Fanfic: Amnesia 1ª Parte + Iconos

May 05, 2008 22:31

Hoy toca todo junto ^^ ¡Fanfic + Iconcillos! ♥

Halaaa acabo de flipar, ¡¡¡¡LJ no me deja postear el fanfic entero porque es demasiado largo!!!! O.o weno pues nada, obligatoriamente quedará por capítulos.








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Autor: yokana_yanovick
Beta: chilvi_cos & arkady_
Fandom: Battlestar Galactica
Pairing: Adama/Roslin
Spoilers: 3ª Temporada
Tema: #30 - Amnesia - 1ª Parte ( Tabla)
Contenidos: Humor, Angst & Sex *baila* ^^
Palabras: 4.278



Amnesia

(1ª Parte)

Bill Adama abrió los ojos lentamente. Una punzada de dolor atravesó su cabeza de parte a parte haciendo que se sintiera aturdido y desorientado. Las intensas luces de neón del techo parpadeaban sobre él, causándole mareos. Frunció el ceño, y haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, giró la cabeza a su izquierda.

-¿Cómo se encuentra?

Un hombre de mediana edad con el pelo blanco y un cigarro entre los labios le habló con voz áspera.

-Como si me hubiesen aplastado la cabeza bajo un raptor -tenía la boca pastosa y le costaba hablar.

-No es de extrañar, tiene un fuerte traumatismo craneal. De momento todas las pruebas son normales y…

-¿Dónde estoy?

-En la enfermería de Galáctica.

-¿De donde? -le miró con los ojos entrecerrados como si no comprendiera sus palabras. Fue entonces cuando el médico dejó de prestarle atención a los informes y le miró intensamente.

-¿Cómo me llamo?

Bill le miró como si aquella pregunta fuera estúpida.

-Y yo qué demonios sé…

Cottle apagó el cigarro y rebuscó en uno de sus bolsillos de su bata una pequeña linterna con la que le apuntó directamente a los ojos para mirar sus pupilas. Un gruñido de protesta se escapó de su garganta.

-Voy a necesitar hacerle más pruebas y para eso necesitaré que me conteste a algunas preguntas.

Ejercicios mentales es lo que necesitaba justo ahora, sí.

-Está bien, pregunte… -se llevó una de sus manos a la cabeza, tenía una venda en la frente, a su parecer muy apretada.

-¿Cómo se llama?

-¿Qué clase de pregunta es esa? -preguntó malhumorado.

-Ya veo que su humor sigue siendo el mismo.

-¿Nos conocemos? -le miró entrecerrando los ojos tratando de hacer memoria.

El médico le miró tranquilamente y encendió un cigarro.

-Sí, ese es el problema -le dio una calada a su cigarrillo y prosiguió-, creo que puede sufrir una pérdida de memoria transitoria, como poco, aunque con ese golpe no me atrevería a asegurarlo, así que necesito que me conteste. ¿Cómo se llama? -le tendió una hoja y un bolígrafo-, escríbalo.
Bill le miraba atontado desde su camilla como si no fuera capaz de asimilar la información, pero aun así hizo lo que le pedía y se lo devolvió.

-Bien, respuesta correcta.

-¿A qué se dedica?

-Soy… -¿piloto?, no, había sido piloto, ahora era algo más… aunque no recordaba su rango. Trató de hacer memoria pero no le sirvió de nada a parte de para levantarle otro bonito dolor de cabeza. -No lo recuerdo… -dijo angustiado.

-No se preocupe. ¿Qué puede decirme de usted?

-He estado en el ejército mucho tiempo, aunque no puedo especificar cuánto, tengo un hijo, aunque tampoco soy capaz de visualizar su cara… No soy capaz de recordad algo concreto… Son sensaciones lo que puedo describirle -le comenzó a invadir una ola de miedo e impotencia, su memoria parecía un archivador de donde no podía sacar la información que necesitaba.

El médico garabateaba frases en una libreta mientras hablaba.

-¿Cuál es la situación actual?

