lleva la taza a la cocina y vete a dormir. Ahora.- a veces a Dean le ponía nervioso esa forma de hablar del ángel, no le gustaba recibir órdenes aunque estaba acostumbrado a la vida casi militar a la que su padre se había visto forzado a inculcarles, o quizás era por eso, porque cada orden que recibía le recordaba a las de su padre cuando aún estaban los tres juntos, vivos. De todas formas obedeció, no tenía ganas de seguir discutiendo, si descubrían dónde se haría la próxima pelea Dean iba a acudir con o sin el consentimiento de su amo.
-Buenas noches.- dijo malhumorado cuando volvió de la cocina y se marchó a su cuarto. Los otros dos ocupantes de la casa le dieron las buenas noches.
-Vaya, te ha salido respondón.- bromeó Ruby, Castiel suspiró algo cansado.
-Es un humano bastante difícil, nunca me había encontrado con alguien así.-
-Bueno... es Dean Winchester.-
-Lo sé...-
-¿Quieres que hable con Dorian?- Castiel asintió sin mirarle.- De acuerdo. Quizás sería buena idea que Meg nos acompañase la próxima vez.-
-No sé... estoy pensando que quizás la idea de Dean no era tan mala.-
-¿La de convertirse en gladiador? No, no era mala.-
-Pero sólo funciona como idea... llevada a la práctica...-
-¿No crees que pudiera ganar los combates?-
-Todo lo contrario. Sé que ganaría...- Castiel miraba a la nada mientras la mujer se acercaba hasta él.
-¿Y eso te preocupa?-
-Dice que está acostumbrado a acabar con criaturas pero... esos son humanos, como él, como su familia. Son personas que han sido obligadas a eso, no son monstruos que disfrutan arrancándole la vida a la gente.-
-Algunos si lo son.-
-Algunos... pero Dean no.-
-Como quieras... yo me largo a casa, te llamaré en cuanto sepa algo.- el demonio caminó hasta la salida.- Nos vemos.- dijo saliendo de allí.
El ángel apagó las luces de la casa y se dirigió a la habitación de su esclavo, sabía que ahora mismo estaría refunfuñando como un viejo y no quería tener que soportarle a la mañana siguiente con ese mal humor. Se paró frente a la puerta y golpeó un par de veces con los nudillos, no recibió respuesta del otro lado pero la luz que salía por debajo de la puerta le indicó que el humano seguía aún despierto. Simplemente tomó el pomo y lo giró, abriendo la puerta y esquivando por milímetros uno de los libros que Dean había estado leyendo y ahora acababa de usar como proyectil.
-¿Puedo pasar?- preguntó sin moverse del umbral, recogiendo el pesado tomo del suelo. Dean se encogió de hombros.- Te dije que te fuera a dormir.- dijo menos autoritario que de costumbre. El humano alzó la vista arqueando una ceja y con cara de pocos amigos, Castiel le lazó el libro a su regazo sin ningún tipo de delicadeza.
-Cas, vete a la mierda.- Dean le miró fijamente y esbozó una sonrisa sin saber porqué. El ángel caminó hasta la cama y se sentó en ella.
-Tienes suerte de tener un amo benévolo, otro te hubiese hecho azotar por haber dicho eso.-
-¿Así que ahora quieres azotarme? No sabía que te iba ese royo...-
-O te hubiese cortado la lengua…- añadió sin ningún tipo de humor.
- Entiendo que intentes protegerme Cas, pero tengo que hacerlo.-
-Y yo tengo que impedírtelo, ¿entiendes eso también?- Dean sonrió y asintió.- Supongo que no tiene sentido que sigamos discutiendo ahora, todavía no sabemos nada seguro.-
-Puede que sea sólo una falsa sensación, pero presiento que estamos en el buen camino.- el humano se tocó el pecho, justo donde su corazón latía ahora con un ritmo pausado y relajado.
-Eso espero. Ahora duerme.- Castiel cogió el libro de nuevo y lo dejó sobre la mesilla donde ahora también descansaba el cuchillo que le había dado la otra noche.
-No sé si podré dormir. Leeré un rato más.-
-De acuerdo... pero sólo un rato.- Castiel acarició el pelo de Dean como solía hacer y el humano se tensó ante tal acción. -¿Te molesta esto?- preguntó refiriéndose a sus caricias.
-No...- dijo sin demasiada convicción y se giró a mirar al ángel a aquellos ojos que parecían encerrar todas las partículas de azul del universo.- Es algo... inusual pero... - Los ojos de Castiel parecían estar demasiado cerca como para enfocarlos, o puede que si que tuviese sueño al fin y al cabo.
-Duerme.- Dean escuchó la voz del ángel contra su oído mientras aquellos dedos largos y fríos se perdían entre su pelo, los párpados le pesaban más de lo que recordaba. Se deslizó dentro de la cama, apoyando suavemente la cabeza sobre su almohada y las manos del ángel bajaron hasta su mejilla desapareciendo instantes después, unos labios cálidos se posaron en su mejilla y los ojos de Dean estaban completamente cerrados antes de que el ángel saliera de su habitación.
No habrían pasado más de dos horas cuando Dean sintió un extraño hormigueo en la nuca que le erizaba los pelos del cogote, todo estaba en silencio dentro de la habitación pero había algo en aquel silencio que lo hacía demasiado perfecto, instintivamente movió su mano hasta el cuchillo de Ruby, agarrándolo con fuerza y al sentir un leve crujido tras el se giró de golpe viendo una sombra que se lanzaba contra él.
-¡Dean!-
Capítulo 06.