-Estamos en guerra -dijo convencido-. Los cylon atacaron las Colonias y ahora huimos de ellos.

-Bien. Necesito muestras de sangre y deberá estar en observación cierto tiempo hasta que determine su situación. ¿Puede recordar la cara de algún conocido o familiar?

Bill trató de esforzarse por recordar una vez más, pero tras una punzada de dolor se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza.

-Está bien, trate de descansar. Le mantendré informado con lo que sepa.

El médico desapareció tras la cortina dejándole aislado del resto de enfermos. Cerró los ojos, trató de hacer memoria, recordar algo de su pasado, cualquier cosa, una cara, un nombre… El dolor palpitó en sus sienes. Apretó sus ojos y dejó su mente a la deriva, a los pocos minutos la realidad desapareció y quedó sumido en un profundo sueño.

****

Las voces a su alrededor le hicieron volver a la realidad, alguien se movía a su lado y alguien más apretaba su mano izquierda. Abrió los ojos.

-¡Doctor! ¡Se ha despertado! -El hombre joven que le agarraba se inclinó para mirarle.- ¿Papa? ¿Cómo te encuentras?

-Me duele menos…, creo. -¿Así que este era su hijo? Le miró con intensidad tratando recordar su nombre. Casi soltó una maldición ante el esfuerzo que suponía intentar hacer memoria.

-Soy Lee, papa. ¿Me recuerdas?

Tragó.

-No… -admitió avergonzado-, sé que tengo un hijo, pero no sabría decir si eres tú…

Pudo ver la decepción en su cara como una puñalada.

-No te preocupes, todo se arreglará, ya verás -le dedicó una sonrisa para reconfortarlo.

-Tengo sus pruebas -el médico canoso se giró hacia él con un archivo en la mano-. No hay nada preocupante, de momento… El golpe que se ha dado ha sido más fuerte de lo que pensábamos, pero no es nada grave, esto ha provocado una perdida de memoria temporal que irá recuperando a lo largo de las siguientes semanas. No trate de forzarlo, puede que tarde algún tiempo al principio, después los recuerdos irán llegando a medida de asociaciones más o menos intensas que tenga con la realidad que le rodea… un olor, un sabor, un gesto… Esto es del todo normal, así que no se alarme si tarda algún tiempo en recuperarse.

Bill asintió.

-De momento me gustaría que se quedara en la enfermería algunos días hasta que su herida comience a cerrarse.

-No tenía intención de irme a ninguna parte… -gruñó.

-Ahora es mejor que descanse -Cottle miró a Lee que asintió a su vez.

-Me pasaré a verte más tarde -su hijo le dio un leve apretón antes de desaparecer tras la cortina.

Antes de que le diera tiempo a cerrar los ojos una voz familiar resonó a su derecha.

-Me han dicho que el Almirante de la flota anda un poco desmemoriado.

Miró al hombre que había aparecido en su pequeño espacio aislado, casi podría decir que tenía su nombre en la punta de su lengua.

-¿Soy Almirante?

-Eso dicen las malas lenguas… -el hombre miró al médico que le estaba haciendo señales para dejarle descansar y asintió.

-No recuerdo ninguna ceremonia ni nada parecido…

-Eso es porque Laura Roslin te premió en petite comité en su nave -le hizo un guiño con el único ojo que le veía.

-No lo recuerdo… -casi tenía ganas de devanarse los sesos para poder buscar sus recuerdos con sus propias manos.

-Me siento ridículo haciendo esto, pero en vista de los hechos… -suspiró-. Soy Saul Tigh, Coronel de la Galáctica. ¿Te suena algo de eso? -un toque de humor se escondía detrás de sus palabras.

-Vagamente. Es como si lo sintiera pero no supiera ponerle un nombre…

-¿Realmente no recuerdas nada? -su compañero le miraba intrigado.

-Cosas sueltas, no demasiado, sensaciones es lo más parecido a recuerdos que tengo.

-Bueno, no te preocupes, yo puedo ayudarte un poco… Hemos pasado muchos años trabajando juntos.

-De algún modo ya lo sabía -una pequeña sonrisa se escapó de sus labios, aquel hombre era amigo suyo, podía sentir la familiaridad entre ellos.

-¿Recuerdas a tu esposa?

-¿Laura Roslin? -tentó. No recordaba estar casado y era el único nombre que había salido hasta ahora en la conversación.

Vio a su amigo titubear.

-Esa misma -vio como su único ojo se dirigía hacia el médico, que había soltado un suave bufido, aunque no dijo nada.

-¿En serio? ¿Estoy casado? -preguntó sorprendido.

Su amigo parecía más desorientado que él ante aquella pregunta. Se quedó en silencio, parecía meditar una respuesta que no llegó.

Suspiró, lo que menos necesitaba era tener que resolver acertijos de su pasado. Repitió su pregunta levemente molesto por tener que preguntar sobre su vida personal a una tercera persona.

-¿Estoy casado, Coronel?

-Sí -sentenció.

El médico que aun estaba en la habitación tosió.

-Si no le importa Coronel, mi paciente tiene que descansar.

-Por supuesto, mañana volveré, descansa -le dio un par de palmadas en el hombro y salió.

Casado.

Esa sensación se le había escapado.

****

-¿Se puede pasar?

Bill miró a la mujer que asomaba la cabeza entre las cortinas de su pequeño habitáculo.

-Por supuesto.

La mujer se acercó a la silla que había al lado de su cama y mientras caminaba hacia él no pudo evitar estudiarla de los pies a la cabeza. Deformación profesional se diría mas tarde.

Vestía un clásico traje de falda y chaqueta, su melena castaño rojiza le caía por los hombros formando desordenados bucles, y sus ojos verde intenso fue lo único capaz de apartar su mirada de unas piernas increíblemente bien torneadas.

Se avergonzó de su exhaustivo examen al darse cuenta de que ella no lo había pasado por alto. Sin embargo le dedicó la más dulce de las sonrisas.

-¿Cómo te encuentras? -posó una mano sobre la suya.

-Con una sobresaturación de información -sonrió.

-¿No me reconoces, verdad?

Bill negó con la cabeza con una expresión culpable.

-Soy Laura Roslin, Presidenta de las doce Colonias -habló con un tono suave y tranquilo.

-¿Tú eres Laura? -casi no salía de su asombro, ¿esta era su mujer?

La vio asentir. Miró la mano que sujetaba la suya y le dio un suave apretón.

-¿Eres la Presidenta? -¿cómo era posible que su mujer fuera la Presidenta? -¿Hace cuánto que lo eres?

-Tres años, después del ataque cylon los cuarenta y dos hombres y mujeres que iban delante de mí en la sucesión a la presidencia perecieron en Cáprica, así que asumí el mando. Antes era secretaria de educación.

Eso tenía más sentido. Si se casaron mucho antes, teniendo en cuenta que tenían un hijo de unos treinta años aproximadamente, no habría quedado otra opción. Asimiló la información y asintió.

-Te he traído algo -le tendió un libro de tapas marrones con las esquinas rematadas.

-“Día oscuro”, -se incorporó en la cama de un salto- ¡eh! ¡Lo recuerdo! Es uno de mis libros favoritos… -un recuerdo nítido; no podía creerlo. Llegó a él como quien de repente recuerda el nombre de un compañero de universidad.

-Sí, algo había oído -explicó risueña-. Supuse que tendrías mucho tiempo libre ahora que el doctor Cottle te tiene como a su prisionero.

-Así que así se llama el fumador compulsivo que tengo por doctor -dijo casi en un susurro-. Por algún motivo él fue el único que no se presentó y cada cierto tiempo viene con una aguja para desangrarme -se inclinó un poco hacia ella-, creo que le gusta torturarme.

Y entonces Laura rió. Una calidez le envolvió casi instantáneamente e imágenes de su mujer descalza en su habitación con miles de papeles por el suelo se agolparon en su cerebro, y por primera vez desde su accidente, se sintió a gusto con alguien.

-Recuerdo… un momento en concreto -dijo casi atontado por su sonrisa.

-¿Sí? ¿Cuál?

-A ti, en mi habitación, con un traje azul oscuro… Estabas descalza y rompías tarjetas.

-El debate contra Baltar, aquella tarde estaba nerviosa y no podía parar de reír.

-Ahora sí puedo decir que lo recuerdo -sonrió ampliamente.

-Tendré que venir a verte a menudo, dos recuerdos en una visita, no está mal.

-Es lo que tienen las mujeres guapas, por ellas incluso amnésico eres capaz de recordar…

Tenía la curiosa sensación de que, en él, coquetear de aquel modo con ella no era habitual. Pero su cercanía le atontaba y se sentía tan extrañamente libre de expresar en voz alta lo que pensaba que no se paró a darle más vueltas.

La vio mirar su reloj con una sonrisa tímida tras su elogio, y poner una mueca.

-Por desgracia aun tengo un montón de cosas que hacer en el Colonial One -se levantó de su silla aún sosteniendo su mano y le acarició levemente con el pulgar-. Trata de dormir un poco.

Desapareció de su habitación dejando su suave perfume y el eco de su risa vibrando a su alrededor. Cerró los ojos y la imagen de sus piernas aleteó en su mente.

Le gustaba esa mujer.

Cómo no le iba a gustar, era la suya.

****

-¿Ha habido noticias de los cylon?

-No, no te preocupes, llevamos días sin saber nada de ellos -Tigh aprovechó aquel tiempo con Adama para echarle un vistazo a los informes que Dee le había entregado hace sólo unos minutos-. De momento todo está tranquilo, he mandado a Lee que aprovechara el tiempo y saliese a hacer prácticas de vuelo con los demás pilotos -levantó la cabeza de entre los papeles y vio a su compañero mirar inquieto hacia la cortina levemente abierta-. ¿Esperas a alguien?

-En realidad…, no. No estoy seguro de si mi esposa -dijo haciendo una pausa para saborear las últimas palabras, le gustaba decirlo e imaginar a Laura al mismo tiempo- podrá pasarse por aquí hoy.

Saul tuvo que hacer acopio de todo su autocontrol para no echarse a reír.

-¿En serio? ¿No vino a verte ayer?

-Sí.

El Coronel esperó alguna aclaración del encuentro que nunca llegó. Le miró lo más tranquilamente que pudo e insistió.

-Bueno… ¿y qué tal?

-Lo cierto es que bien, con ella fui capaz de recordar un par de cosas puntuales -miró a su amigo y sonrió-, algo es algo.

-Me alegro, pero… me refiero a con “tu mujer” -le instó.

Bill miró a Saul inquisitivamente.

-¿Algo debería ir mal?

Tigh negó con la cabeza rápidamente.

-No, no, en absoluto -tosió-. Eh… ¿quieres que te deje los informes para echarles una ojeada?

-No hace falta, intentaré dormir un poco, estoy seguro que con los calmantes que me administra el doctor Cottle se podría dormir a un elefante -bostezó.

-Descansa, amigo.

Bill ya estaba adormilado antes de que Saul saliera por la puerta de la enfermería. Imágenes del CIC volaron por su mente, Tigh a su lado y un hombre a su alrededor le pedía instrucciones… y sin previo aviso, Laura apareció ante él. La cálida luz de su cuarto la envolvía, se estaba riendo, le abrazaba y tiraba de él con fuerza, en su brazo podía notar su pecho vibrar… Era tan agradable sentir aquella comodidad que abrazó aquel pensamiento casi con desesperación por miedo a que se le volviera a escapar de entre los dedos.

Se durmió con una sonrisa en los labios al pensar que pronto volvería a tenerla entre sus brazos.

Muy pronto.

****

Era tarde cuando una voz suave le sacó de su entretenida lectura. Levantó la cabeza y ahí estaba. La Presidenta, Laura Roslin, su esposa, con su chaqueta en la mano y su mano en la cintura, le miraba desde el otro lado de la pequeña habitación con una de las sonrisas más hermosas que jamás había visto, o al menos que pensaba que jamás había visto. Los nervios aparecieron en su estómago y su corazón se aceleró. Se reprendió mentalmente, ¡era su mujer por todos los dioses! Llevaban treinta años casados… la pérdida de memoria no sólo era un incordio sino que te hacía vivir los momentos como si nunca antes lo hubieras sentido.

Posó el libro sobre la cama y la miró sonriendo.

-¿Qué tal te encuentras hoy?

-Harto de estar en esta cama -gruñó. Se quitó las gafas y se masajeó el puente de la nariz.

-Pero si sólo llevas un par de días -se acercó a la cabecera de su cama.

-Y medio -se quejó-. Mañana con suerte igual Cottle me da la libertad condicional.

-Debes tomártelo con calma -posó una mano en su hombro y se sentó a su lado.

Su tacto era tan cálido y su fragancia tan dulce que le recorrió un escalofrío de excitación cuando se inclinó en su regazo y miró su libro. Su pelo se balanceó suavemente a su lado y una de sus manos se posó en su pierna derecha. Contuvo un gemido.

-Ya vas muy adelantado.

La miró distraído.

-Debido a que todos mis compromisos se han anulado últimamente tengo más tiempo para leer, sí… -dijo con un toque de humor.

-De hecho, Almirante -habló con voz zalamera- venía a proponerle una cita -contuvo su risa en una mueca.

-¿Ah, sí? -la miró con las cejas alzadas.

-Sí, pero ha de ser cuando esté recuperado. Se me había ocurrido algo para hacerle recordar -dijo risueña.

-Estoy deseando averiguar qué es, señora Presidenta -su voz sonó más grave y más provocativa que la de su mujer, fue consciente de ello.

El uso de sus títulos de manera tan insinuante y aquella descarada declaración de intenciones despertó su deseo de una manera tan fuerte y atropellada que terminó revolviéndose en la cama algo tenso ante aquel cúmulo de sensaciones imprevistas.

Laura alzó sus cejas levemente antes de dedicarle una mueca.

-Lo hará pronto, no se preocupe. Ahora lo importante es que recupere fuerzas lo antes posible -le dio un par de palmadas en la mano que tenía sobre el regazo y comenzó a alejarse.

Deseaba retenerla el máximo tiempo posible y antes de que pudiese irse lejos, cogió su mano al vuelo y tiró despacio hacia él y, sin que a Laura le diese tiempo de verlo venir, Bill se inclinaba sobre ella y la besaba.

Fue un beso suave, sin pretensiones, casi una caricia, tan fugaz y sutil que parecía irreal.

Imágenes de su promoción a Almirante le asaltaron. Laura le entregaba una pequeña caja aterciopelada y él la había besado de igual manera. Estaba demacrada, se moría entonces, no ahora, el cáncer se fue gracias a la sangre de Hera.

Iba a compartir aquel recuerdo con ella pero se detuvo cuando vio su cara de estupefacción.

-¿Ocurre algo malo? -preguntó levemente alarmado.

Laura se quedó de pie a su lado todavía ligeramente sorprendida tras aquella muestra de cariño tan despreocupada y familiar.

-No…, es sólo que no me besas a menudo -admitió.

-Entonces además de amnésico, soy un viejo estúpido.

La risa de Laura aún resonaba dulcemente en sus oídos después de que su delicado perfume hubo desaparecido de la habitación.

****

-¿Quiere estarse quieto? Intento hacerle una resonancia -Cottle le miraba con desaprobación desde detrás del enorme cristal.

-¿Podré irme a mi habitación hoy?

-Si no me deja hacerle todas las pruebas, no -gruño el médico.

Bill esperó a que la banda metálica pasara alrededor de su cabeza.

Sólo había pasado un día desde que la había visto por última vez y ya echaba de menos su cercanía de nuevo. Los cylon por el momento no habían vuelto a aparecer así que se dio la licencia de fantasear con la mujer con la que soñaba todas las noches desde que se despertó en la enfermería. De fantasear con “su” mujer… sonaba extraño, pero excitante al fin y al cabo.

-¿Quiere levantarse? -la voz del médico lo sacó de su ensimismamiento.

-¿Puedo irme?

-Cuando tenga los resultados -explicó con terquedad-. Ahora vuelva a la cama.

Bill soltó una maldición por lo bajo pero hizo lo que el médico le ordenaba. Llegó a la cama y se encontró a su hijo sentado encima, esperándole.

-¿Cómo estás? -le recibió con una sonrisa y le cedió el sitio.

-Deseando irme de aquí -le sonrió-. ¿Alguna novedad?

-Ninguna, las prácticas de vuelo han ido como la seda y los muchachos están felices de no tener noticias de los cylons, el ambiente está tranquilo -alargó la mano y cogió su libro-. “Día oscuro” -leyó-. ¿Y esto?

-Me lo dio tu madre -dijo sencillamente.

Su hijo se quedó sorprendido mirándole, pero no dijo nada.

-Bien, señores, las pruebas están perfectamente -Cottle apareció tras la cortina con un cigarro en los labios.

-Estupendo, vayámonos de aquí -instó a su hijo.

-No tan rápido, Almirante. Quiero que venga a hacerse pruebas dentro de un par de días.

-Sí, sí… No se preocupe -se vistió y salió de allí lo más rápido que pudo con su hijo pisándole los talones.

-Vas muy rápido para no saber a donde vas, ¿no, papá? -Lee se puso a su altura.

-Sé donde está mi habitación -dijo sin más-. Es algo… automático, no sé explicarlo.

Su hijo le puso una mano en la espalda y sonrió.

****

Salía de la ducha cuando alguien picó a la puerta. Cogió una toalla y fue a abrir en chándal mientras se secaba enérgicamente el pelo.

-¿Te has fugado? -Laura le miraba divertida desde el umbral.

Sonrió.

-Algo parecido -le hizo un ademán para que pasara.

-Acabo de ir a verte a la enfermería -entró en su habitación mientras su perfume le acariciaba los sentidos.

-¿Vienes a hacerme recordar? -dijo con un tono que bailaba entre lo divertido y lo sensual.

-No esperaba que fuera hoy, pero puedo hacerlo, sí -levanto una ceja y le dedicó una media sonrisa.

-Termino ahora mismo -desapareció en el cuarto de baño.

Comenzó a peinarse al mismo tiempo que su imaginación comenzaba a vagar, el aroma de Laura, sus manos, sus ojos, su pelo, sus piernas, su trasero… Ahogó un gemido y se lamió los labios. Por los dioses, tenía ganas de besarla y estrecharla entre sus brazos y… ¡Qué demonios! ¡De tener sexo con ella! Era su esposa, no sería extraño que quisiera llevársela a la cama…

Salió del baño perfectamente afeitado y adecentado. Se había, incluso, aromatizado. Encontró a Laura en su escritorio manejando su antiguo tocadiscos.

-Creo recordar… que estaba por aquí -le habló sin girarse-. ¡Aquí está! -sacó un enorme disco de uno de sus cajones y lo colocó para que sonara.

Su habitación se llenó de repente de una alegre y familiar melodía, aunque fue incapaz de identificarla.

-¿Te suena? -Laura le miraba desde su escritorio.

Movió la cabeza afirmativamente mientras hablaba.

-Sí…, aunque no recuerdo dónde la he escuchado antes.

La vio acercarse a él sonriendo y sin mediar palabra se puso frente a él invadiendo su espacio personal, cogió su mano derecha y la puso alrededor de su cintura y la izquierda la sostuvo en el aire con la suya propia.

-¿Y esto? -susurró-. ¿Te suena?

Como una película de imágenes rápidas, la celebración del día de Colonial se reveló ante él. Baltar se convirtió en Vicepresidente, y aquella noche, Laura y él compartieron una danza tranquila en la pista de baile.

La atrajo contra él y la estrechó con seguridad, enterró la cabeza en su pelo y comenzó a balancearse al ritmo de la música. Un débil sonido se escapó de los labios de su pareja pero aun así se dejó arrastrar con docilidad.

Se movieron despacio, de un lado a otro, en círculos. Podía notar la respiración acelerada de Laura en su propio pecho. Bajó la mano por su espalda hasta un palmo más por debajo de lo políticamente correcto y rozó sus labios contra su cuello.

Un gemido sensual resonó contra su oído derecho. Dioses, estaba a punto de enloquecer… Besó su cuello con pasión contenida, despacio, disfrutando de la sensación de estar abrazándola.

-Bill… -Laura se revolvió entre sus brazos y empujó su pecho levemente.

-¿Mmmh…? -levantó la cabeza para mirarla.

-No creo que… -cogió aire- sea una buena idea -sus labios decían una cosa y en disonancia sus ojos decían otra bien distinta.

Acercó sus labios hasta su boca y tentó.

-¿Por qué no? -dijo roncamente, casi acariciándola.

-No estás recuperado todavía -tragó.

Bill podía notar cómo se debilitaba su determinación entre sus brazos.

-¿No deseas esto? -la besó en la comisura de los labios, en la mejilla, en el lóbulo de la oreja, y un sonoro gemido se escapó de su garganta cuando le acaparó el lóbulo entre sus labios y lo chupó sensualmente.

-Oh… dioses… -suspiró-, sí… -susurró contra su oído.

Bajó la mano derecha hasta su trasero y lo palpó tranquilamente atrayéndola contra él para que pudiera notarle. Laura ronroneó y cerró los ojos. Su erección palpitaba ahora contra su ingle y clamaba por un poco de atención.

-Yo también…-besó su cuello expuesto, levantó la cabeza y la miró. Sus ojos verdes se habían vuelto oscuros y sus labios rojos estaban entreabiertos en una silenciosa invitación. Era tan hermosa. Se acercó a su boca despacio y, exhalando un suspiro, la besó. La besó queriendo perderse en ella, explorando cada recoveco de su boca, chupando su lengua, acariciándola, acaparándola, exigiéndola… Respondía a aquel beso con tanta pasión que fue frustrante la necesidad de contacto que exigía su cuerpo. Llevó su mano izquierda directamente hacia su pecho y lo masajeó suavemente. Su esposa rompió el beso con un sonoro jadeo. Estaba a punto de desabrochar los botones de su blusa cuando se apartó de él.

-Bill, no…, quiero que te recuperes completamente antes.

Dio un paso hacia ella.

-Laura soy perfectamente capaz de…

-¡Lo sé! -le interrumpió nerviosa alejándose a su vez mientras él sonreía ante el hecho de que no le dejara terminar la frase-. Sólo quiero que recuperes la memoria.

-¿Temes que no lo recuerde bien? -dijo conteniendo una sonrisa.

-¡Bill! -le reprendió con una mueca.

Era adorable. Cómo negarse a sus deseos.

-Está bien, aunque no te prometo nada, estar en una habitación contigo a solas es muy… -trató de buscar otra palabra menos descriptiva, pero su mente sólo pensaba en sexo- duro -levantó una ceja.

Su mujer parecía avergonzada.

-Será… -se aclaró la garganta- mejor que vuelva al Colonial One. Hoy tengo mucho trabajo que hacer hasta bien entrada la noche.

-Bien -contestó más tranquilamente de lo que se sentía en aquel momento.

Se acercó a ella y le acarició la mejilla antes de inclinarse y rozar sus labios.

-¿Hasta mañana entonces? -dijo en un susurro.

-Sí… -su mujer cerró los ojos y casi pudo ver su debate interno entre besarle de nuevo o irse de la habitación-, hasta mañana -concluyó ahogadamente.

Le dedicó una sonrisa tímida y salió apresuradamente de su cuarto antes de que el autocontrol de alguno de los dos se viniera abajo.

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/ 2ª Parte /



22/30 fanfics adama/roslin. 73% escrito!

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